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Rescate en Afganistán

La llegada a España de los últimos afganos que lograron huir del régimen talibán: "¡Queremos vivir sin miedo!"

La familia del traductor Karwan, afincado en España, a su llegada a la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) este lunes.

Uno de los militares que está a pie de pista en la base aérea de Torrejón señala con el dedo índice una luz lejana. 

- “Mirad, ¿veis aquel puntito?”

En mitad del cielo, ya completamente oscuro, el puntito había pasado desapercibido por su similitud con una estrella.

- “Pues son ellos” - dice el soldado.

Un hombre de mediana edad, alto y moreno mira la pequeña luz con los ojos vidriosos. Sonríe y le da la mano a todo el que se cruza en señal de agradecimiento. La lucecita que se acerca trae a su hija. La perdió de vista a la entrada del aeropuerto de Kabul en plena operación de rescate, hace un mes y medio. Iban juntos pero un tiroteo provocó una estampida frente a una de las puertas de acceso. No la pudo encontrar. Él entró, ella no. Ahora está a punto de aterrizar en España a bordo de un A400M que ha conseguido fletar el Gobierno desde Pakistán en una complejísima operación diplomática y militar. En total, serán dos aviones para salvar a otros 250 colaboradores afganos y familiares que se habían quedado atrás.

El aparato toma tierra en medio de un gran estruendo.

- "Este A400 es una mole tremenda" - explica Margarita Robles, ministra de Defensa.

La comitiva de recibimiento la encabezan la propia titular de Defensa y también los ministros de Exteriores y de Inclusión Social, además de altos cargos de los tres ministerios. Pero es Margarita Robles la que se encarga de las indicaciones.

- "Hay que esperar en esta línea a que se apaguen los motores" - explica a los demás señalando al suelo.

Cuando las hélices se paran, el vientre de la aparatosa nave se abre en canal desplegando una gran rampa desde su cola. El primero que intenta bajar es el hermano mayor de Karwan, el traductor afgano que trabaja en Sevilla de camarero y que, tal y como contó infoLibre, lleva desde el mes de agosto haciendo un llamamiento desesperado de auxilio para su familia. Su hermano es ahora el más impaciente por pisar tierra firme pero un soldado le da instrucciones. Tiene que esperar a que por megafonía indiquen sus nombres para que la bajada sea ordenada.

La primera en salir es la joven afgana que perdió a su padre en el aeropuerto. Viene con su marido. El hombre alto y moreno de mediana edad que espera a pie de avión le da un pequeño abrazo a su yerno y se centra rápidamente en su hija. Se abrazan durante un largo rato. Los siguientes en bajar son un grupo muy numeroso, una familia de 15 personas con adolescentes muy jóvenes y niños muy pequeños entre ellos. Los adultos los llevan de la mano o en brazos.

- "¡Son la familia de Karwan! ¡Son ellos!" - confirma la ministra de Defensa, que no disimula su alegría.

El último de los quince en bajar es Mohammadzai Sherzad, general de las tropas afganas que formaron las fuerzas occidentales, padre de Karwan y cabeza de la familia Sherzad. Baja lentamente del avión, parándose ante cada soldado para trasladarles gestos de gratitud. Los militares españoles contestan al saludo. Sus hijos le meten prisa. Margarita Robles lo está esperando para darle la bienvenida: “Welcome to Spain!”.

"Por fin pisamos una tierra de paz"

Acompañada de un equipo de traductoras del ministerio de Inclusión Social (imprescindibles para que este periódico pueda estar contando esta historia), toda la familia pasa un control de temperatura y otro de seguridad. Los perros policiales olisquean su escaso equipaje. “Estamos muy felices, por fin pisamos una tierra de paz”, dice el padre de Karwan al sentarse en los puestos de primera acogida que hay montados en la base y que son atendidos por voluntarios de la Cruz Roja y por trabajadores de Exteriores y de Inclusión.

- “¿Están bien? ¿Los bebés necesitan algo?” - pregunta una de las coordinadoras de Inclusión Social.

- “Están todos bien, pero uno de ellos está tiritando de frío y necesita ir al baño” - responde una voluntaria de Cruz Roja.

- “Ahora mismo lo atendemos. Recordad que a los bebés no se les hace la prueba de antígenos” - indica la coordinadora.

Solo el hermano mayor de Karwan habla algo de inglés y es él quien arregla todo el papeleo con el personal de Exteriores. Otro grupo de voluntarias ofrecen a todos agua y un pequeño recipiente de plástico con algo de comida dentro. Casi ninguno come nada. Lo que quiere Mohammadzai es poder hablar un momento con el hijo que está en Sevilla. Pregunta si alguien le puede prestar un teléfono. Llama.

-"Karwan, estamos aquí. Estamos todos. De verdad, que sí. Todos".

El padre empieza a llorar con su hijo al otro lado del teléfono, que a esa hora atiende la terraza de un bar en pleno centro de Sevilla.

-"Tu madre también está aquí. Estamos todos, de verdad, tranquilo".

El que fuera general de las tropas afganas cuelga y se seca las lágrimas con el pañuelo que le cubre el cuello y los hombros. “Hemos pasado mucho miedo, miedo de verdad”, cuenta. “Tuve que abandonar mi casa y cambiar mi aspecto. Me afeité la barba para que no me reconocieran como general del Ejército y empecé a vestirme diferente. Querían matarnos”, explica el padre.

La familia estuvo a punto de ser rescatada en la operación de evacuación del mes de agosto, pero la doble explosión en el aeropuerto de Kabul lo frustró todo. Los talibanes les impidieron llegar hasta la puerta controlada por los soldados españoles y las bombas les cerraron cualquier esperanza de poder huir. Se libraron de los atentados por poco. “Hemos corrido peligro. Los talibanes venían a casa y nos decían que sabían que nuestro hijo estaba en España y que había trabajado para los extranjeros en Qala i Naw. Tuvimos que escondernos”, relata.

