Crisis del coronavirus

La pesadilla de volver a casa por Navidad desde fuera de España: PCR a más 100 euros, un sinfín de trámites y mucha incertidumbre

Varios viajeros a su llegada al aeropuerto de El Prat de Barcelona.

La emigración española pelea por volver a casa estas navidades. Y no lo tiene fácil. Los residentes en el extranjero se enfrentan a una serie de requisitos que consideran "prohibitivos" y "clasistas" para poder regresar con sus familias en estas fiestas. Encaran, además, una "presión psicológica" difícil de gestionar. Mientras la movilidad entre las comunidades quedará permitida por motivos de "reagrupación familiar", esas razones de peso quedan condicionadas para quienes residen en el extranjero.

Desde el pasado 23 de noviembre, toda persona que se encuentre en un país de riesgo –el listado incluye 65 territorios– deberá contar, si quiere retornar a España, con una PCR negativa realizada las 72 horas previas al viaje. El certificado que acredite ese resultado deberá estar en inglés o español, y tendrá que contar con los datos del pasaporte o DNI de la persona. Se trata de requisitos inapelables para quienes viajen por vía aérea o marítima, pero no para quienes decidan trasladarse en tren, autobús o coche.

De frustración habla Alba Fernández. La joven de 29 años llegó a Brighton (Inglaterra) hace tres años y medio. Trabaja en el sistema nacional de salud del país y mira con preocupación la vuelta a su Noia (A Coruña) natal. En su caso, trabajar como sanitaria le obliga a someterse a pruebas de antígenos dos veces por semana. "Están dando negativo, pero si quiero viajar a España esa prueba no me vale", lamenta. Alba dice entender la prudencia, pero reprocha los excesivos requisitos: "Entiendo que pidan pruebas por seguridad, pero no nos lo pueden poner imposible".

Alba conoce "un par de compañías privadas que ofrecen las pruebas", pero conseguirlas cumpliendo con todas las condiciones dictadas no es tarea sencilla. "Hay que pedirla por correo, pero no te aseguran cuándo van a llegar los resultados". Además, lamenta, "te piden que la pagues por anticipado", de manera que si los resultados no llegan a tiempo o si se produce un cambio en el vuelo, el dinero se pierde. En el aeropuerto de Gatwick, existe la posibilidad de someterse a una prueba que oscila entre las 60 y las 100 libras, en función de si el vuelo sale o no desde allí, pero en otras clínicas privadas rondan las 150 o 200 libras. "Se me quitan las ganas de ir, es un estrés que no es normal", reconoce al otro lado del teléfono.

Guadalupe Cañas, residente en Leiden (Países Bajos).

Guadalupe Cañas también ha buceado entre los laboratorios privados que ofertan pruebas. Vive desde hace cinco años con su pareja a las afueras de la ciudad holandesa de Leiden, entre Ámsterdam y La Haya. La cántabra de 27 años cursa actualmente un Doctorado en Física Teórica y ya cuenta con los billetes a su ciudad. "Tenemos vuelos para el día 26 de diciembre, pensábamos ir y quedarnos hasta después de reyes", comenta en conversación con este diario, "pero ahora se complica bastante". En Países Bajos, explica, la política general es que cualquier persona con síntomas o todo contacto estrecho de un positivo puede acceder a una prueba gratuita. Pero no es tan fácil para quienes no cumplan con estos parámetros. "Sólo te queda la opción de ir al mercado privado, que es muy especulativo: los laboratorios privados han subido los precios por el aumento de la demanda". Entre las opciones más baratas y las más costosas, los precios pueden ir de los 120 a los 230 euros, señala la cántabra. "Nosotros somos sólo dos, podríamos asumir el gasto extra, pero en el peor de los casos podríamos ponernos en casi 500 euros, son palabras mayores". Una suma económica que pesa más al carecer de resultados garantizados en el plazo requerido.

La mayoría de los laboratorios, además, comunican los resultados "online, en holandés y sin datos del pasaporte o DNI". Como ocurre en otros territorios, el colapso hace difícil conseguir cita. "Y cuando la consigues no se atreven a asegurarte margen de tiempo". En su caso, ocurre además que el límite temporal se cruza con varios festivos de por medio: el 25 y el 26 de diciembre.

Lara Camargo, residente en París (Francia).

Lara Camargo tiene 36 años y reside en Francia desde el año 2013. Actualmente trabaja en una librería parisina y aunque sí ha planificado su viaje de vuelta a casa, todavía no ha dado el paso de comprar los billetes. "Hace siete años que no voy a España en Navidad, no he podido por trabajo", lamenta. Este era el año. "Mi madre es una persona mayor, no quiero que sea ella quien se mueva", así que la madrileña había pensado en pasar algo menos de una semana en la capital.

