La portada de mañana
Ver
La red infinita del lobby de la vivienda: fondos, expolíticos, un alud de 'expertos' y hasta un pie en la universidad

tintaLibre

Almudena Grandes: "Estamos todos no en busca y captura, pero sí huyendo del maldito virus"

La escritora Almudena Grandes, durante la promoción de su libro 'La madre de Frankenstein', en febrero de 2020.

Karmentxu Marín

Pregunta. De reclusa a reclusa: ¿cómo lo lleva?

Respuesta. Lo llevo bastante bien, yo creo que porque soy escritora. Los escritores tenemos una ventaja sobre la gente que pasa mucho tiempo en la calle. Nuestra vida ideal es estar en casa escribiendo. Yo estoy incluso más acostumbrada a estar en casa que Luis [García Montero, su marido], porque la novela te impone una disciplina muy larga, muchos días iguales durante meses o años escribiendo. De hecho, cuando termino una novela y vuelvo a salir a la calle a las 11 de la mañana me extraño de que haya mundo a esa hora.

P. ¿Le recuerda esta reclusión al manicomio de su última novela, La madre de Frankenstein?La madre de Frankenstein

R. No, no [ríe]. Sin embargo, he escrito mucho sobre encierros. No solo en el manicomio. Incluso en mi última novela hay un personaje cuerdo que se encierra en un sanatorio psiquiátrico para escapar, porque está en busca y captura. Y en Las tres bodas de Manolita su hermano llevaba meses sin salir de un piso. Digamos que estoy familiarizada con estas situaciones. Estamos todos no en busca y captura, pero sí huyendo. Huimos del maldito virus.

P. ¿Está saliendo lo mejor y lo más abyecto del ser humano?

R. Siempre que hay una emergencia sale lo mejor y lo peor. En esta crisis concreta es verdad que lo peor es muy malo, pero lo mejor es muy bueno. Yo no me esperaba que los españoles fueran tan disciplinados. El pueblo español está dando una buena imagen. Y me gustaría pensar que no se trata solo de miedo, que es también por solidaridad. Los médicos repiten que para la inmensa mayoría de nosotros esta enfermedad no es grave, no sería mortal. Y, sin embargo, estamos en casa, porque es la manera de no contagiar a la minoría para la que esto resulta mortal. También creo que hay mucho miedo. El miedo tiene dos caras, una mejor y otra peor. Lo que está siendo insoportable es lo malo, desde la política hasta las redes sociales. Estamos batiendo unos récords de miserabilidad llamativos. España, una vez más, está siendo diferente, porque creo que la actuación de la oposición en España está siendo mucho menos constructiva y mucho más salvaje que en otros países golpeados por el virus.

P. ¿Hay razones para el optimismo?

R. Yo creo que no, porque ha muerto mucha gente. Lo que pasa es que nos estamos precipitando, como es normal, porque llevamos más de mes y medio encerrados y resulta inevitable. Solo cuando acabe esto y tengamos que valorar lo que ha pasado, sabremos si tenemos razones para pensar o no con optimismo en el futuro. El otro día leí, y me quedé muy sobrecogida, que la OMS calcula que pueden morir 20 millones de personas en el mundo. Eso te sitúa en otro contexto. Es pronto para decidir qué está pasando. Hasta que la crisis no se supere en todos los países no se superará en el mundo.

P. En Los besos en el pan escribía que el pan ya no lo besaba nadie. El problema es que ya no nos besamos ni a nosotros mismos. Con lo ‘tocones’ que somos los españoles, a ver si nos vamos a quedar un poco germánicos.Los besos en el pan

R. Eso es algo tremendo. Fíjate, parece una tontería, pero cuando yo pienso en volver a ver a mis hijos lo que más me aterra es tener que estar con mascarilla. Después de tanto tiempo creo que besar a mis hijos con mascarilla va a ser una cosa horrible. Prefiero no besarles, ya nos daremos abrazos de lado. Me parece terrible. Y, sin embargo, probablemente es cierto que durante una temporada tendremos que ajaponesarnos. Nos va a resultar muy raro.

P. ¿Qué desarrolla más en estos días: la esperanza, la paciencia, la paranoia?

R. Las dos primeras semanas estaba muy perdida y el decimonoveno día de confinamiento se me ocurrió una idea para escribir un libro y desde entonces desarrollo el libro. No sé si llegaré a escribirlo o no, pero está ahí, en mi cocina, con mi cuaderno, con mi pluma. Y yo, muy entretenida.

P. No es de las que se tira en la esterilla a matarse a abdominales.

R. No, pero ando todas las tardes una hora por el pasillo. Y a veces pienso que los vecinos me verán por el patio y dirán: “La loca esta”. Pero está muy bien, porque ahora soy una mujer con un proyecto, lo cual cambia absolutamente toda la realidad, y he conseguido no ver el pasillo cuando ando y no tropezarme con nada. Empecé haciendo gimnasia, intenté montar en bici, que es lo que hace Luis, pero al final lo mío toda la vida ha sido andar.

