Crisis del coronavirus

Los países en los que se puede mirar España para un regreso a las aulas con garantías

Primer día de colegio en Tanusstein (Alemania).

A poco más de una semana de que comience oficialmente el nuevo curso escolar, España continúa sin tener listo un plan para reabrir las aulas con la mayor seguridad posible. En pleno repunte de los contagios, alumnos y profesores esperan con impaciencia las reuniones monográficas que mantendrán a lo largo de la semana el Gobierno central y las diferentes comunidades autónomas para abordar una cuestión capital en plena pandemia de coronavirus. La primera toma de contacto será este martes, con la celebración de la Comisión General de Educación. Pero el encuentro clave se espera para el próximo jueves, cuando tendrá lugar la conferencia sectorial conjunta que reunirá a Sanidad y Educación con los diecisiete Ejecutivos regionales. No obstante, todavía queda otro fleco por atar. Con las familias pendientes de cómo y cuándo será definitivamente el regreso, Moncloa todavía no ha fijado fecha a la Conferencia de Presidentes monográfica que se había previsto. Aunque en principio se esperaba para finales de agosto, a estas alturas ya nadie descarta que pueda tener lugar a principios de septiembre. Es decir, prácticamente coincidiendo con el arranque del curso.

Con los tiempos apurándose al máximo, el Ministerio de Educación recordó este lunes que el acuerdo para la vuelta al colegio suscrito el pasado mes de junio con una quincena de comunidades autónomas –todas menos Madrid y Euskadi– continúa vigente y que, por tanto, el plan inicial es que el curso arranque en septiembre y “con la presencialidad como principio general”. Sin embargo, con las competencias educativas transferidas los mensajes que han lanzado en los últimos días las distintas regiones ponen en evidencia la diferencia de criterios. Así, mientras que algunas como Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León o Cataluña consideran clave la asistencia del alumnado a los centros, la Comunidad de Madrid o Murcia apuestan por el régimen semipresencial. Otras como Galicia ya han deslizado su intención de trabajar en grupos reducidos, de imponer la mascarilla como obligatoria en los centros o de hacer pruebas a los docentes con carácter previo, una medida esta última que también se está barajando en Asturias o Illes Balears.

Alemania: brotes a las dos semanas del inicio de curso

A la espera de las conclusiones que arrojen los esperados cónclaves a lo largo de la semana, España tiene ya algunas estrategias a las que puede prestar atención a la hora de preparar la apertura de los colegios en plena crisis sanitaria. Una de ellas es la alemana. En el país germano, el curso escolar ha ido arrancando progresivamente desde comienzos de agosto. Y lo ha hecho con carácter presencial e imagen de normalidad. Eso sí, sin un criterio unificado para todo el Estado. Como en España, las competencias educativas son regionales, por lo que el diseño de los planes para la vuelta a clase ha estado en manos de los länder. Y eso se ha podido ver, por ejemplo, en la adopción de medidas como el uso de las mascarillas en los centros. En Renania del Norte-Westfalia, un territorio muy castigado por el coronavirus, es obligatoria en todos los espacios comunes, incluyendo el aula –sólo están exentos los más pequeños, hasta cuarto curso–. En Mecklemburgo-Antepomerania, Hamburgo o la ciudad-estado de Berlín, también tienen que llevarla los alumnos, si bien se la pueden quitar durante las clases. Como excepción, Schleswig-Holstein, donde con un número relativamente bajo de contagios no es obligatorio llevarla en ningún caso.

Alemania ha sido uno de los primeros países europeos en comenzar a caminar por las turbulentas aguas de la nueva normalidad educativa. Y la experiencia acumulada de las primeras semanas de curso ha puesto de manifiesto que la batalla contra el coronavirus en las escuelas será larga y compleja. Sólo cinco días después del inicio de las clases, dos centros de Mecklemburgo-Antepomerania tuvieron que cerrar y volver a la modalidad online tras detectar positivos. Brotes que también se han registrado en Berlín, donde además de la higiene permanente de manos y la ventilación de las aulas se ha establecido la obligación de caminar por la derecha en los centros. En más de cuatro decenas de las 825 escuelas berlinesas se han detectado contagios entre los profesores o los alumnos durante las dos primeras semanas de clase, según reveló la semana pasada el Berliner Zeitung. No obstante, la responsable de Educación, Sandra Scheeres, se apresuró a asegurar que estas cifras en ningún caso ponen de manifiesto que los centros educativos sean por sí mismos un “punto caliente”.

Dinamarca intenta repetir el éxito de abril con medidas más flexibles

Los países escandinavos también han comenzado ya a enfrentarse a la temida vuelta al cole en pleno repunte de los contagios en el Viejo Continente. No obstante, cuentan con experiencia previa en la materia. Sobre todo en suelo danés. Dinamarca fue, a mediados de abril, el primer país que reabrió las escuelas tras el primer zarpazo de la pandemia en Europa. Entonces lo hizo apostando por las clases en el exterior y confeccionando grupos pequeños –de entre una decena y una docena de alumnos– y estancos, con un profesor fijo asignado y evitando el contacto con otras aulas burbuja. La estrategia fue un éxito. El regreso a clase en primavera no supuso un rebrote de la pandemia. Ahora, cuatro meses más tarde, el nuevo plan de cara al próximo curso escolar es algo más laxo. Las autoridades danesas, no obstante, recomiendan que se continúe manteniendo la distancia entre el alumnado de las diferentes clases, evitando que se mezcle, además de hacer hincapié en la higiene y la limpieza. Esta última cuestión ya fue clave en la reapertura de abril. De hecho, se llegaron a dar instrucciones para que los alumnos se lavaran las manos cada hora y media.

