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Función pública

La realidad de los opositores a juez: "Si no fuese por el apoyo económico de mi familia, sería imposible"

Imagen de archivo de un examen de oposiciones en el País Vasco.
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"Todo el mundo que yo conozco que ha opositado ha tenido si no apoyo de un psicólogo, apoyo psiquiátrico para que le recetase medicación. Cuando se acercan los exámenes, necesitas verdaderamente que te ayuden porque los nervios te pueden destruir. Lorazepam o lexatin, sobre todo para poder dormir". Así lo cuenta Raquel, abogada que estudió la oposición de acceso a la carrera judicial durante cinco años, pero que acabó dejándolo. Considera que habría sido imposible parar su vida y dedicarse sólo a estudiar sin el apoyo moral y económico de sus padres, una reflexión que también comparte Mario, un joven de 27 años que de momento lo va a seguir intentando: "Si no fuese por mi familia, sería imposible".

Mario, de 27 años, quiere ser juez. Raquel, de 35, quería ser fiscal. Ambos han contado a infoLibre sus experiencias como opositores para acceder a la carrera judicial, un periplo que ambos califican con exactamente las mismas palabras: "Es una carrera de fondo". Los dos saben que la media para acceder a una plaza de juez o de fiscal está en cinco años, pero en el fondo "nunca sabes si vas a llegar a la meta", cuenta Mario, porque "sabes que no por mucho estudiar vas a conseguirlo".

"Acabo de hacer tres años opositando y acabo de suspender el primer examen oral. La sensación con la que salí es que es un poco subjetivo y hay también muchos factores externos que no dependen de ti, sobre todo en los exámenes orales. Por quién esté compuesto el tribunal, en qué orden te toca examinarte, a cuánta gente han aprobado antes que a ti...", explica este joven opositor, natural de un pueblo de Toledo. El examen oral fue a principios de julio –el test previo lo había superado unos meses antes– y acaba de retomar el estudio. Lo va a seguir intentando.

La "presión de la edad", un motivo para dejarlo

Raquel lo intentó dos veces "en serio" en los casi cinco años que estuvo opositando, pero finalmente lo dejó. Lo de "en serio" lo dicen los dos porque casi siempre hay una primera vez en que los opositores se presentan al primer examen tipo test "para ver cómo es" y saber a lo que se enfrentan. Al borde de los 30, Raquel decidió que ya era suficiente, sobre todo por la "presión de la edad", pues veía que, si no aprobaba, se le "iban agotando las posibilidades en el mundo laboral", donde no había adquirido ninguna experiencia. Además, cuenta que "psicológicamente estaba muy debilitada" por la intensidad del estudio. Después de dejar la oposición, encontró trabajo en un despacho de abogados y a eso se sigue dedicando cinco años después.

¿Y cómo sobrevive un opositor que quiere ser juez o fiscal? Mario y Raquel relatan la misma experiencia: al menos ocho horas de estudio diario que cuando se acercan los exámenes pueden llegar "hasta doce o catorce". Simulacros de la primera prueba, el test de cien preguntas, todos los días y al menos dos visitas a la semana al preparador, que suele ser un juez o fiscal que, en su tiempo libre o ya jubilado, ayuda a los opositores a enfrentarse a los exámenes orales, la prueba de fuego para los que quieren dedicarse a la carrera judicial. "El test es como una criba y luego hay dos exámenes orales que se realizan en el Tribunal Supremo. En el primero se abordan cinco temas de Derecho Constitucional, Civil y Penal, con una hora para exponerlos todos. En el segundo, Derecho Procesal Civil, Procesal Penal, Mercantil, Laboral y Contencioso-Administrativo". Este año hay en liza 300 plazas –180 de jueces y 120 de fiscales–.

Más de 9.000 euros en tres años

En la preparación de una oposición, y en esta también, todo lo que rodea al estudio –pagar al preparador, el material, las tasas de los exámenes– es sufragado por los candidatos. Mario calcula que en tres años lleva invertidos algo más de 9.000 euros. Un dinero que, en su caso y en el de todos los opositores que conoce, sale de la economía familiar. "A mí me ayuda mi familia. Si no fuese por mi familia, yo no podría opositar. Esta oposición yo la concibo como imposible sin ayuda económica e imposible conciliarla con un trabajo". Él estudia en casa porque allí tiene un ambiente tranquilo, pero también hay "residencias para opositores" por las que pagas el alojamiento, la comida y "mucho silencio" si las condiciones en el domicilio no son las adecuadas para tantas horas de estudio.