En la foto, comiendo algo con su documento de identidad sobre una mesa, el exgeneral afgano Mohammadzai Sherzad, padre del traductor afincado en España cuyo llamamiento permitió al Ejército rescatar a toda su familia.

Nuevo plan de rescate

El Gobierno anunció entonces que acababa la operación de rescate en Kabul pero que empezaba otra para intentar sacar a todos los que se habían quedado atrás. En España, pocos creyeron que esos intentos fuesen a dar resultado. Y pronto empezaron los contactos al máximo nivel diplomático, que se han intensificado en las últimas semanas. Ante la imposibilidad de seguir rescatando a colaboradores y familiares por el aeropuerto de la capital, el centro de operaciones se desplazó hasta la frontera con Pakistán. El ministro de Exteriores acudió de visita oficial a Islamabad a principios de septiembre para reunirse con el primer ministro pakistaní. Fue un viaje sorpresa y del que no se quisieron dar demasiados detalles, más allá de “comprobar, de primera mano, la evolución de la situación de Afganistán con uno de los principales actores regionales”, según afirmó entonces el propio ministro, José Manuel Albares.

En realidad, el Gobierno intentaba poner en marcha de manera discreta una especie de corredor humanitario en miniatura a través del paso fronterizo de Torkham para aquellos colaboradores españoles que no habían podido ser rescatados antes. La semana pasada, la ministra de Defensa se reunió con el embajador pakistaní en España para apuntalar una operación diplomática y de inteligencia especialmente arriesgada.

La propia Margarita Robles se ha encargado personalmente durante el último mes y medio de hacer un seguimiento individual de aquellos ciudadanos afganos que se quedaron a las puertas de ser evacuados en agosto. Bajo su supervisión, el Ejército y los servicios de inteligencia se han encargado de contactar con cada una de las familias y de trasladarles las indicaciones necesarias para que pudieran salir de Afganistán y pasar la frontera pakistaní.

La huida de los Sherzad

Y así ha ocurrido con la familia de Karwan. “Hemos tenido muchos problemas”, insiste el padre del traductor cuando se le pregunta por su viaje desde Kabul a la frontera de Torkham. Los 231 kilómetros que separan la capital del país del paso fronterizo con Pakistán los hicieron en coche bajo una consigna: intentar pasar desapercibidos entre la población civil afgana sin levantar demasiadas sospechas. El riesgo de atentados terroristas y otras dificultades que impone el control talibán del país hacían inviable que fueran escoltados por miembros del Ejército español en suelo afgano.

“Ha sido un auténtico encaje de bolillos”, reconocen desde el ministerio de Defensa sobre la operación desarrollada, de la que no quieren hacer públicos muchos más detalles. “Han sido trabajos muy delicados que hemos llevado a cabo entre Defensa y Exteriores y con la ayuda del Gobierno pakistaní, con quien tenemos las mejores relaciones”, apuntan esas mismas fuentes, que dan a entender que Islamabad ha jugado un papel fundamental no solo en el paso fronterizo sino como mediadores ante el poder talibán. Que se conozca, tan solo Alemania y Australia, además de España, han sido capaces de llevar a cabo operaciones de rescate como esta después de la salida de Afganistán de las tropas occidentales.

Cuenta la familia de Karwan que hasta el último momento tuvieron dificultades para pasar la frontera, porque los controles talibanes eran numerosos hasta llegar a la zona de soberanía pakistaní. Una vez que lograron salir del país, todo cambió: “En Pakistán nos estaban esperando los españoles. Nos recibieron y nos escoltaron hasta Islamabad. Nos llevaron a un hotel para esperar a que estuviera listo el vuelo. Hemos estado muy cuidados”, agradece el padre del traductor.

- “Bueno, yo ya me voy. ¿Están todos bien?” - se interesa la ministra Robles, que se acerca a despedirse acompañada del JEMAD.

Mohammadzai Sherzad se pone de pie para saludarla por última vez. 

- “Muchas gracias por ayudarnos a entrar, gracias de verdad por todo” - traslada el exgeneral afgano a través de una traductora.

Nos olvidaremos de Karwan

Nos olvidaremos de Karwan

- “Nada, nada, por Dios. Venga, welcome to Spain, ¿vale?” - contesta Robles.

La comitiva oficial se marcha y se quedan los equipos de trabajadores y voluntarios atendiendo a las familias. Con una manta de tela de la Cruz Roja sobre el cuerpo, el padre de Karwan resume brevemente sus planes a partir de ahora. “Nosotros solo queremos una vida tranquila. Me gustaría que mis hijos pudieran estudiar y que podamos ayudar a la gente, servir a la gente de España. ¡Lo único que queremos es vivir sin miedo!”, concluye.

Tras pasar la noche en la base de Torrejón de Ardoz, la familia de Karwan se sube a un autobús a mediodía del martes. Es 12 de octubre y en la radio y en la tele hay discusiones sobre si el “descubrimiento de América” es un consenso identitario vigente capaz de aglutinar un orgullo generalizado hacia “lo español” o si, por el contrario, hacen falta nuevas referencias. El centro de Madrid está cortado por el desfile militar y el autobús de la familia de Karwan toma la salida de la A-4 en dirección Córdoba. Viajan hasta Sevilla para abrazar a su hijo y empezar una nueva vida. En total, 250 afganos han llegado a España en solo 24 horas tras ser rescatados de la barbarie del régimen talibán, elevando a un total de 2.300 personas las salvadas por nuestro país teniendo en cuenta la operación de agosto. “Muchísimas gracias”, escribe Karwan desde Sevilla.

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