La situación en el PP

Una investigación demuestra que asumir el ideario ultra no sirve para frenar la huida de votantes del centro derecha a la derecha radical

Santiago Abascal (Vox) y Pablo Casado (PP) conversan en el Congreso antes de la pandemia.

Fernando Varela

A partir del análisis de una amplia literatura que identifica las actitudes antiinmigración como el principal motor del apoyo a la derecha radical, una investigación recientemente publicada por el Journal of Ethnic and Migration Studies del Reino Unido trata de arrojar luz acerca de cómo los partidos de centro-derecha compiten electoralmente con la derecha radical.

Sus primeras conclusiones demuestran que los patrones de apoyo individual a los partidos de derecha radical en lugar de los de centro-derecha “han cambiado con el tiempo”. “Todos los grupos de clase muestran un cambio hacia la derecha radical, lo que indica que la base de apoyo de la derecha radical es ahora más amplia que antes”. Este desplazamiento es mucho más visible entre los votantes de la clase trabajadora, que “se han vuelto más propensos a votar a un partido de derecha radical en lugar de uno de centro-derecha”.

“Los partidos de la derecha radical atraen a los votantes del centro-derecha de todos los grupos, pero especialmente de la clase trabajadora”. El papel creciente de las diferencias de actitud y los agravios económicos a la hora de votar apuntan a “una base estable” de apoyo a los partidos de la derecha radical para los próximos años. “Al igual que los partidos de centro-izquierda, los partidos de centro-derecha parecen enfrentarse a un dilema fundamental: por un lado, perder el apoyo (de la clase trabajadora) en favor de la derecha radical y, por otro, enfrentarse a rivales más liberales que compiten por su electorado de mentalidad empresarial”.

La investigación certifica que las actitudes antiinmigración siguen siendo “el principal factor de predicción” para la elección de un partido de derecha radical pero añade, y esta es la novedad en términos sociológicos, que los “agravios económicos también han aumentado en importancia”.

El estudio lleva la firma de Tarik Abou-Chadi, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Zúrich (Suiza); Denis Cohen, experto en Ciencia Política del Centro de Investigación Social Europea de la Universidad de Mannheim (Alemania) y Markus Wagner, profesor de métodos cuantitativos en Ciencia Política de la Universidad de Viena (Austria). Se publicó este mes en el Journal of Ethnic and Migration Studies del Reino Unido.

Las conclusiones, que se apoyan en el análisis de los trasvases de voto entre partidos de centro-derecha y de derecha radical en casi 100 elecciones, certifican que los partidos de derecha radical se han convertido en destinos crecientes para los votantes de centro-derecha que han desertado en los últimos 50 años. ¿Pero qué impulsa este trasvase de los votantes?

Los estudios más antiguos identificaban las actitudes antiinmigración como el principal determinante del voto de la derecha radical y también como el principal predictor de la elección entre los partidos de centro-derecha y de derecha radical. Y otorgaban una influencia mucho menor a las condiciones económicas individuales.

Eso ahora ha cambiado, según los autores de la investigación, debido a las transformaciones socioeconómicas mundiales y a las dos grandes crisis europeas: la crisis económica de 2008 y la crisis migratoria de 2015. “Estos acontecimientos han reforzado potencialmente los agravios existentes y han politizado otros nuevos”.

"Chovinismo del bienestar"

La descripción que el estudio hace del comportamiento de la derecha radical en materia económica se ajusta a Vox como un guante. En la medida en que la derecha radical se posiciona sobre temas económicos, sostiene el estudio, se aparta de los enfoques dominantes y enmarca el debate en términos de oposición populista a las élites del establishment. Se opone a la globalización y a la mala gestión económica para afirmar que defiende a los "abandonados" por las políticas actuales. Es una retórica antisistema que traslada la noción de "chovinismo del bienestar" para todo lo que tiene que ver con la economía para exigir apoyo estatal a los ciudadanos nacidos en el país y negárselo a los inmigrantes.

A favor de la derecha radical está jugando que cada vez más votantes basan su elección de partido en “actitudes y quejas económicas”. La crisis aumentó el descontento de los votantes con las élites existentes en muchos países y redujo directamente su percepción de la competencia de los gobiernos. Los votantes insatisfechos con la situación económica se decantan cada vez más por los partidos de derecha radical en lugar de los de centro-derecha porque defienden “posturas antielitistas”.

