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Crisis del coronavirus

El 'cerrado por vacaciones' de la sanidad en el año del covid-19: 18.000 sanitarios y 7.000 camas menos

Una sanitaria le realiza un frotis bucal a un vecino de Ordizia (Gipuzkoa) en una de las carpas instaladas para realizar test ante el brote de covid-19 en la zona.

Sabela Rodríguez Álvarez | Lara Carrasco

Los meses más duros de la crisis sanitaria han quedado atrás, las urgencias han dejado de estar colapsadas y los sanitarios pueden respirar sin la insoportable presión sobre sus espaldas. Pero no todas las lecciones se han aprendido: los profesionales miran con preocupación los meses de verano. No sólo por los brotes puntuales que ya han comenzado a surgir en distintas zonas del mapa y que previsiblemente seguirán apareciendo, sino por la ya habitual escasez de medios materiales y humanos a los que se enfrentan en los meses estivales. Los hospitales y centros sanitarios inauguran la temporada con 18.067 sanitarios y un mínimo de 7.000 camas menos.

La pérdida de personal la constatan los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social recogidos por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF). De acuerdo al balance más reciente, en mayo se registró un descenso de 15.800 profesionales y en junio de 2.267. Es decir, en los dos últimos meses se han perdido 18.067 sanitarios de los 34.995 que habían sido contratados en los meses más duros del covid-19. Se han quedado por el camino el 51,6% de los profesionales que se volcaron en la contención de la crisis.

Fernando Hontangas, presidente de CSIF Sanidad Madrid, explica a infoLibre que la tendencia equivale a la dinámica de veranos anteriores. "Cerrar camas, alargar los tiempos de espera y recortar personal", de manera que la atención a los pacientes se torna inabarcable. El contrato covid, además, "sigue siendo precario y se está usando para suplir tanto sustituciones como bajas". El resultado es que los hospitales españoles cuentan con "una plantilla mermada igual que antes de la pandemia" y que las "administraciones llegan al verano sin previsión". Es, a juicio de Hontangas, "un problema crónico de todos los veranos", pero esta vez se hará "inasumible", especialmente "si hay un brote mayor".

Sobre los recursos materiales, concretamente las camas, el Sindicato de Enfermería (Satse) estima que el cierre ascenderá "al menos a 7.000" en todo el suelo estatal. Según una investigación que ha realizado el sindicato, en base a datos de sus delegados en los hospitales y de las propias administraciones autonómicas, la Comunidad de Madrid prevé cerrar en todo el verano 1.270 camas, Andalucía 1.580, Euskadi 837, Galicia 400 y Aragón 500. Extremadura, por su parte, augura el cierre de 342 camas, Asturias clausurará 290, Castilla-La Mancha hará lo propio con 194, Murcia inhabilitará 168, Illes Balears 136, Navarra 112 y Cantabria dejará sin efecto a un centenar. Por debajo, Castilla y León planea cerrar 87 en los meses estivales, La Rioja sitúa la cifra en 38 y las Islas Canarias en 35. El sindicato no ha obtenido información respecto a Comunitat Valenciana, mientras que en el caso de Cataluña constata el cierre de 518 camas pero sólo entre "algunos hospitales dependientes del Instituto Catalán de Salud (ICS)". Fuentes del sindicato indican que la cifra global de siete mil camas es, en todo caso, estimativa y sujeta a alteraciones.

María José García, portavoz de la organización, señala que los datos son una confirmación de los peores pronósticos. "Es una incongruencia total: hace un mes, con la desescalada, se necesitaban 90.000 camas para los pacientes agudos. Es totalmente inaudito que llegue el verano y tengamos en torno a siete mil que se van a cerrar", denuncia la portavoz. "Es una paradoja tremenda que no tiene ni pies ni cabeza", añade. Y señala directamente a "los intereses económicos que priman sobre cualquier otro".

Dentro del sistema público, agrega, "los contratos se están reduciendo y no se van a cubrir ni de lejos las sustituciones necesarias: nos vamos a encontrar con un montón de brotes a los que hay que hacer seguimiento con un sistema sanitario sobrecargado". La profesional lamenta que "sanitariamente hablando, en cuanto a las medidas a adoptar, parece que vamos marcha atrás".

