La portada de mañana
Ver
La red infinita del lobby de la vivienda: fondos, expolíticos, un alud de 'expertos' y hasta un pie en la universidad

Sala de visionado

La realidad: ¡Qué gran ficción!

El pasado sábado, millones de españoles nos quedamos pegados al televisor enganchados a lo que ocurría en la calle Ferraz de Madrid. El despliegue televisivo duró más de 16 horas. La Sexta obtuvo unos resultados históricos de audiencia con una de las producciones más baratas que jamás haya emitido. Con el desenfrenado Ferreras como piloto de la nave, todos los espectadores nos vimos inmersos en una montaña rusa inacabable llena de inquietantes subidas, caídas verticales y un looping detrás de otro. Cuando pude intentar dormir pasadas las dos de la madrugada, estaba exhausto.

La sensación que en todo momento tuve fue la de estar asistiendo a un espectáculo de ficción, como si de una apasionante serie se tratara. Al encontrarnos ante hechos reales de imprevisible desenlace, la inquietud en el espectador aún era mayor. Uno de los grandes aciertos del equipo de La Sexta fue la de utilizar, supongo que más por necesidad que por voluntad, todos los recursos y formatos posibles para llenar tantas horas de emisión. Presentadores en el plató, comentaristas, reporteros en la puerta de la sede, documentos de archivo, fotografías y audios enviados desde el interior por los propios miembros del Comité Federal del PSOE, imágenes en directo de los manifestantes que copaban la calle… y una diabólica y genial idea que consistía en introducir un sonido telefónico de mensaje urgente cada vez que supuestamente se producía una noticia trascendente de última hora. Por si fuera poco, a media mañana, las cámaras conseguían colocarse en un lugar estratégico que ofrecía tomas exclusivas de un patio interior que trasmitía la iconografía de una prisión en la que los reclusos encerrados salían de vez en cuando a fumar quien sabe si su último cigarrillo antes de la deflagración final. La gente dentro de la sede socialista de Ferraz discutía, gritaba, negociaba, compartía secretos en voz baja, planeaba movimientos sorpresa, etc. Y nos contaban que todo era tensión, que nadie podía garantizar que no llegaran a las manos y que, hasta la más poderosa de las poderosas, Susana Díaz, lloraba en mitad de la crisis. Menudo peliculón. Y, sin embargo, aquello era pura realidad.

En mi caso personal, el sábado apenas hice nada más que ver la tele, pese a que tenía tareas pendientes. Una de ellas, meterle mano a esta columna semanal que curiosamente me coincidía en buena medida con lo que estaba viviendo. Porque esta semana quería recomendaros vivamente que vierais O.J.: Made In America. Se trata de una serie documental difícil de catalogar. Es evidente que mantiene elementos básicos del género documental. Pero a la vez, la historia contiene tantos elementos diversos en su desarrollo, que es imposible no dejarse arrastrar como si de una obra de ficción se tratara ¿Alguien no recuerda la persecución de OJ Simpson por las autopistas que rodean Los Ángeles por un montón de coches de policía?

El objetivo central de la producción es más o menos conocido de todos, el supuesto asesinato de su ex mujer cometido por O.J. Simpson, uno de los nombres míticos del deporte y el mundo del espectáculo en EEUU, hace algo más de 20 años. La conmoción fue absoluta. Pero la extraordinaria fama del protagonista del caso, solo era una de las ramificaciones del proceso policial, judicial y mediático que se abría. El debate principal e inesperado iba a ser otro: el racismo. En una sociedad que sigue sangrando por el desigual trato a negros y a blancos, y especialmente por los abusos policiales a los afroamericanos, O.J. Simpson era el perfecto espejo en el que mirarse. Un negro triunfador, millonario y aclamado por las clases blancas dominantes. El espejismo más llamativo de una falacia absoluta. Con estos ingredientes, todas las contradicciones de la sociedad americana llegaron a la histeria. Lo irracional aplastó a la lógica y a las pruebas forenses. El esperpento tomó los tribunales, los medios de comunicación y a la gente común. 

Recientemente, la mini serie The people vs O.J. Simpson, que dramatiza el caso, ha sido una de las grandes triunfadoras en los premios Emmy, en los que ganó nada menos que nueve galardones. Absurdamente, aún no se ha estrenado en nuestra televisión, pero al menos nos permitirá verla como creo que corresponde en un orden lógico, después de haber disfrutado de la serie documental O.J. Simpson: Made In America. La serie de ficción y la documental se centran en el mismo argumento y ambas aportan aspectos originales y enfoques dignos de tener en cuenta. Cuando llegue a España, tendremos oportunidad de comentar esta aclamada ficción.

