Crisis del coronavirus

Así ha logrado España la gesta del 70% de vacunados: confianza en la ciencia, logística eficaz y sacrificio de los sanitarios

Dos personas a su llegada este martes al punto de vacunación masivo instalado en el Wizink Center de Madrid.

España ha alcanzado este miércoles el último hito de la campaña de vacunación: 70,3% de inmunizados con la pauta completa con respecto al total de la población. El Ministerio de Sanidad ha informado que con al menos una dosis se encuentra el 77% de la población, 36,5 millones de ciudadanos. En total, ya se han administrado 66.130.220 dosis de las vacunas de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen, el 89,4 por ciento de las distribuidas entre las comunidades autónomas, que asciende a 73.950.982 unidades. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha destacado en Twitter este logro de la sanidad pública.

El objetivo cumplido sobre la bocina merece el calificativo de gesta: no se han mejorado las previsiones del Gobierno, pero se ha llegado al hito muy por delante de otros países de nuestro entorno con similar población, capacidades y urgencias. De hecho, el país está muy por encima de la media de la Unión Europea, cuyo Ejecutivo ha anunciado este mismo martes que se ha llegado al 70%... de la población adulta, sin contar a los niños.

Las claves del éxito son varias, algunas ya conocidas desde hace meses y otras que han superado las expectativas de los más optimistas: una red de Atención Primaria precarizada pero aún referente, una confianza casi única en la ciencia y en las instituciones sanitarias y un esfuerzo extra (otro más) del personal de enfermería, que ahora pide que se recompensen las horas de más para poder vacunar a todo el que ha querido. Han conseguido que la curva de inmunizados en el país no se haya aplanado aún en ningún momento. El ritmo ha sido alto y constante durante todos estos meses, superando con holgura a los más adelantados –Israel y Reino Unido– y dibujando una tendencia mucho mejor que la de Alemania, Francia o Italia. 

Las polémicas han sido numerosas: comunidades pidiendo más vacunas, retrasos e incumplimientos de alguna farmacéutica, sensación de inseguridad con el suero de AstraZeneca, tramposos saltándose la priorización durante los primeros meses... pero el ruido no ha empañado el resultado, difícilmente mejorable. La logística, que parecía titánica tras el anuncio inicial de Pfizer de que su producto necesitaba temperaturas inferiores a -20 grados, no ha sido noticia, lo que ha resultado en la mejor noticia. Sanidad ha recibido cada lunes los cargamentos de viales que posteriormente han sido repartidos bien mediante las Fuerzas Armadas, bien mediante la subcontratación de empresas de logística que también se han encargado, en algunos casos, del almacenamiento. 

Por ejemplo, la Comunidad de Madrid externalizó el servicio a Logista y DHL, meses después de ofrecer a toda España el Hospital Enfermera Isabel Zendal para una labor que nunca llegó a ejecutar. Castilla y León, Castilla-La Mancha, Islas Baleares, Cataluña y Comunitat Valenciana también han confiado en Logista para esta labor, que requiere la recogida en los almacenes de Sanidad de los viales, su transporte hacia las comunidades y hacia los centros de salud y hospitales donde se produce la inoculación, o bien su almacenamiento a la espera de su distribución entre la población diana. Los viajes de las vacunas se han producido sin sobresaltos y sin retrasos reseñables: salvo excepciones muy contadas, todas las regiones han contado con los viales que necesitaban en cada momento. 

La inmensa mayoría de la población española ha podido recibir la vacuna en los plazos previstos por la administración y la segunda dosis en los días indicados en el prospecto. El Gobierno de la Comunidad de Madrid, sin embargo, ha recibido críticas por el retraso en la segunda dosis de Pfizer que ha arruinado a muchos jóvenes sus planes vacacionales durante julio y agosto. El Consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, aprovechó la carencia para atacar, una vez más, al Gobierno central por la falta de vacunas, pese a que los contratos no fueron firmados por el Ejecutivo, son las farmacéuticas las que envían los viales y todas las comunidades son informadas con antelación de las dosis de las que van a disponer.

Es, precisamente, la Comunidad de Madrid, junto a Cataluña y Baleares, las autonomías que más lejos están del 70% todavía: van por el 66% a 30 de agosto. No es por falta de producto: Madrid tiene en sus neveras un millón de dosis a la espera: Cataluña, dos.Pese a un éxito de país que se preveía desde hace meses por el buen ritmo, el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso no ha abandonado la confrontación en ningún momento, desobedeciendo el criterio de Sanidad con la inoculación de AstraZeneca o insistiendo en una supuesta discriminación del Gobierno en el envío de vacunas. 

La red de Atención Primaria, de la que ha prescindido en parte Madrid, es una de las claves de la gesta, apuntan los expertos. Centros de salud que conocen a sus pacientes, en cuyos médicos los vecinos confían, a minutos andando del domicilio en los mejores casos. En los grandes recintos, las escenas de colas interminables han sido la excepción, no la regla: el proceso ha sido, por lo general, rápido y fluido. La otra clave es, a juicio del sindicato de enfermería Satse, el sacrificio abnegado de los profesionales sanitarios. Una de sus portavoces, Paloma Repila, destaca "la responsabilidad que tenemos los sanitarios de ponernos manos a la obra, que la venimos mostrando desde el principio de la pandemia. Gente que, a pesar de las dificultades, podemos ponernos a trabajar en los que se necesita. Va por delante el servicio público". 

