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Detrás del telón

"Si desaparecen los tablaos, desaparece el flamenco": los empresarios piden ayudas para un sector que sigue cerrado

La bailaora Lola Pérez en el Corral de la Morería.

En Madrid, han caído ya seis, entre ellos dos históricos como el Café de Chinitas y Casa Patas. Los otros 15 tablaos flamencos de la capital, y el centenar de toda España, tiemblan desde la declaración del Estado de alarma. Porque, a diferencia de otros negocios, ellos no han vuelto a abrir. Tienen varias circunstancias en contra: la disposición física del escenario, habitualmente estrecho, donde se reúnen los artistas; el hecho de ser locales de restauración y espectáculo, lo que endurece las medidas de seguridad; y su dependencia del turismo internacional. "Los tablaos flamencos dan trabajo al 95% de los artistas de flamenco en España", defiende Juan Manuel del Rey, presidente de la Asociación Madrileña de Tablaos Flamencos y director de Corral de la Morería. "Si desaparecen los tablaos desaparece el flamenco". Ellos son los protagonistas de esta nueva entrega de la sección Detrás del telón, en la que nos fijamos en labores culturales que se quedan fuera de los focos.

Del Rey insiste en que los tablaos no son solo restaurantes con espectáculo o un importante atractivo turístico, algo que hipotéticamente les igualaría con otro tipo de negocios. Los tablaos son "la industria del flamenco". El empresario es hijo de Manuel del Rey, fundador del Corral de la Morería, y de Blanca Ávila Molina, más conocida como Blanca del Rey, bailaora y coreógrafa que ahora ejerce también como directora artística de la sala. Conoce más que bien el mundo del flamenco. Y explica que, aunque haya artistas que hacen giras por teatros, estas no suelen suponer más de 20 o 30 actuaciones al año: "Con esas cifras, no se sobrevive. La mayoría se gana la vida en el tablao, que abre los 365 días del año". No en 2020, claro. Porque el presidente de la asociación insiste en que este es el sector "más castigado", el único en el que "ha reabierto el 0%" de los locales. 

Y hay otro factor que hace de los tablaos un elemento central para este arte: "Los tablaos son la universidad, el doctorado y los centros de investigación del flamenco", defiende. Por la continuidad de las actuaciones, sirven como mantenimiento y puesta a punto de las voces, de los instrumentos y los cuerpos. Y por la flexibilidad de la programación, son espacios abiertos a la improvisación y, dice Del Rey, la "competencia sana pero muy fuerte por evolucionar". Ahora existen muchas más escuelas de baile, toque y cante de las que existían cuando su padre fundó el Corral en 1956, y existe incluso una educación formal. "Pero de las academias se sale con lo básico. Para seguir aprendiendo, para llegar a lo más alto, tiene que se en los tablaos. Ahí es donde el flamenco lo es en su más pura esencia, y ahí es donde se encuentran con otros artistas". 

Y la lista de los que pasaron por el Corral de la Morería es larga. Ahí se presentó Entre dos aguas, de Paco de Lucía, recuerda. Ahí debutó Isabel Pantoja. Ahí han actuado Antonio Gades, La Chunga, Fernanda y Bernarda de Utrera, Manuela Vargas, la Paquera de Jerez, Diego el Cigala, José Mercé, Antonio Canales... Los promotores como Del Rey señalan que no se puede separar el arte o los artistas flamencos del contexto en el que estos trabajan. Su nombramiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010 por la Unesco debía contribuir a "asegurar la viabilidad", según el dossier presentado entonces. Si se quiere proteger al flamenco, apunta Juan Manuel del Rey, se tienen que proteger los espacios donde se produce. ¿Seguirán creando los  bailaores y músicos si no se pueden ganar la vida con su arte? ¿Cómo afectará al desarrollo del flamenco la desaparición del medio de subsistencia del "95% de los artistas"?

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En estos locales, según cuenta la Asociación Madrileña de Tablaos Flamencos, pueden actuar una decena de artistas cada noche, con un público de un centenar de personas. En su espíritu, los tablaos se podrían parecer a una sala teatral, pero en su disposición se asemejan a un restaurante, con la salvedad de que necesitan reunir a muchos más clientes para que se pueda pagar a los trabajadores culturales y de restauración y, además, que sea rentable. La normativa sanitaria frente al covid-19 obligaría, sin embargo, a reducir el número de asientos hasta el 30% de su aforo habitual. "Nosotros vamos a cumplir escrupulosamente con la normativa de sanidad, por nuestros clientes y por nuestro equipo. Pero con 30 personas entre el público no se puede abrir un tablao", zanja Del Rey. 

Y a eso se añade su dependencia del turismo internacional, que algunos les han afeado. "Esto es como el Museo del Prado", se defiende, "tendremos el mismo porcentaje de público internacional, y no por eso se ve de forma negativa el Museo del Prado". Pero la cuestión es que el Prado también se ha enfrentado a esta evidencia, que daña gravemente sus cuentas anuales, y que ha invitado a muchos a preguntarse si la institución museística debería ser, ante todo, un reclamo turístico. ¿Cómo podrían los tablaos llamar al público local? Juan Manuel del Rey se toma unos segundos para contestar. Algunos ya lo hacen, defiende, como el propio Corral, que puso a David García como jefe de cocina para reforzar el proyecto gastronómico, haciéndose finalmente con una Estrella Michelín, o produciendo espectáculos propios, como Zincalí, dirigido por Antonio Najarro. Pero dice también: "En Broadway no abren hasta 2021. Mira que los americanos son muy buenos en márketing, y han dicho que olvídate. Cambiar públicos de la noche a la mañana es muy complicado". 

¿Qué necesitan, entonces, qué puede hacerse? Lo que piden es ayuda institucional. De hecho, han formado ya una organización nacional para poder reunirse con los ministerios de Cultura y Turismo, cosa que aún no han logrado. La asociación madrileña sí ha estado en conversación "fluida" con el Ayuntamiento y la Comunidad: el primero les ha incluido en el programa Aplaude, que le sufragará parte del alquiler entre marzo y septiembre; la segunda ha organizado actuaciones en distintos puntos de la región y ha lanzado una campaña de patrocinios para la reapertura. "Estamos agradecidos del interés y de que se nos incluya en las medidas", repite Del Rey una y otra vez, temeroso de parecer desagradecido tras una comunicación que valora positivamente. "Lo que pasa es que no llegamos a 2021. No llegamos". 

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