moción de censura de Vox

Una ruptura sin consecuencias más allá de la derecha: Casado no cambiará en nada su oposición al Gobierno

El líder del PP, Pablo Casado, en la tribuna del Congreso.

Fernando Varela

En política “nunca nada es definitivo y hay que estar preparado siempre para todo”. La frase de la portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, pronunciada la víspera del inicio del debate de la moción de censura de Vox, encerraba una bomba. El presidente conservador, Pablo Casado, desató el jueves toda su artillería verbal contra el líder ultra, Santiago Abascal, después de ocultar cuidadosamente, durante meses y hasta el último minuto, su decisión de poner fin a años de silencio frente a la derecha extrema. La decisión de Abascal de desafiar el liderazgo de la derecha, como en su día intentó hacer Albert Rivera, fue la gota que colmó el vaso de su paciencia.

En el PP están eufóricos con su jefe de filas. Celebran que fuese capaz de tomar por sorpresa a Abascal, dejar claro quién es el líder de la oposición y marcar distancias en asuntos clave como la Unión Europea, el estado autonómico o la apertura de mercados. Sin ceder, al mismo tiempo, ni un centímetro en la primera fila de la batalla contra el Gobierno de coalición, donde los conservadores no tienen la menor intención, según fuentes del partido consultadas por infoLibre, de dar tregua a Sánchez, a Iglesias y a sus aliados independentistas.

Los de Casado vivieron el cierre de la moción de censura como una victoria en toda regla. Y, de momento, no se muestran preocupados porque el inicio de hostilidades con Vox pueda complicar las cosas a los gobiernos autonómicos en los que dependen de sus votos (Madrid, Andalucía y Murcia) así como en la capital.

Casado, desde la tribuna, no dejó lugar a dudas sobre la envergadura de su envite. “En estos dos años como presidente del PP no he contestado a sus provocaciones por respeto a sus votantes y también porque me resistía a creer su estrategia irresponsable y corrosiva para España”. Pero “es hora de poner las cartas sobre la mesa. Hasta aquí hemos llegado”, proclamó. “Acepto el órdago”.

Lo que quiere Abascal, acusó, “no es cambiar el Gobierno, que bien sabe que no lo va a conseguir, sino suplantar al PP. Pero abandone toda esperanza. No es el primero que lo intenta”. Hizo así una referencia velada a Rivera cuando el año pasado creyó estar en condiciones de suplantar a Casado como líder de la oposición. “Pero sí le aseguro que será el último, el tiro le ha salido por la culata”, concluyó.

Casado se revolvió contra Abascal pero dejó claro que eso no significa en absoluto que vaya a cambiar de estrategia frente a Sánchez. Lo dijo en su discurso, en el que mantuvo las críticas implacables que han presidido su discurso desde el comienzo de la legislatura. Y lo ratificó poco después cuando despreció la enésima oferta del presidente para negociar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). A través de un tuit, firmado por su número dos, Teodoro García Egea, el PP aseguró que no piensa renunciar a ninguna de las tres condiciones que ha puesto a Sánchez para pactar la composición del nuevo Consejo, en funciones desde hace dos años. A saber: que Unidas Podemos no participe en el proceso, que los elegidos no tengan pasado en la política —tampoco la persona que ocupe la Fiscalía— y que PSOE y Unidas Podemos retiren definitivamente su proyecto de reforma para que, en caso de bloqueo, la renovación de los doce vocales que proponen los jueces se pueda llevar a cabo por mayoría absoluta y no necesariamente con el respaldo de 3/5 de los diputados del Congreso.

En el PP se sienten reforzados. Creen que, contra todo pronóstico y gracias a la estrategia de su líder, la moción de censura ha salido muy bien para ellos. Varios diputados citados por Europa Press aseguran que recibieron la intervención de Casado como una “inyección de moral” y de “ánimo” y que su definición del partido como “fuerza tranquila” y “moderada” es la mayoritaria dentro de la formación y de la sociedad. El discurso, aseguran las mismas fuentes, es para algunos de ellos el primer paso para conformar una alternativa que les lleve de nuevo al Palacio de la Moncloa.

Un optimismo, que, sin embargo, no es unánime en las filas conservadoras, donde ya hay quien teme las consecuencias de la ruptura con Vox. Es el caso de la exportavoz en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo, según la cual el PP debería haber optado por la abstención. “Creo que el PP debería haberse abstenido en la moción de censura y lo he reiterado en la reunión del Grupo Popular que el PP ha celebrado después del Pleno”, reveló Álvarez de Toledo, que reprocha a la dirección de su partido que esa reunión se haya producido a posteriori y no antes de votar la iniciativa de Vox.

