Crisis del coronavirus

La apertura del Isabel Zendal apaga Ifema y deja en 'coma inducido' una inversión sanitaria de más de 2,5 millones

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El pasado 1 de mayo, la Comunidad de Madrid respiraba algo más tranquila tras dos meses resistiendo los duros envites del coronavirus. Los contagios seguían bajando progresivamente. Y la presión asistencial era cada vez más reducida. Una imagen positiva de la situación que llevó al Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso a adelantar al Día de los Trabajadores la clausura del hospital de campaña de Ifema, prevista en principio para la primera quincena. Entre bocadillos de calamares, protestas del personal sanitario y ausencia de medidas de seguridad, el proyecto estrella del Gobierno madrileño bajó la persiana. No se vendió como un cierre definitivo. Más bien, era un “apagado” temporal hasta que volviera a ser necesaria su reactivación. Sin embargo, la construcción y la próxima puesta en marcha del Hospital Enfermera Isabel Zendal, convertido en la nueva joya de la corona de Ayuso, aventuran que el Ifema de campaña no volverá a despertarse más y que el desembolso hecho en su día para adaptar estructuralmente los pabellones al uso sanitario caerá en saco roto. Una inversión que en su momento ascendió a más de 2,5 millones de euros.

Ifema echó a andar en la cuarta semana de marzo, cuando las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de varios hospitales de la región ya se encontraban al doble de su capacidad con pacientes de coronavirus. Desde entonces, y hasta su cierre, se produjeron al menos 238 adjudicaciones con el recinto ferial como epicentro, según los datos que arroja el Portal de la Contratación Pública. De ellos, algo más de dos centenares eran compras de material de uso sanitario –equipos de protección individual, batas desechables, cabinas plomadas, vendas o gasas, entre otros– o mobiliario –frigoríficos, taquillas, camas, aspiradores, estanterías, perchas o relojes, entre otros–. Compras que pueden guardarse para cuando sean necesarias. De hecho, en junio se contrató a una firma para el desmontaje y almacenamiento hasta finales de año del contenido de los pabellones usados en los momentos más críticos de la pandemia. Adjudicaciones que se sumaron a las de la gestión de la restauración, la limpieza o el mantenimiento, servicios que sólo estuvieron activos durante los meses en los que funcionó.

Pero más allá de estos desembolsos, la utilización del centro como lugar de atención a pacientes con coronavirus también requirió de un plan de adaptación para la atención sanitaria. Y, en este sentido, la obra más importante fue la infraestructura de gases medicinales –oxígeno, aire o vacío medicinal–. El objetivo era poner en marcha un esquema que permitiese llevar estos productos a todas las camas instaladas en los pabellones –unas 1.300 en los momentos más críticos–. Para ello, fue necesario levantar en las galerías de servicio más de 20 kilómetros de tuberías. Por cada cinco metros, un registro de instalación hacia ambos lados. Además de dos tanques de almacenamiento fuera del recinto ferial. “En total, logramos completar una instalación como ésta, la más importante de España a día de hoy, en menos de siete días”, señalaba a comienzos de mayo en declaraciones a Vozpópuli Javier Godoy, director de Carburos Metálicos, una de las empresas que se hizo cargo de estos trabajos en el hospital de campaña, en los que también colaboraron efectivos del Cuerpo de Bomberos de Madrid.

Además de Sociedad Española de Carburos Metálicos, la otra empresa que se hizo con el encargo fue Air Liquide Healthcare España, uno de los gigantes de este sector de tan reducido tamaño en nuestro país –existen cinco grandes grupos, según la Asociación de Fabricantes de Gases Industriales y Medicinales (Afgim)–. Ambos contratos de emergencia se suscribieron el 20 y 21 de marzo. Y, en los dos casos, la duración estimada de los trabajos era de once días. El precio que pagó el Ejecutivo madrileño ascendió a 2,54 millones de euros, según figura en el Portal de la Contratación: 1,76 millones para Carburos Metálicos y 786.671 euros para Air Liquide. De hecho, las gigantescas tuberías de cobre especial en las galerías fue de lo poco que se dejó en el interior de los pabellones cuando se desmontó Ifema. La idea era conservar la instalación “por si fuera preciso abrir de nuevo”, algo que se podría hacer “en menos de 48 horas”, según explicó el director general del recinto ferial, Eduardo López Puertas, un día antes de que se bajara la persiana. De hecho, fue una opción que barajó el Ejecutivo regional a mediados de septiembre, en plena segunda ola.

Un proyecto arquitectónico para adaptar las instalaciones

En la puesta en marcha del sistema de canalización también participaron los trabajadores de Ferrovial. “La labor más importante de la semana que entraba (23-29) era diseñar e instalar las tuberías de gases medicinales y fabricar tres líneas de conductos (aire, oxígeno y vacío) con la calidad suficiente como para prestar servicio asistencial a pacientes en situación grave”, explican la compañía en su página web. En este caso, la constructora no había suscrito ningún contrato específico para estas tareas, a diferencia de las otras dos firmas. Pero sí que había conseguido una adjudicación por valor de 176.225 euros para el “servicio de montaje” del hospital de campaña. Si había que poner camas, sus trabajadores estaban allí. Y si se necesitaban manos para las tuberías, la firma también arrimaba el hombro. La adaptación de las instalaciones del recinto ferial para uso sanitario, además, necesitó de un proyecto. Un trabajo que se encargó por la vía de emergencia –como la inmensa mayoría de los contratos durante la pandemia– a Estudio Chile 15 Arquitectos, firma que cobró por su diseño 52.030 euros.

