Coronavirus

Distintos frentes y una batalla común: las ONG despliegan su artillería más solidaria contra el virus

Miembros de la ONG Médicos del Mundo trabajan en el Hospital del Gregorio Marañón.

Reconocen que ya observaban la rápida expansión del virus con preocupación cuando dentro de las fronteras estatales apenas se intuía el problema. Lo hacían acostumbradas a la mirada global que rige su trabajo. Así lo explican las ONG que, en la última quincena, han forzado al máximo su capacidad para combatir al coronavirus en distintos frentes de batalla.

"Pensamos qué podía ofrecer la organización" como primer paso contra el virus. Y la respuesta se encuentra ya en pleno desarrollo: "Estamos colaborando, en Madrid, con el hospital Gregorio Marañón y vamos a hacerlo con otros hospitales. Tenemos experiencia de trabajo en epidemias, sabemos cómo hay que hacerlo y estamos ofreciendo nuestro conocimiento". Quien habla es Elena Urdaneta, presidenta de Médicos del Mundo. Por el momento, la ONG se ha volcado en prestar ayuda a este hospital madrileño tras haber detectado un colapso en las urgencias. Se ha desplegado una suerte de hospital de campaña, mediante "tiendas para descongestionar el servicio de urgencias". Tras este primer paso, la organización está "trabajando en un nuevo circuito de urgencias para clasificar bien a los pacientes y luego ofrecerles la mejor derivación".

Tal y como explica Urdaneta, Médicos del Mundo se prepara para "mejorar la prevención de los posibles contagios entre sanitarios e ingresados", mediante la formación dirigida a los profesionales. "Es normal que las personas no conozcan" bien todas las medidas "porque nunca ha habido una epidemia así en España", recalca la portavoz, quien pone en valor el "esfuerzo sobrehumano de los profesionales del hospital". Ella, que ha vivido crisis como la del ébola en diversos países africanos, reconoce que nunca habría imaginado nada semejante en suelo estatal.

Médicos del Mundo ha dado una respuesta tajante a la crisis del coronavirus, basada en la activación de un plan de emergencia con diversas misiones que van desde la ayuda internacional a la atención de personas vulnerables. "Estamos trabajando con esas misiones para poder hacer una reconfiguración total de la ONG y planes de contingencia en todos los países", recalca la portavoz. Todo ello lo hacen con un objetivo en el horizonte: conseguir la sanidad universal. "Hoy más que nunca sabemos claramente que si hubiera existido sanidad universal esto no habría pasado", asiente Urdaneta.

Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, reconoce igualmente que el trabajo de su organización "ha variado totalmente". En primer lugar, detalla, "hay que ver la pandemia como una de las raras ocasiones en que la violación de los derechos humanos se da para la mayoría de la población". Y aunque la lectura que deviene "es muy triste y difícil", resulta además "una gran oportunidad para que la mayoría de la población entienda que los derechos humanos son también para ellos". Beltrán se refiere, en esencia, al derecho a la salud, pero también sitúa en el punto de mira a "la crisis económica que se viene, el miedo a la precariedad laboral, los despidos o la brecha de género".

La fórmula que ha seguido Amnistía Internacional para reorientar su trabajo se estructura igualmente en base a distintas áreas. "Hay un viraje nacional y global por lograr que el derecho de acceso a la salud sea para todo el mundo", detalla el director de la organización. Eso significa que el trabajo de investigación –Amnistía Internacional no es una ONG asistencial, sino de denuncia– se ha volcado en al menos tres esferas concretas. La primera tiene que ver con la emergencia inmediata: el acceso a la salud. La segunda, "lograr que con una visión más a largo plazo los sistemas sanitarios se consoliden, avancen o bien se creen". Una tercera aborda los elementos que derivan de la crisis: la censura, la falsa transparencia en los datos, la negación misma de la importancia del coronavirus y la excusa para violar derechos humanos. Dentro de las fronteras españolas, las prioridades son dos: la protección del personal sanitario y de todos los grupos vulnerables, aclara el activista e investigador.

