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Diez años del 15M

El 15M económico se quedó en la pancarta

Uno de los carteles que llenaron Sol hace diez años.

Una década después del 15M, hay que echar cuentas. ¿Quién ha pagado la factura? La política, casi en solitario. El tablero ha saltado por los aires. El multipartidismo se ha instalado, acarreando un mayor pluralismo, pero también bloqueos constantes. Y la desafección no ha dejado de crecer. Hoy el 90% desconfía de los partidos. Mientras tanto, el 15M económico se quedó en la pancarta. Aunque casi siempre se recuerden los eslóganes anti-partidos, lo cierto es que hubo un 15M que hablaba de dinero: "¿Y a esos mercados, quién los ha votado?". "Esta crisis no la pagamos". "Violencia es cobrar 600 euros". "Manos arriba, esto es un contrato".

¿En qué quedó ese 15M más material, contante y sonante? Es difícil encontrar pinceladas positivas en el balance. "La banca ha ganado la partida", lamenta el abogado de 15MpaRato, Juan Moreno. El sociólogo César Rendueles añade: "Empezó con el 'no somos mercancía en manos de políticos y banqueros', pero rápidamente el foco de la indignación se dirigió de forma más concreta a los políticos". El 15M, añade, "no pasó el umbral de los centros de trabajo". Rubén Martínez, de La Hidra Cooperativa, señala: en lo referente al poder financiero, "si algo ha avanzado es su dominio"; en cuanto a la vivienda, "la estructura y la concentración de la propiedad inmobiliaria son intocables".

POLÍTICA: LA GRAN SACUDIDA

Multipartidismo

Algunos gritos y pancartas del 15M. "No hay pan para tanto chorizo". "Que se vayan todos". "Lo llaman democracia y no lo es". En efecto, el 15M puso a la política, y hasta a la democracia representativa, en el punto de mira. Y nadie puede negar que la política ha sufrido una fuerte sacudida en la última década. Se han dado dos fenómenos: 1) Una ruptura del tablero. 2) Un boom de la desafección. PP y PSOE han perdido un trozo de su tarta. Del 83,8% del voto en las generales en 2008 ha pasado al 48,8%. Hay ejemplos llamativos del retroceso. El PSOE es tercera fuerza en Madrid, Galicia y Euskadi. El PP es quinta en Euskadi y octava en Cataluña. El multipartidismo no sólo ha traído mayor pluralismo, sino también bloqueo. Entre 2015 y la actualidad ha habido cuatro generales, con dos repeticiones. En 2019 hubo dos generales en un mismo año. Hay que remontarse a 1872 para encontrar algo similar. Entre Rajoy (316) y Sánchez (254) suman 570 días en funciones.

Las repeticiones electorales son parte del paisaje. También los adelantos. El último, en Madrid, tras un terremoto con origen en Murcia que ha alcanzado hasta al Gobierno de España. ¿Se formará gobierno en Cataluña antes del 26 de mayo, fecha tope para evitar repetición? Nadie puede garantizar que la siguiente estación electoral vaya a ser la que teóricamente toca, Andalucía, donde de hecho la política vive ya ajustada a la hipótesis de un adelanto. La inestabilidad se ha convertido en la norma.

Así ha cambiado la política en la última década, especialmente desde 2014. ¿Culpa del 15M? En absoluto. Pero el 15M es parte de la explicación, y corresponsable de los cambios.

Bloqueo y desafección

Víctor Lapuente, autor del Decálogo del buen ciudadano, recuerda aquel "no nos representan" y reflexiona en torno a dos conceptos: "efectividad versus representatividad". "En sistemas bipartidistas, la representación es menor, pero el gobierno suele ser más eficaz. En España hubo un grito a favor de una mayor representatividad. ¿Queríamos más partidos? ¡Pues ahora los tenemos!". A juicio de Lapuente, el 15M puede leerse como "una crisis de adolescencia de la democracia en España". Tenía valía democrática, dice: era "un grito comunitario" frente a la "atomización social". "La democracia necesita un sentido de comunidad y el 15M lo aportaba", reflexiona. Pero, al mismo tiempo, se ha producido un "desgarro" en el tejido político.

El multipartidismo no es en sí un problema. Ni el bipartidismo. Sí lo es el bloqueo. Y la desafección. O incluso la antipolítica. En España la percepción de que la política funciona mal ofrece cifras apabullantes. Los partidos están en el centro de la diana. Diez años después de aquel grito contra la partitocracia, los privilegios de la élite política y su coyunda con los amos del dinero, he aquí un dato de impacto: según el último Eurobarómetro, el 90% –¡90!– de los ciudadanos en España no considera fiables a los partidos políticos, y el 76% al Congreso (76%). 

La última vez que el CIS lo preguntó, en diciembre de 2019, un 49,5% veía que los políticos y los partidos eran uno de los tres principales problemas, récord desde el inicio de la serie, en 1985 (4,7%). En mayo de 2011, el porcentaje estaba en 22,1%. Hoy un 45,5% sitúa entre los tres principales problemas a factores que sitúan a los políticos en el punto de mira. A esto hay que sumar el 16,9% de la corrupción. Un análisis de los datos postelectorales de 2015-2016 y 2019 permite observar que el bloqueo político contribuye al incremento de la percepción de la política como problema. Un círculo vicioso.

