Coronavirus

Celaá planea la vuelta a las aulas con la mirada puesta en el modelo alemán y el francés: grupos pequeños, turnos y distancia obligatoria

Alumnos en la localidad de Bordeaux (Francia).

Lo más pequeños fueron los primeros en quedarse en casa, con el cierre de las aulas en buena parte del país. Ahora, con la trayectoria de la desescalada en el horizonte, los niños son también quienes están en el foco de las administraciones. ¿Cómo será la vuelta a los colegios? Hay dos respuestas: una primera reincorporación, más inmediata, con el inicio de la segunda fase y otra a medio plazo, en septiembre, con el comienzo del próximo curso. Este jueves, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, reunirá a las comunidades para definir las condiciones de la vuelta a las aulas y lo hace con la mirada puesta en dos países: Alemania y Francia.

La vuelta a clase este curso está prevista a partir de la segunda fase de la desescalada y se ajustará a los límites marcados por las instituciones, en base a criterios de seguridad. En esta tarea, las comunidades asumen en gran medida el peso de la responsabilidad. Los niños de hasta seis años podrán retornar a las aulas, siempre que sus padres acrediten estar trabajando. También podrán a acudir a los centros, de forma voluntaria, los estudiantes de los últimos cursos de Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional. E igualmente podrá hacerlo el alumnado de Educación Especial y aquellos estudiantes con "mayores dificultades" que necesiten refuerzo.

El Gobierno de Euskadi había previsto agendar la vuelta a clase a partir del próximo lunes, empezando por los alumnos de Bachillerato, Formación Profesional y cuarto de la ESO. Este jueves, sin embargo, dio marcha atrás y señaló al 25 de mayo como fecha de la posible reapertura. En Cataluña, la previsión apunta al primero de junio para la apertura de todos los centros educativos de aquellos territorios que se encuentren ya en la segunda fase. Todo ello con el objetivo de permitir la asistencia de los alumnos que quieran acudir de manera voluntaria a las aulas. También miran a la fase 2 en Aragón, donde el plan es que los alumnos de hasta doce años puedan acudir al colegio a finales de mayo, siempre que los progenitores no puedan encargarse del cuidado de los menores.

Vuelta en septiembre

Isabel Celaá esbozó, a principios de mes, los primeros trazos del próximo curso: aulas a la mitad de capacidad y refuerzo de la docencia online. "Es en lo que estamos trabajando para el curso 20-21. Si no hay un remedio, los centros tendrán que estar a la mitad de su capacidad. Esto obliga a que una parte de alumnos estén trabajando presencialmente y otra parte telemáticamente", aseguró la titular de la cartera en entrevista con el diario 20 minutos.

Fuentes del departamento de Educación y Formación Profesional explican que las palabras de la ministra se ajustan a una hipótesis: que en septiembre la emergencia sanitaria exija medidas excepcionales. "Si no hay ninguna vacuna, ningún remedio, tendremos que mantener las medidas que se han revelado efectivas, como el confinamiento y la distancia interpersonal", dicen las mismas fuentes. En ese sentido, teniendo en cuenta una "ratio máxima de 30 alumnos, se plantea reducir la capacidad de las aulas a la mitad y combinar la enseñanza presencial y a distancia". Sobre el cómo, explican que el ministerio está ya trabajando para tener preparados "criterios orientadores". El jueves, confirma, se dialogará con las comunidades para alcanzar consensos.

Pero el Ministerio de Educación también mira a otros países y mantiene contacto con las respectivas autoridades educativas. "Estamos mirando lo que se está haciendo en otros países, especialmente con los que nos podemos comparar", explican las mismas fuentes. "Miramos mucho a Francia, que tiene además un número de contagios muy parecido al que hay en España. También a Alemania, que es federal y cada länder establece sus criterios", algo similar a la autonomía de las comunidades, que ostentan las competencias en educación.

Alemania y Francia

¿Y cómo se está organizando la vuelta a las clases en Francia y Alemania? Desde el pasado lunes, las aulas alemanas han dado prioridad al alumnado de mayor edad. Las clases se han reducido a la mitad y los pasillos sólo permiten circular en un sentido. Los adolescentes salen a las áreas recreativas por turnos y las clases de educación física se imparten al aire libre. La obligatoriedad de las mascarillas fluctúa en función del territorio: algunos han optado por imponer su uso para el personal docente y limitarlo a las las zonas comunes para los estudiantes. Sí son obligatorias en los autobuses escolares. La ventilación de las aulas y la desinfección del material escolar es una prioridad para los alemanes. En el país germano también se intercala la enseñanza online y presencial.

