Gobierno de coalición

La presión máxima de la derecha consolida el entendimiento entre Sánchez e Iglesias

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias conversan en el Pleno del Congreso que autorizó la tercera prórroga del estado de alarma..

Si en algo coinciden fuentes del Gobierno consultadas por infoLibre y vinculadas tanto al PSOE como a Unidas Podemos es en la buena salud de la coalición nacida hace apenas cuatro meses. A pesar de la prueba de estrés que está suponiendo tener que tomar decisiones en tiempo récord en medio de una emergencia sanitaria sin precedentes en un siglo y a las puertas de la mayor catástrofe económica y social desde la Guerra Civil, las dos formaciones han ido superando sin grandes traumas todos los conflictos y las desavenencias con las que se han ido topando.

El motivo, según las mismas fuentes, no es otro que la fluida relación que mantienen os líderes de ambas formaciones, el presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias. “No son amigos”, admiten a este periódico personas de su entorno: la buena relación no ha llegado a tanto. Pero siempre, incluso en los días difíciles del pasado verano que condujeron a la investidura fallida y a la repetición de elecciones, han mantenido una relación “cordial”. El fracaso de aquellas negociaciones, confirman desde los dos lados de la ecuación, fue el resultado de decisiones políticas y no tuvo que ver con “el mito” la supuesta falta de química entre los dos líderes, que nunca existió. Ni en los peores momentos.

Entretanto, y en parte espoleados por los repetidos intentos de la derecha política y mediática de tratar de quebrar la coalición, Sánchez e Iglesias han ido tejiendo “una relación de confianza y respeto” que, más allá de las veces que la actividad del Gobierno les obliga a a compartir iniciativas e intercambiar pareceres, se alimenta de contactos frecuentes.

En situación normal, antes de la pandemia, el presidente y el vicepresidente se veían todos los lunes en la cita semanal con la que el Gobierno echa a andar después del fin de semana y que desde hace años periodistas y políticos conocen como reunión de maitines. Allí coinciden con sus principales colaboradores en el Gobierno, el partido y el Congreso: Iván Redondo, Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Miguel Ángel Oliver por parte socialista; Pablo Echenique, Irene Montero y Juanma del Olmo del lado de Unidas Podemos. También los martes, durante la reunión semanal del Consejo de Ministros.

No obstante, ambos son espacios de estrategia y de gestión compartidos. Su relación política no se construye ahí, sino en las reuniones que, hasta que empezó la crisis sanitaria, celebraban a solas. Así como en el contacto muy frecuente que mantienen por teléfono y a través de mensajes de texto. Charlas “sin orden del día”, no necesariamente sobre un asunto concreto, que les permitían intercambiar puntos de visto, coordinar posiciones y, de paso, conocerse cada vez mejor.

Antes del covid-19 Sánchez había tomado la costumbre comer, una vez a la semana, con sus cuatro vicepresidentes: Carmen Calvo, Nadia Calviño, Teresa Ribera y Pablo Iglesias. Ahora ese contacto se ha hecho cotidiano, impulsado por la crisis sanitaria y la necesidad de coordinar la acción del Gobierno para vencer al virus y preparar la estrategia de reconstrucción económica y social con la que Sánchez e Iglesias quieren afrontar la profunda crisis que la sociedad española está ya empezando a transitar.

Los dos son muy conscientes de su condición de última instancia para resolver cualquier disputa entre ministros que involucre a las dos fuerzas política que forman la coalición. Saben que no pueden romper ese eslabón porque más allá de ellos sólo queda espacio para el desencuentro y la prioridad de ambos es sacar adelante el programa de gobierno que firmaron hace cuatro meses y los profundos cambios a que ese programa se ve sometido por los efectos del covid-19.

Los colaboradores de Sánchez aseguran que el presidente siempre ha tenido una buena relación con todos los líderes políticos, quizá con la única excepción de Albert Rivera, con quien el desencuentro se trasladó a lo personal.

Culturas diferentes

En el caso del vicepresidente Iglesias, las fuentes consultadas confirman que el entendimiento y la capacidad de diálogo entre ambos se está imponiendo incluso al hecho de que se trata de personas “muy distintas” y que proceden de “culturas políticas” muy diferentes.

Esa distancia es mucho más visible entre los dos partidos que forman la coalición. A menudo en el PSOE no gustan “las actitudes” de los miembros del Gobierno de Unidas Podemos, algunas de las cuales consideran en ocasiones “irritantes”. Pero admiten que las aristas se van suavizando “poco a poco”. En gran parte, aseguran, porque el día a día aprieta, especialmente desde que el covid-19 puso patas arriba el país. La prioridad de ambos es sacar adelante los proyectos y eso consume toda la energía.

En Unidas Podemos tampoco la satisfacción es completa. En ocasiones cunde la sensación de que, desde el lado socialista —especialmente desde los departamentos de Carmen Calvo y Nadia Calviño—, les ponen “palos en las ruedas”. Pero reconocen que, al final, cuando ha hecho falta, Sánchez siempre ha estado a la altura y por mediación de Iglesias ha resuelto cuantos obstáculos sea han presentado. En la formación morada, aseguran las fuentes consultadas por infoLibre, no hay ninguna duda sobre el compromiso de Sánchez con la coalición. Y valoran muy especialmente la relevancia política que el presidente le está dando a Iglesias dentro del ejecutivo, crucial para la supervivencia del Gobierno, incluso frente a algunos ministros del PSOE.

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La implicación personal de Sánchez e Iglesias a la hora de resolver los conflictos, los decisivos, que son los que podrían minar la supervivencia de la coalición, es completa. Hasta el punto de que, al menos de momento, ha hecho prácticamente innecesaria la comisión de coordinación creada en enero con el mismo objetivo.

Con todo, están por venir las verdaderas pruebas de fuego y la capacidad de ambos de superar las discrepancias. Primero con los pactos de reconstrucción, porque si el PP y Ciudadanos se implican, obligarán al Gobierno a hacer concesiones en sus objetivos para ampliar el respaldo parlamentario que necesitarán las nuevas medidas. Y segundo, con el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2020, cuya redacción tensa cada año las relaciones entre ministerios de cualquier Gobierno.

Cada vez que Pablo Casado, Inés Arrimadas o Santiago Abascal arremeten contra Unidas Podemos y tratan de alimentar el disenso del PSOE haciendo ver que la formación morada está ganando la “batalla ideológica” dentro del Gobierno, aumenta la complicidad entre Sánchez e Iglesias. “La unidad de la coalición no está en peligro”. Más bien todo lo contrario, subrayan fuentes de los dos socios del Ejecutivo para quienes la estrategia de la derecha, también la mediática, está pinchando en hueso.

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