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Entrevista

González Laya: "Me sorprende que haya líderes de la oposición que nos acusen de pedigüeños: con un consenso en España seríamos más fuertes en la UE"

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, esta semana en la sede del Ministerio.

Llegó y lo proclamó: “¡Spain is back!” (¡España está de vuelta!). En el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Exteriores, en Madrid revoloteaban diplomáticos, curiosos y periodistas deseando conocerla. Arancha González Laya (San Sebastián, 1969) acababa de volver o, más bien, de llegar. La nueva jefa de la diplomacia era una desconocida en muchos círculos políticos nacionales porque la mayor parte de su carrera ha sido fuera, en la Comisión Europea, en la Organización Mundial del Comercio (OMC) o en el Centro de Comercio Internacional (CCI).

Han pasado casi cinco meses que saben a cinco años y, por el momento, “Spain is down”. España está abatida por el coronavirus, pero González Laya mantiene la “moral de victoria” y camina con paso decidido por la sede de su ministerio, antigua Cárcel de la Corte. Está empeñada en lograr que la Unión Europea alumbre un fondo de reconstrucción potente que evite una larga salida de la crisis a países como España y advierte de que algunos países pueden sufrir sin ayuda, pero otros pueden quedarse sin un mercado en el que vender sus productos. “Nos la jugamos todos”, avisa. 

Tras más de mes y medio, mucha gente se sigue haciendo la misma pregunta. ¿Por qué esta pandemia está afectando más grave y duramente a España que a otros países?

Es una pregunta que mis colegas y yo también nos hacemos. Creo que para responderla vamos a necesitar un poquito más de tiempo. Si no, las respuestas pueden ser superficiales y de ellas no aprenderemos.

Hay algunas cuestiones que ya sabemos y que son estructurales. Entre los países más afectados por el coronavirus están los 10 con más turistas del mundo. Es decir, que los países donde la movilidad de las personas es más intensa, el impacto de la pandemia también lo es. Es el caso de China, EEUU, Italia, España, Francia y Reino Unido. Sabemos también que el coronavirus se ensaña particularmente con metrópolis donde el contacto entre las personas y, por tanto, la transmisión, son más rápidos. En esa lista tenemos a Milán, Nueva York, Londres o Madrid. Hay muchos países con gran incidencia de coronavirus que tienen una población muy envejecida.

¿Bastan estos ingredientes, por sí mismos, para explicar la incidencia del coronavirus en España? Creo que no. Hay que ir más allá. En Europa nos ha afectado de una manera más fuerte que en Asia. Creo que tiene que ver con el grado de temor que hemos tenido. Es mucho más alto en Asia, donde sí han sufrido pandemias antes y su grado de tolerancia es muy bajo. Ante la posibilidad de que haya una epidemia, ellos ya están preparados. Luego habrá factores que tengan que ver con la resiliencia de nuestro sistema sanitario, nuestra gestión particular de la crisis…

Alemania tiene más de 35 millones de habitantes más que España, grandes aeropuertos que son nudos de conexión internacional y muchísimos menos casos. Los casos por población de España son más que los de Francia, Reino Unido… ¿Qué explicación le da a que eso ocurra incluso entre países que comparten características?

Tenemos que esperar a que pase la pandemia para hacer este balance. Ahora no tenemos toda la información ni los datos para hacerlo con un poquito más de rigor. Por cada ejemplo hay un contraejemplo. Vamos a tener que hacer un ejercicio con gran humildad.

Palabra complicada.

Mucho. Tiene que ser una actitud, pero no sólo eso. En un país como España, vamos a tener que practicarla todos y todas las fuerzas políticas. En un país descentralizado, donde las decisiones en materia de Sanidad y la preparación [para las crisis] también lo están, todos los partidos del arco parlamentario español gobiernan, de una manera u otra, en las comunidades autónomas. Todos tenemos que ser corresponsables.