Las quejas de Álvarez de Toledo

La diputada conservadora cree que el voto debía haber sido abstención por entender que el PP “no debía avalar con sus votos la continuidad de Pedro Sánchez en el Gobierno”. En su opinión, la abstención reflejaría “mejor” la voluntad del PP de “reconstruir el ancho espacio del constitucionalismo español”. Y cree además que la “impugnación ad hóminem” de Abascal ha sido una “injusticia” y un “error”. “Me pregunto con grave inquietud si el proceso iniciado hoy conduce a la voladura de Vox o solo a la voladura de los puentes con los votantes de Vox”. “Tenemos que reconstruir la trama de complicidades. La de afectos está, a partir de hoy, bastante más difícil”, concluyó.

Los barones del PP, en cambio, se sumaron a la fiesta. Al menos en público. “Hoy ha quedado demostrado que España necesita a Pablo Casado de presidente y al proyecto que presenta el PP. Enhorabuena”, manifestó el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, según la cual Casado es la “la única alternativa posible al gobierno de PSOE y Podemos”. “El PP ha sacado a España de varias crisis y lo volverá a hacer pronto si los españoles le dan su confianza. Quizá otros puedan permitirse estos juegos. España y los españoles, no”.

Para el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, Casado ha demostrado “con contundencia que la alternativa a Sánchez e Iglesias no puede ser liderada desde la ruptura, el populismo, o la demagogia”. Y el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, afirmó estar “orgulloso” de Casado, quien ha estado “a la altura de lo que demandan los españoles y ha demostrado una vez más que el PP es un partido de Gobierno”. "Es el presidente que necesita España”, sentenció en su cuenta de Twitter.

También el presidente de Murcia, Fernando López Miras, estaba contento: “Hoy ha quedado demostrado que España necesita a Casado como presidente del Gobierno”. “Altura de miras, contundencia y un claro sentido de Estado para que nuestro país salga adelante en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia reciente”.

Otra cosa es la preocupación que la dureza de la ruptura con Vox hasta despertado entre los barones que dependen su los votos ultras. Santiago Abascal todavía bajo los efectos de la impresión que le causó la intervención de Casado, evitó amenazar con una guerra en todos los frentes, pero el malestar de la dirección de Vox es más que evidente. La formación ultra emplazó al PP a aclarar qué relación quiere mantener con ellos.

La intervención de Casado, declaró a EsRadio su portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, “ha estado absolutamente fuera de lugar, equivocado y seguramente ya se está arrepintiendo”. “Vox”, advirtió, “no tiene ningún compromiso con el PP en ningún sitio más allá de los acuerdos que suscribieron de formación de gobiernos”. Si el PP quiere sacar adelante los presupuestos con autonómicos y municipales con su ayuda tendrá negociar con Vox. Y eso significa que tendrá que haber una llamada en la que expliquen cómo quieren encajar esa conversación con el debate de la moción de censura.

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El enfado de los ultras se hizo sentir inmediatamente allí donde los presidentes del PP son más dependientes de sus votos. El grupo de Vox en el Parlamento andaluz suspendió inmediatamente una reunión que tenía este jueves fijada con el consejero de Hacienda, Juan Bravo, para seguir avanzando en las negociaciones sobre el presupuesto de la comunidad para 2021. Su portavoz, Alejandro Hernández, confirmó que se ha acabado la relación de “confianza” con el PP andaluz, con el que tiene suscritos acuerdos de investidura y presupuestarios, y advirtió de que a partir de ahora serán “más exigentes” ante las negociaciones sobre los presupuestos de la comunidad para 2021, que van a ser “replanteadas”.

El grupo parlamentario ultra en Murcia anunció a su vez la presentación de una enmienda a la totalidad del proyecto de Presupuestos redactado por el Gobierno PP-Cs. Y en Madrid, donde tampoco hay presupuestos, el Grupo Parlamentario de Vox en la Asamblea de Madrid advirtió a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que no haga como Casado y que “no muerda la mano” del grupo político que les permite gobernar en la región.

La preocupación se extiende además a Ciudadanos, socio necesario de esos gobiernos que dependen de Vox. Su portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal, pidió a Vox que ponga a España por delante de los intereses partidistas y no se plantee poner en peligro los gobiernos autonómicos por un “berrinche”, así lo definió, con Casado.

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