Crisis del coronavirus

¿Sigo siendo inmune? ¿Hasta cuándo? Todo lo que todavía no sabemos sobre el covid

Loteros de la administración de Doña Manolita de Madrid festejan con mascarilla haber vendido décimos del premio gordo que ha recaído en el número 72.897.

— Pasé el covid en marzo, ¿soy inmune al coronavirus? ¿Hasta cuándo puedo serlo?

— Vale, la vacuna llega en enero, ¿pero cuál? Y si son varias, ¿me van a administrar una diferente a la que le suministren a alguna otra persona en España?

— Bueno, sí, me quiero vacunar, ¿pero me va a generar algún efecto secundario? ¿Y va a depender de la vacuna que me pongan? ¿Me la volveré a tener que poner?

— Desde que pasé el coronavirus sigo notando falta de aire si hago grandes esfuerzos, ¿es normal? ¿Voy a estar así mucho tiempo?

— Entonces, ¿puedo coger el metro con tranquilidad?

Es muy probable que algún que otro lector se haya hecho alguna de estas preguntas. U otras. Llevamos casi todo el año 2020 conviviendo con el SARS-CoV-2, el coronavirus que provoca la enfermedad del covid-19, y en todos estos meses hemos aprendido muchas cosas de él. Cómo se transmite, cómo nos afecta... Sin embargo, todavía son muchas las preguntas que genera. Hay, quizá, más dudas que certezas. Aun así, hay algunas respuestas. O, al menos, ideas de cuáles son. infoLibre ha querido plantear estos interrogantes a dos expertos para intentar responder a todas esas preguntas que, nueve meses después, siguen rondando muchas cabezas. 

¿Cuánto dura la inmunidad después de haber pasado el covid-19?

Tanto Rafael Bengoa, exdirector de Sistemas de Salud de la OMS, como Pedro Gullón, epidemiólogo —y autor junto a Javier Padilla de Epidemiocracia (Capitán Swing, 2020)—, tienen la misma respuesta: es imposible saberlo. "No ha pasado tanto tiempo como para que hayamos podido hacer un seguimiento", advierte Gullón, que recuerda que lo que se barajó al principio era una inmunidad de unos dos o tres años de duración, unas hipótesis basadas en los comportamientos de otros coronavirus que no tendrían por qué replicarse con el SARS-CoV-2. 

Bengoa, por su parte, explica que el hecho de que hasta la fecha se hayan registrado pocas reinfecciones indica que la inmunidad, al menos, no es volátil. "Hay mucha gente que sigue teniendo anticuerpos seis o siete meses después de haber tenido la enfermedad", afirma. Y perderlos, indica Gullón, tampoco es indicativo de haber perdido esa inmunidad, más que nada porque "existen evidencias de gente que ha estado en contacto con el virus y que no se ha contagiado". Otra sí, no obstante. Por eso la gran pregunta para el epidemiólogo es por qué hay tanta variabilidad con la inmunidad. Y eso, hasta que pasen muchos más meses, no podremos saberlo. 

¿La vacuna frenará los contagios o impedirá desarrollar una enfermedad grave?

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya anunció que la campaña de vacunación en nuestro país arrancará el próximo 27 de diciembre. En el resto de la Unión Europea se hará entre ese mismo día y el 29. Pero cuando eso ocurra, ¿se frenarán los contagios o bajarán las hospitalizaciones y las muertes? Según explica Bengoa, las vacunas tienen dos objetivos. El primero, dice, es evitar la enfermedad sintomática. "Es decir, evitar que sufras la enfermedad", afirma. El segundo es lograr que la persona a la que se le administra no se infecte ni transmita el virus. Hasta ahora sabemos, asegura, que tanto la de Pfizer como la de Moderna consiguen el primer objetivo. La primera con una efectividad del 95% y la segunda con una del 94,5%. "Eso quiere decir que las personas tienen esas probabilidades de no enfermar", explica. 

Gullón también afirma que ambas dosis consiguen lo primero. Bien. Pero, ¿qué pasa con lo segundo? Pues para verlo hay que tirar de paciencia y ver qué efectos tiene la vacuna en aquellas personas a las que se les administre. "Una vez en el mercado tendremos que seguir midiendo los efectos de la vacuna", dice. "Es dificilísimo saber si una persona con anticuerpos es capaz de ser portador y transmitir el virus", indica el experto. 

