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Crisis del coronavirus

El círculo vicioso de la pizza de Ayuso: los niños que reciben sus menús no saludables son los más expuestos a déficits nutricionales

Una empleada de la cadena de pizzerias Telepizza trabaja tras una mampara de protección en uno de sus establecimientos en Alcobendas, Madrid.

El menú número uno consta de ensalada mediterránea y piezas de pollo rebozado. El número dos, de una hamburguesa de pollo, también rebozado, con mayonesa y patatas fritas. El número tres, de una pizza de jamón de york con una ensalada mediterránea. El número cuatro, de pasta boloñesa con, otra vez, ensalada. El número cinco, de una tortilla de trigo rellena de jamón y queso. Y el número seis, el último, de una pizza de jamón y queso sin gluten.

No es la carta de un restaurante, es la oferta nutricional que la Comunidad de Madrid hace llegar, gracias a un acuerdo alcanzado con la empresa Telepizza, a los niños y niñas que contaban con una beca comedor y que desde el pasado 11 de marzo vieron cómo sus colegios cerraban sus puertas por la crisis sanitaria derivada del covid-19. No es la única oferta. La cadena Rodilla también ha firmado un acuerdo con el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso y ofrece, diariamente, comida a los más pequeños. En su caso, los menús constan de bocadillos o sándwiches, además de croquetas, yogures y algo de fruta. En las localidades donde no existe ni Telepizza ni Rodilla, es Viena Capellanes la que cumple con este servicio.

Cuando el 11 de marzo cerraron los colegios de la Comunidad de Madrid, también lo hicieron los comedores escolares. Muchas personas como Fabiola Guerra tuvieron que ver entonces cómo sus empresas, que prestaban ese servicio en algunas de las escuelas públicas de la región, echaban también el cierre. "El sector está desierto", lamenta en conversación con infoLibre. Y tanto ella como sus compañeros, sumidos en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE)(ERTE). En paralelo, han tenido que observar cómo el Gobierno autonómico firmaba un acuerdo con empresas como Telepizza o Rodilla para sustituirles. "Esas empresas sí mantienen el empleo estable. Nosotros lo estamos pasando muy mal. Madrid está viviendo un drama y no se puede hacer esto con los trabajadores", denuncia Guerra. Ella lleva más de 40 años trabajando en el sector y esa experiencia le ha dado unos conocimientos bastante amplios de nutrición y dietética. Por eso ya no solo denuncia el acuerdo entre la Comunidad y estas empresas por las consecuencias laborales que ha tenido, sino por las secuelas nutricionales que puede dejar en los más pequeños. 

Pero no en todos. La Comunidad de Madrid cifra en 11.500 el número de menores que reciben este tipo de menús. Son los que tenían un precio reducido en los comedores de sus escuelas porque sus padres son beneficiarios de la Renta Mínima de Inserción (RMI). Por tanto, son los menores más vulnerables y con menores recursos económicos los que en los últimos días han tenido que alimentarse al menos una vez al día con pizzas, hamburguesas, sándwiches o bocadillos. 

La mayoría de las personas que reciben esa ayuda vive en barrios obreros del sur de Madrid, los que menos renta per cápita tienen de toda la ciudad. Según los datos del Ejecutivo autonómico correspondientes a 2018 —los últimos disponibles, puesto que estos balances se publican cada mes de mayo—, quienes perciben la RMI viven dentro del municipio de Madrid y, en su mayoría, en el distrito de Puente de Vallecas (que acumula el 18,49% del total de familias que perciben esa ayuda), Carabanchel (10,99%), Villaverde (8,81%) y Usera (8,48%). Los niños que toman estos menús, por tanto, son en buena medida vecinos de estas zonas. 

Los menús escogidos por Ayuso, que han sido calificados de poco saludables por expertos en nutrición y dietética, por asociaciones de padres como la Federación de Padres de Alumnos (FAPA) Giner de los Ríos y por grupos de la oposición como Más Madrid, van a parar de este modo a los hijos e hijas de aquellas personas con menor nivel socioeconómico. El problema es que son estos mismos niños los que, antes de recibir estas ofertas nutricionales, más expuestos estaban a una alimentación carente de algunos nutrientes. Así lo dicen algunos estudios que vinculan la capacidad económica de las familias a lu salud alimentaria de los menores. "Está demostrado que hay relación entre el nivel socioeconómico y la alimentación", explica una de las autoras del informe que Giner de los Ríos ha utilizado para elaborar su denuncia administrativa contra la Comunidad de Madrid por ofrecer este tipo de menús. "Estos niños ya estaban expuestos a sufrir problemas nutricionales porque al final pertenecen en su mayoría a familias que recurren a productos no tan saludables y más baratos o que no tienen tiempo de cocinar comidas elaboradas porque se dedican todo el día a trabajar", explica la experta. 

