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Cambio climático

La paradoja de 'Filomena' y el calentamiento global: nevará menos pero seguirán llegando grandes borrascas a la Península Ibérica

Vista de la nieve en la Plaza Cibeles en Madrid este martes.
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El paso de la borrasca Filomena, que al interaccionar con una masa de aire frío ha dejado grandes nevadas en tres cuartas partes de la Península Ibérica, ha devuelto al debate público las dudas sobre si eventos de extremo frío desmienten la existencia del cambio climático y, en segundo lugar, si hay relación entre el temporal y el calentamiento global. Sobre lo primero, no hay ningún tipo de duda entre la comunidad científica: el cambio climático existe, es de origen antropogénico, y el hecho de que la tendencia sea de unas temperaturas al alza (lo que se conoce como clima) no guarda relación con que, de manera puntual, podamos sufrir episodios de caída del mercurio (el tiempo atmosférico). De hecho, este lunes se ha conocido que 2020 fue el año más cálido en España desde que se tienen registros. Sobre lo segundo, los meteorólogos no lo tienen tan claro: los estudios no se ponen de acuerdo sobre si el cambio climático provocará que estos fenómenos lleguen al país con más frecuencia e intensidad, ya que aún no conocemos del todo cómo influye la corriente de aire frío del Ártico que, en ocasiones, marca nuestra meteorología. Cada vez veremos menos nieve, eso sí, dado que, por lo general, nuestros inviernos serán más tibios. Pero podrían seguir llegando grandes temporales, quizá con el mismo ritmo que hasta ahora: cada 40 o 50 años.

Empecemos por las certezas. El cambio climático es real, pese a lo que digan los negacionistas y pese a lo que pueda parecer por la intensidad de Filomena. FilomenaEso no está en discusión, y de hecho, muchos expertos consideran que debatirlo es legitimar la postura contraria, carente de cualquier tipo de evidencia: en los últimos días, varios investigadores, divulgadores y periodistas especializados en calentamiento global han rechazado la propuesta de Cuarto Milenio, el programa de Iker Jiménez, para acudir a su programa y cuestionar lo incuestionable. Y en segundo lugar, intensas nevadas como las sufridas (o disfrutadas) este fin de semana pueden caer y seguirán cayendo, y el fenómeno es compatible con que España vaya a contar cada vez con menos nieve.

Es el error en el que cayó tanto el propio Jiménez como el presidente de Aragón, Javier Lambán, en una serie de tuits que levantaron la polémica. "A la vista de las imágenes que nos deja la tormenta Filomena, no parece que el cambio climático vaya a suponer necesariamente la desaparición de la nieve. El año pasado ya fue muy pródigo con nuestras montañas en ese sentido", aseguró, para luego cargar contra las "teorías no demostradas" que aseguran que en Huesca, Teruel y Zaragoza será cada vez más complicado esquiar. El meteorólogo Jonathan Gómez Cantero explica a infoLibre que efectivamente, en España nieva menos y nevará cada vez menos. “No están siendo tan abundantes. Los días al año en los que se ve la nieve han disminuido. No solo en España, en el hemisferio norte", asegura.

Es, precisamente, la diferencia entre tiempo y clima. La tendencia, el clima, apunta a inviernos cada vez más cálidos, que reducen las ocasiones en las que se producen este tipo de precipitaciones. Pero el tiempo, el estado de la atmósfera en un momento y lugar determinado, sigue teniendo un margen muy alto para la sorpresa. Puede nevar cada vez menos y, una vez cada varias décadas, sufrir un temporal histórico que deje acumulaciones de hasta un metro. No es una “teoría no demostrada”, como afirmó Lambán.

Sin embargo, hay más dudas sobre si nevadas como la que ha provocado, en parte, Filomena, serán más intensas y frecuentes por efecto del cambio climático. Cuando fenómenos así suceden, se elaboran estudios de atribución, que determinan si un evento concreto está vinculado con el calentamiento progresivo del planeta. Dichas investigaciones no se han realizado aún, como es obvio por lo que no se puede establecer un vínculo probado: pero los meteorólogos dudan sobre si veremos con más probabilidad una nevada como ésta dentro de poco. Y para entender el origen de las dudas debemos viajar a otras latitudes: concretamente, las árticas.

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En el Ártico circula una corriente en chorro de aire frío que rodea el planeta, también llamado jet polar. "El aumento de la temperatura puede producir cambios en la dinámica de la atmósfera y podría ondularse más esa corriente", bajando el frío a la latitud de la Península Ibérica y, por tanto, propiciando grandes nevadas, explica la doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es Mar Gómez. Sin embargo, hay otros estudios que apuntan a lo contrario: que la corriente en chorro no se ondulará tanto como para afectar significativamente a la probabilidad de grandes temporales.

Hay, además, otra dificultad para saber si tendremos más Filomenas en el futuro: la escasa frecuencia de estos fenómenos. No hay evidencia empírica de que cada vez lleguen más: la última nevada similar en Madrid data de 1972, y en Castilla-La Mancha hay que remontarse más de un siglo. "Ahora mismo es un episodio muy concreto", confirma Gómez. "Como estos periodos son tan grandes, nos es muy difícil estudiar la relación", coincide Cantero. Sí hay datos que reflejan que otros fenómenos extremos ocurren cada vez con más frecuencia, y además cuentan con una explicación vinculada con el cambio climático. Por ejemplo, la temperatura del océano Atlántico está en aumento, lo que fortalece grandes ciclones que azotan la costa americana y podrían llegar a España. También se recalienta el Mediterráneo, lo que, en conjunción con las masas de aire frío, recrudecen los episodios de gota fría o DANA en el levante peninsular. Pero con las nevadas aún no podemos saberlo.

El cambio climático, por lo tanto, genera una paradoja. En general, nevará menos: la media de las temperaturas durante los inviernos españoles está en aumento y, si no se produce una radical reducción de emisiones, el mercurio continuará al alza. Pero las masas de aire frío seguirán bajando a la Península y, cuando se encuentren con borrascas cargadas de humedad, descargarán puntualmente grandes cantidades de nieve. Las anomalías del Ártico podrían, incluso, hacer más frecuentes estos fenómenos: pero tendremos que esperar hasta obtener evidencia sólida.

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