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El dinosaurio todavía estaba allí

Alberto Conejero: “Tenemos en juego el teatro del pasado, el del presente y el del futuro”

El poeta y dramaturgo Alberto Conejero.

La pasión por el teatro y la literatura en todas sus formas inunda la vida de Alberto Conejero (Vilches, Jaén, 1978). También sus reflexiones para esta sección en la cual distintas figuras de la cultura atisban el futuro que nos espera tras la pandemia. Conejero referencia a diversas autoras que recogen y amplían el sentir hacia el estado de las cosas que muestra en sus respuestas.

Su forma de percibir el mundo y la escritura encuentra en las siguientes líneas una buena muestra. Aunque ninguna como la propia obra de este prolífico dramaturgo y poeta. Sirva de ejemplo su último libro, En esta casa (Letraversal), publicado apenas un mes antes del inicio del confinamiento. También su anterior poemario, Si descubres un incendio, y por supuesto su producción teatral. De ella destacaremos, por citar solo algunas de sus obras, Cliff/Acantilado, La piedra oscura (Premio Max 2016 a la mejor creación original) o Todas las noches de un día. En 2019 es merecedor del Premio Nacional de Literatura Dramática de la mano de La geometría del trigo.

Describirlo en mayor medida, aludiendo a su formación académica o a otros recovecos de su trayectoria profesional, se antoja innecesario. Sus aristas y sus sensibilidades quedan patentes en unas respuestas cargadas de fragilidad e incertidumbre, pero también de firmes convicciones ante lo que esta crisis ha revelado, si es que no estaba claro previamente, como vital.

Pregunta. ¿Cómo ha pasado profesional y creativamente el confinamiento, teniendo en cuenta además que comenzó apenas un mes después de la publicación de su poemario En esta casa?En esta casa

Respuesta. Estaba en México poco antes de la declaración del estado de alarma; regresé de urgencia a Madrid y a los pocos días mi madre enfermó por el coronavirus; esas primeras semanas se convirtieron en un túnel larguísimo hasta que mi madre salió del hospital; sólo atendí mis obligaciones en la dirección del Festival de Otoño. En la segunda parte del confinamiento me incorporé al zodiaco virtual con las clases, encuentros, conferencias, etc. Hicimos dos lecturas de En esta casa: la primera con su editor Ángelo Néstore y la segunda con los intérpretes de la función teatral La geometría del trigo. El poemario ha llegado a una segunda edición en este tiempo, lo que tiene casi la condición de prodigio, pero estamos esperando la ocasión de presentarlo en público realmente.

P. ¿Cree que lo vivido en estos meses le ha cambiado? ¿De qué manera?

R. No tengo aún perspectiva. Vivimos aún un acontecimiento del que ignoramos tanto las causas como las consecuencias; de otro modo, estamos aún en el corazón de un proceso catastrófico, en el sentido de la tragedia griega. Mi madre es muy joven y nunca había sentido así la posibilidad de la orfandad. Eso sí me ha abierto un pasadizo en el pecho. Tengo aún más necesidad de estar con gente que esté del lado de los cuidados, de la mujer, del hombre y no de las servidumbres que nos impone el sistema que nos ha traído hasta aquí.

P. En estos meses de enclaustramiento y “nueva normalidad”, ¿ha cambiado la relación con su propia imagen pública, y en particular con las redes sociales (si es que tiene)?

R. No tengo demasiado trasiego en las redes porque mi número de seguidores / contactos / amigos en ellas es escaso; así que las posibles inflamaciones, polémicas o impactos son siempre de pequeña escala. Las suelo utilizar para compartir versos de otros que me han gustado y avisar de los próximos cursos y funciones. Estos meses de verano sí siento algo más de pudor. No juzgo y comprendo a aquel que sube una foto de una comilona, o en una playa, o en una reunión con muchos. Insisto: no lo juzgo y quizá yo pueda hacerlo, pero siento más pudor. Pienso: “el mundo tal como lo conocíamos puede desbaratarse y yo con estas cosas”. El otro día subí una foto de una pequeña iglesia cuya visión me dio algo de paz y consideré que quizá a otros también podría dársela…

P. ¿Cree que el mundo a su alrededor ha cambiado de una forma profunda, más allá de las alteraciones obvias?

R. Las pandemias, las pestes, traen consigo habitualmente una epifanía; revelan aquellas grietas profundas del sistema, hacen emerger lo podrido adentro; en el caso actual la pandemia no ha hecho más que evidenciar la voracidad inmisericorde del sistema económico actual y su voluntad de morir matando, sí, una voluntad caníbal, depredatoria de todo lo que está vivo y, por lo tanto, es frágil. Qué hicimos de nuestra sanidad pública, en qué condiciones trabajan los temporeros, los empleados de las empresas cárnicas; qué lugar ocupa la educación en el debate político, la dependencia del turismo, etc. La pandemia, como te digo, tiene una facultad de epifanía, nos revela.

