Entrevista

Yolanda Díaz: "Si no hubiéramos actuado pronto, las cifras del paro serían hoy insoportables"

La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, este jueves en su despacho.

Yolanda Díaz (Fene, A Coruña, 1971) echa de menos el mar. Repite varias veces que es lo que más "ansía", junto con volver al cine o a un concierto. "¿Cuándo voy a poder? No sé responderme a mí misma", confiesa. Esto va para largo. Sin poder anticiparlo, el mercado laboral ha batido varios récords en la rapidez y profundidad de la destrucción de empleo. Al mismo tiempo, el Ministerio de Trabajo y Economía Social que dirige ha diseñado medidas de protección también inéditas, cuya factura final será multimillonaria y ahora es difícil de cuantificar. Los pasillos del edificio, integrado en un macrocomplejo administrativo del centro de Madrid, presentan un estado fantasmagórico. Están tan desangelados como el Paseo de la Castellana, cuya vista desértica se ve desde la sede del departamento y sólo es adornada por unos obreros que aprovechan para mejorar varios carriles y algún coche ocasional. 

Díaz atiende a infoLibre después de una reunión por videoconferencia con ministros de Trabajo del G20 y antes de otra con Nadia Calviño, la vicepresidenta económica, y agentes sociales. Da por perdido al PP en un acuerdo amplio de reconstrucción, pero le gusta la actitud de Ciudadanos y la CEOE, con los que ella, ministra de Unidas Podemos proveniente de Izquierda Unida, ha sabido tejer una relación de complicidad y confianza. Mientras espera a ver el mar, estudia un ambicioso programa legislativo y se conforma con escaparse al supermercado cada sábado para romper la rutina. Hasta eso ha acabado en publicaciones digitales con el objetivo de perjudicar su imagen, quizás la que más proyección tiene en la cuota morada del Ejecutivo tras la de Pablo Iglesias, con quien es uña y carne.

El coronavirus destruyó en los últimos catorce días de marzo, según los datos de la Seguridad Social, casi el mismo empleo que en todo 2008, la caída de la afiliación fue mayor que en todo el año 2012. ¿Cómo de doloroso será el dato del mes de abril, el primer mes completo bajo el estado de alarma?destruyó en los últimos catorce días de marzo

Añado lo nunca visto: en dos días destruimos casi 300.000 empleos. No es un dato doloroso sino grave. Indica la incertidumbre que genera esta enorme pandemia que ya se ha convertido en una enorme crisis social y económica y está acompasado con la dureza que agita al mundo del trabajo que estamos viendo estos días en EEUU, por ejemplo. Las cifras de desplome del empleo son brutales. Es un momento muy duro. Es cierto que la caída de los afiliados es sobre todo en el tramo desde el 13 al 31 de marzo. Hasta el día 13, la economía española crecía más que la media europea y el crecimiento del empleo iba a muy buen ritmo.

En abril las cifras siguen siendo malas. Sigo siendo muy cauta y prudente. Creo que vamos a vivir semanas graves todavía, en términos de empleo y afiliación a la Seguridad Social, pero también es cierto que en los últimos días vemos que la caída se contiene, tanto en empleo como en afiliación. Estamos observando que hay sectores que con mucha dificultad están levemente superándose.

¿Por qué se contiene? ¿Está destruyendo la economía todo el empleo del que era capaz en esta fase aguda de la crisis? ¿Se mantendrá esa contención?

Los datos, incluso de hoy mismo [jueves] indican esa ralentización. Siguen siendo malos, pero no muestran ese carácter grave que nos asustó tanto en los primeros quince días del mes. Tenemos un vector que se nos desploma desde el 13 de marzo: el de los temporales. Los contratos indefinidos caen, pero proporcionalmente el impacto es mucho más pequeño. El ajuste, una vez más, se produce con los más débiles, con los precarios, la parcialidad y los que están en una muy mala situación.

¿Volverán a pagar los españoles esta crisis a través del empleo, como en la última? ¿Tardará mucho el mercado laboral en recuperarse?

