El dinosaurio todavía estaba allí

Edurne Portela: "Si con el coronavirus ha habido un cambio cualitativo en el mundo, ha sido a peor"

La escritora Edurne Portela.

Cuántos, en la oscuridad de sus pisos interiores, no han fantaseado durante el confinamiento con mudarse al campo. La escritora Edurne Portela (Santurce, 1974) había sido previsora: después de abandonar Estados Unidos e instalarse en Madrid, en octubre había dejado la ciudad para vivir en la Sierra de Gredos. Así que a la autora de El eco de los disparos, Mejor la ausenciaMejor la ausenciayFormas de estar lejospasó un aislamiento doble: la cuarentena domiciliaria y la reclusión en un pueblo de 12 habitantes. El lazo con el resto del mundo no se cortó, ahí estaban las informaciones alarmantes, sus colaboraciones en prensa, la inquietud por amigos y familiares... y también la nueva novela que ya prepara. Aquí reflexiona sobre lo vivido en estos meses, en esta sección en la que diferentes creadores se toman unos minutos para mirar a una crisis que aún no ha acabado.

Pregunta. ¿Cómo ha pasado profesional y creativamente el confinamiento?

Respuesta. Con una sensación de extrañeza constante que continúa todavía hoy. Mi actividad profesional ha continuado con ligeros cambios: he seguido escribiendo y leyendo, manteniendo con la misma asiduidad mis obligaciones en prensa y radio. Sí se han eliminado los viajes, charlas remuneradas y las reuniones presenciales con lectores/as y se han añadido los encuentros virtuales. Creativamente todavía no sé si el confinamiento me ha afectado para bien o para mal. No siento que haya aumentado mi creatividad ni disminuido, pero creo que sí ha influido en mi estado de ánimo (más oscuro y denso) al escribir.

P. ¿Cree que lo vivido en estos meses le ha cambiado? ¿De qué manera?

R. También creo que esto es una valoración más a largo plazo porque ahora no sé todavía si es un cambio permanente o una reacción temporal. Pero intuyo que, más que cambiarme, ha profundizado más algunos rasgos de mi personalidad, como mi tendencia a aislarme.

P. En estos meses de enclaustramiento y “nueva normalidad”, ¿ha cambiado su relación con su propia imagen pública, y en particular con las redes sociales?

R. Es curioso que me pregunte esto, porque a finales de febrero, por motivos que no vienen al caso, decidí ausentarme de Twitter una temporada y no volví hasta creo que finales de abril o principios de mayo. Entonces, pasé todo el confinamiento fuera de las redes y sólo presente en el espacio público a través de mi actividad profesional en prensa y mis espacios de colaboración en la Ser y RNE. Y ahora que he vuelto a Twitter la verdad es que lo uso de forma poco constante y casi exclusivamente  profesional, pero he visto cierto giro en algunos perfiles que sigo, personas que exponen su vida privada mucho más que antes del confinamiento. Igual es que el aislamiento durante esas semanas creó una necesidad más acuciante de compartir y recibir apoyo afectivo, y de alguna manera, esas redes de apoyo han quedado vigentes ahora, pero no ha sido mi caso. Pero si le digo la verdad no pienso mucho en mi imagen pública. Por lo general siempre he sentido pudor y cierto miedo a exponer mi intimidad y ahora creo que, como sugería antes, siento un poco más la necesidad de protegerme y aislarme.

P. ¿Y cree que el mundo a su alrededor ha cambiado de una forma profunda, más allá de las alteraciones obvias?

R. Pues no lo sé, la verdad, pero me inclino a pensar que no, que no ha cambiado nada excepto que se han agravado los problemas que veníamos arrastrando. O sea, que si ha habido cambio cualitativo, ha sido a peor.

P. El sector del libro, como otros muchos, se ha visto paralizado durante meses. ¿Cómo imagina su futuro a medio plazo?

R. Lo veo difícil porque todos los agentes implicados en la cadena del libro estamos sufriendo esta crisis, desde principio a final: desde autores/as a lectores/as, pasando por editoriales, distribuidoras y librerías. Ahora igual todavía no lo vemos, pero a medio plazo y cuando finalicen los ERTES, vamos a ver cuántas editoriales y librerías sobreviven, cómo se reducen anticipos, pagos y colaboraciones a autores/as, cómo afecta la crisis económica la compra de libros, qué ocurre con las subvenciones públicas al sector (aquí también desde actividades remuneradas a, no sé, ayudas a la traducción...). En fin, que hay un montón de cuestiones específicas que afectan a la supervivencia del libro que se verán afectadas a medio plazo por esta crisis.

P. ¿Se ha planteado en algún momento escribir algo relacionado con las experiencias de estos meses? ¿Cree que es demasiado pronto, o que la literatura tiene el deber, de alguna forma, de contar también esto?

R. Yo no me lo he planteado, pero entiendo que haya autores/as que se lo planteen y que lo estén haciendo porque creo que la mayoría de nosotras escribimos para entender lo que nos pasa y cada uno lo hace a su manera, algunas necesitan hacerlo inmediatamente, cuando las sensaciones están vivas y otras (normalmente éste es mi caso), después de un tiempo, cuando esas sensaciones se han asentado, cuando la memoria y la imaginación me pueden ayudar a procesar una experiencia que no he asimilado del todo. ¿Deber? Yo creo que ninguno. Creo que la literatura no tiene el deber de contar nada porque entonces se convierte en otra cosa. Creo que, si se escribe sobre esto, la escritura debe (aquí sí) surgir de la necesidad, del interés por entender, pero no de la obligación moral.

P. ¿Ha aprendido algo de la crisis sanitaria y de la cuarentena que no hubiera aprendido de otra forma?

R. Todavía no sé todo lo que he aprendido. Pero sí me he dado cuenta de los muchos privilegios que tengo. No los voy a listar aquí, me daría vergüenza.

P. Si tuviera que inclinarse por una opción, ¿de esta saldremos mejores o peores?

R. Peores.

P. ¿Y tiene alguna certeza sobre qué será clave para superar la crisis? ¿Cuáles cree que deben ser nuestras prioridades o nuestros valores fundamentales en estos momentos

Mi primavera literaria

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R. Buf, certezas ninguna. No me atrevo a hablar de prioridades, pero sí me gustaría que prevalecieran los principios de solidaridad y justicia social sobre cualquier otro. Ese sería mi deseo.

P. ¿Qué le ha servido a usted, personalmente, para seguir a flote en los peores momentos del confinamiento y la crisis sanitaria?

R. ¿Personalmente? El amor. Y ahora que me llamen cursi.

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