Raquel opina lo mismo: "Conozco gente que no tenía apoyo familiar, porque eran familias mucho más modestas, y pidió créditos. Pero tenían el tiempo tasado. Otra gente ahorró durante un tiempo trabajando y luego se puso a opositar, pero también tenían el tiempo contado durante los años que les duraran esos ingresos. Pero no conozco a nadie en la oposición de judicatura, porque en otras sí, que trabajando pudiera estudiar". Mario apunta que un compañero estuvo tratando de compatibilizar trabajo y oposición durante cuatro años, pero finalmente dejó el primero para dedicarse íntegramente a estudiar.

El PSOE va a proponer en la ponencia política de su 40º Congreso el impulso de un sistema de becas destinados a quienes quieran prepararse unas oposiciones de acceso a la carrera judicial "que permita aflorar el talento y la vocación de los aspirantes a los distintos cuerpos, sin que la situación económica sea un impedimento insuperable, como lo es para muchas personas y sus familias en la actualidad". Según el texto de la ponencia, adelantada por la Cadena Ser, "esta necesaria democratización de las carreras judiciales debe servir para incrementar el pluralismo social en el seno del Poder Judicial y romper inercias elitistas".

La propuesta ha generado un intenso debate político y entre los propios jueces y fiscales, sobre todo por la consideración de que detrás de la carrera judicial hay un cierto "elitismo". Por eso, este periódico ha acudido a los testimonios de dos personas que han padecido en sus propias carnes los sinsabores de la oposición y que han contado cuál es su experiencia y lo que han podido ver de otros compañeros con los que han compartido desvelos, incertidumbres, anhelos y esperanzas.

"Sin un estatus acomodado, es complicado"

A falta de leer la letra pequeña y de cómo se concretará el sistema de becas, Mario y Raquel ven el planteamiento de la propuesta socialista "muy interesante" porque "las ayudas públicas siempre pueden dar oportunidades a la gente que no se lo puede permitir". "Al final te estás preparando para hacer un servicio al Estado", apunta la exopositora. Mario no está de acuerdo en calificar de "elitista" la carrera judicial, pero sí tiene claro que el nivel adquisitivo de una familia con un hijo opositor, sobre todo si tiene más hermanos, debe ser "media tirando a fuerte" para que esa familia "pueda mantenerlo", ya que no es sólo lo que se invierte en estudiar, sino la manutención general. "Creo que o tienes un estatus económico acomodado o es complicado. Yo miro al dedillo todos mis gastos y procuro no hacer excesos porque sé que ahora estoy siendo una carga para mi familia. Si no tienes ese apoyo, es imposible".

Aparte del respaldo económico que han encontrado en sus padres, Raquel y Mario ven imprescindible el apoyo moral de la familia. "Mi padre lo que siempre me dice cuando he tenido exámenes, y parece que lo tiene más claro él que yo, es que si no es este año, no pasa nada; si no, es al siguiente, y si no, al siguiente. La propia familia tiene que tener muy claro también que esto no es llegar y besar el santo", cuenta Mario.

Insomnio y ansiedad, las consecuencias de "forzar la máquina"

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La presión psicológica y el impacto anímico que produce la oposición es otro aspecto que los dos destacan. "Lo único que hago en mi día a día es estudiar y hacer deporte. El deporte me lo habían recomendado amigos que habían opositado y también mi preparador. Lo necesitas a nivel físico y hormonal, pero también para descansar. Ayuda mucho a liberar la cabeza y a dormir bien", explica Mario, que no recomienda a nadie estudiar más de diez o doce horas diarias porque se ha dado cuenta de que ha sufrido mucho "por forzar la máquina". "He sufrido insomnio, ataques de ansiedad... He tenido que tomar lorazepam para la ansiedad. Así que aconsejo a todo opositor que respete mucho lo que el cuerpo les dice. Se puede forzar cuando estás cerca de un oral, un par de semanas. Pero varios meses así se peta y pasa factura".

Es el mismo relato que ofrece Raquel. "Todo el mundo que yo conozco que ha opositado ha tenido si no apoyo de un psicólogo, apoyo psiquiátrico para que le recetase medicación. No digo que sea durante toda la oposición, ni mucho menos, pero hay un desgaste cognitivo importantísimo y cuando se acercan los exámenes te pueden recetar un lorazepam para dormir o un lexatin si te ves muy nervioso. Es para mantenerte en un estado en el que puedas seguir estudiando y controlar para no echar a perder la oposición".

Pero a pesar de todo, Mario es optimista y tiene siempre en cuenta todo lo que le están aportando estos años de estudio. "Hay que lucharlo al máximo e intentar combatir el día a día contra todos esos pensamientos negativos que te vienen a la cabeza. Todos lo pensamos: ¿dónde me he metido? Pero tienes que pensar en el destino, en la meta que quieres y en lo que te puede aportar, no pensar que son años tirados a la basura. Yo noto todo lo que me han aportado estos tres años: he adquirido un bagaje jurídico y una formación que es impresionante cómo llega a formar esta oposición".

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