90º aniversario de la proclamación de la II República

Un estudio detalla los "tabúes" que aún frenan la memoria histórica en las aulas

Un operario limpia una estatua de Largo Caballero pintada con la palabra "asesino", en Madrid, en octubre del año pasado.
  • Este artículo está disponible sólo para los socios y socias de infoLibre, que hacen posible nuestro proyecto. Si eres uno de ellos, gracias. Sabes que puedes regalar una suscripción haciendo click aquí. Si no lo eres y quieres comprometerte, este es el enlace. La información que recibes depende de ti. 

"El PP no celebra fechas que dividen a los españoles", afirmó desde la tribuna del Congreso Pablo Casado, presidente del PP, el 14 de abril, 90º aniversario de la II República. Y al oírlo, Enrique Díez, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León y doctor en Ciencias de la Educación, tuvo la impresión de que de repente ganaba vigencia su último libro, La asignatura pendiente. La memoria histórica democrática en los libros de texto escolares (Plaza y Valdés), un ensayo que detalla los "tabúes" que han lastrado la penetración de la memoria del siglo XX en las aulas democráticas.

Díez cree que las palabras de Casado desde la tribuna son prueba del “memoricidio” cometido en España, cuyo origen está en el diseño de la Transición y tiene como campo de expresión, antes que la política, las aulas. “Ha preponderado la equidistancia entre los torturadores y las víctimas, los golpistas y la República, los demócratas y los fascistas. Se trataba de no molestar, y así se ha dejado mucho sin enseñar. La consigna era no remover”, expone Díez, que no defiende una “idealización” de la experiencia republicana ante los alumnos, pero sí dejar claro que fue un intento de instaurar “un modelo de justicia social”, con “mayor o mejor fortuna”, que encontró una respuesta de “la oligarquía en defensa de sus privilegios”. Son hechos históricos, recalca.

La Ley de Memoria actualmente en tramitación abarca el campo educativo. El sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas”, recoge la norma. Para ello, “se procederá a la actualización de los contenidos curriculares para Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato”. Además, las comunidades autónomas deberán incluir en la formación del profesorado una “actualización científica, didáctica y pedagógica” del tratamiento escolar de la II República, la Guerra Civil y la dictadura.

La anterior ley, la aprobada en 2007 con el impulso de José Luis Rodríguez Zapatero, no aludía a la educación. De modo que parece que habrá un paso adelante. Ahora bien, ¿será suficiente? A tenor del trabajo de los especialistas, es ingenuo pensar que es la insuficiencia legal la que determina el escaso conocimiento y capacidad de análisis crítico sobre la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista en el alumnado. Hay más problemas y más profundos. ¿Cuáles? Algunas respuestas afloran: el enfoque eminentemente memorístico del proceso de enseñanza, los tabúes de la mayoría de los libros de texto y la escasez de enfoques didácticos que vinculen el aprendizaje sobre estas etapas con la actualidad.

Cinco tabúes

El cambio de los contenidos curriculares resultaría insuficiente para invertir una tendencia apoyada sólidamente sobre las rutinas escolares, señala Enrique Díez, autor de La asignatura pendiente. La memoria histórica democrática en los libros de texto escolares (Plaza y Valdés, 2020). “Los currículos se deberían explicar y detallar mucho más, sobre todo en aspectos como la lucha antifranquista. Pero el problema no es ese. El problema real es que los libros de texto, en torno a los cuales sigue girando casi toda la docencia, no han introducido los cambios que deberían haber introducido, incluso con los currículos ahora en vigor. Para que haya un cambio, hay que cambiar los libros de texto, porque casi todo el tiempo y el currículum escolar gira en torno a ellos”, afirma Díez, atribuyendo su “resistencia” al sesgo ideológico de numerosas editoriales y al deseo de no meterse en polémicas en el aula sobre temas recientes de nuestro siglo XX.

En su investigación, que repasa en detalle los contenidos de libros de Secundaria y Bachillerato de hasta 15 editoriales, Enrique Díez encuentra "cinco temas tabú", a los que en las aulas no se alude o se hace de forma escueta o tangencial.

1) La incautación de bienes a los perdedores de la guerra.

2) El papel de la Iglesia dentro del aparato represor del franquismo.

3) Los responsables y partícipes directos de la represión, con sus nombres y apellidos.

4) El hecho de que una parte de la sociedad civil se implicó en la represión.

5) El –obstaculizado– reconocimiento, resarcimiento y reparación a las víctimas y a los luchadores antifranquistas.

Historia olvidada

El borrado de huellas del golpe de Estado, la guerra y la represión fue sistemático durante el franquismo. Es lógico. ¿Qué aprendizaje crítico del pasado podía convivir con la asignatura de Formación del Espíritu Nacional? El ensayo La guerra que aprendieron los españoles. República y guerra civil en los textos de bachillerato de 1938 a 1983 (Catarata, 2000), de José Antonio Álvarez, Ignacio Cal, Juan Haro y María del Carmen González, ilustra cómo “los contenidos históricos, que fueron regulados y controlados minuciosamente, han determinado buena parte de las bases y de la conciencia social colectiva de las actuales generaciones de españoles adultos”.