También García sitúa dentro de lo habitual el cierre de camas en verano, lo que ya de por sí "supone una sobrecarga". Sin embargo, añade, "este año es más inaudito teniendo en cuenta que no hemos salido del covid-19". Es por eso más necesario que nunca que "no se cierren los recursos" para disponer de medios "en función de los casos a atender". Satse, en añadido, critica además que los distintos servicios de salud autonómicos vuelven a paralizar hasta después del verano las consultas externas, las pruebas diagnósticas y las intervenciones quirúrgicas no urgentes.

María José Campillo, portavoz de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), subraya en primer lugar que "estamos en un año excepcional" que, además, se nutre de "una década de recortes que no se han revertido". La profesional recuerda que "se perdieron plazas y camas" que no sólo "nunca se han recuperado", sino que además "nadie ha dicho que las vayamos a tener para mañana". Lo que ocurre ahora, indica, es que "este verano es necesario un refuerzo" de todos los recursos. "La Atención Primaria ha quedado malamente reforzada, mantenemos ofertas temporales, precariedad y los salarios no mejoran", pero en los hospitales "la situación ha sido aún peor y ni siquiera ha habido un intento de refuerzo: casi un 40% de los residentes que han terminado este año no han sido contratados, médicos que harán falta dentro de un mes y medio".

De nuevo la improvisación emerge entre las quejas del personal sanitario, quienes claman por no repetir los errores previos a la crisis. "Hay que hacer de la Atención Primaria un dique de contención, prever que los ingresos se van a multiplicar y que las UCI volverán a estar ocupadas", señala Campillo, quien lamenta la "falta de previsión tremenda".

La opacidad de los datos de las autonomías, en calma tensa ante rebrotes

¿Cuál es la merma de personal en las comunidades? Es complicado saberlo de manera exacta. Los sindicatos territoriales denuncian un problema común: la opacidad y la falta de datos. Sin embargo, sí existen algunos sistemas sanitarios que ofrecen pinceladas de información. El portal estadístico del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) recoge una pérdida de 250 profesionales entre personal sanitario de formación profesional y de formación universitaria entre el mes de abril y el mes de mayo.

Julián Ezquerra, secretario general de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), expone a preguntas de este diario que, con motivo del covid-19, la comunidad "renovó los contratos hasta final de año". Son 10.000 personas. Sin embargo, con esos mismos contratos, "lo que se está haciendo es sustituir todo el periodo de vacaciones que ha empezado ya". De esta manera, "la plantilla es la que había en el periodo más álgido de la infección". El profesional aporta cierta cautela y recuerda que, afortunadamente, la comunidad mantiene el control sobre la situación. Pero lo hace con "un personal muy justo y muy escaso, porque con las vacaciones se ha ido mucha gente".

No obstante, dice, el hecho de que Madrid se esté librando por ahora de los brotes registrados hasta la fecha, hace que la autonomía parezca preparada para "contener rebrotes". Al menos a priori, porque una segunda oleada sería "muy difícil" de afrontar. "Estamos con pocas camas porque se cierran en verano" y todavía existen sectores de la sanidad "donde no hay personal", como la atención primaria, que "está diezmada todo el año, pero especialmente durante las vacaciones".

Los datos le avalan. Según publicó infoLibre [en un artículo que puedes consultar aquí], en Madrid han empeorado las ratios de médicos de familia, pediatras y enfermeras de atención primaria tanto tomando como referencia 2009 como 2012. En el caso de médicos de familia, había uno para 1.535 pacientes en 2009, uno para 1.513 en 2012 y uno para 1.557 en 2018. La ratio de pacientes por médico de familia en España se sitúa, de media, en 1.360. Y en Madrid, que fue el centro de la pandemia en España, 1.557. La diferencia es de 197. En el caso de enfermeras, han pasado de una para cada 1.949 (2009) a una por cada 1.924 (2012) y finalmente a una por cada 2.021 (2018).

En Cataluña, en cambio, los datos brillan por su ausencia. "Las cifras son muy difíciles de conocer", lamenta Àlex Ramos, secretario general del Sindicat Mèdic Català (Simecat). Si ya la opacidad era un problema, la situación de urgencia acelerada por la pandemia ha puesto patas arriba la información y el acento sobre las secuelas de los recortes. "Con el covid-19 nos dimos cuenta de la pérdida del 15% del presupuesto en sanidad de los últimos diez años" en la comunidad. "Al afrontar la crisis vimos que nos faltaban recursos humanos", exclama el sanitario, quien reprocha la ausencia de una inversión capaz de cubrir las necesidades de la población, eclipsadas por el "gasto político" que ha priorizado el Gobierno de Cataluña.

