Crisis del coronavirus

Un impacto sanitario limitado para una incoherencia real: solo cuatro franceses llevaron el covid a Madrid en marzo

Pasajeros a su llegada este domingo al aeropuerto de Palma de Mallorca.

Un francés puede venir a España a practicar turismo de borrachera, animado por una laxitud que no encuentra en su país; pero un español no puede viajar a otra comunidad autónoma a visitar a su familia. "Clama al cielo", asegura un epidemiólogo consultado. La incoherencia es evidente y está protagonizando el debate público esta semana, azuzado por declaraciones políticas que inciden en el sentimiento de injusticia. Sin embargo, el impacto del covid provocado por este turismo extranjero es limitado, a la espera de ver cómo evolucionan los datos durante la Semana Santa: en Madrid, solo se identificaron cuatro casos importados de covid provenientes de Francia, el país que más está despertando los recelos de los nacionales. 

El Ministerio de Sanidad recoge los casos "importados" de covid de todo el mundo por comunidades autónomas. Es decir, las personas que incubaron el virus en las semanas o días previos al viaje a territorio español. No aparecen en esta estadística si contraen en el país la enfermedad. En toda España se identificaron, en la semana del 16 al 22 de marzo, 114 casos. Desde el principio de la pandemia, lideran Andalucía (1.448) y Canarias (1.113), probablemente consecuencia de su papel como receptores de turismo internacional. Madrid, que con 498 casos identificados es la cuarta desde febrero de 2020, escala al segundo puesto en esta última semana con 22 casos importados. De todo el mundo. Según el resumen epidemiológico semanal de la Comunidad, solo cuatro franceses han traído la enfermedad a la región en todo marzo. Los mismos que desde Andorra. 

El hecho de que, aunque en base a muy pocos contagios, Madrid haya escalado posiciones en la clasificación de comunidades autónomas con más casos importados cuadra con su atractivo turístico para unos visitantes europeos cansados de duras restricciones en su país, sobre todo en lo relativo a la hostelería. Ya es la región que más visitan los extranjeros, por encima de Andalucía, Cataluña y Canarias. Durante febrero, el Instituto Nacional de Estadística (INE) identificó la visita de más de 48.000 foráneos a la capital. Aún no hay datos de marzo y se espera que durante Semana Santa, donde todo el continente disfruta de días de asueto, el número sea más alto.

Pero más allá de su impacto epidemiológico, el impacto emocional sobre unos españoles que no pueden viajar a otra comunidad autónoma salvo motivo justificado y que llevan sobre sus hombros más de un año de pandemia es real. "Me entran dudas sobre si el problema es de verdadero impacto epidemiólogico o tiene más que ver con la coherencia", asegura el epidemiólogo Pedro Gullón. "Todo lo que podamos hacer" para evitar nuevas cadenas de transmisión está justificado, asegura, pero al menos por el momento la movilidad entre los diversos países europeos "tampoco está siendo tan grande". Es el mismo argumento que utilizó el pasado 8 de marzo el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes), Fernando Simón. "Están viniendo con cuentagotas. Tenemos que huir de hacer comparaciones un poco fáciles. Que salgan 20.000 españoles a otros sitios no es de la misma envergadura", declaró. 

Alega el líder de la respuesta al covid en España que la movilidad que se permite al turismo extranjero es muy inferior a la que se puede producir entre autonomías, sobre todo en caso de festivos. Hay pocos datos sobre cuántos desplazamientos se produjeron en el último gran periodo festivo, Navidad, donde con algunas excepciones se permitió la visita a la familia. Sin embargo, la información de movilidad recabada por el INE sirve para constatar que la cifra fue muy superior a los 48.000 extranjeros que visitaron la capital durante febrero, dándole la razón a Simón. Al menos 179.568 residentes en la Comunidad pernoctaron en otra autonomía durante el 25 de diciembre; la cifra real es mayor, puesto que el instituto solo recoge los viajes a grandes núcleos de población, sin contar a los que vuelven a pequeños pueblos. 

Sin embargo, una segunda parte de la intervención de Simón introduce el otro gran eje: la injusticia y el privilegio del visitante foráneo frente al nacional. Reconoció que "se generan incongruencias que no son fáciles de explicar". "La incongruencia clama al cielo", reconoce Gullón. En su opinión, la fatiga pandémica se agrava ante la sensación de que se imponen restricciones que no son iguales para todos. "La gente está cansadísima. Socialmente, económicamente... y encima hay medidas que no se entienden o que no tienen un funcionamiento claro", como los confinamientos perimetrales o el toque de queda.

