Coronavirus

El covid-19 dibuja una universidad 'online' para el próximo curso: profesores y estudiantes piden más recursos contra la brecha digital

Las universidades "no estaban preparadas hace dos meses para una enseñanza mayoritariamente online", pero lo cierto es que "lo han hecho". Las palabras pertenecen a Manuel Castells, ministro de Universidades, y fueron pronunciadas este último jueves en su primera comparecencia pública desde que el estado de alarma se decretara el pasado 14 de marzo. El titular de la cartera introducía durante su intervención la posibilidad de caminar hacia un modelo universitario que ceda mayor espacio a la enseñanza online online. Así lo explicó al referirse al próximo curso: "La enseñanza bimodal no es el mundo que viene, sino el que ha venido ya". Y conlleva una "nueva forma de enseñanza que requerirá un aumento de la digitalización, inversión en las universidades y reciclaje del profesorado".

Sobre los términos en los que se llevará a cabo el próximo curso, el ministro aseguró que "todo depende de lo que depende todo: del estado sanitario, la pandemia, de que el mundo no se hunda definitivamente". Y en caso de que se puedan respetar los "plazos normales, habrá que adaptar" el curso en "términos de presencialidad". Aunque acudir a las aulas podrá ser una realidad para los alumnos, no podrá hacerse "de cualquier manera", sino adoptando "medidas para frenar las posibilidades de contagio". La modalidad online, subrayó el ministro, "abre una vía de futuro" no necesariamente antagónica a los modelos tradicionales. "Aprovechemos si tenemos un respiro e iniciemos una transición". ¿Pero cómo debe ser dicha transición? Alumnos y profesores lo miran con cautela: sin una planificación específica y rigurosa, necesariamente acompañada de recursos económicos y didácticos, las universidades españolas estarán lejos del modelo alternativo planteado.

Dotar de recursos

Manuel Ortega es catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y responsable de Universidades de FeSP-UGT. A su juicio, la emergencia sanitaria ha lanzado una enseñanza clara: la universidad tiene que estar preparada para la actividad onlineonline. "Lo que hemos constatado es que el profesorado y la administración se ha puesto bastante a punto" impartiendo clases virtuales. Aunque "en general los sistemas han funcionado bien", sí que existen matices entre las actividades que requieren cierta sincronía y los sistemas asincrónicos, como el correo electrónico. Los segundos han marchado con normalidad, pero los primeros, "especialmente los campos virtuales, a veces han fallado". Principalmente con la experimentación de un aumento en el tráfico.

La experiencia del último mes, relata Ortega, demuestra que "hay que hacer inversión si se quiere mantener una posibilidad de respuesta rápida y eficiente". Además, añade, se tiene que "asegurar la calidad del sistema de evaluación e impartición de clases", porque no todas tienen la "calidad suficiente". Ahí es donde el sindicalista recalca la importancia de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), una herramienta que el propio ministro se ha esforzado en recalcar. "Proliferan las universidades sin un mínimo de calidad onlineonline", expone el catedrático.

La secretaria del Sindicato de Estudiantes, Coral Latorre, comulga con la necesidad extrema de invertir en recursos. "No se pueden plantear clases medio presenciales y medio online cuando hay un problema de fondo", lanza en conversación con infoLibre. Habla, esencialmente, de una "política de recortes que ha convertido a la universidad en un coto privado para unos privilegiados sociales". Y recuerda que los estudiantes que provienen de familias trabajadoras son "una absoluta minoría en la universidad, apenas alcanzan el 11%" según un estudio elaborado por la Xarxa Vives d'Universitats.

La solución, a su juicio, pasa por un "plan de rescate y dotar a la universidad de recursos económicos". Lo contrario, vaticina, supondrá una "escabechina para los sectores más vulnerables". Latorre carga contra el Gobierno de Pedro Sánchez y le emplaza a "dejar de arrodillarse ante los empresarios de la universidad privada y ante los bancos, mientras la educación pública sufre una realidad salvaje".

