Crisis del coronavirus

¡Que corra el aire!: los expertos apuestan por abrir las ventanas también en invierno y confiar en los transportes públicos

Varias personas pasean por las calles de Alcalá de Henares.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, aseguró este jueves en su rueda de prensa habitual que la ventilación es "una de las pocas medidas de las que hay cierta evidencia para la reducción de la transmisión de la gripe". Así, por extensión, podría entenderse que la ventilación tiene el poder de reducir el riesgo de transmisión de "enfermedades respiratorias" como el coronavirus, continuó. Casi al mismo tiempo que el portavoz de Sanidad en la crisis del covid-19 pronunciaba esas palabras, Alemania decidía apostar por la ventilación frecuente de los espacios cerrados para luchar contra la enfermedad. "Puede ser una de las formas más eficaces y económicas" de frenar el avance de la enfermedad, afirmó la canciller, Ángela Merkel. "Una ventilación habitual de todos los espacios cerrados públicos y privados puede reducir significativamente el riesgo de contagio", añadió su Gobierno. Según los expertos en salud pública, Alemania va por buen camino. Bajan las temperaturas, pero las ventanas deben permanecer abiertas. O eso, o habrá que reforzar la ventilación artificial, justo por lo que han apostado, señalan las mismas fuentes, las entidades públicas y las empresas privadas de transportes en los que mantener la distancia de seguridad parece una utopía.

Las palabras que pronunció Simón este jueves coinciden a grandes rasgos con lo que muchos expertos ya consideran una evidencia. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en el mes de julio que el coronavirus puede contagiarse en espacios interiores a través de los llamados aerosoles, pequeñas partículas que pueden quedar suspendidas en el aire esperando a ser inhaladas. "No se puede descartar la transmisión de aerosoles, particularmente en lugares interiores", dijo la institución. Lidia Morawska, directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (de referencia para la OMS) de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Brisbane (Australia), añadió en una entrevista en El País que el único remedio para evitar que eso suceda es la ventilación adecuada. Así, explicó, " las gotitas cargadas de virus se eliminan rápida y eficientemente".

Javier Padilla, médico de familia y experto en salud pública, también afirma que la ventilación, a la hora de prevenir un posible contagio, es clave. Aunque antes no se considerara como tal. "Todo lo que ha ocurrido en torno a esto es un ejemplo de cómo se va generando conocimiento en base a algo que al principio nos parecía desconocido. Al principio apostamos todo a que la transmisión se producía por gotas, por lo que simplemente manteniendo distancia se iba a poder evitar el contagio. Sin embargo, cada vez la evidencia es creciente hacia señalar que juega un papel importante la transmisión aérea por gotitas más pequeñas, menores de cinco micras", explica desde el otro lado del teléfono. Esos son los llamados aerosoles.

¿Cuál es esa evidencia que avala sus palabras? Menciona varios estudios. Uno es el que tomó el caso de una mujer que se situó bajo un aparato de aire acondicionado en una cafetería de Corea del Sur. Infectó a 27 personas, más allá de la distancia a la que se situaban. El culpable al que se señaló fue el aparato, que podría haber empujado esas pequeñas partículas expulsadas por la mujer que luego fueron inhaladas por todos los que compartían espacio con ella. Sólo se libraron de la infección aquellos que llevaban mascarilla.

Otro es el encargado por el Ministerio de Ciencia e Innovación al Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GTM) —una organización formada por varios expertos que asesoran a la institución de Pedro Duque en novedades científicas relacionadas con el covid-19. Según concluyó, "los flujos de aire son el problema más difícil de resolver". "En ambientes interiores, la ventilación debe anteponerse al confort. Además, siempre que sea posible, la ventilación natural o forzada es preferible a la recirculación y filtrado del aire", añadió el documento firmado por los expertos.

Padilla coincide con ese diagnóstico. La ventilación es más importante que el confort, sobre todo ahora que la bajada de temperaturas acecha y las oficinas, donde se juntan varias —o muchas— personas, pueden rechazar la apertura de ventanas. "Hay que hacerlo, aunque sea invierno", defiende. "El otro día leí una frase que me gustó mucho, y es que este año hay que ser conscientes de que hay que mantener las ventanas abiertas incluso aunque eso suponga molestias, porque la molestia de no tenerlas abiertas puede llegar a ser mayor", añade. Joan Ramón Villalbí, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS), está de acuerdo. "Igual que en verano decíamos que se mantuvieran las ventanas abiertas aunque se pasara calor, ahora decimos que hay que abrir las ventanas, aunque se pierda el confort térmico. Es muy importante", asevera.

