¿Verdad o mentira?

Montoro: "Venimos de una crisis por una borrachera de gasto público"

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, este jueves en el Congreso.

"Venimos de una crisis por una borrachera de gasto público y algunos ya quieren irse de copas". Esa fue la metáfora que utilizó el miércoles el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para defender el proyecto de Presupuestos Generales del Estado del Gobierno, que mantiene como una de sus prioridades la contención de la inversión pública. El ministro no concretó cuál es el baremo que utiliza el Ejecutivo para valorar lo elevado de la cifra de gasto, pero si se compara con el gasto medio de la UE, el gasto público de España está –y lleva años estando– por debajo de la media europea y a mucha distancia del que registran los países más desarrollados del club comunitario.

El debate del miércoles en el Congreso fue intenso, y Montoro fue el sparring que los grupos de la oposición utilizaron para descargar sus críticas contra la política económica del PP y también contra los casos de corrupción que acorralan al partido, que han vuelto al primer plano de la actualidad tras el estallido del caso Lezo. Pero el ministro de Hacienda tiene claro cuál es su receta: "mantener el rumbo", no dar "bandazos" en la política económica aplicada hasta ahora y, sobre todo, restringir el gasto público después de unos años de "borrachera", tal y como se refirió al supuesto dispendio anterior. "Algunos ya quieren irse de copas", llegó a criticar Montoro, utilizando la misma metáfora contra los grupos que abogan por elevar la inversión pública.

Calificar el gasto público como muy elevado o muy reducido es una cuestión de valoración política. Pero, más allá del aspecto ideológico, las cifras pueden compararse con las del resto de la UE y también con la media comunitaria, y si se toman esos datos como referencia, la "borrachera" de gasto público de España no es tal: de hecho, las administraciones públicas españolas gastaron en 2016 cuatro puntos menos que el promedio de la UE –midiendo el gasto en porcentaje del PIB– y casi 12 puntos menos que Francia, que lidera la clasificación de países con un mayor gasto público.

Según datos oficiales recogidos por Eurostat, el año 2016 no fue precisamente un ejercicio de desenfreno presupuestario en España. El gasto público ascendió a un 42,4% del PIB, lo que coloca a España en el puesto 15 de 28 en nivel de inversión pública, entre Países Bajos (un 43,6% de su PIB) y Reino Unido (un 42,1% de toda la riqueza que produjo el país ese año). Los países de la UE gastaron de media el año pasado el 46,6% de sus PIB a través de inversiones públicas, y quienes más dinero desembolsaron fueron Francia (un 56,2 de su PIB) y Finlandia (apenas una décima menos).

Esta dinámica no es nueva, y desde luego los datos desmienten que España tuviera un gasto público desaforado –en términos de Montoro, una "borrachera" de inversiones– antes de la crisis, al menos en comparación con sus socios europeos. En 2008, el año en el que estalló la crisis económica, las administraciones españolas sumaron un gasto público total que ascendió a un 41,1% del PIB, por un 46,3% que gastaron de media los países de la UE. El año anterior, la cifra fue incluso inferior: España tuvo un gasto público del 39% de su PIB, frente al 44,7% europeo.

  Gasto público en las cinco principales potencias de la UE en 2008 (en % del PIB)

Ni siquiera en 2012, el año en el que el gasto público español fue más elevado, España superó los registros medios de la UE en este sentido. Ese año, el porcentaje de gasto público en relación al PIB se disparó en nuestro país hasta el 48,1%, nueve décimas menos que la media europea. La única partida de entre las que recoge Eurostat que aumentó significativamente ese año fue la de "asuntos económicos", ya que el incremento del gasto público en 2012 se debe fundamentalmente "al rescate bancario que sufrió España" ese año, tal y como apunta Fedea en su informe Evolución del gasto público por funciones durante la crisis (2007-2014): España vs UE.

El gasto social, más bajo que en la UE

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Y si el gasto público no superó siquiera la media europea, la cuantía de ese dinero que se dedicó a sufragar los servicios sociales tampoco lo hizo. Las administraciones españolas dedicaron en 2014 –último año del que Eurostat ofrece cifras agregadas– un 25,4% de su PIB a la "protección social", frente al 28,7% que destinaron de media los Veintiocho. Echando la vista atrás, el gasto de España en partidas sociales es aún más reducido en años anteriores: en 2008, el año de inicio de la crisis, se destinaron recursos por valor de un 21,4% del PIB a estos servicios, mientras el promedio europeo fue del 26%.

A este respecto, España gastó ese año un 6% de su PIB en Sanidad y un 4,2% en Educación, frente al 6,7% y el 5% que destinaron respectivamente, de media, los países de la UE, por lo que no puede decirse que la suma invertida en las dos principales patas del gasto social fuera muy elevada, al menos en comparación con Europa. De hecho, desde ese año, en ningún ejercicio el gasto de España en Sanidad y Educación ha superado el promedio comunitario: en 2015, último año del que hay datos, la inversión en enseñanza fue del 4,1% del PIB –por un 4,9% de media– y el gasto sanitario ascendió al 6,2% del PIB, un punto menos que el promedio de la UE.

Lo mismo ocurre en el apartado de "protección social", en el que Eurostat aúna servicios sociales como la prestación por desempleo, la dependencia o las políticas de vivienda. Los últimos datos disponibles indican que, en 2015, España invirtió en estas partidas el equivalente al 17,1% de su PIB, dos puntos menos que el promedio europeo. La situación es la misma desde antes de la crisis, la etapa de supuesta "borrachera" de gasto público: en 2008, la inversión era del 13,8% del PIB, frente al 17,5% de la media de la UE.

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