¿Ha cambiado eso con los adolescentes contemporáneos? Algo, sí. Pero la enseñanza en este terreno sigue muy lastrada.

El artículo ¿Historia olvidada o historia no enseñada? El alumnado de Secundaria español y su conocimiento sobre la Guerra Civil, obra de seis investigadores encabezados por Laura Arias y publicado en 2019, pone el dedo en la llaga. El artículo, elaborado a partir del estudio de 199 alumnos, parte de una investigación anterior, sobre 811 alumnos de ESO, que arrojaba el siguiente resultado: únicamente un 26,6% fue capaz de definir correctamente qué era una dictadura, mientras que sólo un 20,1% definió con “cierta corrección” el concepto de república. Es interesante relacionar estos datos con otros publicados en 2018 por Carlos Fuertes y Mélanie Ibáñez: casi la mitad (un 45%) de los estudiantes de 4º de ESO y Bachillerato de un instituto de Salamanca consideraban que era innecesario reparar a las víctimas de la represión franquista.

Del currículo a la realidad

Los autores de ¿Historia olvidada...? Se detienen en los currículos del Ministerio de Educación. Los bloques, contenidos y los estándares de aprendizaje están bien articulados. También los criterios de evaluación, como este: “Explicar las causas de que se estableciera una dictadura en España, tras la Guerra Civil, y cómo fue evolucionando esa dictadura desde 1939 a 1975”. El problema es que “la realidad” es “totalmente distinta”, señalan los autores. “La historia que se enseña está más próxima al aprendizaje memorístico de hechos cronológicos y personajes relevantes de la historia. [...] La interrelación de factores de diversa naturaleza es bastante escasa ya que predomina un discurso eminentemente político-institucional, con muy poca presencia de factores sociales y económicos y una casi inexistencia de aspectos culturales. […] Los temas asociados a la Guerra Civil siguen esta pauta, primando la descripción pormenorizada de las fases de la guerra o las diferentes batallas acontecidas durante la contienda y, sin embargo, se muestran ausentes temas que podrían tacharse de controvertidos por no haber sido todavía incorporados a la narrativa colectiva establecida, heredera todavía de la creada durante los cuarenta años de dictadura franquista”.

Los autores destacan que la ubicación temporal en el calendario, al final de curso, “tampoco favorece la correcta” integración del contenido. Los resultados no parecen alentadores en los aspectos concretos. El 46,2% del alumnado erró en la cronología relativa a la Guerra Civil. El error más frecuente se debía a la ampliación del espectro cronológico de la guerra, al adelantar la fecha de inicio a algún momento de los años 20. El 21,1% no introdujo dato alguno relativo a la Guerra Civil. Solo el 32,7% restante situó bien este acontecimiento. En una de las pruebas, los alumnos debían “retrotraerse a la Guerra Civil” y definir con un mínimo de precisión los términos ideológicos de la confrontación. Sólo un 36,2% dieron una respuesta que podría considerarse acertada. Todo ello “imposibilita de entrada cualquier tipo de comprensión en cuanto al periodo en el que se ubica y la concatenación de hechos derivados del propio proceso bélico”, señalan los autores.

En torno al libro

La asignatura pendiente. La memoria histórica democrática en los libros de texto escolares, de Enrique Díez, también es un baño de realidad para quienes pretendan juzgar la docencia sobre la II República, la guerra y la dictadura mirando los currículos. Escasean los desarrollos pedagógicos alternativos y los libros continúan marcados en su mayoría por un relato simplista, superficial y con abundantes muestras de sesgo ideológico, según el ensayo de Díez. “Cerca del 90% del tiempo escolar, sobre todo en Secundaria y Bachillerato, se centra en los libros de texto”, añade Díez, responsable del área de Educación de Izquierda Unida, que elabora su análisis a partir de entrevistas a 610 profesores de Historia y del examen libros de texto de 15 editoriales. Se trata, Díez lo aclara, de un abanico plural, con editoriales de distinta visión, pero donde predomina el respeto a los temas que llama "tabú", apenas abordados.

¿Qué encuentra Díez en los libros de texto? El autor se detiene en todo un catálogo de expresiones de equidistancia. O, incluso, con un tono que evoca la historiografía franquista. Una y otra vez se vincula el fracaso de la República con una insostenible “conflictividad social”. Apenas se abordan las causas y los trasfondos económicos. “Los odios generados por la insurrección de octubre [en Asturias] y su represión, las aspiraciones revolucionarias de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas y la determinación de las derechas de hacerles frente se combinaron para producir una espiral de violencia”, señala un manual de McGraw-Hill de 2º de Bachillerato. La vida política española estaba “asfixiada por el radicalismo proletario”, apunta un libro para el mismo curso de Anaya. Son sólo unos ejemplos entre muchos.