En el caso del país vecino, la sanidad pública se encarga de realizar las pruebas sin ninguna limitación. Sin embargo, la incertidumbre en torno a los plazos sigue ahí. Lara ha pedido cita dos días antes de su partida en un laboratorio que el Gobierno ha instalado en el aeropuerto porque "se supone que lo hacen en inglés". Es la única opción viable que ha encontrado y sin embargo arrastra incertezas: "No sabemos si constará DNI o pasaporte, porque normalmente sólo te piden la tarjeta sanitaria, así que tendremos que pedirlo y esperar a que el laboratorio acceda".

Alba Fernández, residente en Brighton (Inglaterra).

Alba ha decidido, por el momento, comprar sólo el billete de ida. De perderlo, únicamente se esfumaría una parte del dinero invertido. "Psicológicamente esto nos está machacando a nosotros y a las familias", confiesa afectada. "Es una medida clasista y aunque entiendo que quieran contar con garantías, no es que pidan que vayas limpio, es que nos están pidiendo que no vayamos". En su caso, además, Reino Unido iniciará los procedimientos para proceder a la vacunación próximamente, y el personal sanitario es prioritario. "¿Si me vacunan, entonces necesitaré PCR?", se pregunta la gallega, quien relata el miedo también de sus allegados. "En Galicia están mucho mejor que aquí, pero yo les escucho el miedo en la voz, están aterrorizados con todo y no puedes hacer nada".

La presión que expone Alba ha hecho que algunos españoles sopesen alternativas, como volar hasta Portugal y coger carretera. Otros se plantean volver al país en tren o autobús, pero no siempre es una opción viable para todo el mundo. "De París a Madrid en coche serían dos días de viaje: una vez más es discriminatorio", sentencia Lara.

Algo así señala también María Almena, española residente en Francia y portavoz de Marea Granate. En su caso, la vuelta a Toledo es para tres: ella, su pareja y su hija de dos años y medio. "Con una niña pequeña, no puedo estar dos días de viaje en coche", lamenta. Sólo le queda buscar un laboratorio y arriesgar, lo que puede conllevar, si sale mal, multas de hasta 6.000 euros6.000 euros. Tampoco entiende el requisito del idioma: "El francés es lengua oficial de la Unión Europea" y en cualquier caso, la frase fundamental, relativa al resultado diagnóstico, es fácilmente entendible en cualquier idioma, defiende.

María Almena recuerda que el Consejo de Europa recomendó, el pasado 12 de octubre, priorizar a los nacionales en cuanto al retorno. El organismo demandaba a los países que, en la medida de lo posible, no se privase el paso a los residentes en el extranjero, a los nacionales y a sus familiares y que las pruebas requeridas fueran proporcionales. "España ha decidido ir a la parte más estricta de lo estricto", lamenta la portavoz del movimiento. Y no sólo para estas fechas, recuerda, sino que la "norma parece haber llegado para quedarse".

Emigrantes, no turistas

Una rigidez que, lamenta la emigración española, no se tomó en verano con los turistas. "Nos meten en el mismo saco a turistas y emigrantes", reprocha Alba Fernández, quien insiste en que la única voluntad de quienes residen en el extranjero es poder pasar las navidades con sus familias. "No vamos a pasar las navidades de siempre, queremos estar con los nuestros porque no sabemos cuándo les vamos a volver a ver. Yo me voy a quedar en casa, voy a cumplir".

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También Lara Camargo echa en falta una mayor "flexibilidad" con los nacionales. "No somos turistas, somos ciudadanos del Estado", recuerda. La madrileña apela igualmente a la responsabilidad e incide en que ella misma planeaba retornar a su ciudad con una prueba hecha, precisamente porque pasará las fiestas con una persona mayor. "Pero a lo mejor no está en tres días, tendrían que conceder un margen más amplio". También Guadalupe Cañas reconoce que volver a casa con un diagnóstico negativo no será excusa para dejar de ser prudente. "Yo no me voy a atrever a tocar a mis padres", afirma.

La sensación de las voces que residen fuera de las fronteras es unánime: "No les importamos". Para Lara, "no se está teniendo en cuenta que son muchos millones los que están fuera". Guadalupe se reconoce decepcionada: "Nos duele, no entendemos cómo el Gobierno se ha olvidado de millones de personas que viven en el extranjero y que no son turistas".

Marea Granate reclama que el acceso a las pruebas, así como su gratuidad, esté garantizado para toda la emigración española. "Las medidas sanitarias extremas (y ésta lo es) deben garantizar la accesibilidad de las mismas a toda la población en igualdad de condiciones". Ciudadanos ha pedido este miércoles algo parecido a Arancha González Laya, al frente del Ministerio de Exteriores. La formación naranja reclama una modificación de las exigencias legales, con el objetivo de permitir a los españoles emigrados realizar una prueba a su llegada y sin ningún coste. El colectivo de españoles en el extranjero se ha dirigido a cuatro ministerios: Sanidad, Exteriores, Fomento y Derechos Sociales. Por el momento sin respuesta.

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