Desde la casa roja

Llanura de enero

Ahora que ya hemos sobrevivido a casi todas las sobremesas. Ahora que tenemos el amor intacto. Que los saldos están en blanco. Que las ausencias ya no nos parten como lo hacían antes de ayer. Ahora que en nuestra sangre todo está equilibrado. Que no hay accidentes, que no hay descalabros. Que nadie tiembla adentro las mantas porque no hace frío debajo de los techos. Que ninguna familia colecciona silencios en un viejo baúl. Que hablamos siempre de lo importante. Que somos livianos, frescos, que somos de fibra. Que tenemos botas de montaña con las suelas manchadas de tierra. Vegetales de los pequeños mercados. Conciencia de clase. Que caminamos. Que llevamos puesto de rojo el corazón. Que nunca nos tocan el ruido y la furia. Que sujetan las bridas nuestros peores impulsos. Que abrimos las botellas del vino exacto. Que somos sinceros, que somos profundos: la honestidad. Ahora que los cuchillos ya han regresado a nuestros cajones. Que los puños van siempre en nuestros bolsillos. Que nos levantamos para ver el amanecer porque dormimos poco, pero dormimos bien. Ahora que llega el viernes, y el lunes siguiente y febrero y verano. Ahora que no hay basura en suspensión en el viento. Que separamos nuestros residuos. Que zanjamos nuestros tributos. Ahora que somos el gran habitante de dónde.

Que no hay residencias, que no hay terminales, huérfanos ni prisioneros. Ahora que nuestras palabras tienen futuro y no cargan disparos. Que cumplimos las leyes, que no hay mandamientos, que estamos seguros. Que somos paciencia, que las citas esperan. Que somos los grandes documentados, los enterados, los que sí saben de lo que piensan. Que nos curamos del ansia. Cicatrizamos. Leemos largo. Que nadie vigila mientras dudamos. Que recibimos salarios a cambio de tiempo. Que la justicia es justa. Que nuestros gobiernos no nos sonrojan. Que nuestros periódicos son responsables de sus secretos. Que podemos elegir. Que podemos gritar. Que podemos reunirnos en las aceras. Colapsar las arterias. Ahora que podemos cantar (porque cómo no vamos a poder cantar). Hacer reír. Escribir. Dibujar. Que somos recordados. Que somos reparados. Cruzamos fronteras. Derribamos los muros. Abrimos los brazos. Ahora que todos tenemos un nombre y no hambre. Que los niños sueñan. Los abuelos cuentan. Ahora que las patrias no pesan. Que las banderas no alertan. Que las águilas no vuelan. Que nadie nos roba. Que nada nos hiere. Ahora que no tenemos miedo a ninguno en la oscuridad. Que, sobre todo, somos más fuertes porque somos memoria, raíces, corazón.

Les juro que hace dos días comenzó un nuevo año.

Pero no sé si era este.

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