También en Noruega han arrancado el nuevo curso con menos restricciones que cuando reabrieron en primavera. De momento, se mantiene el nivel amarillo, lo que se traduce en que no hay límite de alumnos en las aulas ni tampoco se restringen los contactos entre ellos. En Suecia, la vuelta a los colegios se ha preparado con horarios, entradas al centro y tiempos de descanso diferentes para intentar evitar las aglomeraciones, reforzando incluso las frecuencias en el transporte público. Las autoridades suecas, si bien se abren a la posibilidad de clases a distancia, apuestan decididamente por la estrategia presencial. También se inclinan por la asistencia en la vecina Finlandia, donde la mascarilla es algo opcional. Allí, lo fían todo a grupos reducidos de alumnos –menos de una veintena– y dos metros de separación entre ellos. Eso sí, si la situación empeora cuentan con una alternativa: que los estudiantes de hasta 11 años sigan asistiendo y que los mayores sólo acudan al centro en semanas alternas.

Las salas de aislamiento portuguesas e italianas

En Bélgica y Portugal todavía no ha comenzado el curso escolar. Sin embargo, ambos países ya están preparando el terreno para el inicio en el mes de septiembre, que será presencial. Los primeros en volver al cole serán los belgas. Lo harán con mascarilla de lunes a viernes. Eso sí, en caso de que la situación epidemiológica se descontrole, los centros están facultados para girar hacia un modelo que combine la asistencia al centro con el trabajo online. Ese es el plan B con el que cuentan también en Portugal por si es necesario clausurar algún colegio tras la detección de un brote. En suelo luso, los estudiantes comenzarán a llenar de nuevo las aulas en algo menos de un mes. No obstante, el curso escolar será más largo, reduciéndose las vacaciones de Semana Santa, a fin de que el alumnado pueda recuperar todo el tiempo perdido durante la primera oleada. En suelo luso, además, se apuesta por los famosos grupos burbuja, por las distancias de seguridad de entre metro y medio y dos metros y por la existencia de una sala en los centros donde poder aislar a cualquier estudiante que presente síntomas.

También tendrán que tener habilitada una habitación de aislamiento las escuelas italianas. El primer país europeo al que golpeó con fuerza la pandemia arranca el curso la tercera semana de septiembre. Como en otros tantos países, la estrategia de Italia pasa por reducir las ratios de alumnos en las clases y garantizar la distancia de seguridad entre ellos. Para ello, ya se han firmado unos 50.000 contratos temporales, se han adquirido más de 2 millones de pupitres individuales y se está estudiando la posibilidad de acondicionar otros espacios –centros deportivos o cuarteles, por ejemplo– para garantizar la separación entre los estudiantes. También se harán pruebas a todo el personal de los centros. Y el uso de la mascarilla será obligatorio en los lugares cerrados. También lo será en Francia a partir de los 11 años en todos los espacios, desde las aulas a los patios pasando por los pasillos. No obstante, otras restricciones como el metro de distancia física o los grupos reducidos para garantizar la máxima separación posible no serán obligatorios “cuando no sean materialmente posibles”, tal y como señaló la semana pasada el ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer.

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Israel busca evitar un nuevo fracaso

Si la experiencia de Dinamarca fue todo un éxito en abril, la de Israel en mayo fue un auténtico fracaso. El país fue uno de los primeros en reanudar las clases en cuanto comenzaron a reducirse los contagios. El problema es que entonces se volvió a una normalidad total, con las aulas abarrotadas. Un problema al que se sumó una asfixiante ola de calor que mantuvo los aires acondicionados de los centros funcionando a pleno rendimiento y que llevó al Ministerio de Sanidad israelí a permitir que los alumnos pudieran retirarse la mascarilla en las escuelas. Se precipitaron y la situación no tardó en escaparse al control de las autoridades. En apenas dos semanas, las autoridades se vieron obligadas a cerrar más de un centenar de centros educativos tras más de tres centenares de positivos. Ahora, casi tres meses después, buscan el aprobado en septiembre. La idea es que los pequeños vayan a clase de forma normal y que a partir de los ocho años se estudie en grupos de 18 como máximo. Además, desde los diez, el plan será semipresencial: dos días en las aulas con mascarillas y distancia de seguridad y tres desde casa.

También en China lo fían todo a una estrategia de enseñanza online y offline combinada. En Pekín, la vuelta a los jardines de infancia, los colegios, los institutos y las universidades será escalonada desde finales de agosto. El metro de distancia de seguridad y la utilización de mascarillas es algo que se da por descontado. Como también la implantación de horarios diferenciados para evitar las aglomeraciones a la entrada y salida de los centros y la separación de espacios para evitar los contactos cruzados, principalmente en las guarderías. No se permitirán tampoco las visitas innecesarias a las escuelas. Es decir, un padre o una madre no podrán acceder al centro a no ser que se le permita expresamente. También serán habituales, por supuesto, las medidas de control sanitarias. Según especifica el canal CGNT, profesores y estudiantes que vivan en zonas de bajo riesgo deberán mostrar el código de salud verde generado en el móvil antes de regresar a clase. Lo que residan en áreas con incidencia media, deberán llevar una prueba de ácido nucleico negativa bajo el brazo en la semana anterior a la reincorporación al centro.

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