Crisis del coronavirus

Los médicos de familia de Madrid, solos ante el rebrote: "No hay contacto con los rastreadores, no sabemos cómo lo hacen"

Profesionales sanitarios realizan test PCR en un Centro de Atención Primaria.

En Madrid, el rastreo de contactos, vital ante la pandemia, no está funcionando. Y Atención Primaria, el primer dique de contención ante el coronavirus, teme que las carencias de personal les acaben sobrepasando. Así lo explican tanto médicos de familia de varios puntos de la región, que aseguran que no tienen noticias de cómo trabaja Salud Pública y sus famosos rastreadores, y que no existe ningún tipo de coordinación, a pesar de que sería vital para controlar a los posibles contagios que deriven de un primer positivo confirmado. La ausencia de este personal, explican los trabajadores sanitarios, está tensionando el sistema de salud madrileño a pesar de que desde el principio de la pandemia los expertos advierten de que sin los suficientes trabajadores que se encarguen de identificar con quién ha estado un positivo es muy difícil controlar una pandemia una vez el confinamiento se agota.

El rastreo es la técnica más antigua y más eficaz que existe para evitar una transmisión comunitaria: una vez un test confirma (en la medida de lo posible) que una persona sufre el covid-19, estos detectives intentan averiguar mediante un cuestionario con quién ha estado el enfermo. No basta cruzarse por la calle: se priorizan los "contactos estrechos", que han estado cerca del caso a menos distancia de la recomendada y durante un periodo prolongado de tiempo. La definición de qué es un "contacto estrecho" está incluida en los protocolos que maneja tanto la Comunidad de Madrid como el Ministerio de Sanidad y que, valoran expertos en Salud Pública, están perfectos. El problema es que no se aplican.

"Los documentos son muy adecuados, otra cosa es lo que se está haciendo", asegura la secretaria de la Asociación Madrileña de Salud Pública, Pilar Serrano, que explica que, al igual que las directrices del Ministerio de Sanidad, las instrucciones siguen los dictámenes de la Organización Mundial de la Salud. La llamada "estrategia de detección precoz, vigilancia y control de covid-19" (consultable aquí) recomienda (no obliga) que todos los "contactos estrechos" de una persona con PCR positivo, además de guardar cuarentena durante al menos 10 días, se sometan a otro test PCR. Pero para testearlos hay que encontrarlos, saber quiénes son, mediante un cuestionario exhaustivo al afectado. Los médicos de familia madrileños aseguran que, en muchos casos, no se está haciendo. Ellos no llegan y Salud Pública y sus rastreadores ni están ni se les esperan. 

El médico de familia y coautor de Epidemiocracia Javier Padilla explica a infoLibre qué es lo que está ocurriendo en su centro de salud. Los facultativos de Atención Primaria tienen generalmente controlados a los contactos más estrechos de todos: los convivientes en el mismo hogar, pertenecientes al mismo núcleo familiar. Ahí está llegando el rastreo, explica el doctor, gracias a su labor. "Lo normal es que, exceptuando casos muy concretos, tengamos a la familia entera". En el último positivo que identificó en su ambulatorio, "el mismo día le pedí los datos y solicité la PCR" para las personas que compartían hogar con el contagiado. Si estas personas guardan cuarentena y no contagian a nadie más, el brote se controla y la pandemia se mantiene a raya. Coincide en su testimonio Javier Huerta, médico de familia en un centro de la capital y miembro de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts): "Lo único que justificaría que no se hiciera es la falta de personal, porque en verano hay compañeros que están haciendo el trabajo de cinco". 

Sin embargo, Atención Primaria no puede, ni debe, rastrear los contactos del positivo fuera de su núcleo familiar. Una cena con amigos en una terraza, una fiesta, una copa... para esta detección extrafamiliar se requiere un buen número de rastreadores, coordinados por Salud Pública. Sin embargo, no está habiendo, en líneas generales, comunicación y coordinación entre Atención Primaria y Salud Pública que permita optimizar las actuaciones. Los médicos de familia no saben cómo y cuándo van a intervenir sus compañeros, ni siquiera si están interviniendo. Ante esta situación, doctores como Padilla intentan tapar el hueco, aunque no todos, reconoce, tendrían por qué hacer lo mismo. "No están delimitadas la labor de cada uno, ni los ritmos. Lo óptimo es que el mismo día que se identifica, Salud Pública hablara con el caso. Pero no sé cuándo lo van a hacer. A veces le digo a los pacientes: 'si en tres días no te han llamado, llámame'". Y llaman, porque ningún rastreador los ha contactado. Ante esta situación, en redes han surgido testimonios de personas que han compartido tiempo y poca distancia con un positivo y que tienen que simular que tienen síntomas para que les testeen.