Creo que no. En un corto período de tiempo estamos desplegando un elenco de medidas como nunca en la Historia. Otros países tardaron 12 o 18 meses en salir de la crisis financiera y España tardó 10 años, en primer lugar por las recetas basadas radicalmente en la austeridad. Recordemos aquellos viernes de dolores que suprimieron las pagas extraordinarias al personal público y fueron recortando derechos, plantillas y servicios públicos. El despliegue transversal que estamos formulando está permitiendo que no se consolide la gravedad de la crisis. Las propias empresas y la sociedad valoran los ERTE como la segunda medida más importante después de que fluya el crédito a los pequeños, medianos empresarios y autónomos. Si no hubiéramos actuado con prontitud, hoy las cifras de desempleo serían insoportables. Es cierto que tenemos debilidades como la precariedad y el vector de la construcción, el sector más azotado, que recibe un varapalo muy grueso. O el sector servicios, con la hostelería y actividades vinculadas al turismo y al comercio, con una caída del empleo de más de 650.000 personas, casi todo trabajos temporales.

Las previsiones hablan de una caída muy pronunciada y tanto el FMI como el Banco de España coinciden en situar el desempleo en el 21%. ¿Es realista?

Los informes proyectan previsiones. La experiencia nos ha enseñado, incluso antes de la pandemia, que había informes muy alarmistas.

Si quitásemos la amortiguación de los ERTE, igual no tendríamos un paro del 21% sino más

No se los cree.

Son previsiones, no es cuestión de que nos las creamos o no. Tenemos datos del ahora. Hay uno del informe del FMI que también nos dice que España en 2021 va a crecer entre un 4 y un 8%. Son datos que causan cierta perplejidad. Esta crisis está mostrando una virulencia y una agresividad, en España y en todo el mundo, que no sólo nos genera incertidumbre sino que nos impide hacer previsiones macroeconómicas sobre lo que puede pasar. A lo mejor es del 8%, del 9, del 6 o más. Veremos. Si quitásemos la amortiguación de los ERTE, igual no tendríamos un paro del 21% sino más. Tenemos que actuar a nivel de país, europeo y mundial para evitar que esas previsiones se consoliden.

¿Cuándo cree que volverán al trabajo los cinco millones de asalariados del turismo o del comercio? ¿Veremos una reapertura a partir del 9 de mayo?

Cuándo se abra lo decidirán las autoridades sanitarias. En lo que a mí compete, la preocupación está no tanto en cuándo se va a abrir sino en los problemas que van a tener una vez abiertos. En el Consejo de Ministros de este martes aprobamos los ERTE parciales, destinados a empresas que hemos definido como esenciales. Es decir, que están abiertas pero con una caída brutal de la facturación. Por ejemplo: un fisioterapeuta o un dentista. Hemos tenido que intervenir para acogerlas. Esos cinco millones de asalariados en un sector clave lo que necesitan es la ayuda para evitar este tipo de situaciones. El debate en relación al turismo y otros sectores, como el de la cultura, no es cuándo se va a poder abrir sino cómo, porque todo va a cambiar, sin lugar a dudas.

Estamos a finales de abril, con una campaña turística de verano a las puertas. ¿No sería positivo aportarles un poco de certidumbre?

Si las autoridades sanitarias pudieran dar una certeza a día de hoy, lo harían.

¿Cuáles son las cifras de ERTE que tienen a día de hoy?

Creemos que lo más grueso ha pasado. Estamos en 505.000 ERTE. La horquilla de protección está más o menos en cuatro millones de personas, que van a acceder al sistema de prestaciones públicas.

¿Cuándo cree que España podrá recuperar el nivel de empleo previo a la crisis?

No puedo saberlo de ninguna de las maneras. Ya me gustaría. Vemos que en la industria y cadenas de producción la afectación es menos fuerte. Su proceso productivo no es como abrir una cafetería o un despacho de abogados. Depende de muchos factores. Por eso ahora trabajamos en un tránsito de ERTE por causas económicas que se ajuste más a la realidad de las diferencias del modelo productivo. Es muy complejo. Vamos sector a sector afinando cada una de las medidas. No tenemos certezas. La gran característica de esta crisis, que es casi emocional, es que tenemos incertezas, miedos, una distopía real. ¿Cuándo voy a poder ir al cine o a un concierto? No sé responderme a mí misma.

