Desde la tramoya

Iglesias se pone la chaqueta de presidente

Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Irene Montero y Pablo Echenique observaban este jueves, desde la tribuna de invitados, el debate de moción de censura que sus hermanos madrileños han presentado contra la presidenta de la comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.

Se trata, como el propio Iglesias declaraba el mismo día, de un anticipo de la moción que él mismo defenderá contra Rajoy a partir del martes. La estrategia de Iglesias es la siguiente:

Primero, presentarse como la única alternativa real al PP: el único partido que puede desalojar a Rajoy. La lucha no es, por tanto, contra los populares. En realidad, la competición verdaderamente agónica, la misma desde que Podemos existe, es con el PSOE .

Segundo, poner a los socialistas ante su propia contradicción. Si en las primarias los militantes optaron teóricamente por el "no es no", ahora deberán demostrarlo apoyando a Podemos.

Tercero,  presentar a Pablo Iglesias ya como un hombre de Estado. Hasta ahora, Pablo Iglesias no había dado el paso de proponerse como presidente. De hecho, en una impostura histórica, se ofreció como vicepresidente a Pedro Sánchez, asumiendo teóricamente el papel de lugarteniente, y asumiendo que los líderes de la oposición eran los socialistas. Eso cambia la semana que viene. En una moción es necesario presentar candidato y programa alternativos. De manera que veremos a Pablo Iglesias subir a la tribuna con corbata y chaqueta, en un nuevo perfil presidencial: quizá algo más comedido y positivo y menos gamberro.

Cuarto, encararse directamente con el PP y Rajoy, y ningunear al PSOE: por definición, la moción de censura es un contraste entre un presidente atacado y un aspirante a presidente. Recordemos que Felipe González (contra Suárez) y Hernández Mancha (contra González) pasaron por ahí siendo líderes de la oposición. Como Iglesias ahora, sabían que no tenían opciones para que la moción prosperara. Pero plantearon la censura como una puesta en escena de su alternativa.

Esta idea habrá generado dudas en Rajoy y su equipo. ¿Debería el presidente contestar directamente a Pablo Iglesias, o hacer como Cifuentes en la Asamblea de Madrid y dejar que sean otros miembros del Gobierno quienes lo hagan? Si Rajoy se encara con Pablo Iglesias, el ninguneo y la humillación del PSOE podrían ser más evidentes. Además, Rajoy puede quitarse el sambenito de ser un cobarde que se esconde tras pantallas de plasma.

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