Haciendo la historia

'Campo cerrado': el arte que el franquismo intentó asfixiar

'El enigma de Hitler', de Salvador Dalí.

La Guerra Civil española ha sido narrada de mil maneras distintas y Max Aub (París, 1903- México DF, 1972) aportó la suya propia. El escritor español de origen francés convirtió a la España de los vencedores y vencidos en varias novelas agrupadas bajo el título de El laberinto mágico:El laberinto mágico:Campo cerrado, Campo de sangre, Campo abierto, Cambo del Moro, Campo francés y Campo de los almendros.

La obra de Max Aub describía la destrucción, la injusticia, la brutalidad del poder, la irracionalidad de las ideologías que destrozaba a una humanidad torpe e ingenua que en ocasiones se equivocaba.

“Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo”, relata Aub en las últimas páginas del Campo de los Almendros.

Campo cerrado concluye el 19 de julio de 1936, un día después de la sublevación militar. No coincide en el tiempo con el Campo cerrado, la exposición del Reina Sofía que lleva el subtítulo de Arte y poder en la posguerra española 1939-1953, aunque comparte el título de la primera parte de El laberinto mágico.

La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 26 de septiembre, está compuesta por un millar de obras que ilustran el tiempo que va desde el final de la contienda hasta la firma de los Pactos de Madrid entre España y Estados Unidos, y el Concordato con la Santa Sede.

Uno de los aspectos más atractivos de la exposición es sin duda su variedad, tanto en soporte como en temática. Fotografías, dibujos, esculturas, pinturas, archivos audiovisuales, maquetas o revistas, entre otros, que tratan temas también diversos como la reconstrucción del país, el surrealismo, el campo, el exilio, la cultura popular, las tradiciones, el postismo....

Nueva era

La primera fase de la muestra se remonta al final de la Guerra Civil. Los años cuarenta fueron la época más trágica de la era moderna en España. Una recesión económica, un país profundamente dividido, muertos, presos, exilio y pobreza.

En cuanto a los aspectos políticos, se asistió al desmantelamiento de todo lo construido o logrado por la II República. Se abolió su Constitución, se estableció un rígido control policial e ideológico y se reprimió todo lo que contrariaba al nuevo régimen. Franco tomó el poder sin medias tintas y en 1939 controlaba en su persona la Jefatura del Estado, la Jefatura del Gobierno, el partido único, las Fuerzas Armadas y el Poder Legislativo.

España era el país de los vencedores y los vencidos fueron objeto de una dura represión. Alrededor de 300.000 republicanos se hallaban presos en cárceles como y las instituciones públicas fueron sometidas a una purga para depurar a todo sospechoso de ser afin o de haber colaborado con la República.

Paulatinamente se comienzan a gestar las bases legales del franquismo. En 1942 se constituyen las Cortes franquistas, en 1945 se promulgaron el Fuero de los Españoles y la Ley de Referéndum Nacional y dos años más tarde se aprobó el Fuero del Trabajo.

Asimismo, 1947 también fue testigo de la Ley de Sucesión, que establecía que España era un reino y al mismo tiempo se subrayaba el carácter vitalicio del titular de la Jefatura de Franco y se añadía que el único con potestad para elegir a su sucesor era el mismo Franco.

Económicamente fueron los años del desastre. España quedó marginada del Plan Marshall por su apoyo a las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, y la economía estuvo marcada por la autarquía y el estatalismo. Todos los sectores económicos importantes pasaron a manos del Estado y en 1941 se creó el Instituto Nacional de Industrial para fomentar el desarrollo industrial.

Estas medidas económicas no sirvieron de nada. El rendimiento agrícola se desplomó y las cosechas fueron insuficientes, algo que anteriormente, concretamente en agosto de 1939, llevó a implantar el racionamiento de alimentos. Son los años del estraperlo y del mercado negro y el atraso industrial. La renta per cápita española no alcanzaría el nivel de 1935 hasta 1952.

En 1946, tras las Conferencias de Postdam y Yalta, la ONU emitió una resolución que condenaba el régimen de Franco y subrayaba su carácter totalitarioy su vinculación con los fascismos italiano y alemán. Asimismo, recomendó su expulsión de todos los organismos internacionales, y tras esto la mayoría de los embajadores acreditados en Madrid abandonaron el país.

En este contexto, Franco intentó maquillar la dictadura suprimiendo el saludo fascista, promulgó el Fuero de los Españoles, una especie de Constitución, y decretó la amnistía parcial para los presos políticos. Sería cuando los políticos católicos entraron en la esfera política cuando España comenzó a contar con el beneplácito del Vaticano. 

Inmersos ya en la Guerra Fría, EEUU vió en el régimen franquista un posible aliado. Los Acuerdos de Madrid firmados con los americanos y los de la Santa Sede supusieron un antes y un después en el aislamiento internacional.