Adaptar las medidas a esa evidencia

El papel que juega la ventilación en la transmisión del coronavirus, por tanto, está probada. Y saber eso es importante, dice Padilla, porque permite adaptar las medidas destinadas a controlarlo. "Ahora hay dos aspectos que sabemos que son fundamentales muy por encima de otros: tiene que predominar el aire libre y hay que seguir usando la mascarilla. Lo segundo para evitar la transmisión del aerosol y lo primero para que el mismo se difumine y no tenga la capacidad de ser infectivo", explica. Por eso, dice, el cierre de parques que pretendía la Comunidad de Madrid y que finalmente no ha sido incluído entre las restricciones firmadas por el Ministerio de Sanidad en el Boletín Oficial del Estado (BOE) tiene poco sentido. "Es una barbaridad" porque "una de las medidas tiene que ser echar a la gente a la calle", afirma. Y apunta a que ese cierre es "una medida clasista", pues quien hace uso de los parques son, sobre todo, los inmigrantes latinoamericanos. "Los parques tienen que estar abiertos", coincide Villalbí. 

No obstante, tal y como explica Padilla, también hay fórmulas para que los aerosoles se reduzcan. A la ventilación, dice, "hay que sumar el intento de que las actividades que se realicen cuando estamos en lugares cerrados sean actividades de baja emisión". "Por ejemplo, hablar a un volumen bajo o normal emite menos que hacerlo en voz alta o gritar. De esta manera, aspectos como por ejemplo quitar el hilo musical de un restaurante o al menos ponerlo en un tono más bajo hace que la gente tenga menos necesidad de hablar así", asegura. 

El Metro es uno de los lugares cerrados más concurridos. En 2019, el de Madrid superó los 677 millones de viajeros; el de Barcelona, los 411 millones de viajes. Habrá que esperar a diciembre para comparar esos datos con los de 2020, pero ya parece claro que las cifras serán menores. Y es que no son pocas las personas que, por temor a un posible contagio, han preferido evitar el transporte público. Pero no hay unos motivos demasiado claros. Según Padilla, precisamente que todos los usuarios viajen con mascarilla, y la mayoría en silencio, hace que el Metro no concentre una alta cantidad de aerosoles. Él y Villalbí tienen claro que el transporte público —sea cual sea— no parece un entorno de demasiado riesgo. 

La ventilación y el transporte público: combinación posible

Ha sido una de las dianas a las que han apuntado algunos dedos acusadores que han intentado explicar el aumento de los contagios, sobre todo en la Comunidad de Madrid, zona cero de la pandemia. Las redes sociales han mostrado en numerosas ocasiones el estado en el que los madrileños y madrileñas se suben cada día a los vagones de su Metro. Todo viajero lleva puesta su mascarilla, pero en ocasiones mantener la distancia de seguridad se convierte en un imposible. Y eso es lo que las autoridades sanitarias han recomendado una y otra vez. El vicepresidente del Ejecutivo regional, Ignacio Aguado (Cs), intentó salir al paso de las críticas asegurando que "no se ha producido ni un solo brote en el Metro de Madrid". Verificar la afirmación es complicado, puesto que el rastreo en un medio como ese también lo es. En cualquier caso, teniendo en cuenta que el suburbano es un transporte público y cerrado, la ventilación adecuada podría disminuir sus riesgos, tal y como los expertos han explicado.

Según fuentes del Metro de Madrid, las medidas ya son las adecuadas. "En Metro de Madrid, la renovación del aire de los trenes se realiza a través de dos vías: con la apertura y cierre de puertas en cada parada; y a través de los equipos de climatización que se encuentran en cada coche. Estos equipos expulsan al exterior una parte del aire del interior del coche mientras que otra parte se trata, calefactándola o climatizándola, en función del momento del año. El aire tratado se mezcla con aire exterior y se introduce todo el caudal de nuevo en el coche", explican las fuentes. En hora punta, cuando más viajeros acumula, el volumen del aire se renueva "hasta 29 veces en una hora". Es decir, "cada 2,5 minutos en una hora", de media. Todo se hace, añaden, "conforme a la normativa UNE-EN 14750-1, donde se establecen los parámetros de confort de diseño para el material móvil suburbano". 