Las cifras económicas y sociales son de vértigo. Hay jefes de Gobierno, incluido el español, que hacen símiles bélicos: estamos en una guerra y habrá una posguerra. ¿Cree que a este combate contra el coronavirus le esperan años de posguerra, de dificultad en Europa y España en particular?

Lo que sabemos por el BCE, el FMI, la OCDE y el Banco de España es que la crisis será más profunda y larga de lo que imaginábamos al principio. También nos dicen que con medidas adecuadas, respuestas robustas y cooperación internacional, con inversiones comunes por parte de los países europeos, la salida puede ser más rápida y el dolor que genera una crisis económica se puede mitigar. En todos esos frentes está trabajando el Gobierno con medidas diferentes a las de 2008, protegiendo el empleo en un diálogo con empresas y trabajadores. Se está inyectando liquidez para mantener a las pequeñas y medianas empresas. Hemos querido mantener capacidad productiva y empleo para que podamos salir más rápido

La semana que viene la Comisión presentará su propuesta de fondo de reconstrucción o ayuda. ¿Será de 1,5 billones de euros en ayudas directas y no en préstamos, como pide España?

Hemos sido muy claros desde nuestra responsabilidad al poner sobre la mesa propuestas que no sólo son necesarias sino alcanzables y pueden generar un consenso. La nuestra ha sido acogida de manera favorable por países, expertos y economistas. Tiene que ser una respuesta contundente, por eso hemos hablado de 1,5 billones de euros.

La deuda pública será un problema fundamental y un riesgo que lastre la salida de la crisis durante mucho tiempo

¿Estará esa cifra en la propuesta de la Comisión?

Tendremos que verlo cuando la ponga sobre la mesa. También hemos dicho que no basta con facilitar liquidez en forma de préstamos. Tiene que haber transferencias porque uno de los problemas fundamentales de esta crisis será el gran endeudamiento público de los países y el riesgo de que lastre la salida de la crisis durante mucho tiempo. Si eso le ocurre a un grupo de países importantes de la UE, el mercado único no nos ayudará a apalancar la salida de la crisis.

¿Está el mercado único en peligro?

El mercado único podrá funcionar mejor o lastrar la salida de la crisis dependiendo de cómo construyamos este fondo. Esto no es una cuestión norte-sur sino de todos: es nuestro mercado único, de todos los países, donde compramos y vendemos todos. Si la respuesta a la crisis es robusta, el mercado único nos puede ayudar a salir antes.

¿Puede España aceptar un fondo que funcione a través de préstamos y no de ayudas directas?

Hemos sido muy claros. Tiene que tener un elemento de transferencias a los países.

Nos la jugamos todos, la UE corre el riesgo de ser un apéndice en el mundo

¿Un elemento?

Tiene que ser robusto, hacer transferencias e inversión en común. También tiene que ayudar a los países y sectores golpeados de manera más dura por esta crisis. Dentro de eso, estamos dispuestos a sentarnos a negociar. Pero insisto: nos jugamos mucho. No sólo España, Italia, Francia, Bélgica o Alemania. Nos la jugamos todos, es una discusión sistémica. De ella depende la manera en la que Europa saldrá de esta crisis y pese en un mundo cada vez más geopolítico y de mayores rivalidades. Corremos el riesgo de ver a Europa relegada a un apéndice de otra zona del mundo y no ser un bloque capaz de liderar.

Se prevé que ese fondo no esté activo hasta 2021. Antes España puede recurrir a otros instrumentos europeos. ¿Cuánto necesitará España en concreto del MEDE para Sanidad y del programa SURE para los ERTE?

Vayamos lo más rápido posible. Hace apenas un mes y medio empezaba un debate en el Eurogrupo para crear una triple red de seguridad que ofreciese liquidez a empresas a través de avales del BEI, un programa para asegurar el empleo (SURE) y una nueva línea de crédito de los países para los gastos sanitarios directos o indirectos. España ha empujado mucho para que esa discusión se cierre y le hemos puesto una fecha: 1 de junio.