P. Tampoco le da por el cristasol y la mopa, como nos pasa a algunas.

R. Ay, no, pero me tiene que dar. Lo que más echo de menos después de mis hijos es a mi asistenta. He vuelto a limpiar, que es una cosa que no me gusta nada y pierdo todos los días un montón de tiempo. 

P. En su Whatsapp ha puesto el “Yo me quedo en casa”, cuando siempre luce el mantra “¡Aupa Atleti!”. ¿Volverán las prioridades a su sitio tras la hecatombe?

R. Hombre, claro. Lo que más me consoló en las dos primeras semanas de aislamiento fue ponerme los goles al Liverpool. Me vi el vídeo ni se sabe la de veces. El otro día entré en una radio y me dijo un periodista: ¿Has visto la que ha liado Florentino para que no juguemos los cuartos? Claro que volverán las prioridades. Y a mí me gustaría pensar que el Atleti, después de lo del Liverpool… Si se suspende la Champions sería una salvajada.

P. Se nos plantean en estos momentos dilemas complicados, como seguridad o libertad, salud pública o economía.

R. La gran amenaza que pende sobre nuestras cabezas es recortar la libertad para tener más seguridad. Pero, haciendo un cálculo no demasiado de ciencia ficción, va a parecer bastante evidente que cuando acabe esta crisis los servicios públicos se van a ver muy reforzados. La opinión pública va a estar muy a favor del Estado de bienestar, de casi bienestar o de un poco de bienestar, como lo quieras llamar, que se ha intentado desmantelar en nombre de los sacrosantos principios del Estado neoliberal en los últimos tiempos. Sacrosantos principios que llevan a que en Estados Unidos vaya a haber, con buenas perspectivas, 240.000 muertos, dice Trump. Entonces, ¿el capital no va a reaccionar? Habrá que estar preparados y vigilantes para que las consecuencias de tanto sufrimiento, tanto dolor y tantos muertos no sean un empeoramiento general de la vida de los supervivientes.

P. ¿Le ha cambiado el orden de prioridades? 

R. A mí en estos momentos lo que más me importaría, porque yo apoyo a este Gobierno, es que salgamos de la emergencia sanitaria de la mejor manera posible, tanto desde el punto de vista sanitario como económico, partiendo de la base de que este país va a afrontar una crisis impresionante, porque incluso si la industria no se resintiera, el turismo sí lo va a hacer. Esto es una pandemia y hasta que no se recupere el último país no nos recuperaremos ninguno.

P. ¿Tiene miedo?

R. El miedo tiene un papel fundamental. Yo no tengo miedo, la verdad, porque creo que si soy disciplinada y hago las cosas que tengo que hacer, no hay motivos para que lo tenga. Sé que el miedo paraliza y empequeñece y es muy peligroso. Las dos primeras semanas había gente razonable en mi entorno que no es que tuviera miedo, sino que estaba en pánico. El vamos a morir todos o el confinamiento va a durar seis meses eran tremendos. Yo ya no sabía si ese mensaje era político o no, si se trataba de atemorizar a la población reforzando la idea de que se estaba haciendo todo mal o si se trataba de un reflejo del pánico de esas personas. El meme que más me ha gustado de este coronavirus es uno que dice: “Fernando Simón no sabe nada del virus. Los que saben son Casado, Abascal, Bertín Osborne y mi vecino del quinto”. 

P. Pues a mí me ha gustado el que dice que dentro de dos meses se verá quiénes éramos auténticamente rubias.

R. Sí [ríe], eso también. Creo que uno de los productos más demandados son los tintes de pelo. Piden la levadura, porque a todo el mundo le ha dado por hacer pan, que se van a poner como trullos todas, y los tintes de pelo. Es lo que hace furor.

Crónicas de la pandemia

Crónicas de la pandemia

P. ¿Esta crisis le dará para más de una novela?

R. Ahora mismo estoy intentando pensar en escribir, estoy en una fase muy, muy, muy incipiente, que a lo mejor no desembocará en nada, porque mi intención era, cuando acabara la promoción de La madre de Frankenstein empezar a escribir la sexta entrega [de los Episodios de una guerra interminable]. Pero se me ha cruzado por en medio intentar escribir una historia —con la que no sé si podré, porque en situaciones excepcionales te pasan cosas excepcionales, y un encierro tan largo te trastoca la cabeza—, que desarrolle perversamente la dictadura en la que podríamos desembocar si las pandemias se multiplicaran en este país. Una novela de anticipación.

* Esta entrevista está publicada en el número de mayo de tintaLibre, a la venta en quioscos. Puedes acceder a todos los contenidos de la revista haciendo clic aquí o suscribirte aquí.aquí

Más sobre este tema
stats