El dinosaurio todavía estaba allí

Carlos Narea: “El gremio musical tendría que unirse y buscar fórmulas para ayudarse los unos a los otros”

El productor musical Carlos Narea en un estudio de grabación.

Carlos Narea (Antofagasta, Chile, 1953) es uno de los productores más relevantes en la escena musical española. Su trayectoria en el sector comenzó como músico en Chile y en 1973, con tan solo 19 años, se trasladó a España. Después de unos años como instrumentista comenzó a trabajar en el sello discográfico Fonogram y en 1980 pasó a ser director artístico de Discos Polydor, filial de Universal Music Group. A partir de ese momento dedicó su tiempo a la producción musical y el resto de historia se cuenta sola: Miguel Ríos, Nacha Pop, Antonio Vega, Los Secretos, Rosendo, Alarma, Andrés Calamaro… y un largo etcétera de artistas y bandas que han evolucionado bajo su batuta.

La llegada del coronavirus supuso un revés en el trabajo musical, pero admite que tuvo la fortuna de poder seguir trabajando: “Yo me he salvado, porque los productores contamos con algo maravilloso: la tecnología. El confinamiento me pilló haciendo la música de una película, El Cover de Secun de la Rosa. Luego produje a un grupo de México, a uno de Lérida… Yo estaba en mi casa y escuchaba todo como si estuviera en el propio estudio de grabación. Pero soy una excepción: la mayor parte del sector no ha tenido esta posibilidad”, dice.

Narea llama la atención sobre el ying y el yang de la sociedad española, porque considera que las mejores y las peores caras de esta han salido a relucir durante la pandemia: “Por un lado parecía que nos uníamos todos, a las ocho salíamos a aplaudir… Y días después estábamos todos metidos en un botellón a las doce de la noche. ¿Cómo es el rollo? Sales a aplaudir a los sanitarios y luego sales a arriesgar tu vida y la del resto. Eso me avergüenza, dice mucho de nosotros como seres humanos”, reflexiona el productor.

P. Dígame un destino de verano al que soñara con ir durante el confinamiento, para sobrellevarlo, y uno al que irá este año. ¿Coinciden?

R. La verdad es que soy muy de dos sitios: uno en la costa de Cádiz y otro en Portugal, lugares muy tranquilos para disfrutar de la playa. No poder ir al mar es una de las cosas que más eché de menos durante el confinamiento.

P. Ahora que se supone que encaramos (por fin) la salida de la pandemia... ¿tiene miedo de lo que viene?

R. El coronavirus nos ha hecho plantearnos muchas cosas. Miedo no, tengo precaución. No me gusta el miedo, trato de evitarlo porque te paraliza y hay que combatirlo y racionalizarlo. Estoy vacunado, pero soy muy prudente y muy precavido porque no quiero enfermarme. En el pasado año y medio he salido muy poco de casa, lo estrictamente necesario. También pienso que hay cambios que han venido para quedarse y lo resumo con una anécdota ocurrida mucho tiempo atrás:

Hace unos 30 años fui a Japón a producir un show flamenco. Y allí me llamaba mucho la atención que en las calles había mucha gente con mascarilla. Lo hacían para proteger al resto si estaban enfermos. Yo me resfrié y fui a una farmacia a comprar una. En algún lugar hay una foto mía en el avión de vuelta, en 1990, con la mascarilla puesta. Creo que a raíz de esto el uso de mascarilla cuando estás enfermo se va a quedar, pasará a ser algo normal para proteger al resto y es algo que tiene mucho sentido.

P. ¿Y cómo ve el futuro cercano? ¿Cree que nos esperan los brindis de los felices veinte o más bien las lágrimas de una larga crisis?

R. Los brindis sí, porque trato de ser optimista. No me gustan los malos rollos y trato de ponerle optimismo a todo. Pero al mismo tiempo siempre he sido de lágrima fácil, me emociono con cualquier cosa. Así que a mí, dentro de lo positivo, me esperan ambas dos.

P. ¿Cómo le ha cambiado la pandemia? ¿Ha cambiado de alguna manera lo que considera importante en su día a día o vuelve a ser la de antes? ¿Es usted más solitario?

R. Creo que sí he cambiado. Ahora tengo la determinación de no postergar más cosas nunca. No dejar para mañana, ni para la semana que viene… porque nunca sabes lo que va a ocurrir. Y lo mismo con los sentimientos: ahora no me freno para decirle a la gente a la que quiero que la quiero.

La soledad es una cosa que disfruto, con la que nunca he tenido problema. No lo llevo mal. Me encanta la gente, pero si tengo que estar solo lo disfruto. Ya pasaba bastante tiempo sólo antes de la pandemia, así que no supuso un problema en mi día a día.

P. Con la llegada del covid, muchos trabajadores de la música se quedaron sin empleo y sin paro. ¿Le pasó a usted? ¿Y qué cree que tiene que cambiar para que músicos y técnicos estén más protegidos?

R. Nuestro sector ha sido muy golpeado por la pandemia. Sobre todo la parte más vulnerable y menos visible: técnicos, asistentes... En nuestro sector muchos trabajadores son autónomos, se dan de alta el día que van a trabajar y con esta situación se han visto contra las cuerdas. Creo que lo necesario es volver a unir al sector, aglutinarlo alrededor de una “academia de la música” o algo por el estilo. Y aparte, que haya un fondo asistencial al que podamos recurrir cuando (esperemos que no) vuelva a pasar algo así, porque muchos lo han pasado muy mal.

