La coalición de Gobierno

Dos meses sin enfrentamientos en público: así aplica Yolanda Díaz el "liderazgo no confrontativo" en temas como Ceuta o la vivienda

Firma del acuerdo para prorrogar los ERTE, este jueves.

La salida de Pablo Iglesias del Consejo de Ministros ha cambiado los biorritmos de la coalición. La de entrar en el Gobierno a toda costa fue una decisión estratégica muy personal de Iglesias, que en su momento encontró incluso oposición interna. Desde el arranque de la legislatura el ya exlíder de Podemos se afanó en que la acción de gobierno compartida con el PSOE no acabara desdibujando la autonomía del proyecto político morado, principal temor de la formación de izquierdas. Y de ahí que la estrategia comunicativa estuviera basada en una escenificación evidente (y permanente) de las discrepancias.

Ahora, los conflictos internos entre el PSOE y Unidas Podemos siguen ahí. En la mayoría de los casos, como la reforma laboral o la ley de vivienda, intactos. En algún otro, como ‘la ley trans’, incluso agravado. Pero el ruido externo provocado por el enfrentamiento entre socios ha desaparecido casi por completo dejando atrás, por el momento, esa escenificación diaria de las diferencias con comunicados, declaraciones o tuits cruzados entre ministerios.

“No me gusta nada el ruido y yo no uso esos estilos ni lo voy a hacer. Lo sabe todo el mundo y se lo he dicho, por supuesto, a Pablo Iglesias”, reconoció públicamente Yolanda Díaz en Infolibre en su primera entrevista tras ser nombrada vicepresidenta. Dos meses después de acceder al cargo, y a la espera de la reconstrucción orgánica de Podemos, esa forma de trabajar parece implantarse poco a poco en la parte morada del Gobierno.

Rebajar el ruido, reforzar la coalición

Varias fuentes consultadas en Unidas Podemos que forman parte de los equipos de la coalición coinciden en una cosa: “Si alguien en el PSOE piensa que podrá torear a Yolanda fácilmente porque es una persona discreta, está muy equivocado”. En su propio departamento explican que su balance de gestión, con numerosos acuerdos sociales alcanzados con patronal y sindicatos, la acreditan como una gran negociadora: “Los que la conocemos sabemos que va a pelear las cosas hasta la extenuación. Y si en algún momento no las consigue también las denunciará fuera”.

Por el momento los automatismos adquiridos en esta nueva etapa implican que cada ministra o ministro desarrolla las negociaciones que son de su ámbito competencial con total autonomía: Ione Belarra, vivienda; Irene Montero, ley trans; Yolanda Díaz, reforma laboralley trans. En caso de parálisis, es Díaz quien departe directamente con el presidente del Gobierno, como ya ha hecho en varias ocasiones en las últimas semanas, para impulsar el desbloqueo.

La vicepresidenta tercera está haciendo especial hincapié en que la coordinación entre los equipos de Unidas Podemos en el Ejecutivo se perfeccione. Cada lunes sin falta, la mesa confederal se reúne para poner en común estrategias y para reportarse el estado exacto de cada una de las negociaciones. Y ahí también se fijan las líneas de actuación en materia comunicativa.

Tras el fracaso de la izquierda en las elecciones madrileñas y la crisis con Marruecos por el episodio de Ceuta, esa estrategia comunicativa ha pasado por la adquisición de un perfil más institucional para no debilitar al Gobierno con críticas desde dentro en un momento especialmente delicado: “Lo que quiere Yolanda es trasladar un mensaje de confianza en este Gobierno, de que la coalición funciona y sirve para muchas cosas”.

Los conflictos con el PSOE

Todos los ministerios de Unidas Podemos implicados en negociaciones con el PSOE reconocen que hay iniciativas bloqueadas por la falta de entendimiento. Esta semana, por ejemplo, se han cumplido siete meses desde que ambos partidos llegaron a un acuerdo para que la nueva ley de vivienda incluya la regulación de los precios del alquiler. Las negociaciones entre los equipos de Ione Belarra y José Luis Ábalos continúan, por el momento, sin acuerdo. Y las personas conocedoras de esas negociaciones no son especialmente optimistas con que finalmente se vaya a lograr esa regulación de precios. Sin embargo, desde que Yolanda Díaz lidera la parte morada de la coalición, no se han producido incendios públicos respecto a este asunto, algo recurrente hace solo unos meses.

En situación parecida están otras negociaciones como la derogación de la reforma laboral, en la que el Ministerio de Trabajo sigue volcado para acortar los plazos y poder cumplir con el acuerdo de Gobierno, que implicaría en la práctica la derogación de la mayoría de la legislación introducida por el PP en 2012. Yolanda Díaz ha empeñado su palabra en las últimas semanas en que habrá derogación. Pero la pelea interna con Nadia Calviño o incluso con Moncloa, no trasciende.

Para las leyes que impulsa el Ministerio de Igualdad la situación no es más sencilla. Lejos de allanarse el terreno para la conocida como ley transley trans, los choques entre los departamentos de Carmen Calvo e Irene Montero son prácticamente diarios. El malestar en Igualdad es palpable por lo que consideran “un bloqueo” e incluso “una intervención” en su papel legislativo. Y no entienden que Calvo se oponga a la autodeterminación de género (la medida que permitiría despatologizar el proceso de cambio de sexo de una persona transexual) cuando el propio PSOE había respaldado esa medida en 2019 e incluso esta misma semana la ha apoyado en el parlamento de Canarias.

En su día, esas discrepancias evidentes entre Calvo y Montero llegaron a suponer un gran incendio público con cruces de acusaciones e incluso alguna filtración de documentos. La ministra de Igualdad ha lamentado en el Congreso que resulta “difícil de entender que lo que tenía seguridad jurídica en 2019 no lo tenga en 2021”. Pero ahora no se retransmiten los conflictos.

Las devoluciones en caliente

Otra de las materias sensibles de conflicto en el seno de la coalición ha sido durante esta misma legislatura la política migratoria. La dirección de Unidas Podemos criticó al unísono los planes del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para llevar a cabo devoluciones en caliente o el reforzamiento de la valla en Ceuta y Melilla a las pocas semanas de que el Gobierno echase a andar.

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Con la crisis diplomática de Marruecos que derivó en crisis humanitaria y migratoria en la frontera de Ceuta, se ha visto una reacción opuesta. La consigna ha sido que allá donde se tuvieran competencias se trabajase en la defensa de los derechos humanos. Y que en lo que compete al Ministerio del Interior, lo mejor era el silencio.

Siguiendo ese plan, la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, activó la semana pasada de forma urgente el Consejo Territorial de su departamento y consiguió un acuerdo exprés de todas las comunidades autónomas para el reparto de menores migrantes en condiciones dignas. Profesionalmente muy ligada a la defensa de los derechos humanos en las personas migrantes, Belarra ha evitado confrontar con Grande-Marlaska. La Fiscalía ya investiga las devoluciones en caliente por parte del Gobierno incluso de menores de edad.

En Unidas Podemos argumentan que, en medio del desafío de Marruecos y de la amenaza de la extrema derecha de utilizar el drama de las personas migrantes para incendiar las calles, han optado por una postura “institucional” que no suponga otro foco de inestabilidad al Ejecutivo.

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