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Talento a la fuga

“España tiene mucho talento y lo único que necesitamos es una maldita oportunidad”

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No es universitario, ni investigador, ni profesor en Cambridge, una de las ciudades con más estudiantes y personal académico por metro cuadrado del planeta. Con dos títulos de grado superior en informática, Alfonso Albarrán ha logrado posicionarse en el departamento de soporte informático de la prestigiosa universidad que alberga esta pequeña ciudad británica. Procedente de una familia humilde y trabajadora, este zamorano de 34 años decidió poner rumbo a Gran Bretaña hace más de dos años y medio con el fin de mejorar el inglés, un idioma que, asegura, te abre las puertas del mercado global de trabajo.

Cuando llegó en verano de 2013, Alfonso pensó que tardaría algunos meses en encontrar un empleo, se propuso “empaparse” de la ciudad, y hasta barajó la posibilidad de incorporarse a la hostelería hasta lograr hacerse un hueco en el sector de la informática. Sin embargo, a este zamorano le bastaron dos semanas para recibir la llamada que le llevó hasta el lugar que ocupa hoy en el departamento de soporte informático de la Universidad de Cambridge. “El nivel de vida en Inglaterra es muy alto, así que al principio me propuse respirar un poco la ciudad, y si por lo que fuera me iba mal, aceptaría un empleo en un pub. Remití tres o cuatro currículos, no más, y al cabo de dos semanas tenía dos entrevistas de trabajo como informático”, recuerda todavía con la sorpresa de alguien que proviene de un saturado mercado laboral español, marcado por un elevado desequilibrio entre la oferta y la demanda. “En España te tienes que buscar un padrino, o ser un genio para encontrar un trabajo en el que probablemente, te acabarán pagando bastante mal”, compara.

Adaptado completamente a la cultura laboral británica, “más respetuosa” con los derechos del trabajador que la española, Alfonso, observa con cierta inquietud la deriva de su país desde la distancia y la experiencia adquirida los dos últimos años en el extranjero. “Habría que mejorar nuestro modelo productivo y abandonar de una vez los recortes estúpidos que a lo único que contribuyen es a ralentizar la economía”, sentencia convencido de que su país natal descansa sobre un modelo económico que deja escapar a miles de jóvenes que no encuentran el espacio profesional para el que se han preparado. “España tiene mucho talento y lo único que necesitamos es una maldita oportunidad para demostrar lo que sabemos hacer”, protesta.

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Alfonso demanda una oportunidad para sí mismo y para los miles de jóvenes que se han marchado huyendo de una precarización que, denuncia, se asienta en una crisis que ha servido de excusa para “tirar por la borda” unos derechos laborales duramente alcanzados a lo largo de décadas. “Extendiéndonos más el horario, rebajándonos más el sueldo y trabajando más días, lo único que hacemos es dañarnos a nosotros mismos”, asevera consciente de que éste es uno de los factores que justifica el éxodo masivo de los últimos siete años. Y protesta por una tendencia que observa con inquietud: “En España están esperando desde un principio la rebaja. Si puedes trabajar diez horas, mejor, y si puedes venir el sábado y el domingo, pues perfecto, y si te puedes conformar con dos semanas de vacaciones… y así todo”.

Este zamorano describe un escenario profesional que contrasta con el que se ha encontrado en la ciudad de Cambridge. “Aquí se es muy respetuoso con el trabajador, se cuidan mucho las jornadas laborales y los derechos”. Un hecho que, explica, contribuye a frenar el retorno de muchos de los compatriotas que, en los últimos años han elegido el mismo destino que él. “Hay mucha gente que vive aquí y que no piensa en volver porque no les gusta la cultura laboral española”, todavía muy asentada, observa, en obsoletas estructuras jerárquicas. “Aquí es tan importante el personal de mantenimiento como el alto cargo. Nadie es imprescindible, pero todos y cada uno de nosotros somos importantes. Esta es una filosofía que todavía no ha calado en España”, concluye.

Ambicioso en su carrera profesional, Alfonso sigue todavía formándose desde Cambridge con la expectativa de poder regresar a su tierra natal para la que, a pesar de las críticas, también reserva palabras de elogio: “Me gusta mucho España, su gente, su clima y su cultura. Se echa mucho de menos”. Sin todavía una fecha de retorno en mente, este informático proyecta un futuro en casa en el que, al menos, pueda promocionar y crecer profesionalmente en un lugar “donde se me respete. Eso busco yo”.

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