¿Es entonces cuando España pedirá ayuda? ¿Cómo de urgente es que la UE ayude a España?

Queremos que los instrumentos estén disponibles lo antes posible. Creo que será muy útil que España tire de la línea de liquidez de avales del BEI para nuestras pymes. Será un ingrediente muy útil, también porque hay que dar una señal a los mercados internacionales de que Europa se toma en serio la respuesta común. No vale con las medidas que cada país ha ido tomando. Debemos tomarnos en serio el hecho de que somos un bloque. Somos la Unión Europea. Somos un mercado único y como tal queremos darle una respuesta colectiva.

No hay, pues, una necesidad a corto plazo.

España está acudiendo a los mercados internacionales, vende sus bonos del Tesoro y obtiene financiación en unas condiciones muy razonables. No hay una necesidad inmediata, pero es importante que todos estos mecanismos estén disponibles lo antes posible.

Teniendo en cuenta la última crisis, que acabó en la falta de confianza en los mercados y la especulación contra una deuda, ¿teme que si la Unión Europea no actúa pronto España pueda sufrir una ola de especulación y dudas que le hará muy difícil financiarse?

Uno de los mayores valores de cualquier economía es la confianza que ofrece a inversores o a mercados: en su solidez, sus fundamentales, su manera de gestionar y los planes de salida de la crisis. En eso, España está invirtiendo mucho y constantemente, no sólo diciéndolo sino haciéndolo: con la protección del empleo a través de ERTE, ofreciendo liquidez a las empresas y autónomos.

Es decir, que cree que si Europa no actúa, España pueda ser víctima de la especulación y las dudas.

Lo matizaría un poquito. No basta con que cada país tenga un plan sino que Europa tiene que tener uno propio y con dotación. Cuanto más contundente, claro y rápido sea, más confianza ofrecerá a los mercados internacionales. La confianza es un elemento muy importante de la respuesta a la crisis.

El Tribunal Constitucional de Alemania ha cuestionado las compras de deuda del BCE. ¿El BCE será de nuevo una pieza clave en la salida de la crisis, compensando la falta de apuesta de los Gobiernos, o puede verse condicionado por decisiones como las del tribunal alemán?

No es la primera cuestión jurídica que se plantea en Alemania sobre el BCE. Ya hemos pasado por esta etapa. No creo que el Tribunal Constitucional alemán haya dicho que los programas del BCE no se puedan mantener sino que quiere que se examine su proporcionalidad. Ahora lo tendrá que ver el Banco Central alemán, uno de los accionistas del BCE. Eso no ha impedido al BCE cumplir con su misión. Lo ha hecho y lo sigue haciendo de manera muy contundente. Está ayudando a la economía europea y, en último lugar, eso también es beneficioso para la economía alemana.

¿Por qué persiguen los estereotipos entre países europeos de virtuosos y derrochadores, responsables e irresponsables?

Tenemos que trabajar en cambiar la narrativa y eso tiene que ver con hacer política y explicar a los ciudadanos no sólo lo que quisieran oír. Por cada euro que pone un holandés en el Presupuesto comunitario se lleva más de doble que un español. El populismo es muy fácil, sencillo y no requiere gran sofisticación. Tenemos que hacer un trabajo de fondo para explicar a nuestros ciudadanos por qué queremos formar parte de esta Unión Europea. Hay que acabar con los estereotipos.

¿Cómo se va a transformar la circulación de viajeros en lo que el Gobierno llama la “nueva normalidad”? ¿Cambiará todo para siempre y tendremos que acostumbrarnos a un repliegue nacional, perdiendo España uno de sus motores económicos?

Estamos en una fase muy crítica porque tenemos un problema pero no la solución. No tenemos vacuna ni tratamiento. Por eso el Gobierno está insistiendo en el esfuerzo colectivo europeo de invertir para desarrollar la vacuna y los tratamientos. Esa es una de la gran parte de la respuesta de cómo va a ser la nueva normalidad.

Hasta que tengamos la vacuna no podremos volver a movernos en el mundo global como antes, pues.

