Crisis del coronavirus

El veto de Sudáfrica a AstraZeneca reaviva el temor a mutaciones 'antivacunas' pero se sigue confiando en evitar casos graves

Una mujer pasa frente a un cartel del Gobierno en Reino Unido.

La información sobre las distintas variantes del SARS-CoV2 se actualiza en cuestión de horas, aunque el proceso hasta llegar a tener certezas es algo más lento. Ya sabemos que la variante británica, la B117, es más transmisible –al principio no se contaba con evidencia suficiente, pese a las aseveraciones de Reino Unido–. También sabemos que las vacunas disponibles en el mercado funcionan razonablemente bien contra ella. Pero cada vez preocupan más las variantes identificadas en Sudáfrica (B1351) y Brasil (P1) porque contienen mutaciones que, además de hacer al patógeno más contagioso, puede hacerlo escapar de los anticuerpos de la vacuna. El país africano ha decidido suspender su campaña de vacunación ante los datos que indican que la solución de AstraZeneca no evita la enfermedad leve o moderada, pero la muestra es aún demasiado pequeña como para asegurar nada con contundencia. Y los virólogos confían en que, aunque se superen los anticuerpos, la segunda línea de defensa del organismo siga haciendo su trabajo para evitar la consecuencia más indeseable: la enfermedad grave, que satura las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) y, en último término, la muerte. 

Una variante de un virus es un conjunto de mutaciones en su ARN que, si bien no hacen irreconocible al patógeno con respecto a su original –en este caso hablaríamos de cepa– sí que pueden modificar su comportamiento habitual. En la variante británica se han identificado 23 de estas modificaciones en el código genético, de las cuales 8 afectan a la proteína S, la llave que utiliza para adherirse a nuestras células. Tanto este linaje como los encontrados en Sudáfrica y Brasil comparten una mutación llamada N501Y o Nancy que, en principio, los hacen más contagiosos. Pero las variantes sudafricana y brasileña también comparten otra mutación, la E484K o Erik, que además es probable que evite la acción de los anticuerpos que genera el sistema inmune al pasar la enfermedad o ser azuzado por la vacuna. Además, en algunos casos aislados, el sistema sanitario de Reino Unido ha identificado también esta mutación en la B117. No hace falta ser experto para entender que esto es un problema, aunque puede que no tan grave como parece a simple vista. 

Teniendo en cuenta los efectos de Erik, son razonables los hallazgos de Sudáfrica en relación a la vacuna de AstraZeneca, que les ha impulsado a suspender el plan de vacunación hasta tener más información. El ensayo sudafricano estima que el producto de la farmacéutica británica solo es eficaz en un 25% en cuanto a evitar la enfermedad leve o moderada. Sin embargo, los datos son aún muy provisionales, puesto que la muestra seleccionada es escasa –2000 personas– y solo se han seleccionado a voluntarios jóvenes y relativamente sanos. Por lo que habrá que confirmar ese porcentaje en estudios posteriores y, además, aún se desconoce si la vacuna logrará evitar la enfermedad grave, el principal objetivo de cualquier campaña contra el covid-19.

En cuanto al resto de vacunas, el experto en virología evolutiva e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Santiago Elena, asegura que un estudio publicado el pasado 27 de enero sobre la capacidad de los anticuerpos de personas vacunadas con la solución de Pfizer ante la variante sudafricana asegura que, "en el peor de los casos", se reduce la eficacia "entre un 15% y un 18%". El virólogo confía en que, cuando se amplíen los estudios, "los resultados para Moderna y para AstraZeneca deben ser los mismos".

Las investigaciones a las que se refiere Elena consisten en hacer interaccionar el suero de pacientes vacunados o contagiados con el virus. Pero, al igual que los ensayos clínicos con 2000 jóvenes, son muy limitados para saber exactamente cómo reacciona el sistema inmune a una nueva variante con una mutación peligrosa. "La respuesta del organismo es múltiple", asegura Elena. Las defensas no solo consisten en anticuerpos, también en las conocidas como células T o linfocitos T. Identifican al virus sea cual sea la variante y actúan con contundencia, por lo que, al menos a corto plazo, se les puede entrenar con las vacunas que ya están en circulación.

Así lo aseguró este lunes el investigador principal del ensayo sudafricano, Shabir Madhi. "Creemos que esas respuestas de las células T aún permanecerán intactas a pesar de las mutaciones que existen en la variante B1351", declaró. La farmacéutica, que ya está trabajando en una nueva vacuna para combatir también a Erik, comparte el optimismo: los linfocitos podrían evitar la mayoría de los cuadros graves, eludiendo así una crisis sanitaria cuando se alcance una mayoría de población vacunada. 

¿Por qué distintas variantes comparten mutación? Una buena noticia

Recapitulando: las variantes británica, sudafricana y brasileña comparten la mutación N501Y o Nancy, probable culpable del aumento de la transmisibilidad: y las dos últimas también cuentan con E484K o Erik, que se ha identificado en casos aislados en la variante británica. Hay otros errores del ARN que también comparten diversos linajes, como la L18F. ¿Cómo es posible que variantes que han evolucionado en zonas muy distantes del globo compartan justo el mismo error? "Significa que el número de posibles caminos que puede tomar el virus para mutar es limitado", considera Elena.

La selección natural favorece que las mutaciones que favorecen la transmisión se impongan frente a otras que son menos eficientes o que directamente no aportan ninguna. Por lo que una hipótesis defendida por este virólogo –y por otros, en este artículo– mantiene que, de las decenas de miles de mutaciones posibles en la proteína S, solo un puñado mejoran al virus, que ya en su versión original es bastante hábil para engancharse a nuestras células. Por lo que la reformulación de las vacunas para mejorar su eficacia será mucho más fácil.

¿AstraZeneca es una vacuna de segunda?

¿AstraZeneca es una vacuna de segunda?

Es un factor más a tener en cuenta en la difícil predicción de qué pasará con la pandemia. Empezamos sabiendo que el nuevo coronavirus, como otros de su misma especie, mutaban poco; algunos indicios indicaron que, en realidad, muta más que sus primos; entendimos que la inmunidad creciente de la población puede ejercer una presión selectiva contra el patógeno que le anime a mutar para escapar de los anticuerpos; y ahora sabemos que, efectivamente, esas mutaciones se están produciendo, pero que pueden ser pocas y que la inmunidad celular puede vencerlas. 

En España, solo se han detectado dos casos de la variante sudafricana: sin embargo, una de estas dos personas no tiene relación aparente con el país africano, lo que puede indicar que el linaje ya se está transmitiendo de manera independiente a los contagios importados. Además, no se secuencia el genoma de todos los contagios detectados, solo el 2% en el mejor de los casos, por lo que la cifra real será mucho más alta. Por su parte, la variante británica será, en estimaciones del Ministerio de Sanidad, predominante a mediados de marzo, lo que podría cortar de raíz el descenso de la incidencia registrado en las últimas semanas. 

Si las otras dos variantes se hacen fuertes en territorio español, ¿qué puede pasar? Elena cree que aún no sabemos cuál de estas variantes es más transmisible, por lo que no hay una candidata principal a ganar la carrera: además, se puede producir una recombinación, una suerte de fusión entre dos variaciones para dar lugar a una tercera variación que contenga las mutaciones más favorables de ambas. Pero si, como se cree, los linfocitos T siguen respondiendo bien a Erik y otros errores del genoma, podremos alcanzar (aun así) el final de la crisis sanitaria. 

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