Crisis del coronavirus

La vacuna de Moderna es "algo más potente" que la de Pfizer, con eficacia similar en mayores y más manejable

Bruselas autorizó la vacuna de Moderna, la segunda que se usará en la UE.

"Entre siete y diez días". Ya hay fecha aproximada para la llegada a España de la segunda vacuna, la elaborada por la empresa estadounidense de biotecnología Moderna. Así lo ha asegurado este jueves el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Se abre, por lo tanto, un nuevo escenario en la carrera de fondo contra el covid-19: ¿se destinará a grupos poblacionales distintos o a los mismos? ¿Debería hacerse? ¿Las diferencias entre el producto de esta compañía y el de Pfizer así lo recomiendan? Illa ha confirmado que se seguirá el plan previsto: primero las personas mayores en residencias y los sanitarios más expuestos al virus, para luego abordar a la población en general, priorizando los grupos de riesgo. Y los expertos aprueban que el Gobierno no cambie su rumbo, a pesar de los indicios de que el compuesto de Moderna es "algo más potente", pese a utilizar la misma tecnología: el ARN mensajero. 

Las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan "la misma tecnología", en palabras de Illa, con una "efectividad muy similar". En realidad, lo comprobado en los ensayos clínicos es la eficacia: la efectividad, según la jerga investigadora, se comprobará más adelante, monitorizando el desempeño de las vacunas en los inoculados fuera de las pruebas. Sin embargo, hay diferencias. Ligeras, según los expertos, pero existentes. La tecnología del ARN mensajero consiste en inyectar en el cuerpo información genética de las proteínas (llamadas S) que necesita el coronavirus para multiplicarse que las células pueden recoger, generando estas mismas proteínas y, a su vez, anticuerpos que reaccionen en caso de infección con el SARS-CoV2. Pero, tal y como explica la bioquímica y bióloga molecular Carmen Álvarez, con la vacuna de Moderna se genera una proteína S completa, y con la de Pfizer solo una subunidad, por lo que la respuesta inmunitaria es "algo más potente" en la primera, asegura. Influye también la cantidad de la dosis: 100 microgramos en el compuesto de Moderna, por 30 de Pfizer. 

Una de las dudas más recurrentes con respecto a las vacunas es su eficacia (y efectividad) en las personas mayores, las más golpeadas por la enfermedad. El sistema inmunitario se resiste con el paso de los años, por lo que la sospecha tiene razón de ser. Sin embargo, los datos, aún parciales, de Pfizer y Moderna en este ámbito son buenos y similares, por lo que la postura de Sanidad está justificada. La investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC Sonia Zúñiga, que participa en la búsqueda de una vacuna española, explica que Pfizer dio datos de cómo funcionó su inmunizante en las personas mayores de 75 años. "De 700 voluntarios, cinco del grupo placebo cogieron la enfermedad y 0 entre los vacunados. Son muy pocos casos" para llegar a conclusiones tajantes, pero es "estadísticamente significativo". Moderna utilizó más voluntarios de más de 65 años para estas pruebas, pero desconocemos la eficacia del compuesto en tramos más cortos de edad. En todo caso, Zúñiga estima que su efectividad será "similar" en estas personas, a pesar de los distintos métodos para generar la proteína S. 

Otras tecnologías, como las que se sirven de adenovirus modificados, utilizan adyuvantes: sustancias que se incluyen en la dosis que se inocula para fomentar la respuesta inmune. Hay quien considera que las vacunas basadas en ARN mensajero no se sirven de esta técnica, por lo que podrían ser menos eficaces en personas mayores. Zúñiga lo desmiente. Tanto la solución de Pfizer como la de Moderna utilizan "nanopartículas con componentes lipídicos", que se encargan de servir de vehículo a la vacuna en sí y, además, de espolear a las defensas. "Se ha visto que en personas de edad avanzada se inducen anticuerpos. Teniendo en cuenta que los números son bajitos", hay motivos para la esperanza, concluye la investigadora. 