Los cinco capítulos del documental (más de 7 horas de material) ofrecen una profundidad inusitada. Es una extraordinaria aproximación al alma de la sociedad norteamericana partiendo de un caso tan dramático, como impactante. Producida y difundida por dos cadenas pertenecientes al mismo grupo, la ABC (en abierto) y la deportiva ESPN (en cable), el encargo fue hecho a Ezra Edelman, documentalista con trayectoria en historias deportivas, como el extraordinario trabajo realizado para HBO, Magic & Bird, que recreaba la rivalidad entre dos de los más grandes jugadores de la historia de la NBA que llevó al baloncesto a uno de los momentos culminantes de su historia.

Edelman es, por cierto, hijo de una afroamericana firme activista defensora de los derechos civiles y de un profesor blanco. El director no pretende a estas alturas aportar nada al aspecto forense del caso. Profundiza en los motivos del desastre y jerarquiza lo que pudo fraguar una tragedia como esta historia. Para ello, ha conseguido testimonios originales, como una miembro del jurado que confiesa como le afectaba la inevitable controversia del caso o al policía que investigó la escena del crimen, y que había confesado al psicólogo tiempo atrás que fantaseaba con apalear negros. También estamos un buen rato con una mujer que era el piloto del helicóptero que filmó la huida de O.J. y que años después cambió de sexo.  

Como en Narcos, la realidad supera tanto a la ficción que te deja a menudo boquiabierto. La versión americana de la revista Vanity Fair ha sido extraordinariamente elogiosa con la serie. Afirma que se comentará durante muchos años al hablar de discriminación, en una sociedad que pensó que tener un presidente negro podría acabar con la pesadilla del racismo y comprueba cada día en las calles que queda mucho por hacer.  

La mejor televisión de la historia

La mejor televisión de la historia

The Observer ha recopilado diferentes críticas a esta serie documental que ha sido calificada como “obra maestra” o como “pieza magistral de enseñanza, periodismo y arte cinemático”. Además de tomarse su tiempo en desarrollar los personajes, en contarnos todas las dimensiones posibles de O.J., de cada policía, abogado o fiscal relativo al caso, de vez en cuando encontramos un gesto, elegido entre horas del metraje examinado, en el que un personaje explica su psicología a través de esos pequeños detalles que nos delatan a todos, más allá de lo que estemos tratando de aparentar. Y Edelman tiene un ojo especialmente agudo para la vanidad, que detecta y refleja con especial sensibilidad.

Esta serie forma parte de un proyecto que hoy en día cabe considerar ya como historia de la televisión. Se trata de 30 for 30. En septiembre de 1979 nació la cadena de deportes ESPN, en Estados Unidos, dentro del grupo Disney. En 2009, 30 años más tarde, decidieron celebrar el evento con la puesta en marcha de una idea espectacular. Se trataba de producir 30 películas documentales cada año relacionadas con el mundo del deporte. El concepto era el de centrarse en los aspectos humanos que coexisten con la práctica del deporte profesional. Invitaron a grandes directores de cine y televisión a colaborar con esta gran producción. La marca 30 for 30 es hoy en día un sello de calidad indiscutible, que ha abierto un nuevo lenguaje a la hora de abordar los contenidos deportivos en la televisión. A día de hoy, la colección completa incluye más de 70 películas. Y hay grandes obras de arte en ese listado.

La clave del espíritu del 30 for 30 es que el deporte es un trasfondo, un escenario donde transcurren historias de gran valor humano, basadas como la mejor ficción en la fuerza de los personajes protagonistas. He visto bastantes y nunca he encontrado uno que no sea muy bueno. Esta colección ha tenido gran influencia en la producción de contenidos audiovisuales relacionados con el deporte. En España, también ha tenido su efecto. El más destacado sin duda es Informe Robinson que bebe de esta fuente de inspiración en sus orígenes y que ha conseguido, con gran regularidad, mantener un elevadísimo tono de calidad en sus cuidados trabajos. Siempre me ha parecido que tiene poco reconocimiento generalizado para lo bueno que es.

Más sobre este tema
stats