Crisis del coronavirus

El Gobierno estudia identificar con “semáforos” la situación de cada zona durante el proceso de desescalada

El director del Centro de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, entrega al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el informe con las recomendaciones sanitarias para la estrategia de transición. A la derecha, el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Entre las muchas opciones que los técnicos organizados en torno a la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, han analizado estos días para dar forma al plan de desescalada que este martes aprobará el Consejo de Ministros está un sistema —gráfico, no físico— de “semáforos” que facilite a todos los ciudadanos conocer con un código de colores el grado de desconfinamiento de cada territorio. Un sistema muy visual que, además, de ser aprobado permitiría visualizar fácilmente el cambio de categoría para el caso de que llegue a ser necesario dar marcha atrás en una zona concreta.

Esa es, precisamente, una de las preocupaciones del Ministerio de Sanidad: no dar pasos en falso que acaben obligando a dar marcha atrás en la desescalada porque sea necesario hacer frente a un rebrote del virus. Sobre todo porque ha costado seis semanas reducir visiblemente el avance de la pandemia en España, frenar los contagios, descongestionar las UCI y conseguir que la cifra de curados supere la de nuevos infectados detectados por el sistema sanitario.

La vista de los ciudadanos y de los presidentes autonómicos estará este martes puesta como pocas veces en la Moncloa, a la espera de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explique en qué consiste el plan de desescalada que el equipo de Ribera lleva semanas preparando. Un plan por fases pero sin fechas al que podrán acogerse los territorios —probablemente municipios o áreas sanitarias— que cumplan una serie de condiciones sanitarias y hospitalarias. Un plan gradual —paso a paso— y diferente para cada zona. Y que comenzará, si la curva de contagios empieza a bajar, en la segunda quincena de mayo, lo que no impedirá tomar antes medidas especiales como la que ya prepara Sanidad para permitir, a partir del próximo sábado, salir a hacer ejercicio en solitario o pasear con personas con las que se conviva.

Que no tenga fechas concretas no gustará a las comunidades que tienen más prisa por reactivar sus respectivas economías, como es el caso de Andalucía y Canarias, que en los últimos días se habían apresurado a poner fecha al inicio de la nueva normalidad. Ribera, Illa y sus equipos de expertos han dedicado en las últimas horas buena parte de su tiempo a escuchar las propuestas que le han hechos llegar las comunidades pero todo indica que el Gobierno no tiene intención de cambiar la hoja de ruta que se ha marcado para salir de la situación de excepcionalidad en la que entramos el pasado 14 de marzo.

El propósito del Gobierno, como anticipó el sábado Sánchez, es centralizar el proceso aprobando indicadores objetivos y públicos a partir de los cuales decidir qué territorios pueden iniciar el camino hacia la normalización económica y social. Un itinerario que, en todo caso, subrayan fuentes del Ejecutivo, será largo, difícil y sujeto a vaivenes. Cualquier señal de alarma en la evolución de la pandemia, cualquier signo de rebrote, obligará a desandar los pasos que se hayan dado.

Cumplir las condiciones para el desescalado no será sencillo. Entre otras muchas cosas obligará a las comunidades a consolidar el refuerzo de medios hospitalarios de las últimas semanas hasta el punto de hacer posible la disponibilidad inmediata, en caso de necesidad, del doble de camas de UCI que antes de la pandemia.

Al mismo tiempo, será necesario garantizar la implementación de medidas de prevención y control de la infección en todas las áreas, así como contar una reserva suficiente de equipos de protección individual para los sanitarios, de manera que no vuelva a sufrirse el desabastecimiento de los primeros días del brote. También será obligatorio garantizar la capacidad de diagnóstico precoz y el aislamiento de todos los casos de infección por covid-19, minimizando asi los riesgos para el personal sanitario y el resto de la población.

Alerta temprana

Los territorios o las áreas sanitarias que quieran desconfinar deberán además estar en situación de monitorizar la transición de forma efectiva y segura para que el Gobierno central disponga con rapidez de los datos epidemiológicos que necesita para tomar decisiones. Se establecerán indicadores y protocolos de vigilancia dirigidos a la monitorización y caracterización de los casos sospechosos y confirmados de forma precoz para disponer de un sistema eficaz del alerta temprana. Algo que a todas luces no existía el pasado mes de marzo.

El inicio de la transición hacia la desescalada exige, según los técnicos, el establecimiento de una capacidad adecuada para la identificación y contención de fuentes de contagio. Así que el Gobierno y sus especialistas en epidemiología se quieren garantizar, antes de tomar ninguna decisión sobre el desconfinamiento, que disponen de indicadores específicos de alerta y respuesta.

Una de las propuestas sobre las que se trabaja para plantear una reducción de las restricciones de movilidad y actividad en un lugar en particular es que consiga mantener al menos dos semanas una tasa de contagio por debajo de 1, que más de la mitad de las camas de las UCI estén libres de enfermos de covid-19, que la tasa de hospitalización por esta enfermedad baje del 30% y que la tasa de incidencia sea de dos casos nuevos o menos por cada 100.000 habitantes. 

Llega mayo, con sus flores, con sus tallos y su desescalada

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Los resultados preliminares del estudio serológico que las comunidades han comenzado a realizar este lunes y que permitirá conocer con bastante aproximación y a escala provincial hasta dónde ha llegado el contagio —y por tanto la inmunidad cmunitaria— serán también cruciales para tomar decisiones.

Con todos estos datos, y de acuerdo con las comunidades autónomas, el Gobierno se propone identificar “las áreas geográficas con capacidades de preparación adecuadas” y “con situaciones epidemiológicas y de riesgo homogéneas. Áreas que con toda seguridad, al menos en la mayoría de los casos, no coincidirán con los límites de una comunidad y puede que ni siquiera con los de una provincia. Se parecerán más a los límites de uno o varios municipios y con toda probabilidad, dada la importancia que en la desescalada tendrán la atención primaria y la red hospitalaria, acabarán reproduciendo los límites de las áreas sanitarias en las que está organizado el servicio de atención a la salud en toda España.

La OMS ya estableció hace varios días el marco general del desconfinamiento y a ese pronunciamiento se remite el Gobierno para justificar su prevención. Antes de desescalar hay tener la transmisión controlada —lo que implica contar con mecanismos de identificación y aislamiento de las personas contagiadas—, un sistema de salud en condiciones de determinar cada caso mediante pruebas, mantener bajo control los lugares de mayor riesgo de infección —hospitales y residencias de mayores—, la puesta en marcha de un sistema de control de personas procedentes de otros países, el diseño de estrictas medidas preventivas en centros de trabajo y educativos y una población comprometida con las reglas de higiene y la distancia social.

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