Durante el estado de alarma, los sanitarios catalanes han ido "a trompicones y sin plan", una dinámica que parece no haber cesado ahora, meses después, respecto a los rebrotes, que "podían haberse previsto". "Hemos vuelto a caer por falta de previsión", lamenta Ramos. Según los últimos datos, Cataluña ha registrado ya 14 brotes en la región sanitaria de Lleida, donde este lunes se detectaron 114 nuevos casos, dos en el área del Alto Pirineo y Aran y otro en una empresa agroalimentaria de Avinyó (Barcelona). Con respecto a Lleida, diez de los brotes se registran enempresas hortofrutícolas, uno en un geriátrico, otro en una residencia de personas sin hogar, uno en un bloque de viviendas y uno más en un grupo scout. La Generalitat decretó el confinamiento perimetral de la comarca ilerdense del Segrià desde el pasado sábado y por un periodo de, al menos, 14 días.

Al otro lado del mapa, en Galicia, los recortes vuelven a ser señalados como la principal tragedia de la sanidad pública. María Xosé Abuín, responsable de CIG-Saúde, recuerda que los tijeretazos no sólo se venían percibiendo desde hace una década, sino que "se notarán también a futuro". Todo ello mientras los sindicatos hacen malabares para dimensionar la situación específica de los profesionales y los recursos disponibles. Lo cierto es que, en el año 2012, el Sergas (Servizo Galego de Saúde) publica su primer plan de ordenación de recursos humanos, unos datos que mostraban "la pirámide de población de los trabajadores y recogían la jubilación forzosa para los mayores de 65 años", explica Abuín. Con la entrada del actual conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuíña, se lleva a cabo una prórroga en la edad de jubilación hasta los 68 años, pero "sigue existiendo un déficit de profesionales" y, en añadido, "una profesión envejecida".

Es una batalla histórica de los sindicatos la exigencia de un nuevo plan de ordenación de recursos humanos que determine "cómo va a ser ese déficit en los próximos años", especialmente con el reto de la crisis sanitaria por delante. Sin información clara será imposible trazar una estrategia. "Si antes ya no se cubrían todas las urgencias, las sustituciones y las vacaciones, la situación va a ir empeorando y va a ser imposible un refuerzo", clama Abuín. La falta de datos, previsión y recursos equivale, a su juicio, a "eliminar la sanidad pública" de manera progresiva.

Los sanitarios españoles en primera línea contra el covid-19, Premio Princesa de Asturias de la Concordia

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Galicia es, precisamente, la otra autonomía que más preocupa por los brotes. Y es, de hecho, la otra comunidad que, junto a Cataluña, ha vuelto a decretar un confinamiento. La Xunta decidió este domingo cerrar durante cinco días la comarca de A Mariña de Lugo porque sigue sumando casos positivos. El cierre, al menos de momento, se mantendrá hasta el viernes, dos días antes de las elecciones autonómicas. El brote se dio a conocer el 24 de junio y el lunes ya sumaba 143 casos activos.

Las líneas planteadas por los médicos gallegos son idénticas a las deslizadas por los vascos. Mónica García, vicepresidenta de la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria (Osatzen), insiste en que las carencias de ahora tienen su origen una década atrás, cuando ya se podía entrever que "no iban a salir suficientes médicos de la universidad ni suficientes médicos internos residentes". También García pone sobre la mesa una falta de personal sangrante y una plantilla marcada por el envejecimiento. "Hay recortes, no contratan y la gente se va a la privada o al extranjero", relata la profesional, quien lamenta estar "formando a gente para que se vaya". El problema, observa la médica vasca, "no está únicamente en la falta de personal, sino en la ausencia de una planificación y en lo que se está ofreciendo".

Cada verano, coincide la vicepresidenta de la organización, "hay menos recursos" y los sanitarios "en mejor situación" pueden llegar a contar con "un sustituto por cada cinco ausencias". El resultado es evidente: una sobrecarga de trabajo que lastra la calidad en la atención. "No podemos mantener el mismo horario y hacer lo mismo que diez médicos entre cuatro, se queda la mitad de la plantilla" y al final, lamenta, "los recursos ya no dan para mantener lo que se ofrece".

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