Hay estudios que evidencian sus palabras. Por ejemplo, el publicado en el año 2018 por el Ayuntamiento de Madrid en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que certificó que había "diferencias significativas" de mayor sobrepeso u obesidad en la población escolar que pertenecía a distritos de menor y medio-bajo desarrollo (46,7% y 42,5% frente a 34,7%). Además, el informe alertaba de que "se evidencia la relación entre la mayor dificultad de acceso de las familias a la alimentación por motivos económicos con el sobrepeso y la obesidad de los niños y niñas" y de que los menores pertenecientes a familias beneficiarias de la RMI "presentan más frecuentemente obesidad". "Los niños y las niñas cuyas familias tienen un nivel socioeconómico bajo presentan casi cinco veces más obesidad que los que pertenecen a familias de nivel alto", concluía también el documento. 

Esas afirmaciones, no obstante, tampoco eran nuevas. Tres años antes de la publicación de ese estudio, el Consistorio madrileño publicó otro, esta vez junto a la Asociación Española de Pediatría (EP), que concluyó que "la calidad de la dieta" era "peor en aquellos niños y niñas de familias con padres desempleados y/o que manifestaban que tenían dificultades para llegar a fin de mes". Esos menores consumían menos pescado, menos frutas y menos hortalizas y, en cambio, más refrescos y zumos industriales. 

Las consecuencias, no solo a corto plazo

Precisamente es lo que critican algunos expertos: los menús ofrecidos por el Gobierno de Ayuso no contienen pescado, ni fruta, ni hortalizas, ni legumbres. Y eso tiene consecuencias. No solo a corto plazo. "No es un patrón de alimentación saludable con productos caseros, de proximidad y frescos como los que se ofrecen en comedores escolares", indica la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, Alma Palau, que indica que eso, a largo plazo, "puede provocar estreñimiento, alteraciones de la flora intestinal y problemas relacionados con la absorción de otros nutrientes". "Una alimentación baja en fibra o en vitaminas también puede alterar las defensas ante posibles infecciones", añade.

Por su parte, el informe elaborado por un grupo de nutricionistas y en el que se ha basado la FAPA Giner de los Ríos para presentar su demanda contra el Gobierno regional sostiene que "parece imposible entender y aceptar [...] que en la Comunidad se haya ofrecido como solución la oferta de alimentos por parte de tres cadenas de comida fast food". ¿Por qué? "Primero porque no es una respuesta mínimamente aceptable desde el punto de vista nutricional. Segundo porque deja fuera a miles de familias cuyos hijos padecen algún tipo de alergia, intolerancia o dolencia que requiere manejo alimentario. Y finalmente, porque existen alternativas reales que se están llevando a cabo en diferentes lugares que son mucho más adecuadas y que protegen el derecho fundamental de todos los niños a una alimentación saludable". 

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Una de las autoras del estudio critica que las consecuencias inmediatas pueden ir desde el malestar intestinal hasta la irritabilidad o el cambio en los estados de ánimo de los pequeños, que a largo plazo podrían ser más proclives a sufrir enfermedades relacionadas con el azúcar o, incluso, diabetes. "Más todavía si tenemos en cuenta que la actividad física también está limitada y reducida", recuerda. 

Sin embargo, tanto ella como Palau mencionan otra consecuencia que también consideran importante: los menús ofrecidos por la Comunidad rompen todo el trabajo educativo relacionado con la alimentación que se estaba llevando a cabo con los niños y niñas. "A nivel educativo es donde está el mayor desastre, porque los pequeños reciben un mensaje contradictorio. En el colegio y en el comedor se les dice que las legumbres, el pescado, las verduras y la dieta mediterránea son imprescindibles. ¿Cómo puede ser que se trabajen esos mensajes con ellos y de pronto se les diga que durante unos meses no pasa nada por no probar esos alimentos?", se pregunta la autora del estudio. Además, tal y como dice ella y como coincide Palau, es una institución pública la que lo indica, así que el mensaje gana fuerza. "El niño entiende que las instituciones hacen lo mejor para él, así que no le estamos ofreciendo un buen criterio", añade Palau. 

Sin embargo, Ayuso defendió este mismo miércoles los menús ante la Asamblea de Madrid. "Dicen que si yo le daría esta comida a mis hijos. Yo creo que a un niño le den una pizza no es un problema", dijo. "Seguramente a ustedes no les guste y no se las hayan comido en la vida pero a los ciudadanos y a los niños... Juraría que al cien por cien de los niños les encanta", sentenció. El Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid le respondió este jueves: "La alimentación infantil, además de ser apetecible, debe cubrir todos los macro y micronutrientes necesarios". 

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