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Desde la tramoya

Cuatro hipótesis electorales

1. Si la situación económica mejora a lo largo del año, el PP obtendrá un resultado mucho mejor que el que pronostican las encuestas. Y el PSOE también.

Hay una correlación altísima entre la percepción de la situación económica y la percepción de la situación política. Si la economía va mal, se cree que también la política va mal. Puesto que puede darse por hecho que el descenso del apoyo a los dos grandes partidos es fruto de la desafección política, podemos anticipar que, si se extiende entre la gente la idea de que ya estamos en la recuperación –y eso depende de lo bien que le vaya a cada cual, pero también de la mera existencia de un clima de opinión favorable– entonces los partidos tradicionales verán cómo aumentan sus apoyos. De hecho, las encuestadoras ya perciben tímidamente ese efecto.

2. Si el PSOE gobierna la Comunidad de Madrid, será difícil cuestionar el liderazgo interno de Sánchez.

Es un efecto en realidad desproporcionado, porque que Madrid sea gobernada por los socialistas depende de factores que dependen mucho de terceros (el candidato o candidata que proponga el PP, la campaña que hagan Gabilondo y Carmona, y la que hagan Ciudadanos y Podemos), pero lo cierto es que el secretario general del PSOE ha hecho una apuesta muy fuerte en Madrid, y si la gana el trofeo será también grande.

3. Si Podemos sigue con fuerza, Izquierda Unida desaparecerá.

Podría haber sitio para dos partidos más a la izquierda del PSOE, pero no tan parecidos como Izquierda Unida y Podemos. Hay que recordar que Podemos es prácticamente una escisión de IU. Para muchos votantes la oferta de Podemos es como la de Izquierda Unida, pero más atractiva. (Por cierto, añadamos una hipótesis 3 bis: Si Podemos sigue con fuerza será porque Juan Carlos Monedero haga lo que ha anunciado, es decir, retirarse a pensar. Es evidente que Monedero es la pieza más frágil del nuevo y poderoso partido).

4. La probabilidad de una gran coalición es inversamente proporcional a la fuerza del PSOE.

Recordemos que tras las elecciones autonómicas y locales, según indican todos y cada uno de los sondeos, la decisión será si se forman gobiernos con mayoría absoluta del PP (ese es el "problema" del PP: que necesita mayorías absolutas), o se forman coaliciones de izquierda. Es muy improbable, en general, que el PSOE, acostumbrado a ser el protagonista de la izquierda española, esté dispuesto a apoyar a Podemos, su gran competidor, el que le roba el pastel.

En tales circunstancias, con un PSOE en tercera posición, es en general más probable que los socialistas caigan en la tentación de dar su apoyo –aunque sea mínimo, en forma de abstención o dando sólo los apoyos estrictamente necesarios– a los gobiernos del PP. Sería probablemente suicida, pero quizá menos letal que dar el apoyo a Podemos.

Por supuesto, estoy hablando de los miles de procesos que se producirán en toda España tras las elecciones, en los que cada grupo políltico en cada ayuntamiento o cada comunidad tiene autonomía casi total para decidir a quién apoya si no hay mayorías suficientes.

Por el contrario, si el PSOE queda segundo en un determinado lugar, lo lógico sería que intentara formar gobierno con otras fuerzas de la izquierda, es decir, básicamente con Podemos. El PSOE ha hecho eso mismo en cientos de lugares con Izquierda Unida durante décadas, y para ambos resultaba natural pactar. 

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