¿Nos pondrán a todos la misma vacuna o podrán ser diferentes? 

Pfizer, Moderna, AstraZeneca, la de Johnson & Johnson... Vacunas hay muchas. Y todas ellas, según dicen los laboratorios que las desarrollan, son eficaces. Pero es inevitable que surja la duda: ¿nos van a administrar a todos los españoles la misma o a unos la de Pfizer y a otros la de Moderna, por ejemplo? Según dijo Illa, España empezará a vacunar con las dosis creadas por Pfizer y BioNTech el próximo 27 de diciembre. Pero eso no asegura, señalan los dos expertos consultados por infoLibre, que los que se vacunen en verano de 2021 no lo hagan con la creada por otra compañía. "Se comprarán vacunas de distinto tipo y se repartirán varias. Unos recibirán de una y otros de otra", señala Gullón.

Pero no tiene importancia. "Las diferencias entre ellas son muy pequeñas y todas tienen una efectividad muy amplia", añade. Es lo mismo que opina Bengoa, que insiste en la importancia de informar de que "no es tan importante" qué vacuna se administre a cada persona "porque todas han pasado un proceso muy severo de evaluación. "No saldrá ninguna al mercado que no sea altamente eficaz y segura", garantiza.

¿Tendrán efectos secundarios diferentes?

Y si nos ponen vacunas diferentes, ¿podemos tener efectos secundarios distintos? Lo primero que hay que aclarar cuando surge esta pregunta, insisten los expertos, es que efectos secundarios siempre hay. Con todas las vacunas y con todos los medicamentos. Y eso no es malo. De hecho, dice Bengoa, sufrir un poco de fiebre tras inmunizarse es "buena señal". "Claro, significa que tu cuerpo ya está reaccionando", explica. Así que efectos secundarios habrá. Según Gullón, será "normal" ver un pequeño "enrojecimiento de la zona de la vacuna" o notar "algo de fiebre"

Los efectos secundarios no van a pasar de ahí. "Los efectos que generan estas vacunas son ligeros", señala Bengoa. "Son frecuentes, pero muy débiles", añade Gullón. Pueden ser diferentes dependiendo de la vacuna, sí, pero en ningún caso complicados. Además, dice el exdirector de Sistemas de Salud de la OMS, estaremos preparados para cualquier imprevisto. "Cuando se administren se tendrán en cuenta las alergias de cada uno y se tendrá a mano un antídoto por si surge alguna reacción", dice. "Lo que ya se hace con el resto de vacunas que administramos a los niños", aclara. 

¿Cuánto tiempo dura la inmunidad de la vacuna?

Y una vez vacunados, ¿habrá que volver a hacerlo, como ocurre cada año con la inmunización de la gripe? ¿O esa inmunidad ya sirve para toda la vida? El objetivo, dice Bengoa, "es que la vacuna proteja más tiempo que la propia inmunidad natural". "Pero tampoco se sabe", indica. Otra vez, habrá que tirar de paciencia. "No tenemos un seguimiento suficiente para saber cuánto dura la vacuna, pero parece que la respuesta inmunitaria es bastante alta", dice, optimista, Gullón. 

¿Están claros los efectos secundarios del covid? ¿Y cuánto tiempo duran?

Allá por el mes de junio, cuando el final de la pandemia todavía se veía lejos, ya comenzó a hablarse de ciertos efectos secundarios que podía dejar el paso del covid por nuestro cuerpo. El abanico de esas secuelas nunca fue pequeño: fibrosis pulmonares, dificultades para moverse, trombosis, pérdida del gusto y del olfato, etc. La lista ha ido engordando con el tiempo. Ha llegado a hablarse, incluso, de pérdidas de memoria y de faltas de concentración. Sin embargo, no puede darse una respuesta concreta a la pregunta de cuáles son esos efectos. "No están claros, no ha pasado tanto tiempo para verlo y son muy heterogéneos", indica Bengoa, que recuerda que ya se ha comenzado incluso a hablar de covid persistente. La duda es cuán persistente es. 

Gullón, por su parte, afirma que hay quienes experimentan un cansancio muy alto o una pérdida de olfato y gusto durante mucho tiempo. Pero matiza que no todo puede asociarse exclusivamente al covid. Hay otros efectos, dice, que estarán asociados más bien a la pandemia. 

¿Por qué los niños no desarrollan una enfermedad grave?