Pero no sólo es el Metro. Trenes, autobuses, aviones… Todo transporte no privado en el que se comparte viaje con varios pasajeros —y más si son desconocidos— puede generar inquietud. Y de hecho la genera. Según un estudio de Toluna, una compañía especializada en investigación online, nueve de cada diez españoles siente temor ante la perspectiva de compartir viajes con desconocidos. Una sensación que ha podido verse agravada por la campaña en la que el Gobierno apostó por priorizar el "vehículo privado", ya fueran bicicletas, motocicletas o coches.

Ya finaliza el mes de septiembre, se pueden poner cifras a ese miedo. En el caso de los aeropuertos, y según las estadísticas de tráfico aéreo de Aena, en agosto de este año pasaron por los aeropuertos españoles un total de 8,9 millones de pasajeros, un 69,6% menos que el año anterior. Sin embargo, y según las aerolíneas, viajar en avión no supone un riesgo. Así lo explica, por ejemplo, Iberia, cuyo senior manager de Estándares y Procedimientos, Jesús Elices, grabó un vídeo explicando el funcionamiento de los filtros HEPA, similares a los usados en los quirófanos y muy habituales en todos los aviones. "Todo el aire que introducimos en cabina es aire estéril", "higienizado" y libre de "cualquier patógeno". "Recirculamos el aire cada dos o tres minutos", explica Elices. 

Una frecuencia similar es la que tienen los autobuses interurbanos, según explica el Consorcio Regional de Transportes de Madrid a infoLibre. No obstante, apuntan las fuentes del organismo, la frecuencia aumenta "cuando se mantienen abiertas las ventanillas y cada vez que se abren las puertas del vehículo". Aun así, "buena parte de la flota de autobuses está incorporando otros sistemas de mejora de calidad del aire, como la instalación de filtros de carbono activo con un 99% de filtración; purificadores de aire en la entrada del aire interior al circuito de climatización; o ionizadores", una técnica empleada también por autobuses de larga distancia de Alsa.

Tal y como dice la compañía, se ha maximizado "la renovación y purificación del aire interior mediante la instalación de nuevos filtros de carbón bioactivos, gracias a los cuales se renueva el aire interior de forma permanente durante el viaje, eliminando el 99% de partículas". 

"Se ha estigmatizado el transporte público"

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Si esto es cierto, ¿por qué nueve de cada diez españoles reniega del transporte público por temor al virus? Álvaro Heredia, experto en movilidad y gerente de la empresa de autobuses municipal de Valladolid, asegura que el Metro, los autobuses o los trenes han sido "estigmatizados" sin razones de peso. "Nunca ha sido un lugar de transmisión más relevante que otros. Hay otros lugares con transmisión más importante y no se pone el foco en ellos. Nadie habla de los centros de trabajo o de las discotecas o de otros sitios que son polvorines comparados con el transporte público", critica. ¿Por qué ocurre? "Porque nadie defiende al transporte público", explica. 

Pero, ¿en qué se basa para afirmar que no existe peligro? Para explicarlo, Heredia tiene en cuenta tres factores determinantes para la transmisión del SARS-CoV-2. El primero son las aglomeraciones. "No ocurren a todas horas, el 90% del tiempo no las hay", sostiene. El segundo, la ventilación. "Los transportes públicos tienen de los mejores sistemas de ventilación que hay, mucho mejores que los de una discoteca o una oficina", asegura. Y el tercero, la interacción. Admite que "no se cumple la distancia de seguridad", sobre todo en ese 10% del tiempo que hay aglomeraciones, pero incide que "la gente no va chillando, ni se quita la mascarilla, ni habla con otras personas". 

Hasta ahora, un estudio elaborado en los metros de Japón y Franciaafirma que en sus instalaciones se ha producido un total de 0 brotes.

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