Guerra en derecha

La tensión entre Casado y Abascal eleva las exigencias de Vox allí donde el PP necesita a los ultras para gobernar

El líder del PP, Pablo Casado, agradece a sus diputados los aplausos después de  enfrentarse a Vox en el Congreso.

Vox no ha concretado hasta dónde va a dejar que el PP sienta que le debe la presidencia de tres comunidades autónomas y varios ayuntamientos, entre ellos el de Madrid. Pero sí que, a partir de ahora, se ha encarecido su voto. Si los conservadores y sus socios de Ciudadanos quieren su respaldo para sacar adelante sus proyectos, en especial los Presupuestos para 2021, deberán aplicarse más.

El desmarque del PP ha servido al partido ultra, liderado por Santiago Abascal, para construir el discurso de que a partir de este momento Vox es la única oposición. Y que aunque estén solos en el Congreso, porque según ellos Casado ahora se ha convertido en un aliado del Gobierno de coalición, en realidad están con la mayoría de los españoles.

Con el 'no' a la moción de censura, el PP dijo no "a la existencia de Vox" y se sumó a la "estigmatización" de sus votantes, sostienen los líderes de la derecha extrema. Vox ya es "la única oposición”, porque no comparte "mantel ni cama redonda" con socialistas, conservadores y naranjas en "cenas lujosas" en las que se incumplen las restricciones que se imponen al resto de la ciudadanía, en referencia a la controvertida cena organizada por el diario digital El Español.

"Si creen que nos hemos quedado solos están muy equivocados, no es que Vox se quede solo, es que ya sólo queda Vox", insistió también el portavoz parlamentario ultra, Iván Espinosa de los Monteros.

De momento, la ofensiva de Vox contra partido matriz, del que han salido muchos de sus dirigentes, es sólo verbal y no se ha traducido en nada serio, más allá de hacer perder al PP votaciones menores en el Ayuntamiento de Madrid, en un intento de castigar al alcalde, José Luis Martínez Almeida, que también es una pieza clave del equipo de Casado.

Es en la capital donde la tensión es más evidente. Esta semana la abstención de PP y Ciudadanos ha imposibilitado la reprobación en Cibeles al "Gobierno de la muerte, la ruina, el paro y la desesperación", propuesta en el pleno municipal por Vox, con el rechazo explícito de Más Madrid y PSOE. "No hay nada mejor que la derecha valiente", ironizó el alcalde antes de acusar a Vox de "utilizar a los madrileños" después de que "la estrategia en el Congreso", con la moción de censura, "no les haya salido bien”. Por eso, denunció, "Vox ha votado nueve veces con Más Madrid y PSOE".

Tras la quiebra provocada por la moción, Vox asegura haber entrado en una nueva fase en la que enfocará su discurso en la defensa de propuestas concretas para tratar de ofrecer la imagen de un partido “con hechuras de Estado” y listo para asumir el poder. Los ultras creen que la actitud de PP les deja el campo libre para asumir “la única oposición”.

Detrás de esta estrategia está la intención de captar en los “millones” de votantes que, según el líder del partido, Santiago Abascal, se han quedado ‘huérfanos’ tras el portazo del PP en la moción de censura. Para conseguirlo, durante toda la semana los líderes de Vox han tratado de hacer ver que existe un acercamiento entre el Gobierno y el PP “muy claro, notorio y público”.

Y aunque la tensión no se ha concretado en dificultades para el PP, sí ha servido para recordar la debilidad, y sobre todo la dependencia, de los gobiernos de PP y Ciudadanos en comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia, en las que están a expensas de la voluntad de los ultras para sacar adelante los presupuestos. Esa será la verdadera prueba de fuego que demuestre si se han deteriorado de verdad las relaciones entre las tres derechas, especialmente entre PP y Vox, o si en realidad se imponen sus muchas coincidencias.

En el caso de Andalucía, la congelación de las negociaciones presupuestarias decretado por Vox, que anticipa un encarecimiento de los votos de los ultras, ha llevado al PP a intentar presionar a los de Abascal especulando con la posibilidad de pactarlos con PSOE-A o Adelante Andalucía, formaciones con las que la Consejería de Hacienda también está manteniendo negociaciones.