Diez días después del cierre de Ifema, la presidenta regional anunció que en otoño la Comunidad de Madrid tendría un nuevo centro sanitario. Era el anuncio oficial del levantamiento del Enfermera Isabel Zendal. “Tendrá 1.000 camas que estarán siempre en funcionamiento, pero que se irán destinando a las epidemias que puedan ir viniendo, del covid o de la gripe, para que no se congestionen los hospitales. Tenemos la parcela y estamos a punto de ultimarlo. No es un hospital de emergencias, porque es de mejor calidad y permanente. En este caso, va a estar durante los próximos años destinado al covid. Mientras tanto, Ifema está apagado, no desmontado, y en verano se guarda el material por si hay que volver a activarlo, pero las cañerías de oxígeno ya se quedarán para toda la vida”, dijo en una entrevista en El Mundo. Ahora, con el Isabel Zendal a punto de echar a andar, el hospital de campaña vendido como un milagro por el Ejecutivo regional ha caído en el olvido. Con el nuevo centro, la monstruosa instalación de gases medicinales quedará en desuso. Una inversión de casi tres millones que estará de forma indefinida en coma inducido.

“Se ha convertido en dinero a fondo perdido”e ha convertido en dinero a fondo perdido

“Todo está siendo una improvisación constante. Los millones que se invirtieron en su momento en poner en marcha Ifema caen en saco roto en el momento en el que se anuncia un nuevo centro que, según dijeron en un primer momento, está pensado para hacer lo mismo que se hacía en Ifema. Es un dispendio más”, dice la portavoz de Unidas Podemos en la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid, Vanessa Lillo. En la misma línea se expresa su homólogo en el PSOE, José Manuel Freire. En conversación telefónica con infoLibre, el médico especialista en neumología enmarca la apertura del recinto ferial como hospital de emergencia dentro de una campaña “mediática” del Ejecutivo regional. “Fue un error abrirlo primero y luego cerrarlo. En una situación de pandemia, Ifema nunca va a funcionar como feria. Si dejaron parte de la estructura lista para reactivarlo, no se explica que luego empezaran a construir Valdebebas. Si se preparó para poder ser utilizado de forma temporal, no tiene sentido que ahora no vayan a usarlo. Ifema está en dique seco”, sentencia el diputado socialista en la Cámara regional.

Con ambos coincide también Mónica García, portavoz de Más Madrid en la Asamblea y cara visible del grupo político en todas aquellas cuestiones que tienen que ver con el ámbito sanitario. “Todo lo que tiene que ver con la adecuación sanitaria del lugar, se ha convertido en dinero a fondo perdido”, detalla la también anestesista en el Hospital 12 de Octubre. Y una de esas inversiones en las que pone el foco es, justamente, la del sistema centralizado que se encarga de llevar por tuberías hasta las tomas que se encuentran en los cabeceros de las camas los gases necesarios para la conexión, por ejemplo, de un respirador. En este sentido, recuerda que el dinero se lo llevaron firmas potentes del sector a pesar de que en los trabajos de instalación también participaron cientos de voluntarios. Algo que contaba en un vídeo de Abc uno de los bomberos que colaboró en los trabajos a finales de marzo: “Personal autónomo, personal parado, que con toda su buena fe, su buena voluntad, su forma altruista de ver las cosas, con sus herramientas, con su material, con sus cosas, han venido a ayudar a que esto esté hoy como está”.

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Para la oposición, el Zendal, que se comenzó vendiendo exclusivamente como un centro para hacer frente a pandemias o grandes catástrofes pero que ahora se contempla también para el tratamiento de otras patologías si es necesario, es otro dispendio más de dinero público durante la pandemia. La previsión de gasto que se hizo para la construcción del nuevo centro, al que Freire rechaza tajantemente llamar “hospital” porque “no está perfectamente definido” como tal, ascendía a 51,7 millones de euros. Sin embargo, la semana pasada la Consejería de Sanidad ya reconocían la existencia de sobrecostes. Ahora, el coste previsto es de 100 millones de euros, el doble de lo calculado inicialmente. Un incremento que achacan a “mejoras” incorporadas –aumento de la superficie construida o el aumento de la altura del Centro Logístico Sanitario para su robotización, entre otros–. Ese será, de momento, sólo el precio a pagar por levantar la estructura. Un coste al que luego habrá que sumar, además, los contratos para la gestión de los servicios de seguridad, mantenimiento, limpieza, alimentación, lavandería y recogida de residuos. Licitaciones de las que aún no se sabe nada.

Todavía no se sabe el momento exacto en el que el Enfermera Isabel Zendal comenzará a funcionar. Por el momento, ha comenzado el procedimiento de adscripción voluntaria de personal sanitario para que eche a andar el segundo de los tres módulos de hospitalización con los que contará el centro. La Consejería de Sanidad espera encontrar 669 profesionales sanitarios en los próximos días que quieran dejar sus hospitales de origen para desplazarse al nuevo proyecto estrella de Ayuso. Si no hay voluntarios suficientes, se recurrirá al traslado forzoso de todos aquellos que fueron contratados de forma temporal como refuerzo para hacer frente a la pandemia de coronavirus. Todo lo que haga falta para que la nueva joya de la corona del Ejecutivo madrileño, que Ayuso ya ha propuesto como almacén central para una futura vacuna contra el coronavirus y que Fernando Simón ha rechazado porque las dosis “rara vez tienen largos periodos de almacenamiento”, pueda encender las luces cuanto antes. Esas que se apagaron el pasado 1 de mayo en los pabellones del Ifema y que no parece, con la construcción del Zendal, que vayan a volver a activarse para tratar a enfermos. A pesar de las importantes sumas de dinero público que se metieron en el proyecto.

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