¿Está habiendo fraude en la utilización de las medidas? ¿Son significativos los casos de aquellas empresas que aprovechen para adelgazar las plantillas sin un motivo real?

Las grandes empresas que no han acudido a ERTEs están haciendo lo que tienen que hacer. Esta crisis no la pueden pagar los mismos de siempre. No sería justo que empresas que tienen enorme solvencia y posiciones dominantes en el mercado acudiesen a recursos públicos que en este momento necesitan pequeñas y medianas empresas o aquellas que siendo grandes viven una situación de gravedad.

¿Está ocurriendo?

O salvamos a las pequeñas y medianas empresas o caen. Las grandes, y no voy a dar nombres, no han acudido al ERTE en una conducta ejemplar, aunque tuvieron la tentación. Siempre hay fraudes. El mecanismo ordinario de los ERTE tiene un lapso temporal tranquilo, una negociación exigente y una cantidad de informes y auditorías que hemos omitido. Hasta el informe de la Inspección de Trabajo es potestativo. Apenas intervienen las inspecciones autonómicas. Por eso hemos reforzado los tipos sancionadores que nos permitan a posteriori y con tranquilidad ver cuál fue el empleo de los recursos públicos.

La ministra de Trabajo está moderadamente satisfecha con cómo están funcionando las medidas y la actitud del empresariado español.

Sin lugar a dudas. En la crisis todo el mundo tiene que sacrificarse: nuestros hijos e hijas, los maestros y profesores que en unas condiciones pésimas, con servicios precarizados, están aprendiendo a dar clase desde aulas virtuales que a veces no existen. El sacrificio de nuestro país ha de ser colectivo.

Nunca más podemos mantener un sistema laboral basado en contratos de horas, de días o parciales

El presidente del Gobierno ha tendido la mano a la oposición para pactos de reconstrucción. Usted, el martes, lo hizo para un acuerdo contra la precariedad. ¿En qué consiste y cuáles son los elementos de un posible pacto en lo laboral?

Tras ver los datos y la evidencia científica, la conclusión era obvia. Nunca más podemos mantener un sistema laboral basado en contratos de horas, de días o parciales. Un 34% de los expulsados por esa precariedad eran jóvenes. No es decente que en mi país tengamos a investigadores e investigadoras que cobran 430 euros al mes. Lo decía antes de la pandemia: hay que mimar a los investigadores y no sólo les deben garantizar unas condiciones laborales dignas sino una carrera investigadora de fondo. El guante [de un acuerdo contra la precariedad] lo recogieron todas las formaciones políticas de manera abrumadora salvo el PP y Vox. Hasta otras formaciones de derechas entendieron que hay que tratar el asunto con seriedad y rigor. La lucha contra la precariedad tiene que ser abordada, ahora más que nunca, para que tengamos una salida robusta y no desigual de la crisis. Es clave.

¿Eso cómo se hace? Su ministerio tenía unas prioridades legislativas que tendrán que ser sometidas a revisión. Entre otras cosas, se hablaba de la derogación de la reforma laboral.

Es una evidencia que somos un país único. Antes de la pandemia llevábamos más de 52 reformas laborales y más de 30 contractuales. Desde el año 1984 se legisla para precarizar. La reforma laboral del PP no estaba hecha para crear empleo sino para devaluar salarialmente el país, como ha dicho el Banco de España. Creo que lo ha conseguido y en ese sentido ha sido muy exitosa. Pero también ha precarizado las relaciones laborales. Hay que actualizar las causas de contratación y volver a que los contratos tengan un porqué. Tenemos que abordar el artículo 15 o los contratos formativos y en prácticas, poco utilizados porque hay herramientas de precariedad mucho más sencillas.