Niños y coronavirus. Mucho se ha hablado de esta combinación durante 2020. Se dijo que eran grandes contagiadores, también que no transmitían el virus en la misma medida que los adultos. Lo único que está claro hasta la fecha es que, si ellos se infectan, no sufren la enfermedad de manera grave. Al menos la mayoría. ¿Por qué? Bengoa cree que se debe a la "inmunidad cruzada". ¿Qué significa eso? Que como han sido vacunados recientemente contra otras enfermedades, están más protegidos también contra el covid. "El hecho de vacunarles ha despertado su sistema inmunitario, que posiblemente les esté protegiendo contra el covid". explica. 

Gullón da otra explicación. Según recuerda, quienes más sufren las peores consecuencias de una infección por coronavirus son las personas mayores y las que tienen patologías previas. Los niños, dice, ni son una cosa ni sufren la otra. 

Un estudio llevado a cabo por expertos del Instituto de Investigación Infantil Murdoch (Estados Unidos), la Universidad de Melbourne (Australia) y la de Friburgo (Alemania), ha determinado que la explicación tiene que ver, efectivamente, con la salud inmunitaria de los más pequeños. Pero también con la de sus vasos sanguíneos, que pierden protección conforme se cumplen años. 

¿Gotitas o aerosoles? ¿Cuál es la vía principal de transmisión?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en el mes de julio que el coronavirus puede contagiarse en espacios interiores a través de los llamados aerosoles, pequeñas partículas que pueden quedar suspendidas en el aire esperando a ser inhaladas. Conforme ha ido pasando el tiempo esta tesis se ha ido confirmando, ganando incluso terreno para convertirse en la vía de transmisión más frecuente de coronavirus y superando así a las gotitas de un tamaño más grande que en un primer momento se consideraban las únicas responsables de una infección. 

Así que surge la pregunta, ¿nos infectamos más por los aerosoles o por esas gotitas de mayor tamaño? Ambos expertos tienen claro que los contagios se producen por ambas vías. "Es una transmisión mixta en la que existen gotas más gordas y otras que se pueden aerosolizar, jugando un papel muy importante en las infecciones en lugares cerrados y con poca ventilación", explica Gullón, que afirma que el sarampión, que se transmite por aerosoles, tiene una contagiosidad muchísimo más elevada que el coronavirus. "Si el covid se comportara igual, la transmisión hubiese sido muchísimo más rápida", dice. Así que recomienda continuar con todas y cada una de las medidas de seguridad. 

¿El transporte público realmente es un factor de contagio o no?

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Es un lugar cerrado. Y habitualmente lleno de gente. Cumple, por tanto, dos de los factores de riesgo para un posible contagio. El transporte público ha sido una de las preocupaciones de mucha gente durante la pandemia. Bengoa cree que de manera acertada. "Si los aerosoles son importantes a la hora de contagiarse, el transporte público también lo es", asegura. Sin embargo, no todo el mundo opina igual. Gullón, por ejemplo, sostiene que "tenemos muy poca evidencia de transmisión en el transporte público por la dificultad de detectarla". Pero también, sostiene, porque no ha jugado un papel importante, al menos en apariencia, en las infecciones. 

¿Qué argumentos hay para afirmar eso? En primer lugar, recuerda Gullón, el transporte público se supone que tiene una muy buena ventilación. infoLibre ya publicó que por ejemplo, según sus propias fuentes, el Metro de Madrid es seguro. "En Metro de Madrid, la renovación del aire de los trenes se realiza a través de dos vías: con la apertura y cierre de puertas en cada parada; y a través de los equipos de climatización que se encuentran en cada coche. Estos equipos expulsan al exterior una parte del aire del interior del coche mientras que otra parte se trata, calefactándola o climatizándola, en función del momento del año. El aire tratado se mezcla con aire exterior y se introduce todo el caudal de nuevo en el coche", explicaron. En hora punta, cuando más viajeros acumula, el volumen del aire se renueva "hasta 29 veces en una hora". Es decir, "cada 2,5 minutos en una hora", de media. 

Además, añade Gullón, es importante tener en cuenta que la mayoría de viajeros se sube al transporte público en silencio, por lo que es complicado que expulsen o bien esas gotitas, o bien esos aerosoles. Aun así, critica, un correcto aumento de las frecuencias para evitar aglomeraciones habría asegurado aun más un uso seguro de este tipo de viajes. 

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