El dinosaurio todavía estaba allí

Júlia de Paz: "Todo empezaría por deconstruir el sistema patriarcal"

Júlia de Paz Solvas junto a las actrices Tamara Casellas y Leire Marín durante la presentación de 'Ama' en Madrid.

Hernán Grecco Ferrari | Paula Pérez de Lema

Júlia de Paz (Sant Cugat, 1995) es una directora de cine que ya desde sus estudios universitarios se volcó en la creación de películas feministas. Ama surgió como su proyecto de final de carrera, cuando tenía 21 años. A las puertas de terminar su aprendizaje en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, confeccionó el corto que acabaría siendo una de las mejores películas españolas en lo que va de año. Titulada con el mismo nombre que aquella primera producción, Ama ganó el Premio Feroz Puerta Oscura como Mejor Película y la Biznaga de Plata en el Festival de Cine de Málaga en la categoría de Mejor Actriz por la interpretación de Tamara Casellas.

El largometraje cautivó a la crítica gracias a la visión de la cineasta sobre la maternidad.  Desmontó el mito creado alrededor de las mujeres como madres, que no siempre son prototípicas, ni asumen una misión idílica. Mostró el aspecto más real y humano de todas las que conciben en soledad, donde los altibajos y los errores también existen. La directora sabe que el cine que conocemos es "un reflejo de la sociedad donde no se muestran realidades que, por X razones, han sido invisibilizadas". Con Ama y con sus próximos proyectos, ella palia el efecto cegador de los largometrajes para "mostrar y dar voz a otras historias". Si le preguntamos por su futuro, nos cuenta cómo seguirá llevando a la gran pantalla esas realidades que, desde hace tiempo, deberían proyectarse: "Vamos a preparar un corto de pornografía feminista con una trabajadora sexual, María Riot. Va a girar en torno a la propia sexualidad, el auto-placer y la mujer".

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De Paz sigue notando los efectos de la pandemia. Sobre los cambios que ha experimentado a nivel personal, ella siente "vivir con un cierto pudor", porque "la falta de contacto con la gente se nota muchísimo". De antes de la irrupción del coronavirus, recuerda "algo tan bonito como poder conocer varias personas al día", un hecho cotidiano que ahora le resulta "muy difícil, abrirme y conocer gente nueva me cuesta más después de todo lo que ha pasado". No obstante, todo lo vivido este último año también es una oportunidad para ella, y espera "que toda la energía que hemos ido acumulando estando encerradas pueda ser utilizada para salir con ganas y sentirnos un poco más libres". Como cineasta, dándole la vuelta a lo sufrido para sacar en claro las ganas acumuladas de volver a la normalidad, descubre una nueva posibilidad: "La necesidad de producir y contar historias siempre está ahí. El hecho de habernos encerrado y 'silenciado' ha incrementado ese hambre de querer hablar y contar cosas. Siempre ha habido mucha producción, pero creo que ahora la necesidad se ha incrementado aún más".

La creación de películas feministas como Ama es el resultado de una directora que sabe que la desigualdad de género parte desde la base de todo lo que conocemos. Ella ataca a la raíz: "Todo parte del propio sistema. El planteamiento de la sociedad es un problema, y la carencia de los derechos humanos también". Y recuerda el reparto erróneo de roles que aún arrastramos. "Todo empezaría por deconstruir el sistema patriarcal. Mientras esté eso en pie nada más va a cambiar".

La solución que plantea es clara: "La educación es muy importante para desmontar estas cosas. Pero el sistema educativo está contaminado por el patriarcado". Si le preguntan por los avances del Gobierno estos dos últimos años, con medidas como el aumento de prestación por maternidad o la intención alargar hasta seis meses los permisos por nacimiento en la nueva Ley de Diversidad Familiar, De Paz desconfía y va más allá. Considera que se trata de "un lavado de cara, decisiones que se toman pero que después hay que ver la letra pequeña y cómo se llevan a cabo". Para la cineasta habría que tomar decisiones que superaran el binarismo del género, "no todo es mujer-hombre", velando por "la conciencia de clase, para que tenga valor en las acciones políticas". Observando los comportamientos humanos durante la crisis sanitaria, se enorgullece de la capacidad de unión que hemos demostrado en las situaciones críticas, pero se avergüenza "del creciente odio en la sociedad y el cada vez menor miedo a expresarlo".

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