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Talento a la fuga

Ingenieros españoles a la caza de empleo digno en Francia

Ingenieros españoles, a la caza de empleo digno en el extranjero

Están capacitados para proyectar túneles, carreteras, avenidas, rotondas, puentes, pistas de aeropuertos y otras infraestructuras de obra civil. David Navarro y Néstor Pérez, de 25 años, son dos ingenieros de caminos que se han sumado al creciente número de titulados en esta rama profesional que se han marchado al extranjero en busca de oportunidades. Trabajan para empresas de la capital francesa, David diseñando generadores en una empresa de energía renovable y Néstor, en un proyecto de cálculo de una nueva línea de metro en París. Aseguran no sentirse unos exiliados económicos, sin embargo reconocen que las posibilidades que Francia les ha ofrecido “no tienen nada que ver con lo que tendrían en España”.

Se acabó la época dorada de la obra pública española y el empacho de infraestructuras que precedieron a la crisis económica. Una etapa de sobreactuación que ha dejado como símbolos del despilfarro aeropuertos fantasma como el de Catellón y faraónicas autopistas casi desérticas como las que rodean la ciudad de Madrid. Un derroche que ha transformado las expectativas de un sector profesional que ve ahora más opciones en el exterior. “No tenemos los sueldos que teníamos entonces y sobre todo, ahora las empresas constructoras españolas están abiertas al mercado internacional y a trabajar en otros países, porque en España está casi todo construido”, explica David. Una aseveración que coincide con las estimaciones de las grandes empresas constructoras, que sitúan su inversión en el extranjero en un 84% hasta alcanzar la mareante cifra de 67.431 millones de euros, lo que las ha colocado como líderes mundiales en el sector de la construcción y la ingeniería. Un liderazgo que según David no se ha traducido en una mejora de las condiciones laborales de los ingenieros que desarrollan su actividad profesional fuera de casa: “Las empresas españolas compiten con otras empresas en el extranjero, por ejemplo francesas. Y yo me pregunto "¿Cómo es posible que puedan competir una empresa que paga un salario francés muy decente con otra que paga un salario miserable español?”.

Néstor Pérez en una estación de tren en París.

Ingenieros informáticos, una profesión de futuro sin presente en España

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La devaluación de los sueldos y las condiciones laborales que llegaron con la crisis al mercado de los ingenieros en España es algo que también reseña Néstor: “En la primera semana de caminos me dijeron que al acabar seríamos de los pocos titulados con paro cero, que tendríamos coche de empresa y 3 mil euros al mes nada más acabar. Sin embargo, no hay más que ver cómo está la cosa para comprobar que nada tiene que ver con aquello que nos prometían". Un esperanzador horizonte que se pintaba desde las universidades y que ahora se ha visto desdibujado por una tasa de desempleo que se sitúa en el 9,47% y una crisis económica que ha reducido significativamente sus expectativas profesionales, tal y como asegura David: “Las empresas constructoras en general se están aprovechando para sacar ventaja de esta situación de crisis para pagar bajos salarios e introducir jornadas laborales de diez y once horas al día”. 

“Yo diría que Francia es un país de derechos”, asevera Néstor, que establece el sueldo como la diferencia más reseñable entre un país y otro. “Con nuestros salarios podemos permitirnos un alquiler individual en apartamentos salubres, en condiciones normales y llevar una vida relativamente acomodada. Podemos disfrutar de comodidades que en España no tendríamos”, asegura. Una comparación que David comparte y a la que añade: “Mis compañeros españoles tienen 24 días de vacaciones pagadas al año, y nosotros 40”.

Aunque sienten empatía por los miles de españoles que ya se han visto obligados a marchar, ninguno de los dos dice reconocerse en el término de “expatriados”. Ambos eligieron emigrar voluntariamente para completar su formación. La desesperación no jugó ningún papel en su decisión. De momento, aseguran, seguirán en el exterior. Todo ello al tiempo que las empresas del sector de la construcción española suman las buenas noticias pese a la crisis. Un éxito que no parece mejorar las condiciones laborales de los titulados españoles que se encuentran cada vez más cómodos desarrollando su trabajo en países del extranjero donde se “se confía más en las capacidades profesionales”, tal y como asegura Néstor, que al igual que David prefiere acumular experiencia en el exterior y sortear así las dificultades que presenta el actual escenario laboral español.

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