Crisis del coronavirus

De la mascletá que nunca estalló a los moros y cristianos que nunca desfilaron: toda una industria artesanal amenazada por el cierre

Combo con imágenes de material pirotécnico y un taller de trajes de Moros y Cristianos.

Mauro Tortosa

La última vez que Isabel Benavent tenía programado disparar la mascletá de la Plaza del Ayuntamiento de València era el 17 de marzo de 2020. Pero con el confinamiento derivado de la pandemia el acto tuvo que trasladarse de la plaza a una pedanía a las afueras de la ciudad para evitar la presencia de público. Desde entonces nada ha vuelto a ser igual. La sequía de espectáculos que ha traído consigo el covid-19 ha puesto en números rojos a la pirotecnia valenciana. “Ahora no estamos haciendo ni un 10% de lo que hacíamos antes y no sabemos cuánto tiempo más podremos durar así, porque los gastos en este tipo de empresa son muy elevados”, explica Isabel, propietaria de la pirotecnia Aitana y vicepresidenta de Piroval, la Asociación de Pirotécnicos de la Comunitat Valenciana.

En la Comunitat Valenciana siempre hay alguna fiesta. No es casualidad que sea la comunidad con el mayor número de fiestas de interés turístico nacional de toda España. Algunas huelen a pólvora, como las Fallas, celebradas a mediados de marzo, otras llegan en primavera como la Semana Santa, mientras que las populares fiestas de Moros y Cristianos se celebran en centenares de localidades valencianas a lo largo de todo el año.

Lujosos vestidos, imponentes desfiles, fuegos artificiales, recreaciones teatrales, centenares de músicos en la calle, marchas timbales y el estruendo de los trabucos son algunos de los elementos que transforman las calles de estos municipios en villas medievales. Pero para ello centenares de artesanos preparan durante varios meses todos los detalles, para que las fiestas posean el color y el clamor que las caracteriza. Desde el taller que vende las telas hasta el diseñador que traza los trajes pasando por la pirotecnia que decora el cielo con fuegos artificiales o el artista que elabora las carrozas para que el público aplauda a sus anfitriones. Pero con la irrupción de la pandemia y el aplazamiento de todas las fiestas regionales, el sector se ahoga porque llevan más de un año sin facturar nada.

Alarmas, mantenimiento, auditorías, seguros especiales, depuradoras, una Declaración de Interés Comunitario, equipos de protección de incendios, son algunos de la larga lista de gastos que debe hacer frente este tipo de empresas. “Tener esto paralizado significa tener un coste muy elevado, pero no se puede abandonar porque te llegaría una denuncia y tendríamos que desmantelarlo. Tenemos unos gastos que no tiene cualquier comercio y si a eso le sumas que no estamos facturando, al final los gastos se nos comen el negocio”, comenta Isabel.

Desde Piroval no solo piden ayudas directas para hacer frente a los gastos fijos, sino que reclaman poder trabajar porque saben que si bajan las persianas de su negocio no las podrán volver a subir. “Nosotros lo que no entendemos es porque no nos dejan trabajar. Yo no quiero que me den dinero, yo lo que quiero es ganármelo”, matiza Isabel. Además, sostiene que en este tipo de espectáculos se cumplen las medidas de seguridad y que hasta el momento nadie ha demostrado que sean un foco de contagio. “Nosotros no hemos provocado contagios, de hecho, el verano pasado la Diputación de València dio una subvención a Piroval para que organizásemos 16 castillos de fuegos artificiales por toda la provincia y la gente lo disfrutó lo que no está escrito”, añade Isabel.

Los 27 socios que configuran Piroval reclaman a las autoridades sanitarias valencianas que estudien su caso porque, según explican, la celebración de este tipo de espectáculos es compatibles con las medidas de seguridad para evitar la propagación del coronavirus, ya que en muchos casos se trata de fuegos artificiales en altura, sonoros o televisados. 

Tristes por la decisión del Ayuntamiento de València

Sin embargo, hace unas semanas tropezaron con las instituciones, concretamente con el Ayuntamiento de València después de que cancelara los 16 espectáculos que tenían preparados para la noche del 19 de marzo, conocida popularmente como la Nit del Foc. Un informe de la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública advertía que existía un “alto riesgo de incumplimiento de la normativa de distanciamiento social” y el consistorio acabó cancelando los espectáculos. No obstante, se trataba de una recomendación y en ningún caso de una prohibición. Desde Piroval reclaman que llevan desde el 1 de julio de 2020 intentando reunirse con la Generalitat Valenciana para abordar posibles soluciones a las dificultades a las que se enfrenta el sector. No obstante, apuntan que tras varios meses sin respuesta la primera vez que se reunieron fue a principios de marzo. 

Finalmente, el 9 de marzo la asociación hacía público un comunicado en el que anunciaban un veto al Ayuntamiento de València para efectuar disparos en las próximas campañas festivas, incluidas las famosas mascletás. Desde Piroval denuncian que se esté abandonando uno de los pilares por el que las Fallas son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2016. “Una de dos, o como somos Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de las Fallas nos pagan los gastos o que nos dejen trabajar”, plantea Isabel. Según la vicepresidenta de Piroval, las reuniones que se están abordando estas últimas semanas con Sanidad "están yendo bien" y se encuentran a la espera de que la Conselleria les apruebe un protocolo de seguridad para los espectáculos. "Vamos a darles un voto de confianza y esperemos que la respuesta sea positiva porque nuestra intención es siempre trabajar para el Ayuntamiento de València y para todos", concluye Isabel.