Si el problema es la transmisión y se produce a través de las personas, si el turismo es esencialmente movimiento de personas en un territorio o a través de ellos, claro que hay un problema específico para la movilidad. Mientras no tengamos la vacuna y el tratamiento tenemos que buscar mecanismos, si es posible a nivel Europeo, para tener unos protocolos que garanticen que esa movilidad de personas se puede hacer con seguridad, que la gente no arriesga su vida al hacer turismo, irse a estudiar o a trabajar a otro país.

¿Estamos hablando de delimitar zonas verdes, corredores turísticos o pasaportes sanitarios para que si en dos regiones de Europa se cumplen unas condiciones, se pueda viajar con normalidad?

Hay un montón de ideas que en este momento se están explorando, como corredores seguros, mecanismos de control en fronteras, testeo de los ciudadanos que quieran moverse… hay muchísimas sugerencias. Para un país como España es una discusión muy importante.

La vacuna tardará un año o año y medio y el verano está a la vuelta de la esquina. ¿Tiene que dar España ya por perdida la temporada turística de este verano en cuanto a la llegada de extranjeros?

Hay que evitar hacer especulaciones de ese tipo porque no ayuda demasiado.

Pero estamos casi a mediados de mayo.

A las personas, trabajadores y empresas que trabajan en este sector tan importante no les ayuda que estemos haciendo especulaciones constantemente sobre si se da por perdida esta semana, este mes o esta temporada. Lo más útil es que trabajemos todos, Gobiernos, comunidades autónomas y empresas, para poner en común todas las ideas y buscar soluciones concretas.

Vale para la OMS, la ONU y para España: necesitamos consenso, no gritar, quejarse o tener ocurrencias

¿Por qué han fallado las instituciones internacionales, como la UE o la propia OMS, muy criticada?

Las instituciones son la suma de los miembros que las componen. Las instituciones internacionales no tienen vida propia, son la suma de las voluntades de los países que son sus accionistas. Lo que estamos viendo es que para que la respuesta sea contundente y eficiente debe ser multilateral y basada en buscar consensos. Eso es válido para la OMC, la OMS o la ONU, pero también para España. No basta con gritar, con quejarse o tener unas cuantas ocurrencias al día. Hay que sentarse, negociar y pactar.

¿Qué análisis hace de las decisiones de China? Allí surge el virus, desde ahí se extiende y ahora hace de proveedor de los demás. Hay quien acusa a China de ocultar información. ¿Héroe o villano? ¿Ha actuado bien o mal?

No me gustan las respuesta binarias porque la realidad no es binaria sino muy compleja. Hay múltiples sombras de gris que tendremos que examinar. Por eso creo que será útil que China haga lo que va a hacer España: una comisión en la que se analice cómo se respondió a esta crisis. Sería útil que China y la OMS lo hicieran a nivel global.

Lleva muchos años ocupando responsabilidades fuera de España. ¿Qué clima se ha encontrado al volver como ministra de Exteriores?

Nos sobra crispación y griterío, nos falta sentarnos a resolver los problemas con soluciones concretas, no con eslóganes y ocurrencias. Por eso me parece muy importante que utilicemos la comisión que se ha creado en el Congreso.

¿Ve usted voluntad de pacto?

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Lo tienen que alimentar todas y cada una de las fuerzas políticas. Seríamos mucho más fuertes y tendríamos mayor peso en la UE si hubiéramos generado un espacio de consenso en España. Me parece sorprendente que mientras el Gobierno está peleándose por impulsar un gran fondo de recuperación en Europa haya líderes de la oposición que estén acusando al Gobierno de ser un pedigüeño. No es lo que necesita este país en este momento.

¿Dificulta el PP la fortaleza de España en la UE?

Me gustaría responder de otra manera. Todos sabemos que lo que nos va a dar más fuerza es que nos sentemos, discutamos y creemos ese gran pacto español que nos dará más fuerza en España y nos permitirá ir a Europa con mucha más.

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