Crisis del coronavirus

Los sanitarios, en calma tensa por el miedo a un rebrote pero preparados para lo que venga: "Siempre tiramos 'palante'"

Los sanitarios del hospital de Salamanca guardan dos minutos de silencio en homenaje a los fallecidos durante la pandemia.

La crisis del coronavirus ha puesto contra las cuerdas a nuestro sistema sanitario. Unidades de Cuidados Intensivas al límite de su capacidad, turnos infinitos, enfermos graves acumulándose en los pasillos, hospitales de campaña, morgues improvisadas para alojar el desborde de fallecidos. En tres comunidades (Comunidad de Madrid, Castilla y León y Cataluña) se ha vivido, probablemente, lo peor: los datos de fallecidos y los de contagiados, según el estudio de seroprevalencia, así lo indican. Médicos y enfermeros de los tres territorios coinciden en lo esencial: en el alivio por el descenso en el impacto por la pandemia, en el miedo o la preocupación por un futuro rebrote que vuelva a complicar lo de salvar vidas... y en la inquietud por la acumulación de casos, crónicos o no urgentes, que no se pudieron atender por la emergencia sanitaria y que ahora ocuparán tiempo, espacio y recursos. Algunos, agravados por el paso del tiempo y la ausencia de tratamiento. Muchos sanitarios están agotados física y psicológicamente, afectados por tanto dolor vivido, también enfermos. Pero tirarán "palante", "porque siempre hemos tirado palante", en parte por vocación y en parte porque no queda otra: "Siempre estamos bajo mínimos, estamos acostumbrados". 

Las palabras son de Jesús Morón, enfermero en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias (HUPA) de Alcalá de Henares. Explica que el miedo a un rebrote es la comidilla en los pasillos del centro, en los –breves– descansos que disfrutan sus compañeros: miran con inquietud las medidas de desescalada, en las que se permite salir a hacer deporte o pasear, y con más inquietud todavía el incumplimiento de algunos. Tirarán "palante", pero en unas condiciones lejos de ser óptimas: "Esto a la gente le ha dejado muy tocada. Te quedas reventado, física y psicológicamente". En muchas ocasiones hacen terapia colectiva: comentando entre ellos cómo han pasado la enfermedad, los que han sufrido el covid-19. Y los que no estuvieron de baja explican a los ausentes, en parte para informarles y en parte para desahogarse, "lo que han visto". Las camas llenas de dolor y muerte, los pacientes bocaabajo luchando por respirar...

"Y también hay risas, pero porque hace falta", explica el sanitario: no pueden estar todo el rato sufriendo y preocupados, porque se volverían locos. En el mismo sentido, reivindica los vídeos divertidos realizados por profesionales sanitarios durante la pandemia, dando ánimos o sacando una sonrisa, y que fueron tachados de frívolos por algunos. "Es que la gente lo necesitaba. Se cometió el error de difundirlos, pero es que a lo mejor se hicieron durante cinco minutos antes o después del turno, no hay más", explica.

"Nos movemos en una cierta intranquilidad", corrobora el director adjunto de Urgencias del Hospital Clinic de Barcelona, el doctor Ernest Bragulat. "Esperando un paso en falso en la desescalada" que aumente los casos de covid-19 hasta niveles, de nuevo, insoportables. Por ahora, eso sí, no ha pasado y "de momento, desde el punto de vista objetivo", nada indica que vaya a llegar un rebrote. En su centro, los datos son buenos: tratan tres o cuatro nuevos casos al día cuando, en los peores momentos, llegaban 80 o 90. "Tenemos margen" si empeora, confirma. "Es obvio", eso sí, "que existe un cierto cansancio entre todos. Estamos en una cierta tensión, todavía pensando 'a ver'. Pendintes de si las acciones de desescalada tienen repercusión mantienes un cierto estado de alerta"

"Nunca antes como en esta pandemia, la resistencia, profesionalidad y capacidad de esfuerzo de todos los sanitarios se había puesto a prueba de una manera tan intensa", explica, por su parte, el subdirector médico del Hospital de Salamanca, Álvaro Muñoz Galindo. Sin embargo este jueves fue, desde que comenzó la pandemia, el primer día sin ingresos por covid-19 en el centro. El doctor es optimista con respecto al posible rebrote: "Es un escenario que nadie desea, pero lo afrontamos más preparados con antes, con menos incertidumbre. Y siendo conscientes de que como hospital y como sociedad seremos capaces de dar una respuesta adecuada". 

Los tratamientos aplazados

Al doctor Bragulat –y a otros muchos– le preocupa un efecto secundario del coronavirus: "Si realmente hay un rebrote, la gente va a dejar de nuevo de venir". Las pandemias se llevan vidas indirectamente por el camino: las de pacientes que sufren una dolencia no relacionada con el covid-19, pero atrasan su visita al médico por miedo a contagiarse y la enfermedad se agrava, muchas veces de manera fatal. "Hay apendicitis que han llegado tarde y se han convertido en peritonitis, infartos que han llegado tarde, por lo que la opción terapéutica que tenemos se reduce". El médico quiere mandar un mensaje: "Estamos preparados para atender a quien venga por cualquier problema que tenga". "Es verdad que los que no tenían que venir tampoco han venido", explica, refiriéndose a los que abusan de las visitas a Urgencias por situaciones que a juicio de todos no son urgentes, pero "eso me preocupa relativamente menos, ya encontraremos herramientas". Lo que hay que evitar con prioridad es lo contrario: que quien realmente necesita ayuda médica no la obtenga por miedo. 

Los sanitarios españoles en primera línea contra el covid-19, Premio Princesa de Asturias de la Concordia

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Pero no solo es el miedo lo que bloquea el tratamiento de todo lo que no es coronavirus en mitad de una pandemia global. También es la falta de recursos, de manos, de tiempo. "Casi todo el mundo está esperando el rebrote, aunque esperamos que no sea tan fuerte", explica Morón. "Pero el problema es todo lo que se ha aplazado". El seguimiento de enfermos crónicos, por ejemplo, también responsabilidad de unos médicos de Atención Primaria agotados por la primera línea y los esfuerzos de rastreo, "que van a tener todo peor ahora". También los enfermos de cáncer, que en circunstancias normales no deberían esperar pero han tenido que esperar. Incluso un sencillo problema de vesícula "es una hora de quirófano si se trata el primer día y cuatro horas y media si se detecta tarde", asegura el enfermero. Por lo que, aunque el temido rebrote sea leve, todavía sobrevuela el riesgo de colapso. 

El subdirector médico del Hospital de Salamanca cree, sin embargo, que a pesar de todos los obstáculos que estar por superar, "cada día disponemos de mayor información, experiencia,

datos, terapias e infraestructuras" para seguir luchando contra la enfermedad. Y apunta: "La historia de nuestro sistema sanitario es la historia de la lucha contra la enfermedad, la victoria sobre todas y cada una de ellas es cuestión de menor o mayor tiempo". Aunque todo indica que, por ahora, queda mucho por delante.

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