España recibió una ayuda económica por parte de EEUU de 1.500 millones de dólares y comenzó a romperse el aislamiento internacional. A cambio, España tuvo que hacer frente a la cesión de las bases militares aéreas de Torrejón de Ardoz, Morón, Zaragoza, y la base naval de Rota. EEUU también ayudó al ingreso de España en los organismos internacionales, que culminó con la entrada en la ONU en 1953.

Retornos y academias

El viaje por la exposición Campo cerrado continúa con Retornos y academias. Como su nombre indica,  esta sección está dedicada a aquellos artistas que regresaron a España a los pocos años de terminar la guerra, al igual que los cuadros que se guardaron en el extranjero y volvieron al Museo del Prado. 

En esta sala el protagonista es el escritor y crítico catalán Eugenio D'Ors, que fue jefe nacional de Bellas Artes y secretario perpetuo del Instituto de España. Con él volvieron los bodegones, el academicismo, el clacisismo y las exposiciones. Fue además el impulsor del novecentismo, el movimiento cultural que trajo a las vanguardias literarias a principios del siglo XX y que reunió a autores ubicados entre la Generación del 98 y del 27, denominados como la Generación del 14 y a la que pertencieron personalidades como Ortega y Gasset, José Bergamín, Juan Ramón Jiménez, o Grabiel Miró entre otros.

Además, esta época está marcada por la puesta en marcha de la Academia Breve de Crítica de Arte para la promoción de la actividad artística moderna y contemporánea de España, y los Salones de los Once, donde críticos y coleccionistas presentaban obras de artistas como Tàpies o Dalí. Todo esto está representado en Campo Cerrado en el Museo Reina Sofía.

'Campo y ciudad'

Quizás sería mejor decir Campo versus ciudad. El franquismo enfrentó el ideal rural, su pureza paisajística y su tranquilidad con el bullicio de las ciudades, y así lo expresa la muestra con la serie El trigo de Josep Guinovart, la película Surcos (1951) o el documental Boda en Castilla.

Ya lo decía el jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de Franco, Antonio Vallejo-Nájera, también impulsor de la eugenesia hispánica, cuya consigna era multiplicar a aquellos españoles selectos y dejar que perecieran los débiles, es decir, los rojos: "La vida en las ciudades es perniciosa para la salud mental y desmoralizadora por los permanentes estímulos psíquicos de los bajos instintos". 

El campo es una de las claves de la sección Campo y Ciudad, al igual que lo fue durante el franquismo, y en la misma medida que lo fue el papel de la mujer diseñado por la Sección Femenina de la Falange.

La irrupción de lo irracional

Otra de las salas de la exposición trata el Postismo. En plena posguerra, un nuevo movimiento plástico-literario apareció en escena con una revista de la que tomó su nombre, Postismo, que luego derivaría en Cerbatana, que tuvo un solo número. Emparentado con el surrealismo, este intento vanguardista consistió en una alternativa a la dirección clasicista del arte de entonces, que lejos estaba de aceptar variaciones. 

El rechazo al costumbrismo de las obras del momento no solo pasaba por las artes plásticas. La crítica al tradicionalismo también pasó por la literatura de la mano de autores como Eduardo Chicharro o Silvano Sernesi, cuyos rasgos estuvieron definidos por la defensa de la imaginación y en algunos casos del subconsciente, lo que le llevó a esta corriente a ser calificada de surrealismo.

Dadas las trabas que la censura imponía en ese momento, el Postismo maquinaba sus ideas desde el respeto a la situación política y social. Más que un movimiento artístico transgresor, el objetivo era incitar y alentar a los artistas a que diesen una vuelta de tuerca a sus obras con toques de humor y frivolidad lejanos a la realidad que se plasmaba en las obras tradicionales.

Exilios exteriores e interiores

Antonio Saura retrata el franquismo monstruoso

Antonio Saura retrata el franquismo monstruoso

Desde la voz de Miguel de Molina hasta Miró, Renau o Picasso. Voces, pinturas, dibujos y esculturas evocan al dolor y el sufrimiento de aquellos que se vieron avocados a salir de España.

Gran parte del gremio de los artistas de la época se vieron obligados a tomar esta senda, otros, como Federico García Lorca, fueron asesinados por el régimen. Rafael Alberti, Pablo Picasso, Antonio Machado, María Zambrano, Luis Buñuel o Remedios Varo son algunos de exiliados más famosos

Aquellos que permanecieron en España sufrieron el llamado exilio interno, al que sobrevivieron con manifestaciones culturales que aunque eran contrarias al régimen no eran consideradas amenazantes –como fue el caso del Postismo–. Entre ellos se encontraban cineastas como Bardem, Berlanga o Saura; o pintores como Miró o Tapiés, cuyas obras se pueden visitar en la muestra Campo Cerrado.

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