P. ¿Y qué se necesita para alcanzar esa protección al sector?

R. Voluntad, y no sólo política. En el sector musical somos muy individualistas. Cada uno maneja su rollo, no estamos tan unidos como debiéramos y eso pasa en todo el gremio. Tendría que unirse por su propio interés y buscar mecanismos, recursos, para echarnos una mano los unos a los otros.

P. La pandemia y los sucesivos confinamientos (perimetrales y domiciliarios) han afectado mucho a un gremio que en gran medida se basa en compartir espacios físicos para crear, producir y grabar. ¿Cómo ha gestionado su tiempo y su trabajo durante estos meses de restricciones?

R. Yo me he salvado, porque los productores contamos con algo maravilloso: la tecnología. He podido seguir produciendo. El confinamiento me pilló haciendo la música de una película, El Cover de Secun de la Rosa. Luego produje a un grupo de México, a uno de Lérida… Yo estaba en mi casa y escuchaba todo como si estuviera en el propio estudio de grabación. Pero soy una excepción: la mayor parte del sector no ha tenido esta posibilidad.

Hay una cosa que tengo clara: la tecnología nos salvó en cierto modo. Si no hubiera podido conectar con la gente de forma telemática habría terminado subiéndome por las paredes. Podía ver a mis hijos, a mi familia, aunque fuese a través de la pantalla y eso hacía que nos extrañáramos un poco menos.

P. Antes de la pandemia, muchos advertían: cuidado con el modelo de grandes festivales que depende del turismo masivo. ¿Cree que estamos volviendo a lo mismo?

R. El tema del turismo es preocupante. Ya no por los festivales, sino porque una buena parte de nuestra economía funciona gracias a los visitantes externos y nos viene bien que vuelvan. Los festivales, a este respecto, son una extensión de la vida turística en España.

P. De los comportamientos que ha visto en la sociedad en los últimos meses, ¿de qué se enorgullece y de qué se avergüenza?

R. Somos una sociedad curiosa. Se ve el ying y el yang en este tipo de cosas. Por un lado parecía que nos uníamos todos, a las ocho salíamos a aplaudir… y días después a las doce estábamos todos metidos en un botellón. ¿Cómo es el rollo? Sales a aplaudir a los sanitarios y luego sales a arriesgar tu vida y la del resto. Son cosas del ser humano que yo no entiendo. Sobre todo por el riesgo extremo que implica no tener cuidado en esta situación. Me sorprende que podamos estar tan unidos, juntos, cantar y aplaudir en las ventanas y que luego todo nos importe una mierda. Eso me avergüenza, dice mucho de nosotros como seres humanos.

P. El pasado 27 de Mayo vió la luz el nuevo disco de Andrés Calamaro, Dios los cría… que es un disco de dúos con artistas de distinta índole. Manolo García, Julio Iglesias, Raphael, Juanes, Alejandro Sanz, Leiva y un largo etc. Usted ha sido el productor musical del proyecto… ¿Qué ambiente se respira en esta “nueva etapa” para la música?

R. Andrés venía haciendo una gira y decidieron grabar los temas. Se metieron al estudio y cuando Andrés estaba grabando las voces de referencia le pasó por la cabeza la idea de cantar las canciones con otra gente. Y ahí fue cuando me llamó. Me contó la idea y me invitó a producirlo: grabamos como 30 temas y empezamos a invitar a gente, a pensar qué artistas podían cantar cada canción. Es un disco muy bonito. Tardamos muchísimo en terminarlo, los calendarios de cada persona son muy diferentes. En total fueron dos años de curro; no constante, pero se ha desarrollado a lo largo de ese tiempo. Pero lo he disfrutado muchísimo: aún sigo descubriendo lo espectacular que es Andrés como compositor.

P. ¿Y qué planes de presente y futuro tiene entre manos?

R. Acabo de terminar un proyecto. En 2019 se hizo un concierto homenaje a Enrique Urquijo en Madrid por el 20 aniversario de su fallecimiento. Ese concierto quedó guardado y grabado y en los últimos dos años se estudió la idea de hacer un DVD. Se llegó a un acuerdo con Universal y ayer terminamos de mezclar los temas. Son todo canciones de Enrique cantadas por muchísima gente. Ayer envié el audio, ahora me está llegando el vídeo con el audio incorporado, y esperamos que pueda ver la luz pronto porque ha quedado muy bonito.

A finales de Agosto me meto a grabar a un chico de Lérida, Javier Solo, que es un excelente cantautor rockero. Grabamos unos temas durante la pandemia, y ahora vamos a grabar otros cuántos para dar forma a un disco. Es curioso, porque llevo más de un año trabajando con él y nunca nos hemos visto en persona.

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Y para más adelante se están empezando a organizar una serie de conciertos de mucha envergadura de los que aún no puedo hablar, entre otras cosas porque dependemos de que la situación sanitaria nos permita hacerlo en condiciones de seguridad y con aforos completos. Son tres conciertos que se están gestando entre noviembre de este año y abril del año que viene. Esperemos que salgan, porque significará que la pandemia está remitiendo.

P. Si pudiera enviarle un mensaje desde el futuro a su yo de marzo de 2020, ¿qué le diría?

R. Aguanta. Cuídate y aguanta, que va durar mucho más de lo que creías que iba a durar. Llevamos año y pico y aún no sabemos cuándo será el final ni los cambios que nos va a dejar.

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