Adaptar la didáctica y las materias

Saturnino Martínez, profesor de Equidad y Educación en la Universidad de La Laguna, inicia su reflexión subrayando lo complejo del asunto. "Desde el punto de vista de las infraestructuras de la universidad, tengo la sensación de que había un estado previo de preparación", reconoce, aunque no lo suficientemente sólido para "dar soporte a tantos usuarios de manera simultánea". En cuanto a la formación del profesorado, Martínez recuerda que "habitualmente es voluntaria", por lo que no siempre ha sido homogénea para la docencia. "La didáctica se tiene que adaptar, una hora de clase no puede equivaler a un vídeo de una hora", analiza.

El profesor, en todo caso, destaca las particularidades de las muchas aristas que dan forma al sistema educativo. "No es lo mismo hacer prácticas de estadística, donde la presencialidad es importante, que leer un texto y hacer un comentario, para lo que es más soportable una versión onlineonline", expone el docente, quien recuerda igualmente las prácticas "en laboratorio, con animales o con pacientes". Por tanto, "la heterogeneidad de las materias hace que no sea igual de fácil" para todas.

Se impone la necesidad de medidas específicas también en relación a las características de cada clase. "No es lo mismo para veinte alumnos que para doscientos", recalca el profesor, "las prácticas online son difíciles de replicar" en algunos extremos. Depende mucho de "la capacidad de autonomía que tenga la materia y del grupo de personas que tengas enfrente".

Acabar con la brecha digital

Nutrir a la universidad de recursos y adaptar la didáctica, no obstante, caerán en saco roto si no vienen acompañados por una atención hacia el alumnado más vulnerable. Así lo explica Ortega, quien se apresura a destacar que si bien los españoles gozan "de un nivel de desarrollo importante", lo cierto es que todavía existen "problemas en ese sentido". Los rectores cifran en 36.000 el número de universitarios que presentan trabas para seguir las clases online o presentarse a exámenes en ese formato online. La crisis del coronavirus lo ha evidenciado así, pero la comunidad educativa defiende la posibilidad de tomar medidas al respecto, como el reparto de tarjetas de acceso a internet o el diseño de becas específicas.

"Hay circunstancias en las que se va a requerir una ayuda", explica el catedrático, porque de lo contrario se incrementará la distancia entre unas personas y otras. Ortega explica que catorce de sus 39 alumnos habituales no están conectándose a las clases online y la relación con ellos se ha debilitado este último mes. "No sé que pasa con esos catorce, les envío correos y algunos responden, pero no todos tienen la posibilidad de hacerlo", perfila.

Latorre critica que el ministro Manuel Castells no haya "ofrecido ninguna alternativa a los estudiantes sin recursos económicos" y se haya "lavado las manos apelando a la autonomía de las universidades". La portavoz del sindicato estudiantil estima que la consecuencia de iniciar una transición hacia un modelo digitalizado, sin contar detrás con un plan sólido, será la "exclusión de la clase trabajadora" y la imposición de requisitos fundamentalmente económicos para el acceso a la universidad. "Ni siquiera con becas ni con el sacrificio de nuestras familias tendremos garantizado el acceso a estudios superiores", lamenta. "Un gobierno que se dice progresista no puede estar orgulloso de estas medidas, porque se está dejando en la estacada a miles de alumnos".

Lo sabe bien Celia Eiras, miembro de la organización estudiantil gallega Anega. En las tres universidades de la comunidad llevan en huelga indefinida desde el pasado 16 de abril, precisamente como plan de acción ante la gestión de la crisis en el plano universitario. "Llevamos desde el inicio de la crisis viendo que se estaban agudizando las diferencias sociales entre los estudiantes", relata la estudiante. Exigen el fin del curso porque una "grandísima parte del estudiantado no puede seguir con las clases online". La experiencia del último mes, sostiene, ha demostrado que "no hay una estructura tecnológica para los exámenes virtuales".

Sobre el futuro de la universidad, Eiras reconoce dudas. "Castells es muy buen teórico, llevaba años diciendo que había que tirar por la evaluación tecnológica y puede ser, pero ahora mismo es impracticable", esencialmente porque "son necesarios fondos", pero también porque "la brecha digital" lastra el aprendizaje del alumnado.

Más sobre este tema
stats