En ese contexto, tanto la crisis económica como la llamada crisis migratoria y la "proletarización" de la derecha radical han reforzado los agravios como un factor decisivo. En los últimos años los partidos de centro-derecha de toda Europa han experimentado una reducción especialmente fuerte de apoyo por parte de los empleados del sector servicios y, sobre todo, de los trabajadores industriales.

Ya es un hecho sociológicamente aceptado que la derecha radical ha vivido una fase de "proletarización" y ha atraído a más votantes de la clase trabajadora. Ha conseguido atraer a un porcentaje cada vez mayor de votantes entre todos los grupos de clase, pero ha tenido un éxito especial entre los que pueden ser etiquetados como “perdedores de la globalización”.

En cambio, los partidos de centro-derecha han perdido cada vez más el apoyo de los votantes de la clase trabajadora, que ahora son más propensos a apoyar a la derecha radical.

Estrategia fallida

La investigación revela también que la estrategia de asumir posiciones ultras para frenar el trasvase de votos que están llevando a cabo partidos como el PP, que se ven obligados a competir con una formación de extrema derecha claramente al alza, no están funcionando.

“Aparentemente los partidos de centro-derecha”, aseguran sus autores, “no pueden hacer mucho para evitar la pérdida de votos en favor de los partidos de derecha radical ajustando su posición política hacia posiciones más anti-inmigración. En nuestro análisis, los partidos de centro-derecha que siguen estas estrategias no tienen menos probabilidades de perder votantes frente a sus competidores de la derecha radical”. De hecho, añaden, está sucediendo “lo contrario”.

En los debates públicos, señala el estudio, la pérdida de votos de los partidos de centro-derecha en favor de la derecha radical se atribuye a menudo al aumento del número de inmigrantes y a la incapacidad de las élites para adoptar posiciones más duras contra la inmigración. “Nuestros resultados muestran que ni las medidas objetivas destinadas a establecer cuotas de inmigrantes ni las posiciones más contrarias a la inmigración de los partidos de centro-derecha están conteniendo su pérdida de votos hacia la derecha radical”.

Los partidos de centro-derecha “se han vuelto más derechistas” en cuestiones culturales, sobre todo en materia de inmigración. Siguiendo “una lógica básica de competencia espacial, estos cambios de posición deberían contribuir a debilitar a los partidos de la derecha radical”, pero el estudio concluye que como mínimo “es dudoso que los partidos de centro-derecha puedan emplear con éxito estas estrategias”.

El reto para el centro-derecha “parece ser estructural y difícil de cambiar”. “Para los partidos de centro-derecha que esperan recuperar a los votantes de la derecha radical” con propuestas destinadas a reducir la inmigración “esto supone un verdadero desafío, ya que parece que no pueden hacer mucho por sí mismos para ganar a los votantes tentados por la derecha radical. En su lugar, tienen que esperar cambios más amplios en las condiciones sociales y económicas”.

Los partidos de centro-derecha se enfrentan a una fuerte competencia por parte de la derecha radical. Sus partidarios han contribuido al crecimiento de la derecha radical con más fuerza que los votantes que han desertado de cualquier otra familia de partidos o de votantes procedentes de la abstención.

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Parte del problema, explica el estudio, es que al apelar a los potenciales partidarios de la derecha radical, el centro-derecha se enfrenta al “reto de la coherencia ideológica y la credibilidad”. Los partidos de centro-derecha suelen tener fuertes vínculos con grupos empresariales, que tienden a favorecer la globalización y la migración económica. En términos más generales, los partidos de centro-derecha también necesitan el apoyo de los votantes moderados, a los que podrían desanimar las posturas fuertes contra la migración. Por lo tanto, los partidos de centro-derecha pueden tener problemas para acomodar de forma creíble las posiciones de la derecha radical.

En segundo lugar, los cambios hacia posiciones más contrarias a la inmigración “pueden contribuir a legitimar a la derecha radical”. Cuando los partidos de centro-derecha ajustan su posición hacia la derecha radical, llevan estas posiciones y la retórica asociada a la corriente principal. Los votantes, como señaló hace tiempo Jean Marie Le Pen, “prefieren el original a la copia”, recuerdan los autores de la investigación.

Para colmo, el estudio revela que cuando los partidos mayoritarios hacen más hincapié en las cuestiones relacionadas con la inmigración, aumenta el número de votantes que apoyan a los partidos de derecha radical en lugar de los de centro-derecha.

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