Mejor distribución para unos centros de salud que desconfían

Desde el principio sabemos que la vacuna de Moderna se conserva mucho mejor que la de Pfizer: puede estar hasta 30 días en un frigorífico normal, frente a los cinco días que dura la segunda. Pfizer distribuye su compuesto en cajas de hielo seco ideadas para un cesariano llegué, vi, inyecté: su utilidad se incrementa en esta primera fase, en la que están perfectamente identificados los destinatarios del inmunizante. Cuando la campaña se generalice, en la segunda fase, entrarán en juego los ambulatorios. Y los expertos creen que, en este escenario, la solución de Moderna se desenvolverá mejor.

"En los ambulatorios no tenemos congeladores", recuerda Álvarez. "Si quieres ir vacunando a la gente de manera rápida y fácil, la mejor es la de Moderna. La de Pfizer podría destinarse a un ambiente más sanitario", en hospitales con el equipamiento adecuado para no echar a perder ninguna dosis, propone la bioquímica. Por lo tanto, el desembarco de Moderna podría significar una buena noticia para una Atención Primaria que se teme que la necesidad de vacunar a la población española cuanto antes implique aún más saturación. 

Así lo advertía hace unos días el presidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, Salvador Tranche: "Es imposible vacunar a 25 millones en los centros de salud", aseguró para El Español. Los ambulatorios ya están hasta arriba: la segunda y la tercera ola llenaron las consultas de posibles casos a los que hay que testear, que le quita tiempo y recursos al tratamiento y el seguimiento de otras enfermedades y dolencias que no son covid. A la alta carga de trabajo se le suma ahora la vacunación. Por lo que cuanto más margen, mejor, aunque Zúñiga advierte: si bien cada una de las dos dosis de la vacuna de Moderna es mayor (100 microgramos), lo que aumenta su duración, también dificulta la producción. No podrán llevar el ritmo de Pfizer a la hora de repartir el compuesto. 

En todo caso, rechazando lo publicado en algunos medios, desde el Ministerio de Sanidad se puntualiza a infoLibre que las comunidades autónomas tienen total libertad para poner una vacuna o la otra en los ambulatorios, según lo consideren. Lo aceptado es que cuando se inmunice a las residencias y a los trabajadores sanitarios más expuestos, los centros de salud cobrarán mayor importancia, pero a día de hoy las regiones pueden vacunar en estos espacios si así lo desean, aunque sea más operativo trasladar los viales de Pfizer directamente a las residencias para evitar contagios y rupturas de la cadena de frío.

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La revolución del ARN mensajero

La tecnología que utilizan tanto Pfizer como Moderna, la del ARN mensajero, se está demostrando por primera vez en la historia de la vacunología como segura y confiable, tras años de experimentos cociéndose a fuego lento. La pandemia ha puesto a prueba esta técnica y, por ahora y a la espera de la vigilancia farmacológica que dictará la efectividad real, están respondiendo. "Ha sido una grata sorpresa", asegura Zúñiga. "Antes del covid había algunas que se estaban desarrollando, pero sobre todo frente al cáncer. Ahí es un poco diferente el asunto. Frente a un patógeno, había publicaciones de pruebas en animales, pero no había mucha investigación en personas", explica. 

En todo caso, con bastante probabilidad, las vacunas de Pfizer y de Moderna prevendrán la enfermedad, pero no el contagio, por lo que la inmunidad de rebaño aún tardará. Las vacunas españolas que está desarrollando el CSIC, sin prisa pero sin pausa, sí podrían ofrecer una "inmunidad esterilizante", que acabaría de raíz con la transmisión del SARS-CoV2. En uno de los tres proyectos en marcha trabaja Zúñiga. "En general, creemos que la respuesta que va a inducir nuestra vacuna va a ser más completa porque incluye más elementos del virus", no solo la proteína S. Y están trabajando en que se inocule por vía oral, con la utilización de sprays, lo que le cortaría las alas al virus en su escenario favorito para multiplicarse y saltar a otros cuerpos: las mucosas. 

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