PODER ECONÓMICO: ama

Propósitos materiales

Pero no sólo de la política se ocupó el 15M. Como recuerda en Un caos bonito. Relato de una década de la #SpanishRevolution Francisco Jurado, destacado suministrador de ideas del 15M sevillano, aquel fervor de plazas también afloró cuestiones materiales. En la primera síntesis de demandas realizada por Democracia Real Ya aparecían ya exigencias contra el paro, por el derecho a la vivienda, por los servicios públicos de calidad, por el control de los bancos, por la fiscalidad justa... El 15M era contante y sonante. También apuntó al poder duro. Denunció que la banca mandaba demasiado y que la vivienda era una pura mercancía. Alertó de la precariedad.

¿En qué quedaron aquellas demandas?

Juan Moreno, impulsor de proyectos como Democracia 4.0 y Operación Euribor, conocido por su papel como abogado de la querella 15MpaRato, hace balance con un punto de decepción, por no decir cabreo. Extiende su nota negativa a la política y la economía. "Es cierto que una generación política entera, la de la Transición, prácticamente fue barrida. Pero no ha cambiado el statu quo. El 'queremos democracia real ya', ¿en qué ha quedado? Sigue siendo una partitocracia", afirma. A su juicio, lo que sigue vivo del 15 es "el mito", que eclipsa su vocación transformadora. Y reflexiona: "La banca ha ganado la partida. Después del rescate, se les compró el suelo a precio de mercado y se les encargó su gestión. No se ha hecho nada importante por el alquiler social y la bajada de los precios de mercado. Tenemos un problema con la vivienda del que no salimos, y que está detrás de todo nuestro problema económico, porque destinamos demasiado dinero a la vivienda. Pero seguimos sin cambiar el diseño socioeconómico".

En el análisis de César Rendueles y Jorge Sola Estrategias y desafíos. La situación de la izquierda en España, publicado en 2019, los autores dejaban este duro diagnóstico del post-15M. "La energía desplegada [...] puede contrastar con los escasos resultados tangibles [...]: apenas se han detenido las políticas austeritarias, el Estado ha dado un giro represivo, los trabajadores han seguido perdiendo derechos y las élites conservan sus beneficios y privilegios". El sociólogo y ensayista Rendueles, autor de Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto utilitarista, retoma el hilo: "Empezó con el 'no somos mercancía en manos de políticos y banqueros', pero rápidamente el foco de la indignación se dirigió de forma más concreta a los políticos. ¿Por qué? Primero, porque subjetivamente es más fácil. Las élites son más vaporosas. Ha habido mucha atención a la corrupción política pero a la banca, al margen de convertir a Bankia en un chivo expiatorio, la hemos premiado con mucho dinero, y mientras no se ha acometido una reforma fiscal a fondo". A su juicio, los propósitos materialistas del 15M quedaron en poco. "El ciclo de movilizaciones iniciado con el 15M y prolongado con las mareas no pasó el umbral de los centros de trabajo", afirma.

Precariedad, banca y vivienda

No es fácil mapear el éxito de un propósito cuando ese propósito es hacer un país más social. Pero veamos algunos datos. España cerró 2020 con un 40,7% de menores de 25 años en paro, más de 20 puntos por encima de la UE. Escuecen algunas comparaciones con 2011. En cuanto a la precariedad, hace diez años el 54,8% de los asalariados menores de 30 años tenían contrato indefinido, frente al 51% de 2020. La precariedad conecta con la vivienda. Los asalariados menores de 30 años dedican entre un 52,2% y un 75,6% del sueldo a la vivienda. La juventud española es una de las que más tarde se independiza de Europa. Este dato a su vez es indisociable de la caída de la fecundidad [ver aquí información en detalle]. A la espera de ver cómo encauza España la crisis post-covid, el panorama social es pobre. Y no sólo para los jóvenes, sujeto protagonista del 15M. España queda por debajo del conjunto de la UE-27 en gasto en sanidad, discapacidad, tercera edad, familia, infancia, vivienda e inclusión. El Estado dedica a la protección social 3,6 puntos menos de PIB que la UE y 8,3 menos que Francia.

En el envés de la moneda, se ha producido un incremento de los beneficios empresariales mientras apenas subían los salarios, como ha puesto de manifiesto el Banco de España. La pandemia tampoco ha frenado el avance de la brecha entre directivos y empleados, según un estudio de la escuela de negocios EADA y la consultora ICSA. ¿Y la banca, el sector más señalado por el 15M? Nueve de los 12 grandes bancos repartieron dividendos en 2020, a pesar de la petición en contra del BCE. La banca prevé ahora la salida de más de 17.000 empleados, al mismo tiempo que recupera los bonus millonarios a su cúpula. El rescate de la banca costó 45.640 millones de euros públicos, según el FROB.

