Fuera de foco

Astrid Jones recuerda el "tiempo sin reglas" de los veranos de infancia

La actriz y cantante Astrid Jones.

Salvador Carnicero

La comunidad negra española reclama sus derechos no solo desde la política, sino también desde la cultura. Una de sus abanderadas es la actriz y cantante Astrid Jones (Madrid, 1979), una una artista española de padres nacidos en Guinea Ecuatorial con una fortaleza especial a la hora de comunicar.

Han podido verla últimamente cantando con su banda The Blue Flaps y presentando la asociación de gestión cultural Limbo en Madrid en julio, como corista en el lanzamiento del último disco de Pitingo en junio o en el Festival de Cine Africano de Tarifa en abril. También pidiendo, en un vídeo de SOS Racismocierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros o reclamando más visibilidad para la comunidad afroespañola en el cine y las series junto a la plataforma de la que forma parte, The Black View.

Jones empezó como cantante en colaboraciones con coros de gospel, musicales de Disney y grupos de hip-hop y ha actuado codo con codo con Raphael, El Chojin o Marta Sánchez, entre otros. Como actriz, ha protagonizado Un trozo invisible de este mundo junto aJuan Diego Botto, una adaptación de la cervantina El trato de Argel dirigida por Ernesto caballero y titulada Tratos Para nenas negras que han considerado el suicidio cuando el arcoiris es suficiente, traducción del texto de Ntozake Shangedirigida por Ursula Day.

Con The Blue Flaps ha lanzado, por ahora, Stand Up (2014), un título que casa bien con su filosofía: "Todas mis canciones, desde el amor o la lucha, dicen que tú tienes el derecho a ser la persona que sientes que eres". Entre sus lecturas para el verano —que no las vacaciones—, Identidades asesinas de Amin Maalouf, que descubrió gracias a una exposición de la arista Marian Davies. 

Pregunta. ¿De qué huye estas vacaciones?

Respuesta. ¿Vacaciones? [risas]. No sé muy bien qué es eso. Cuando me empeño en tomármelas en serio, me gusta dormir, ver a mis amigos, a mi familia y conocer sitios nuevos.

P. ¿Viaja de vuelta a casa, o a algún destino desconocido?

R. Mi casa es Madrid, así que salgo de casa para ir a sitios preferiblemente soleados. El frío y yo no nos llevamos muy bien [risas].

P. ¿Qué libros, películas o discos huelen más a tiempo libre?

R. Tengo una lista de libros esperándome para ser leídos: Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, Las que se atrevieron de Lucía Asué Mbomio e Identidades asesinas de Amin Maalouf, para empezar. Música escucho todos los días siempre que puedo. Me han recomendado recientemente a Noname, a Princess Nokia y a Tank and the Bangas.

P. ¿Y qué lectura le acompaña en la bolsa de playa?R. 

El fin de semana pasado me llevé el de Identidades asesinas de Amin Maalouf . Es una reflexión muy interesante sobre la construcción de las identidades. Lo compré hace poco inspirada por Marian Davies, que tiene una exposición de pintura en la galería Mamah Africa, y la presentaba con una frase sacada de ese libro: "Lo que me hace ser yo mismo, y no otro, es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Esa es mi identidad". A los pocos días, me compré el libro.

P. ¿El peor vecino de piscina que se pueda imaginar?

R. La gente chillona e irrespetuosa que invade los espacios públicos como si estuvieran solos. No son de mi simpatía.

P. ¿Aprovecha estos meses para adelantar trabajo, o el descanso es sagrado?

R. Dedicarte a una profesión artística como la música supone que los veranos son épocas, en ocasiones, en las que sueles estar de gira, así que estos meses son de mucho viaje. Entre medias, hay que buscar huecos para escaparse y desconectar.

P. ¿De qué asunto o personaje estará pendiente aun estando de vacaciones?R.

Estaré pendiente de ver a la gente que quiero y dedicarle tiempo. Las noticias de los personajes te llegan aun sin buscarlas.

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P. Si le digo “verano de infancia”, ¿qué imagen se le viene a la cabeza?

R. Mis hermanos y yo jugando al fútbol en la plaza de al lado de la casa de socorro de madrugada, los días de piscina con mis padres y mis hermanos comiendo modica al aire libre en platos y cubiertos de plástico rojo... El tiempo sin reglas.

 

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