¿Ha cambiado esta crisis alguno de sus principios, certezas u orientaciones sobre el mercado laboral o ha hecho que se reafirme en lo que antes ya proponía?

Confieso que ayer mismo charlaba con Pablo Iglesias y le dije que pensé que al llegar al Gobierno nos podríamos ver afectados, podríamos cambiar alguna de nuestras posiciones. Parece que es muy común. Pero hemos demostrado que hay utilidad, que sí se pueden cambiar las cosas. Lo que hemos hecho protegiendo a los fijos discontinuos, dando prestación por desempleo a las personas que no reunían los requisitos… Me reafirmo más que nunca, más allá de las incertidumbres y las inquietudes más emocionales sobre cómo va a ser nuestra vida a partir de ahora. En lo ideológico, el programa de Gobierno gana más vigencia que nunca. Pablo [Iglesias] me hacía la misma reflexión. Ningún español puede poner en cuestión que necesitamos más que nunca sanidad, educación y trabajadores públicos. Hay que proteger a los débiles.

Si usted se reafirma en sus convicciones ideológicas, en la defensa de lo público y el programa de Gobierno, tan criticado por PP y Cs, ¿qué posibilidad real de pacto hay? ¿Se trata de que el PP se sume al programa existente?

Es lo que más me preocupa y entristece. Vengo [justo antes de la entrevista] de una reunión de trabajo de ministras y ministros del G20, con posiciones ideológicas muy divergentes. Todos y todas tienen dos cosas en común: altura de miras y querer salvar a su país. Por eso, no están haciendo partidismo sino remando en la misma dirección. La crisis no se resuelve con ortodoxia. Economistas ortodoxos, con los que yo habitualmente no coincido, dicen que tenemos que hacer una serie de cosas que son las que está desplegando el Gobierno. Me gustaría tener una oposición muy demócrata que tuviera una única misión: salvar a nuestra gente, pero su obsesión es derrocar el Gobierno. Es su única y principal misión. Es muy triste ver al PP como el lazarillo de Vox. Es tremendo. Tengo amigas votantes del PP que no entienden esta posición. Vemos un rosario de descalificativos, insultos, una actitud denigrante, poco ética y escasamente nutriente. Todavía estoy esperando a saber qué haría el PP para salir de esta crisis y cuáles son sus recetas.

La única receta del PP, con o sin covid-19, es bajar impuestos. Es un programa quebrado y no sólo en España

¿Cree que en la posición del PP hay una retórica para desgastar al Gobierno, como usted dice, o una posición ideológica de fondo sobre la salida de la crisis y la importancia de lo público?

La centralidad del PP está en derrotar al Gobierno. Llevan intentándolo desde el minuto menos uno. Es muy triste y muy duro decir que sólo están a esto. Las organizaciones políticas tienen que proponer programas ideológicos y respuestas públicas. El PP podría decir que nos equivocamos y que ellos defienden otras medidas. La única receta del PP, con o sin covid-19, es bajar impuestos. Es un programa que con esta pandemia ha quebrado y no sólo en España. Hoy coincido con Luis de Guindos, que defiende una renta [mínima]. No hay dogmas en esta pandemia. Lo que hay que hacer es buscar soluciones.

¿Ve más proclive al pacto a Ciudadanos?

Sí, y quiero agradecérselo explícitamente. El PP es el único que no ha votado a favor de los ERTE, algo que es disparatado. Confirma que está en una operación de jaque mate. Al menos en los asuntos de mi competencia, Ciudadanos ha hecho propuestas y las ha acompañado.

¿Ve posible un pacto de Presupuestos con Ciudadanos?

Siempre digo que los acuerdos se hacen desde los programas.

¿Ve más fácil el acuerdo con la CEOE que con el PP?

A veces tengo dudas. La CEOE está trabajando con mucho rigor y seriedad. Le quiero agradecer mucho el diálogo social y su compromiso. Las medidas que recogimos en el real decreto ley fueron dialogadas con los sindicatos y la patronal. Por eso pensé que el PP iba a acompañar el real decreto. La CEOE, como los sindicatos, está aportando.