No obstante, el PP andaluz cree que la tormenta pasará. Su portavoz parlamentario, José Antonio Nieto, sostiene que no hay nada “insalvable” con Vox”. Sólo lo que considera una “situación exógena que no tiene nada que ver con la negociación ni con el contenido del presupuesto”, alegó en referencia a la decisión de Pablo Casado de poner fin a la política de no agresión con los ultras y pasar al ataque. “Ellos tienen sus tiempos, tenemos que respetarlo, pero los presupuestos también tienen los suyos, y esperemos que los respeten”, añadió Nieto.

Ciudadanos Andalucía también se aplicó esta semana en tratar apagar el incendio desatado en las filas de la derecha. Su portavoz parlamentario, Sergio Romero, hizo una apelación “a la responsabilidad y a la colaboración” y se negó a creer que Vox “haya cambiado su actitud y sus requisitos para compartir los Presupuestos” tras perder la moción de censura.

Sin problemas en la Comunidad de Madrid

En la Comunidad de Madrid, en cambio, la tensión entre los dos partidos apenas se ha dejado sentir. De hecho, la portavoz ultra, Rocío Monasterio, se ha convertido en una aliada fiel de la presidenta Isabel García Ayuso en el pulso que mantiene desde hace ya tiempo con su socio de Gobierno, Ignacio Aguado (Cs), a quien considera un “infiltrado de Sánchez”. Monasterio respalda la política de Ayuso contra la pandemia, que huye de las restricciones de movilidad y de las limitaciones a la actividad económica, y la contrapone a Aguado, que según ella “lo que quiere es cerrar Madrid, llevar a la ruina miles de negocios, familias” y promover "colas del hambre”.

Rocío Monasterio dejó muy claro el miércoles que su guerra no es con Ayuso: “Nosotros no vamos a estar en el rencor... vamos a promover aquellas políticas que sean buenas para los madrileños. En Madrid es necesario un presupuesto de emergencia que dé respuesta a la emergencia social, la educación, la sanidad, la dependencia y todo lo demás es secundario. Tememos que recortar en gasto político”.

Otra cosa es la actitud de Vox con el resto del PP, especialmente el de Casado. Tras la derrota de la moción de censura y, sobre todo, después de que el líder conservador decidiese hacer frente a Abascal en la pugna por la hegemonía del espacio de la derecha, Vox ha movilizado toda su maquinaria de propaganda para difundir la idea de que el PP se ha convertido en un aliado de Sánchez, lo que a su vez le convierte en cómplice de los herederos de ETA porque el PSOE ha decidido incluir a EH Bildu en las negociaciones que lleva a cabo en el Congreso en busca de mayorías que le permitan, entre otras cosas, sacar adelante los Presupuestos de 2021. Desde que se votó la moción, en sus comparecencia públicas los líderes ultras sugieren que Casado ya está negociando con Sánchez “cerrar las ciudades y cómo van a repartirse los jueces” en el Consejo General del Poder Judicial, pese a que, al menos de momento, nada sugiere que ambos hayan abierto diálogo alguno sobre ambas cuestiones.

De esa escalada dio muestra en el último pleno del Congreso la portavoz ultra Macarena Olona, que aprovechó su turno de preguntas al Gobierno para arremeter contra el PP por haber votado en contra de su moción de censura y haber tenido la “poca vergüenza”, según ella, de situarles en la “extrema derecha”.

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Olona aseguró que la izquierda ha logrado ya “domesticar” a los de Pablo Casado. Para ellos, remarcó, el PP es "la única derecha admisible, sumida, complaciente y contemplativa" con la que, por cierto, comparten "la corrupción".

No obstante, y pese al tono altisonante de algunas declaraciones, lo de Vox es una estudiada representación que no afecta en realidad al fondo de lo que une a los partidos de la derecha, como se hizo visible este miércoles en el Congreso. Una votación sobre una propuesta del PP para reconducir los desequilibrios de la deuda y el déficit sin subir impuestos dividió nítidamente la Cámara en dos: en contra votó la mayoría del hemiciclo (PSOE, Unidas Podemos, Esquerra Republicana, Junts, PNV y EH-Bildu, entre otros). En auxilio del PP acudieron Vox, Cs y Foro Asturias.

El lunes ya lo dejó claro el portavoz del partido, Jorge Buxadé. “No va a cambiar nada. Que nadie espere ningún acto de revancha o venganza” en las comunidades y municipios en los que el poder de la derecha depende de Vox.

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