El Estado se ha visto obligado a asumir los 35.000 millones de deuda de la Sareb, el banco malo, una sociedad público-privada creada para absorber el ladrillo tóxico del sector financiero. La vivienda no sólo no se ha desmercantilizado, sino que han irrumpido en el sector los fondos buitre y el plataformismo californiano. La revolución Airbnb llegó en 2012, un año después del 15M, acelerando el fenómeno de la gentrificación en las grandes ciudades. El desplome del sector del ladrillo allanó el terreno a los fondos de inversión. Blackstone se ha convertido en el mayor casero de España. El reinado de los fondos de inversión y las plataformas digitales se está extendiendo al negocio turístico, aprovechando la falta de liquidez de los agentes tradicionales. Los fondos extranjeros han vivido un ciclo de expansión en el IBEX. Hoy el mayor accionista del IBEX es Blackrock.

Poderes intocables

Autor de Las redes de poder en España y Cómo se gobierna España, el sociólogo Andrés Villena es un destacado investigador en un área nada difícil de investigar: los movimientos del poder duro, fáctico, discreto, a menudo oculto tras el visillo del show político. Claro que el poder se ha visto alterado en esta década, dice. Pero no a lo 15M. Los fenómenos fundamentales han sido "intensa penetración de fondos", la "transformación de la nacionalidad de las grandes empresas" y la "concentración de poderes", explica. Se trata de cambios, añade, "totalmente fuera del alcance" del movimiento 15M, al que sí atribuye al menos una "mayor concienciación" sobre los fondos buitre y una introducción en el debate de medidas como la tasa Tobin, la renta básica y contra los desahucios. Villena cree que la circulación de élites políticas –con el rejuvenecimiento que ha implicado la nueva política– ha eclipsado el mantenimiento de los poderes duros.

"En general", reflexiona Rubén Martínez, investigador sobre políticas públicas en La Hidra Cooperativa, "si el problema era la creciente desigualdad, se han encarado algunas de sus consecuencias, pero más bien ninguna de sus causas". El coautor de Barrios y crisis: Crisis económica, segregación urbana e innovación social en Cataluña se explica: "Frente a los problemas laborales, se aprueba la Ley Rider, pero de momento sigue pendiente la derogación de la reforma laboral y un programa que deje atrás la precariedad estructural. Frente al problema del acceso a la vivienda, se aprueba una ley de regulación de alquileres en Cataluña gracias a una enorme presión sindical, pero la estructura y la concentración de la propiedad inmobiliaria son intocables. Frente al poder financiero, si algo ha avanzado es su dominio en todo el aparato productivo, incluso en los nuevos planes de reconversión verde".

Merecer y conseguir

"Las demandas del 15M, cuando se pudieron empezar a concretar desde un vago y contundente desencanto, eran demasiado maximalistas y amplias, estaban dirigidas a los fundamentos mismos del sistema. No se pudieron concretar aún más primero porque no es tarea de los movimientos sociales escribir programas políticos, pero luego porque los integrantes mismos del movimiento proponían soluciones diferentes en función de su trayectoria, experiencia, intereses...", expone la politóloga Carol Galais, especialista en socialización y participación política. Añade: "Los pocos intentos de reformar leyes injustas se han topado de bruces con la oposición política y judicial, e incluso se han hecho retrocesos en los derechos políticos con medidas como la Ley Mordaza. La economía, ni eso". Luego, matiza y se pregunta por los posibles logros inadvertidos del movimiento 15M y las mareas: "Tal vez se consiguió frenar algunas de las medidas más duras y el desmantelamiento total del Estado del bienestar, por la resistencia frontal de las mareas, pero nunca podremos saber qué habría pasado en su ausencia".

Diez años del 15M: la comunicación impone su poder en la vida política

Javier Gil, investigador sobre vivienda y financiarización, basa su balance en lo que la movilización ha creado: "El 15M ayudó a fortalecer a el movimiento de vivienda. La PAH creció muchísimo y se extendió por todo el Estado a partir del 15M". Hubo, señala, una "respuesta a un gobierno que no aprobaba políticas de vivienda en plena crisis, que permitió que cientos de miles de familias fueran desahuciadas por bancos que estaban recibiendo dinero público". A su juicio, el 15M "dinamizó un movimiento que ha parado miles de desahucios, ha conseguido muchísimas daciones en pago y ha recuperado mucha vivienda vacía de todos estos bancos".

El periodista y escritor Jorge Dioni, que investiga las intersecciones entre desarrollo urbano y desigualdad, lanza una mirada al 15M con un punto sarcástico. "Había un verbo que se utilizaba mucho: 'Merecer'. 'No nos merecemos esta política, no nos merecemos gastarnos casi todo el sueldo en una vivienda...'. Casi parecía un discurso de autoayuda: 'Si lo deseo, el universo me lo devolverá'. Eso no funciona así, claro", explica Dioni, que acaba de publicar La España de las piscinas. Cómo el urbanismo neoliberal ha conquistado España y transformado su mapa político. A su juicio, esta limitación de partida del movimiento determina su escaso impacto contra el poder duro.

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