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Transición energética

Las renovables bajaron la factura de la luz durante 2019 y 2020 y seguirán haciéndolo a pesar del subidón de enero

Un terreno con aerogeneradores de energía eólica.
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El precio de la electricidad ha vuelto, tristemente, a estar de actualidad en plena ola de frío en media España. Durante los últimos días se ha producido lo que los expertos en energía denominan una tormenta perfecta: todos los factores se han alineado para subir la parte variable de la factura de la luz en los consumidores sujetos al mercado regulado, hasta los 95 euros por megavatio hora: una cifra de récord. La demanda ha aumentado por las bajas temperaturas y las renovables no han podido funcionar a pleno rendimiento, dada la ausencia de sol y de viento durante muchos días. En esas circunstancias, y tal y como está diseñado el sistema (llamado marginalista), todas las tecnologías cobran (y se traslada al ciudadano) el precio más caro. El impuesto, en esta ocasión, por el gas natural (tras la salida abrupta del carbón del mix), lastrado por el alto precio del recurso fósil y el impuesto al CO2, en máximos. Sin embargo, más allá de este episodio, las energías renovables han logrado descender el recibo durante los dos últimos años consecutivos y se prevé que seguirán haciéndolo. Sin embargo, los especialistas en el mercado eléctrico llaman a no bajar la guardia, a blindar por ley a las tecnologías limpias con un sistema justo y a rediseñar el escenario para evitar grandes subidas repentinas, que además coincidan con un tiempo atmosférico desfavorable para los más vulnerables. 

El temporal no deja ver el horizonte: España nunca había tenido tanta capacidad renovable instalada. A lo largo de 2019, y por primera vez en la historia, tecnologías como la eólica o la fotovoltaica superaron al resto con un 52% del total de la tarta.tarta En cuanto a la producción, más de lo mismo: la generación limpia supuso el pasado año el 43,6% de la electricidad producida, un 66,9% si se suma a la nuclear (no es renovable y no es limpia, pero está libre de emisiones de CO2). Es el año "con la energía más limpia desde que Red Eléctrica de España cuenta con registros (2007)", asegura el operador del sistema. De hecho, durante el confinamiento, se obtuvieron números que sorprenderían hasta el más optimista de los defensores de la transición energética de hace unos años: en marzo, durante un momento puntual, un 78,8% de la electricidad fue generada por renovables. Bajó la demanda por la paralización económica, por lo que tuvieron más fácil ganar la partida, pero sigue siendo un síntoma de la buena salud de esta producción. Quedan ya lejanos los años de sequía, en los que se paralizaba la energía hidráulica y la ausencia de una eólica y una fotovoltaica fuerte disparaba la producción del carbón, elevando las emisiones de gases de efecto invernadero.

El crecimiento sostenido de esta tecnología, liderada sobre todo por la fotovoltaica tras años de ser el patito feo de las renovables, ha permitido bajar el precio de la electricidad en el pool, el sistema de fijación de precios. Así lo afirman los expertos y así lo muestran los datos. Tras 2017 y 2018, cuando unas condiciones del tiempo atmosférico desfavorables llevaron al mercado a máximos históricos, en 2019 se redujo un 16,8%, aunque seguía en la media de los últimos siete años. Pero el bajón histórico se produjo en 2020: un precio medio de 33,96 euros por megavatio/hora, el mejor de los últimos 15 años. La pandemia tuvo que ver, pero habría sido imposible sin una capacidad renovable que ha subido a pasos agigantados desde la llegada del PSOE al Ejecutivo central. 

Para entender por qué, cuando las renovables se encuentran en pleno funcionamiento, el precio baja debemos adentrarnos en el complicado sistema de fijación de precios de la electricidad, el pool. El dinero que reciben las empresas productoras de electricidad (y que abonan los consumidores del mercado regulado junto a otras partidas) se determina mediante un mecanismo de casación. Cada día, las compañías lanzan sus ofertas para cada hora de la jornada siguiente, y el equilibrio entre oferta y demanda marca el precio. Cuando hace sol y hace viento, la oferta de las renovables copa todo el poolpool, que pueden ofrecer su recurso a precios muy bajos, dado que el coste de producción es nulo (utilizan recursos inagotables y gratuitos). Igualmente, cuando baja la demanda (por el confinamiento, por ejemplo), las tecnologías limpias son capaces de abastecer casi todo lo requerido. En enero pasó justo lo contrario: poca capacidad de las renovables para funcionar y alta demanda por las pocas horas de luz y el frío intenso en buena parte de España. El gas natural fue necesario para dotar de electricidad del país, y su precio fue el que recibieron las eléctricas y pagaron los usuarios. 

Pero no es lo habitual: y cuantas más renovables se instalen en el país, más capacidad de llegar a toda la demanda, por lo que bajarán los precios. Es la ventaja de la transición energética: el futuro sostenible es, además, barato. Así lo explica el analista de temas energéticos Pedro Fresco: muchas veces, las compañías que poseen instalaciones renovables ofrecen su producto a 0 euros para entrar en la subasta, esperando que otra tecnología más cara marque un precio. "Prefieren ofrecer eso que querer cobrar 45 euros, por ejemplo, y arriesgarme a no entrar", asegura. Pero "cuando no hay recurso natural, el hueco queda muy grande para los demás. Ahí empiezan a entrar muchas centrales que, habitualmente, no entran, y que tienen muchos costes que cubrir. Eso lleva a situaciones de mercado como las que estamos viendo". Cuantas más renovables se instalen, "el mercado tiene que ser más barato". "Cada renovable que no pusiésemos sería una central más cara. Cada planta solar o cada parque eólico que está generando energía está evitando que entren las centrales de gas o carbón", sentencia. 