Estudiantes de secundaria preparan sus exámenes en Dortmund (Alemania).

Este lunes, los alumnos de infantil y primaria franceses también han empezado a llenar los pupitres. El número de jóvenes en cada aula está limitado a diez en el caso de los más pequeños y a quince en el resto, aunque las clases presenciales son opcionales. Los centros definen las fórmulas y modalidades para su puesta en marcha: turnos cada dos días, cada cuatro días consecutivos o cada dos semanas, sugiere el Gobierno de Emmanuel Macron. El profesorado debe hacer uso obligatorio de las mascarillas, una medida que afecta también a los alumnos mayores de once años, además de respetar una distancia física de al menos un metro.

En añadido, se ha puesto el acento con especial intensidad en los trabajadores sociales y psicólogos del sistema educativo, para prestar atención a las necesidades psicológicas del alumnado y el personal. Las escuelas francesas han apostado igualmente por reforzar el contacto, personalizado e individual, con las familias de los centros para informar sobre los planes relativos a la vuelta a los colegios. Se adoptan, en esa línea, medidas especiales para que los alumnos que no han respondido a la continuidad pedagógica sean conscientes de la importancia de la supervisión efectiva de las lecciones presenciales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha proporcionado algunas de las pautas a seguir para garantizar un retorno seguro a los centros educativos. Introduce, entre otras cuestiones, la creación de un programa para la higiene frecuente de manos, la limpieza y desinfección del entorno escolar –incluidos los interruptores, marcos de puertas, picaportes o materiales escolares–, aplicar una política de quedarse en casa ante el mínimo síntoma, distancia física de al menos un metro, aumento del espacio entre las mesas, establecer turnos –mañana, tarde y noche– y aumentar el número de profesores.

Trabajadores y alumnos

Maribel Loranca, secretaria de enseñanza de UGT, explica a este diario que la reducción de ratios "siempre es deseable", también en condiciones normales, ya que "permite la atención individualizada". El problema, esgrime, tiene que ver con la falta de capacidad de los centros: ¿están las aulas y las plantillas preparadas?, plantea. En enseñanzas no universitarias existen, según las últimas estadísticas, un total de 712.181 profesores, 504.569 en centros públicos. "Habría que contratar entre 60.000 y 70.000 profesores, aunque exactamente no se sabe", estima. Francisco García, su homólogo en CCOO, eleva las cuentas: las contrataciones se acercarían más a los 80.000 docentes. Los sindicatos creen que la inversión rondaría los cuatro mil millones de euros.

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Todo ello implicará también, subraya Loranca, negociar las condiciones de los trabajadores. Cualquier aspecto relativo a "horarios escalonados o a doblar turnos, por ejemplo, altera las condiciones laborales" del profesorado, que además requerirá de mayor formación para abordar la enseñanza digital con mayor rigor.

La vuelta a las aulas en septiembre, reitera García, requiere de "un plan de inversión y tener claro cómo vamos a volver". Además, subraya, "un mismo profesor no puede asumir la enseñanza presencial y online", sino que sería necesario un refuerzo que garantizase modelos diferenciados. "Hay que redimensionar la plantilla, prever una partida para infraestructuras y tecnología, además de reducir la brecha digital y abrir una reflexión muy amplia" que resuelva todas las aristas.

Andrea G. Henry preside la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (Canae) y se reconoce algo perdida. "Estamos un poco como todos, no sabemos bien de qué manera se va a hacer", dice a este periódico. Sí tiene algo claro: urge garantizar que "todo el mundo que vaya a estudiar a distancia tenga los recursos" necesarios. Aprender de la experiencia de los últimos meses: "Ahora tenemos tiempo para prepararnos". En ese sentido, insiste en que "estudiar de manera online no sólo es seguir simultáneamente lo que se hace de forma presencial en el aula", sino que requiere de "acompañamiento y formación", un extremo que comparten los sindicatos. Al principio, dice, "fue un caos", pero ahora contamos "con experiencia y todo el verano para prepararnos".

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