Todo el sector paralizado: desde el que vende la tela hasta el que fabrica las carrozas

Pero no es el único sector afectado por los estragos de la pandemia. Ximo Brotons es propietario de un almacén de tejidos desde hace más de dos décadas. Durante varios meses al año su negocio se convierte en la materia prima para centenares de diseñadores que acuden a su almacén en busca de diferentes tipos de telas para más tarde confeccionar los trajes tradicionales de las fiestas regionales de la zona. Sus clientes principales eran los talleres que realizaban los trajes de Moros y Cristianos, una de las fiestas con más arraigo de la Comunitat Valenciana, que simbolizan a base de desfiles y representaciones teatrales las batallas que se libraron durante la Reconquista. No obstante, con la paralización de todas las fiestas de la zona sus ventas se han reducido a mínimos. “El año pasado lo salvamos un poco porque vendíamos tejido para hacer mascarillas, pero este año nuestra facturación ha bajado un 70%”, comenta Ximo. En los últimos meses su única fuente de ingresos ha sido la venta de tejido para moda infantil y trozos de tela para hacer patchwork. “A mí lo que me preocupa es que hay pocos talleres y no hay gente joven emprendedora, es más bien gente mayor. Cuando se reanude la actividad y las fiestas continúen igual, faltarán talleres y mano de obra para poder hacer los trajes”, expone Ximo.

Solo en la provincia de Alicante las fiestas de Moros y Cristianos se celebran en más de 60 municipios, algunas de ellas declaradas de Interés Turístico Internacional como el caso de Alcoi o La Vila Joiosa. Con todo el sector paralizado y una facturación cero, un grupo de artesanos se reunían a finales de junio para crear la Asociación de Artesanos de Moros y Cristianos de Alcoi (AMICA) y unir esfuerzos ante la complicada situación que viven las firmas que se dedican a la artesanía festera. Desde la asociación denuncian que están sin ingresos y que la única forma de seguir adelante es “tirando” de ahorros. Su presidente, Modesto Moiña, detalla que ya ha perdido casi dos años de trabajo: “Nosotros confeccionamos los trajes, luego nos los quedamos para más tarde alquilarlos. Pero hemos perdido toda la temporada de confección, más toda la temporada de alquiler, he perdido el año pasado y este”.

Ayudas insuficientes

A Moiña también le preocupa la situación de algunos compañeros que ya estaban a punto de jubilarse: “Se están fulminando todos los ahorros que tenían”. Un ejemplo de ello es el caso de Diego Gómez, propietario de la empresa El Molinar, que lleva desde los años ochenta fabricando de forma artesanal metales, armas, trajes y complementos para estas fiestas. A Diego le quedaban cuatro años para jubilarse, pero la pandemia le ha paralizado el negocio por completo. Tiene a sus dos trabajadores en ERTE y no sabe cuánto tiempo más podrá aguantar así. Su exposición de más de 200 metros cuadrados, donde tiene guardada la colección de trajes que vende a sus clientes, lleva con las luces apagadas desde marzo del año pasado. “A mí el Gobierno me ha prohibido trabajar, yo estoy desde marzo de 2020 con el 100% de la empresa cerrada, a mí me están dando unas ayudas, me descuentan el autónomo que son 600 euros y me descuentan el 60% de la Seguridad Social de los trabajadores, pero aun así no me llega para comer, ni para pagar la luz, las ayudas que me dan son tan insuficientes que estoy abocado a la quiebra”, subraya Diego.

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Foto de la exposición del taller El Molinar en la que se muestran diferentes trajes distribuidos a lo largo de 224 metros cuadrados. TALLER MOLINAR

En diciembre el Ayuntamiento de Alcoi anunciaba una ayuda de 74.000 euros bajo el nombre plan ReactiAlcoi para los 17 talleres de artesanos que había en la ciudad. Aunque Diego recibió una cuantía fija de 4.000 euros, explica que los gastos de la empresa están “muy por encima” del dinero público que pueda recibir. “En lo que va de año solo he recibido 4.750 euros de ayudas, 4.000 euros del ayuntamiento de Alcoi y 750 euros del Plan Resistir de la Generalitat Valenciana”, expresa Diego. El artesano teme que si el aplazamiento de las fiestas dura mucho más tiempo se acabe perdiendo este oficio. “Los trajes son un oficio de muchos años, no te puedes enseñar de un año para otro, se necesita mucho tiempo, es todo artesanía pura”, apunta.

En el Real de Gandía (Valencia) tiene el taller Javier Guerola, pero en su taller no se confecciona la indumentaria tradicional de las fiestas, sino que se fabrican carrozas. Sus clientes se repartían desde Tarragona hasta Murcia pasando por toda la costa valenciana, pero en la actualidad tiene las 35 carrozas paradas. “La última vez que sacamos tres carrozas fue en Navidad para la cabalgata de los Reyes Magos, desde entonces no hemos vuelto a salir”, afirma Javier. “Estamos totalmente parados y con el trabajo hecho, pero ahora la cosa se está empezando a complicar más porque ya llevamos un año así, y vamos a por el segundo”, añade. Las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoi son el motor de arranque de su negocio. “Teníamos la esperanza de que si las fiestas de Alcoi se celebraban luego los pueblos de la zona también arrancarían, pero si Alcoi no empieza el resto de los municipios tampoco”, matiza Javier. Ahora les toca esperar a que el proceso de vacunación avance y las autoridades sanitarias empiezan a hablar de la celebración de estos eventos, pero por el momento aún no hay ninguna fecha clara.

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