Pero, más que los entrecomillados, el autor se detiene en las corrientes de fondo, en las tendencias. El éxito de la idea de los “dos bandos” es casi absoluto. Esto también lo observan los autores del artículo ¿Historia olvidada...? “Los 101 alumnos que intentaron explicar de manera contextualizada el problema propuesto mencionaron en sus narraciones los bandos enfrentados durante la contienda o la división ideológica posterior a la misma”, apuntan. Díez recuerda en su ensayo unas palabras del historiador Francisco Moreno: “Una democracia nunca es culpable de un golpe de Estado y un gobierno democrático nunca es un bando”. Son frecuentes también en los libros de texto analizados por el autor expresiones como “sectores radicalizados”, “terror simultáneo”... Está extendida la tesis del “todos fuimos culpables”. Díez observa que la Guerra Civil se presenta en la distribución de bloques de contenidos junto a la República, más que junto a la dictadura, como si fuera el “fin inexorable” de aquella, y no la causa de esta.

Las causas objetivas del golpe se diluyen en el clima de “polarización”. Sólo un 37,5% de los libros de ESO y un 50% de los de Bachillerato muestran que la represión del franquismo fue sistemática. Hay más referencias a los campos de concentración de fuera de España que de España. Los hechos se muestran ajenos a la realidad de hoy.

“La guerra se produjo porque no se respetaron las normas democráticas”, señala un manual de Anaya citado por Díez, en este caso de Primaria. No se respetaron. Culpable indeterminado. Predomina sobre el análisis el relato de batallas. Es frecuente la utilización de expresiones eufemísticas para definir una dictadura. “Las autoridades regularon la vida pública y privada de los castellano-leoneses”, señala un libro de ESO de Bruño.

¿Y las mujeres? “La represión inmediata en la Guerra Civil y la posguerra sobre las mujeres afines a la República […] se mantiene prácticamente invisible en los libros de texto”, apunta Díez en su ensayo. El papel de las mujeres en la lucha antifranquista es casi anecdótico, si leemos sólo los libros de texto. Se limita a una “categoría secundaria, auxiliar o de apoyo”, escribe Díez.

Los profesores

ERC pide la devolución al Gobierno de la nueva Ley de Memoria y presenta un texto alternativo

ERC pide la devolución al Gobierno de la nueva Ley de Memoria y presenta un texto alternativo

Son elocuentes las respuestas de los 610 profesores encuestados: “Muchas veces no se llega”, “hay que preparar la selectividad y no da tiempo a todo”, “se da a veces por encima”, “prácticamente no se trata”. Un docente explica: “Hombre, errores de bulto no... Pero sí algunas inexactitudes, bastantes interpretaciones muy cuestionables y muchísima carga ideológica que responde a la visión de las autores o, por qué no, de la editorial... La editorial SM [Santa María] no va a dejar que en sus libros aparezcan vínculos de sus antecesores ligados a la incautación de bienes, por poner un ejemplo. Cada maestrillo tiene su libro y cada editorial su santoral”.

Díez cree que es clave para explicar las deficiencias de enfoque de los manuales la fuerte presencia de la Iglesia católica y sus organizaciones en la industria del libro de texto. Esta cuestión también era abordada, aunque sin meterse a fondo, en el informe sobre España del relator especial de la ONU sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff. El relator observó “inconsistencias entre instituciones educativas públicas y privadas, incluyendo religiosas”. Es un hecho que inevitablemente marca nuestro modelo educativo: un sistema dual, con una rama pública y otra privada financiada con fondos públicos, estando esta mayoritariamente controlada por la Iglesia católica, que fue uno de los pilares del franquismo [ver aquí, aquí y aquí informaciones en detalle]. A ello se añade que los cambios que pretendían introducir las leyes de memoria autonómicas han quedado en “papel mojado”, según el autor de Asignatura pendiente. “Hay toda una cultura escolar, muy instalada, según la cual esto es un tema conflictivo, que trae problemas”, explica Díez, que señala que la polarización, azuzada en al ámbito educativo con polémicas como la del pin parental, empeoran las cosas.

Frente a las demostradas limitaciones de los libros de texto, estudios como La memoria democrática en las aulas de secundaria y bachillerato: balance de una experiencia didáctica, de Vicent Galiana y Cano, han demostrado los buenos resultados de ligar la docencia del siglo XX español a la experiencia cercana. Este trabajo presenta los resultados de la investigación realizada con el proyecto La memòria democràtica com a ferramenta educativa del s. XXI, desarrollado durante en 2017 en el IES Rodolfo Llopis (Callosa d’en Sarrià) al conjunto del alumnado de ESO y Bachillerato, con un total de 18 grupos y cerca de 400 estudiantes. Se trataba de incorporar “el trabajo sobre la historia local como mecanismo de conocimiento del pasado y de aproximación a los valores democráticos”. “La problematización del pasado reciente de su entorno social, cultural y geográfico nos ha permitido avanzar hacia una comprensión empática del pasado que supere el 'contenido de las clases' y se conciba como un aprendizaje para la vida”, concluye el autor.

Más sobre este tema
stats