María Justicia, vocal de Amyts y médico de familia en un centro de Villanueva de la Cañada, corrobora la versión de su compañero. "Dentro del grupo familiar, llegamos. Pero fuera, no podemos contactar. Para eso están los rastreadores. Y no tenemos contacto con ellos. No sabemos cómo lo hacen y qué es lo que hacen". Desde el punto de vista de la Salud Pública, Pilar Serrano, lejos de desmentir el enfoque, lo apuntala. "El rastreo de personas fuera del núcleo de convivientes no se está haciendo con la suficiente profundidad".

No se puede saber, matiza la experta en Salud Pública, si hay positivos que se están escapando del radar del sistema sanitario debido a estas carencias. Pero "es bastante plausible", opina, que las cifras que comunica a diario la Comunidad de Madrid se ajusten menos a la realidad que las de otras comunidades con una detección fortalecida. Es cierto, reconoce, que en la capital muchos madrileños escapan hacia destinos vacacionales, por lo que los posibles casos no se detectan en la provincia en la que están empadronados, pero las diferencias tanto de número de hospitalizaciones como de la mediana de personas infectadas por caso son, opina, demasiado amplias. De media, según los registros, en Barcelona cada positivo contagia a entre cuatro y cinco personas más, y en Madrid entre una y tres.

"No cabe pensar que sean tan bajos. Es sospechoso. La socialización en Madrid no es más baja que en Barcelona". La gente sale a las terrazas igual y organiza eventos en espacios cerrados con la misma frecuencia, afirma. Pero mientras que la ciudad condal está ya en el confinamiento voluntario, en la capital de España apenas se registran brotes. 

Una Atención Pública sobrepasada

Justicia lo tiene claro: "Si hay un rebrote, la Atención Primaria no está preparada para asumirlo". Una intervención adecuada de los servicios de Salud Pública les liberaría algo de trabajo de una carga ya muy elevada. Como vienen advirtiendo desde el principio de la pandemia, a los médicos de familia se les junta el trasiego de pacientes de covid-19, por ahora relativamente bajo, con los pacientes crónicos, ancianos o con otras enfermedades que o bien abandonaron durante la emergencia sanitaria o bien tienen que seguir continuamente. A lo que no ayuda que la contratación en estos meses de emergencia de nuevos titulados ha sido escasa, en comparación con los talentos que cada año salen de las Facultades de Medicina.

"El plan de vacaciones consiste en no suplir", afirma Huerta. Explica que muchos centros se verán en los próximos meses abocados al cierre por no tener plantilla suficiente, si se suman las vacaciones, las bajas y los médicos que no pueden atender a pacientes por pertenecer a grupos de riesgo o contar con una patología especialmente peligrosa en caso de covid-19. "La Comunidad ha hecho una maniobra pésima para gestionar el talento. Hemos tenido en Madrid una excelente promoción de médicos de familia. Y se han ido siete de cada diez", cifra. En otras regiones, explica, les ofrecen mejor sueldo y contratos de mayor duración. En la capital les ofrecen firmar por meses. "Y lo que quiere un médico de familia es tener un trato continuado con la población, es nuestra seña de identidad". 

Hacen falta 10 veces más rastreadores

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La Comunidad de Madrid cuenta con 182 rastreadores operando, según datos oficiales del Gobierno regional ofrecidos este miércoles por el vicepresidente, Ignacio Aguado. En la Comunitat Valenciana son 1.008. Los médicos, sin embargo, lamentan que nunca se les haya comunicado cuántos detectives hay trabajando y cómo. Aunque, a todas luces, son insuficientes. "Necesitamos hasta 10 veces más", cifra Serrano. 

Padilla, sin embargo, llama a que los rastreadores no sean "un fetiche". Lo importante es identificar a los contactos independientemente de quién lo haga: por ejemplo, en Asturias, con una Atención primaria más fuerte, la tarea ha recaído en estos facultativos con resultados exitosos. También pueden ser "personal no cualificado al que cualificar de forma rápida", explica el médico: es más importante tener experiencia previa en telefonía en un call center, saber hacer las preguntas adecuadas y mantener la atención del interlocutor, que tener formación específica en Salud Pública o Epidemiología.

Pero a pesar de que es fácil buscar y encontrar perfiles así, no se está haciendo. El número de rastreadores "no es un problema" en la Comunidad de Madrid, aseguró este miércoles el vicepresidente. Aseguró que, cuando sea necesario, se contratarán más. Pero todos los expertos, todos los médicos, todos los implicados en la gestión diaria de la pandemia coinciden en que es exactamente al revés: ficharlos, retenerlos y formarlos en tiempos de paz para que no se llegue a la temida transmisión comunitaria. Y en todo caso, la experiencia de los trabajadores sanitarios evidencia lo contrario: que incluso ahora, con pocos casos en teoría, sí está siendo un problema.

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