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Crisis del coronavirus

Provisiones para dos meses en continuo uso para que no caduquen: así se prepara la reserva estratégica contra una segunda ola del covid

Tren cargado con mascarillas y buzos desechables sale de Yiwu (China) con destino Madrid.

Uno de los errores que puso de manifiesto la pandemia fue la falta de previsión. La fuerza del maremoto en medio mundo provocó un desabastecimiento de material sanitario que obligó tanto al Gobierno central como a los autonómicos a lanzarse desesperadamente a un mercado internacional convertido en una jungla donde reinaba la especulación. Ahora, con la curva aplanada, el Ejecutivo de coalición quiere evitar a toda costa que una segunda ola vuelva a dejar completamente desprotegido a un exhausto personal sanitario. Y para que eso no suceda, lleva semanas diseñando la famosa reserva estratégica de productos críticos. Era una idea que ya se había empezado a barajar durante los primeros compases de la pandemia. Sin embargo, la dificultad de acceso al material sanitario entonces la fue retrasando. Ahora, con el mercado más tranquilo, comunidades y ministerio han comenzado a hacer acopio. El objetivo es tener el suficiente como para poder cubrir un par de meses sin problemas. Sin embargo, los expertos avisan de que estos productos tienen una vida útil, por lo que consideran necesario que se vayan consumiendo y reponiendo continuamente, manteniendo el stock intacto.

El jefe de sección del Servicio de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Semes, Juan Armengol, considera que tener un buen colchón de material sanitario es fundamental en una emergencia de esta envergadura. “Las cantidades necesarias se pueden calcular por procedimiento posible, por número de casos o por procedimiento exponencial de casos. Luego, en función de lo que se estime, deberíamos tirar un poco hacia arriba. Es mejor pasarnos que quedarnos cortos. Si algo nos ha demostrado la experiencia es que el coronavirus es muy agresivo y tiene capacidad para comerte un sistema entero en cuestión de días”, sostiene. En este sentido, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya anunció en una comparecencia en comisión a principios de junio que las previsiones se harán en función de la experiencia vivida hasta el momento. Al fin y al cabo, ni hay precedentes que permitan prever el número de infectados que dejaría un segundo zarpazo ni se puede asegurar que la oleada vaya a coincidir en el tiempo en todo el territorio.

Las autoridades sanitarias trabajan con la idea de hacer una estimación de necesidades en base a los consumos semanales declarados por las comunidades autónomas. Desde mediados de marzo, los diferentes territorios se han encargado de remitir cada viernes a la hora de comer al departamento que dirige Salvador Illa información sobre el número de existencias y gasto de este tipo de productos, unos datos que no son públicos. El objetivo, en definitiva, pasa por hacer tal acopio que permita aguantar durante semanas un nuevo rebrote descontrolado sin que se repitan las ya conocidas escenas de desabastecimiento. Para el jefe de sección del Servicio de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos lo ideal sería que hubiera una “garantía de disposición a dos meses” durante los momentos más críticos de una segunda oleada. Estos son los márgenes en los que también se mueve Sanidad. “Contará con las cantidades necesarias para poder cubrir un periodo mínimo de entre seis semanas y dos meses”, señalaba el ministro en el Congreso.

Productos con una vida útil

Para los expertos consultados, deberá haber un stock suficiente, por supuesto, de mascarillas. Tanto quirúrgicas como de tipo FPP2 y FPP3. También hacen mucho hincapié en los equipos de protección individual –gafas, guantes, batas e impermeables–, claves para evitar el contagio de un colectivo sanitario que ya acumula más de 50.000 positivos. Y, por supuesto, en los test, cuya escasez se convirtió en el centro del debate político durante los primeros compases de la pandemia. “Hay que invertir en ellos todo lo que se pueda para poder mantener una capacidad adecuada a la hora de hacer rastreos”, señala Armengol, que tampoco ve mal que se tenga una reserva de respiradores extra por si vienen mal dadas o que se haga acopio de medicamentos para poder tratar, por ejemplo, neumonías.

Joan Villalbí, de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), recuerda que estos productos tienen una determinada vida útil. Por eso, no pueden dejarse cogiendo polvo en un almacén hasta que sean necesarios. “El riesgo de una gran compra como esta es que el material no se use, caduque y haya que tirarlo. Por eso, lo razonable sería que los productos se vayan utilizando y reponiendo continuamente”, explica el experto. Es la clave, dice, para mantener en todo momento un stock de calidadstock. De hecho, Sanidad coloca la eficiencia como uno de los pilares del proyecto. “Se debe vincular la utilización del material a la vida útil de los productos, garantizándose la reposición previa para disponer de la reserva íntegra”, ha explicado Illa en alguna ocasión.