Lara Martínez, directora de incidencia política de Plan International España, coincide en la importancia de trazar estrategias sólidas. Su organización ha desarrollado un plan de respuesta a nivel nacional "para atender las necesidades de la infancia", con especial atención en las niñas y adolescentes más vulnerables. Su experiencia en otras emergencias confirma la certeza de que las niñas "son las más olvidadas en épocas de crisis". Por este motivo, trabajan para garantizar que "al menos dos mil adolescentes en riesgo de exclusión puedan continuar su itinerario formativo con competencias sociolaborales en herramientas online", ofreciendo soluciones al alcance de todos y también "apoyo psicológico y emocional para gestionar las situaciones de estrés". Lo están haciendo a través de la campaña Que nadie se quede fuera, que trata de apelar "a la solidaridad y recaudar fondos para la infancia y adolescencia que se enfrenta a un mayor riesgo" de quedarse al margen del sistema educativo, del mercado laboral y de las oportunidades de futuro.

La emergencia y el después

Las ONG cuentan con un diferencial que se torna especialmente valioso en tiempos de emergencia. Se trata de su experiencia en situaciones extremas y su atención a los más vulnerables. Plan International ya contaba con programas de formación sociolaboral dirigidos a jóvenes sin titulación y en situación de vulnerabilidad, una herramienta ahora más necesaria que nunca. A nivel internacional, explica Martínez, la organización posee "una amplia experiencia en contextos humanitarios, en los ámbitos de educación en emergencias, protección de la infancia, prevención de la violencia de género, sensibilización comunitaria y ayudas económicas a las familias".

En el caso de Amnistía Internacional, reflexiona Beltrán, la organización es capaz de apreciar en el actual contexto "una crisis de derecho a la salud como derecho humano". "Cuando el Estado es autor, cuando es cómplice o cuando actúa sin la diligencia debida, es una cuestión de derechos humanos", recalca. Además, la ONG aporta "una visión local y global", de manera que "puede ser un termómetro de hacia dónde va el mundo y las medidas que se tienen que tomar para evitar que la violación de los derechos humanos se convierta en algo crónico".

Urdaneta pone también el acento sobre la labor de "incidencia política con las administraciones", precisamente con la mirada puesta en el después. "Cuando pase, vamos a ser implacables", advierte. La tarea en el plano de lo inmediato se centra en la ayuda urgente, pero "es muy importante prepararnos para cuando pase este pico máximo, porque no vamos a volver a la situación de antes, ni a nivel epidémico, ni a nivel de vida laboral normal", opina la activista, "hay cosas que se van a quedar por el camino".

Pequeños gestos

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Los pequeños gestos de las organizaciones más humildes se han vuelto, de la misma manera, fundamentales para el día a día. El trabajo de Nacho Paunero es ejemplo de ello. Él es presidente de El Refugio, una organización sin ánimo de lucro con los objetivos de prevenir, denunciar y dar solución al maltrato y abandono de los animales. La crisis del coronavirus les ha obligado igualmente a adaptar su actividad, interrumpiendo primero de forma temporal algunos de sus servicios –adopciones y paseos–, para evitar el contacto social y los desplazamientos. Pero parte de sus servicios se mantienen estos días, cuidando especialmente las medidas de seguridad e higiene. "El centro veterinario, por ejemplo, lo dedicamos solamente a urgencias con cita previa", detalla el voluntario e insiste en que todo el personal cuenta con el equipamiento necesario.

El Refugio, además, ha puesto en marcha iniciativas específicas para cubrir las carencias que ha dejado el coronavirus. "Queremos echar una mano", resume Paunero. La primera forma de hacerlo ha sido a través de la atención veterinaria gratuita para aquellas personas que han perdido el trabajo a causa del covid-19. Más tarde, la organización detectó un problema que se ha ido extendiendo. "Muchas personas con animales en sus casas han sido ingresados", así que los voluntarios han creado una unidad de intervención bautizada bajo el nombre Solo en casa, centrada en el rescate y la atención de animales domésticos temporalmente solos. Para aquellos hogares que han quedado marcados por algún fallecimiento, El Refugio ha diseñado el plan La vida sigue, por el que los activistas se hacen cargo del animal y le buscan una nueva familia.

El resultado es que, actualmente, la organización se ha fortalecido más que nunca gracias a la colaboración de voluntarios dispuestos a contribuir. "Hay más gente que quiere ayudar de la que necesita ayuda", observa Paunero, quien está convencido de que "la solidaridad es un virus que se extiende a pasos agigantados".

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