Pero no todo es tan fácil

Una vez explicado por qué cuantas más renovables se instalen, más barato es el precio, surgen más preguntas. Dado que las renovables no pueden funcionar a plena capacidad los 365 días del año, ¿cómo evitar que, en ausencia de sol o frío, el gas natural se ponga a funcionar y, además de marcar el precio, emita CO2 a la atmósfera? Y otra adicional, derivada de las reglas del mercado: ¿funcionará para las eléctricas un mix en el que las tecnologías limpias lo acaparen todo, dado el bajísimo precio? El resultado de la subasta a la baja redunda en un beneficio para el consumidor final... y en un contratiempo para la empresa detrás de la producción. Según lo entiende Fresco, el objetivo debe ser avanzar hacia un sistema donde el respaldo sea libre de emisiones y de impacto, utilizando baterías, hidrógeno verde u otros recursos. "La idea de la transición energética es quitar esa potencia térmica como el gas natural y sustituirla por almacenamiento de electricidad. Queremos sobredimensionar el sistema para que genere más de lo que necesitemos", apunta. 

Los defensores de la energía nuclear han salido a la palestra estos días asegurando que esta tecnología, libre de emisiones de CO2, debe sustituir al gas natural cuando las condiciones atmosféricas vengan mal dadas. A juicio de Fresco, esa argumentación no tiene sentido: construir una nueva central nuclear es muy caro, por lo que sus costes dispararían la factura. "El coste de una nueva nuclear es más alto que el día más alto del mercado de toda la historia. Pretender esto es totalmente ridículo: estás metiendo la energía más cara de todas y le vas a tener que pagar durante 35 o 40 años. porque si no, nadie lo va a construir. No se le ocurre, ni remotamente, a nadie", sentencia. Las actuales en funcionamiento sufren las características del mercado: no pueden parar nunca debido a su diseño, por lo que se ven obligadas a entrar en muchas ocasiones ofreciendo la electricidad a 0 euros, como las renovables, para no quedarse fuera. Pero, a diferencia de la eólica o la fotovoltaica, sí tienen costes de producción: el uranio no es gratis. 

Para el presidente de la Fundación Renovables, Fernando Ferrando, otra de las claves está en el autoconsumo. "Se instalaron 500 MW el año pasado, y este año se espera que sea bastante más. Eso es menos demanda" que tienen que cubrir las grandes centrales e instalaciones, favoreciendo que, como se ha explicado previamente, lleguen a todo lo requerido y el gas natural no tenga por qué entrar en juego. 

Sin embargo, Ferrando se hace la segunda de nuestras preguntas: "En el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima del Gobierno, se pretende que para 2030 el 74% de generación de electricidad será con renovable. Si el 74% es con renovable, y el precio es 0, ¿cómo vamos a tener un sistema marginalista?". Para el experto, no tiene sentido el escenario radicalmente contrario al de enero de 2021: que la luz sea tan barata que las empresas no tengan los suficientes incentivos para participar en el mercado, desincentivando además el ahorro y la eficiencia energética por parte del consumidor. Para evitarlo, y modificar parcialmente las reglas de juego bajando la factura y espoleando la iniciativa privada en cuanto a las tecnologías limpias, el Gobierno tiene un plan apoyado, además, por los expertos: subastas con precios fijos. 

¿Cómo funcionan esas subastas?

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En la actualidad, cada compañía pone un precio sobre la mesa y cobran lo que marque la tecnología más cara. Sin embargo, el Gobierno quiere que esto, al menos parcialmente, deje de ser así. El Ejecutivo, regularmente, saca a subasta la nueva capacidad renovable y las empresas pujan para conseguir ventajas para sus nuevas instalaciones eólicas o fotovoltaicas. La intención es, al menos, sumar 3.000 MW de esta tecnología cada año. No se hace desde 2017 y en la nueva, programada para finales de este mes, el Ministerio para la Transición Ecológica ofrecerá un dinero fijo por el MW/H a las eléctricas. El objetivo es ofrecer certidumbre: la iniciativa privada sabrá, así, cuánto va a cobrar cada día durante décadas, lo que facilita sus planes. No se sufrirían tantos vaivenes: cobrarían menos que si el pool marca un precio por las nubes, como ahora, pero evitarían escenarios de precios cercanos a 0. Y, al aumentar el potencial renovable del sistema eléctrico, bajará la factura. 

Lo ideal, considera Ferrando, es que no solo las nuevas instalaciones renovables, sino también las antiguas, se pasen a este formato: es la base de la reforma que pide Podemos al Gobierno, pero Fresco cree que es difícil por la interconexión del sistema eléctrico con Europa. En el continente, asegura, toda la generación debe jugar con las mismas reglas para evitar la competencia desleal. Y si el precio del MW/h es demasiado barato en España, y sobra electricidad, se la venderíamos a Francia a unos precios con los que las centrales galas no podrían competir. 

Sin embargo, no hay que olvidar que la factura del consumidor sujeto al sistema marginalista no solo depende de lo que pase en el pool: también hay una serie de costes fijos que los españoles pagan en el recibo. Hay impuestos, tanto los habituales (como el IVA) como los diseñados a impulsar la transición energética. Para reducir el coste e introducir elementos de justicia climática, el Gobierno anunció hace unas semanas la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico el Gobierno anunció hace unas semanas: para que las empresas energéticas (no solo eléctricas) más emisoras y no los usuarios paguen la futura sostenibilidad. Para Ferrando, es una buena noticia: "lo llevamos pidiendo 10 años", asegura, pero aún hay margen, opina, a costa de reducir la recaudación. "La electricidad tiene el mismo IVA que si te compras un yate". Está gravada al 21%. No todo es cuestión de instalar renovables como si no hubiera un mañana por el cambio climático para bajar el precio de la electricidad. 

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