El Gobierno, sin embargo, no ha reconocido dicha incongruencia. Todos los partidos políticos del Congreso al margen de los gubernamentales señalaron el pasado martes en sede parlamentaria la incoherencia. El presidente, Pedro Sánchez, afirmó que sus medidas son coherentes... "con las recomendaciones de la Comisión Europea y de la autoridad sanitaria de la UE", a pesar de las palabras del portavoz comunitario de Justicia, Christian Wigand, que no coincide con la interpretación de Simón. El representante europeo declaró el pasado lunes que "visto que el riesgo de transmisión es similar para los viajes domésticos y transfronterizos, los Estados miembros deben asegurar una coherencia entre las medidas aplicadas a los dos tipos de viajes". 

La portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, aseguró que España solo se adecúa a la política de libre circulación entre países miembros de la Unión Europea, siempre que se entregue en el aeropuerto un resultado negativo de test PCR realizado al menos 72 horas antes del viaje. Afirmó que los europeos pueden viajar a España y al revés. Pero las restricciones no son las mismas. Los alemanes podrán viajar a España durante Semana Santa solo otorgando esta prueba: sin embargo, el país germano exige a los visitantes de comunidades más afectadas por el virus realizar una cuarentena que, en la práctica, es incompatible con una visita de carácter vacacional. Francia sí permite cruzar la frontera solo con un test.

¿Cómo corregir la incongruencia?

La desigualdad entre viajeros extranjeros se puede corregir de dos maneras: con más restricciones (prohibiendo los viajes por motivos turísticos o implantando cuarentenas) o con menos (permitiendo la movilidad entre comunidades autónomas en determinados supuestos). Muchos epidemiólogos son favorables a la primera opción, habida cuenta la experiencia negativa de la Navidad. "Como país receptor vemos esa frivolidad del turismo de fin de semana. Esta cuarta ola todavía tiene más incidencia en Francia que en España. Tenemos que pensar cuál es el modelo, qué esperamos como país receptor de turismo. A mí me genera muchísimas dudas", declaró el especialista en Medicina Preventiva Manuel Franco

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Gullón es partidario de la segunda. No cree que la solución sea imponer PCR a viajeros entre autonomías ni de prohibir la carretera como medio de transporte, redirigiendo el tráfico a aeropuertos y estaciones de tren más fáciles de controlar: el test no es una solución infalible. "Para visitar a familiares deberíamos ser más abiertos, asumiendo que eso conlleva contagios, a cambio de otros beneficios sociales que pueda tener". No cree que, en ese sentido, la Semana Santa sea equiparable a la Navidad. "En un plano teórico, esas visitas a familiares no son iguales a las de Navidad. No implican reagrupaciones tan grandes, no te reúnes con seis primos más en una cena". En opinión del epidemiólogo, el endurecimiento de las medidas debería cambiar de foco. Ni criminalizar la vuelta a casa ni el turismo de los franceses: apuntar a la laxitud con respecto a la hostelería que se repite en casi todo el país pero que encuentra su máximo exponente en la Comunidad de Madrid. 

Madrid ha escalado hacia el primer puesto del turismo internacional por un motivo obvio: con la hostelería restringida desde hace meses en países como Reino Unido, Francia y Alemania, la capital se ha erigido como un destino muy jugoso para los que buscan bares y restaurantes abiertos. Los interiores no cuentan con limitaciones más allá del número de comensales por mesa y la distancia; las terrazas, igual. El toque de queda es a las 11 frente a las 6 de la tarde en el país galo. "No estarían viniendo si no consideraran que es el bar de Europa", señala Gullón. "El foco debería estar ahí. Menos en los alemanes o en los franceses. Madrid es una fiesta". La clausura del interior de bares y restaurantes es la medida más eficaz para reducir la incidencia, apuntan varios estudios, aunque debe acompañarse de ayudas directas e indirectas para que los trabajadores del sector no carguen con el mayor peso de la respuesta a la pandemia, considera el epidemiólogo. 

Es, precisamente, el enfoque que ha tomado con respecto a la polémica la oposición a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Mónica García, candidata de Más Madrid a las elecciones del 4 de mayo, ha preferido criticar a su contrincante que elevar una queja al Gobierno central, responsable de las restricciones a los turistas internacionales. "Ayuso está haciendo un efecto llamada al turismo de borrachera, al turismo de inconvivencia, que tiene que ver con haber puesto unas luces de neón en toda Europa que diga 'aquí en Madrid somos covid free'", aseguró. 

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