Esta crisis va a requerir un gran gasto público y la manera de financiarlo es con impuestos. ¿Cuáles tienen que subir?

Sobre impuestos, el programa de Gobierno está más vigente que nunca. El artículo 31 de la Constitución dice algo tan sensato como que el que más tiene más aporta. El despliegue de medidas va a suponer un esfuerzo presupuestario enorme. Hoy más que nunca la UE se lo juega todo. Tiene la oportunidad de romper con un factor de desafección muy fuerte, no sólo en España sino en toda Europa.

¿Si Europa no está a la altura, podría prender el antieuropeísmo o el populismo en España?

La Historia nos va a juzgar: al Gobierno, a la oposición y a la UE. Está muy bien el SURE de 100.000 millones de euros [programa europeo] pero es muy insuficiente. Necesitamos que Europa dé un paso adelante. Es clave. No debemos emplear las recetas de la austeridad de la crisis financiera. El papel del presidente del Gobierno ha sido de una extraordinaria valentía y España ha liderado una posición justa y abierto el foco para mostrar una realidad que hoy es más necesaria que nunca.

¿Impuesto covid?

España tiene un déficit enorme en relación a países de nuestro entorno en gasto público y en presión fiscal, que está a siete puntos de los demás: más de 30.000 millones de euros. Esto ha de ser corregido. El impuesto de la renta es un impuesto que soportan en la práctica los trabajadores. Antes de la pandemia, España fue valiente con impuestos como el digital. La suma de la tributaciones de grandes compañías tecnológicas era vergonzante. Repsol paga 1.400 millones de euros. Hay que corregir las injusticias fiscales.

El debate no es subir o bajar impuestos sino quién ha de pagar

Entonces, cree que no hay que subir los impuestos a la clase media y trabajadora.

El debate no es subir o bajar sino quién ha de pagar. Para que podamos bajarle a los autónomos y trabajadores, que son los que más están soportando los impuestos, los que más tienen han de pagar.

¿Está uniendo la crisis a los miembros del Gobierno de Unidas Podemos y el PSOE? ¿Está generando tensiones nuevas, por ejemplo entre Trabajo e Inclusión, por una parte, y Economía o Hacienda, por otra?

Mi experiencia en el Gobierno es muy positiva. Estoy muy sorprendida. Estamos viviendo la primera coalición de la Historia de nuestro país. Trabajo codo con codo con Escrivá, Calviño, Montero… ¿Quiere decir eso que no hay debates? Sí, los hay. Pero no en función de una adscripción ideológica previa sino mixtos y plurales. Eso me indica que estamos vivos. Yo me preocuparía si no hubiera debate. Por hacer memoria: en Gobiernos del mismo partido siempre ha habido discusiones y tensiones. Salimos más fuertes.

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Hace unos días salieron unas imágenes suyas haciendo la compra sin mascarilla. También se ha puesto en cuestión el respeto de Iglesias por la cuarentena. ¿Está dando ejemplo el Gobierno? ¿Cómo vive usted esta crisis y sus limitaciones?

Somos ejemplares. Yo, desde luego, voy a seguir yendo a la compra los sábados provista con los guantes que me dan en Mercadona o en los supermercados que tenemos aquí al lado, cumpliendo con mis obligaciones. Tengo que ir a hacer la compra, no me queda otra. Cuando voy a la compra hablo con los trabajadores y trabajadoras. Lo que creo que es muy novedoso es que una ministra haga la compra. Me la hago a mí misma, faltaría más. Creo que es muy saludable.

Estoy encerrada aquí, creo que como todas y todos los españoles. Lo que estamos viviendo es muy duro, pero hay que estar a la altura de las circunstancias. Estoy deseando ir a Galicia a ver el mar, es lo que más ansío. También estoy deseando disfrutar de la cultura. Quiero agradecer [su trabajo] a mi equipo, que es magnífico. El Gobierno de España no podría hacer muchas cosas sin personas que profesionalmente son de lo mejor que tiene nuestro país.

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