Con el objetivo de ir dando forma a este almacén, Sanidad no ha dejado de suscribir contratos para la adquisición de estos productos en grandes cantidades a pesar de tener la pandemia bajo control. Los últimos acuerdos de tramitación de emergencia fueron puestos sobre la mesa del Consejo de Ministros el pasado martes. Contemplaban la adquisición de 2.172 kits de PCR –1,1 millones de euros–, 5.000 equipos de respiración pulmonar portátiles por 36 millones de euros y 700.000 unidades de hisopos con medio de transporte por 5,1 millones de euros. Además, también se suscribió un cuarto acuerdo por medio millón de euros para los servicios de recepción, almacenaje y distribución y un quinto para la prestación de transporte aéreo de mercancías entre Shangai y Madrid. Unos envíos que el departamento que dirige Salvador Illa también está haciendo por vía ferroviaria, cuyo coste es quince veces menor que con aviones. En tren llegaron la semana pasada a la capital procedente de China dos contenedores con otros 6 millones de mascarillas quirúrgicas.

Una producción nacional fuerte

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A pesar del margen de disponibilidad de dos meses, Armengol sostiene que esto no libra a las autoridades de hacer compras durante ese tiempo. En cuanto empiece a caer el chaparrón, comenta, habrá que reactivar las líneas de suministro. Y en este caso, dice, será fundamental contar para entonces con una industria en nuestro país con capacidad logística para ir cubriendo la demanda. “Nunca más hay que depender de terceros Estados en estas cuestiones”, señala el presidente de la Semes. Cuando llegó la primera oleada, las compañías afincadas en nuestro territorio dedicadas a la comercialización de estos productos se vieron completamente desbordadas. Fue el caso, por ejemplo, de Sibol, que por aquél entonces sólo tenía capacidad para confeccionar unas 16.000 mascarillas FFP3 diarias. Esto obligó a las autoridades a lanzarse de cabeza a un mercado internacional que, en materia de equipos de protección, lidera China con el 17,2% de las exportaciones, según la Organización Mundial del Comercio (OMC). Fue entonces cuando llegó el material defectuoso y los sobrecostes.

Sanidad también centra buena parte de su estrategia a medio plazo en una producción nacional fuerte que permita no tener que depender de las importaciones de estos productos ante una nueva emergencia como la vivida. Y ahí ha jugado un papel fundamental el Ministerio de Industria. Desde el primer momento de la pandemia, la cartera dirigida por Reyes Maroto abrió varios frentes de trabajo para incrementar las capacidades productivas de empresas que ya fabricaban material sanitario, crear nuevas líneas de producción en firmas con maquinaria adaptable e impulsar la fabricación de mascarillas a escala nacional. En la actualidad, salen unas 10 millones de mascarillas quirúrgicas mensualmente a un precio inferior al del mercado internacional. Y próximamente, se impulsarán unas 11 líneas más que permitirán producir a pleno rendimiento más de 50 millones al mes. “Con estos proyectos de fabricación nacional estamos llegando en pocas semanas a más de 100 millones de mascarillas al mes”, cifró a comienzos de junio Maroto en la Comisión de Industria del Senado.

Los expertos consultados consideran que es fundamental que en esta reserva estratégica de material sanitario trabajen en conjunto el Gobierno central con el resto de comunidades autónomas. “Este plan debe representar un esfuerzo concertado de todos”, sostiene Villalbí. De hecho, a finales de mayo Sanidad ya pidió a las diferentes regiones que hicieran acopio de recursos de cara a un nuevo rebrote. “Las comunidades autónomas lo están haciendo. […] El ministerio también complementará lo que tenga que complementar”, aseguró Illa hace un par de semanas. Alguna, como la Comunitat Valenciana, calculaba tener a comienzos de junio entre lo almacenado, lo encargado y lo que estaba en camino material sanitario para aguantar hasta el final de año. Navarra, por su parte, espera que con los últimos acuerdos se pueda conseguir el objetivo de consolidar y disponer de los suministros al menos a tres meses vista. Murcia, por su parte, tenía a comienzos de mes material almacenado para ir tirando durante cinco semanas.

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