P. Las artes escénicas se han visto paralizadas durante meses y la gran mayoría de los teatros siguen cerrados. ¿Cómo imagina el futuro del sector a medio plazo?

R. El sector ha realizado un enorme esfuerzo para adecuarse a la situación. Se han implementado rigurosamente todas las medidas necesarias: distancia de seguridad, espectadores con mascarillas durante toda la representación, protocolos de entrada y salida a la sala, etc. Desde su reapertura no ha habido ningún rebrote originado en un teatro y, de haberlo, la estadística sería señalando a los espacios teatrales como de los más seguros. Con todo, las consecuencias son gravísimas para un sector que ya estaba en el alambre. La situación es distinta para los teatros públicos, los privados, las llamadas salas alternativas, etc. Las administraciones públicas han de velar para que no se interrumpa una cadena de siglos, para que los profesionales de hoy puedan sobrevivir y seguir ejerciendo su oficio, y para que los jóvenes intérpretes y espectadores tomen el relevo. Tenemos en juego el teatro del pasado, el del presente y del futuro.

P. El mundo del libro, como otros muchos, también se ha visto paralizado durante meses. ¿Cómo está viendo el sector tras la vuelta de la actividad y cómo cree que avanzará su situación?

R. Insisto en que la pandemia no ha hecho más que revelar las contradicciones, problemas y amenazas que ya estaban en el corazón mismo de lo que éramos y aún somos. Podría hablar aquí de los hábitos de lectura en nuestro país, de la cultura de la novedad, del hostigamiento a las librerías de barrio, etc. Pero quiero quedarme con los hombres y mujeres que acudieron a las librerías nada más abrirse, con quienes compraron libros en el período más oscuro para sostener a las librerías y a las autoras; quiero hablar de las libreras y de los libreros que siguen ahí, que nos esperan, que no claudican. Y quiero también dejar aquí un recuerdo para Belén Bermejo, que nos dejó durante la pandemia, pero cuyo recuerdo vivísimo nos señala un modo hermoso de estar en el mundo y ante los libros.

P. ¿Cree que el teatro o la literatura en su conjunto del futuro próximo contarán historias del covid-19 o que huirán de ellas por miedo a cansar al público?

R. Una de las facultades de la literatura, de las artes en general, es la de hacernos mirar más adentro, más detenidamente, más desde la luz del fondo, lo que nos pasa. No sé si habrá una tematización rápida, una moda, de obras sobre el covid-19; pero sí creo que nos harán faltas obras que nos ayuden a entender, a recordar, a estar alerta.

P. Si tuviera que inclinarse por una opción: de esta, ¿saldremos mejores o peores?

R. Saldremos más lo que ya éramos, se avivarán las sombras y las luces, y seguramente habrá quien encauce su miedo y estupor en soluciones populistas, reaccionarias e insolidarias, y quienes insistan en salidas cívicas, ilustradas, en general, en un nuevo humanismo que tenga la ecología y los cuidados en el centro de su potencia.

P. ¿Tiene alguna certeza sobre qué será clave para superar la crisis? ¿Cuáles cree que deben ser nuestras prioridades o nuestros valores fundamentales en estos momentos?

R. En genera no asumir, y ésta es una idea de Marina Garcés, la condición póstuma de nuestros derechos y libertades; situar los cuidados y la ecología en primera línea de nuestras acciones y discurso, la defensa encendida de la educación y de la sanidad públicas, y el control de la voracidad autolítica de los mercados.

P. ¿Qué le ha servido a usted, personalmente, para seguir a flote en los peores momentos del confinamiento y la crisis sanitaria?

R. Respondo con este poema de Concha Méndez:

No vengas, Muerte, todavía,

que aún tengo que tejer la larga escala

que ha de subirme allá donde deseo;

debo cumplir mi dharma,

hacer, hacer, hacer las cosas que aquí debo.

Porque tengo una deuda

para conmigo misma.

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