Pero la enfermería no es un voluntariado, es un trabajo. El sindicato cree que la campaña de vacunación ha funcionado en parte gracias al esfuerzo de las enfermeras, que han hecho miles de horas extras pagadas, pero a costa de la salud mental y el descanso de los profesionales. Ahora negocian comunidad por comunidad para una compensación no solo en forma de dinero, en forma de tiempo libre que disfrutar.  "No hay tiempo material para descansar" tras largas jornadas pinchando, lamenta Repila. "Pelamos para que se pueda acumular algún tipo de compensación, en días libres para conciliar, por ejemplo. Se está exigiendo que la gente colabore, pero las enfermeras podrían un día hacer un esfuerzo y al día siguiente incorporarse un poco más tarde, por ejemplo". La batalla seguirá en los próximos meses, con toda probabilidad: muchos jóvenes están aún sin vacunar, los niños esperan su turno y la tercera dosis está a la vuelta de la esquina.

Quizá el personal de enfermería no habría tenido que deslomarse si las ratios de profesionales no fueran tan bajas. España necesita, calcula el Consejo General de Enfermería, 120.000 más de estas trabajadoras: contamos con 602 por cada 100.000 pacientes, frente a 852 en la OCDE. El éxodo continúa pese a la evidente necesidad: en los hospitales de Reino Unido hay actualmente 6.160 enfermeras y enfermeros españoles y pocos se plantean volver. Las nuevas contrataciones en pandemia han sido la excepción, no la norma, denuncia Satse.

El sindicato celebra que los grandes recintos para vacunar hayan funcionado a la práctica perfección, pero advierte: "siempre que no se desmantele el sistema". Estos espacios, por lo general, no han servido para desahogar a los trabajadores, sino para cargarlos incluso más. "Si están en un sitio, no están en el otro. Cuantos más centros mejor, pero no a costa de una Atención Primaria que sabemos que funciona", lamenta la portavoz de la organización. 

En todo caso, la logística funcionando como un reloj suizo y el esfuerzo de las enfermeras no habrían servido de nada si los españoles no hubieran querido vacunarse. Y, en su inmensa mayoría, han querido. El porcentaje de rechazo a la vacuna es de los menores de todo el continente: en torno al 5% en cada tramo de edad, a la espera de que se complete el proceso en los más jóvenes y en el aluvión de peticiones que se espera tras la vuelta de vacaciones entre los que pospusieron la inmunización, una de las razones que explican que el país haya llegado tan justo a la meta. "Una de las características fundamentales del éxito", explica el médico de Atención Primaria y experto en gestión sanitaria Javier Padilla, "es que no estamos corriendo detrás de la gente para que se vacune. En Francia, cuando la pendiente empezó a aplanarse, fue cuando hicieron el pasaporte covid obligatorio. En España no ha habido que hacer nada de eso". 

El especialista ha explicado en numerosas ocasiones, y los hechos le han dado la razón, que vacunar al primer 50% es fácil: la tarea se complica en el 50% restante. Entran en juego colectivos con menos incentivos para vacunarse, como los jóvenes, donde la relación riesgo/beneficio a nivel individual es proclive a no inocularse el suero (aunque las ventajas, a nivel colectivo, sean obvias). En España, sin embargo, ha jugado a favor "una red acostumbrada a vacunar a la población, que tenga legitimidad social". No solo se trata, asegura, de que la Atención Primaria pueda ofrecer un servicio cercano y descentralizado: se trata de que, por lo general, los españoles confían en sus médicos de cabecera. 

La confianza en las instituciones, tanto sanitarias como científicas, marca la diferencia en España, considera Padilla. "Hemos hecho estudios que refuerzan la idea de que, en el país, esa confianza es alta", asegura. Hay otro factor: "es una sociedad más familiarista, en la que la familia sigue teniendo un peso importante. Hay parte de la población que se ha vacunado para que sus seres queridos estuvieran a salvo", comenta. El facultativo celebra que se ha generado con éxito en la opinión pública el relato de que "la opción por defecto es vacunarse" y que es la gran herramienta para poner fin a la pesadilla. 

'Miura 1', el primer cohete español, llegará al espacio a finales de 2022

'Miura 1', el primer cohete español, llegará al espacio a finales de 2022

Retos

Como es obvio, la pandemia aún no ha acabado. Aún quedan millones de personas por vacunar y la variante delta ha roto las esperanzas del fin de la crisis sanitaria con un 70% de inmunizados, dado que el virus sigue circulando entre los que han recibido las dosis de rigor. Para Padilla, las administraciones públicas deben hacer un esfuerzo en dos direcciones: en primer lugar, para intentar convencer a ese 5% que no quiere vacunarse, siendo proactivos en vez de pasivos como hasta ahora. Y en segundo lugar, para fomentar la vacunación en los más pequeños, cuya posibilidad de sufrir covid grave es extremadamente baja.

"Hay que llevar estrategias distintas, porque no es el tipo de población que va a ir de manera proactiva a vacunarse. Quizá se pueda vincular a otras vacunaciones con más incidencia", explica Padilla: es decir, que los niños reciban la vacuna anticovid cuando acudan al centro de salud a recibir la dosis rutinaria contra el sarampión, por ejemplo. 

Más sobre este tema
stats