Nacido en los 50

¿Fue la dictadura un régimen idílico?

El Gran Wyoming

Doña Esperanza Aguirre, que es firme partidaria del olvido y de los políticos de la Transición porque, según ella, entendieron el sentido positivo que para la convivencia tiene lo de olvidar selectivamente una parte de nuestra historia, la que hace referencia al asesinato de decenas de miles de inocentes una vez acabada la guerra, así como al latrocinio generalizado y la corrupción sistémica de la dictadura de Franco que hizo ricos a grandes patriotas que engendraron parte de la nueva generación de nuestros gobernantes del centro, afirma estar cansada de esa versión que narra la guerra como una historia donde unos son “muy buenos muy buenos y otros muy malos muy malos”. Y con esta sandez no hace referencia a lo que nos han contado desde niños a los de mi generación, y es que Franco y sus acérrimos defensores, hoy militantes del centro político, eran los muy buenos muy buenos. Resulta que ahora, según ella, los socialistas andan diciendo esas tonterías pero al revés, es decir, que los muy malos muy malos, son los vencedores, y hasta ahí podíamos llegar.

No hay que exagerar. Nunca la historia es de muy buenos muy buenos, ni de muy malos muy malos. Salvo en las películas. Ahora bien, que un general del ejército que representaba a la Santa Cruzada, partidarios ellos de Dios y de la Patria, recomendara violar a las republicanas cuando se tomara una población para que supieran lo que es un hombre de verdad, y no los maricones que tenían por pareja: “No se van a librar por mucho que berreen y pataleen” da mucho que pensar y puede que sea un síntoma de por dónde iban los tiros en el bando de la gente bien. No fue una acción criminal de guerra, era una recomendación hecha desde el mando.

Este pasaje siempre fue y sigue siendo negado, pero es una alocución radiofónica que puede escucharse en You Tube. Ni ellos mismos quieren creer lo canallas que fueron. No me extraña que sean enemigos de la memoria.

En cualquier caso, ese reduccionismo de todos fueron buenos y malos y aquí no pasó nada, sólo es posible en la mente de la señora que dice haber destapado la trama Gürtel, a pesar de ser ella misma el epicentro de la corrupción de Madrid, y que cuando se negó a recibir al miembro de su partido que, precisamente, denunciaba la trama, se despachó, según declara el denunciante, con un castizo: “Con ese hijo puta no tengo nada que hablar”, expresión que le salió con gran soltura en otra ocasión, ignorando que estaba el micrófono abierto, para referirse a otro miembro de su partido.

También tuvo sobre su mesa, en su día, un informe donde venían descritos con pelos y señales los entresijos de la llamada trama Púnica, que pudo parar y denunciar, pero se negó a creerlo: Los presuntos ladrones eran de los suyos.

Sí, es cierto que en ambos casos pudo hacer lo que haría cualquier persona honrada, pero tomó la dirección contraria, la del pandillismo encubridor. Sus razones tendrá.

En su discurso, difícilmente comprensible en alguien que ha alcanzado cotas de responsabilidad tan altas en una democracia, dice también que se presenta a la II República como un régimen idílico y que se pretende que “el franquismo fue impuesto por la fuerza a todos los españoles”. Es una frase tan estúpida que resulta enigmática. ¿Pretende decir que los miles de asesinados tras la guerra pidieron su muerte de forma voluntaria? ¿Fueron ellos los que a falta de otra cosa que hacer saltaban de cabeza sin intervención externa en las fosas comunes?

¿Cómo pretenden estos jóvenes del centro que se olvide aquello cuando sus líderes se empeñan en reivindicarlo? Incluso esa nueva pasarela de jóvenes políticos estupendos que se propone como alternativa de gobierno desde la regeneración, la transparencia y la honradez, se muestra tibia y condescendiente con las secuelas de la dictadura por ignorancia o, lo que sería peor, por proximidad, por afinidad disimulada.

La II República Española no fue un régimen idílico: ¿Lo fue la dictadura que la sustituyó? Cuanto harta tener que volver una y otra vez sobre lo mismo, pero es necesario. No dejan olvidar los que exigen el olvido.

No fue idílica la II República, pero sin hacer discurso de buenos y malos si sé lo que fue la dictadura: Una mierda.

No sé si queda clara mi postura, pero maldigo a aquellos personajes que fusilaban, mataban, robaban, mataban para robar, y torturaban en siniestras comisarías a los estudiantes, a los obreros, a los intelectuales. Cobardes, asesinos y ladrones. Eso fueron. Y debemos incluir en esta condena de la rabia a los jueces que con sus togas siguieron los dictados Franco y sus secuaces, condenando a muerte a miles de españoles inocentes en juicios sumarísimos sin la menor posibilidad de defensa y sin escuchar siquiera su palabra.

Las cárceles estaban llenas de personas cuyo único delito fue luchar para que gente como yo pudiera escribir lo que le diera la gana porque ellos, los que se muestran tibios y condescendientes con los asesinos, los que ahora equiparan la bandera de la república con la que portaban los fascistas, pueden expresarse y vivir en la democracia y en la dictadura. No es lo mismo, no pueden sentir lo mismo. Ni yo, ni los que leen este medio, andaría sueltos por la calle en aquel tiempo en el que había que esconderse para poder hablar. Sí, escondidos, no solo de las fuerzas represivas, sino también de los que las amparaban y que, protegidos por la policía, propinaban palizas a los progres.

No miren en los barriles

Por eso es importante volver la vista atrás y levantar la voz cada vez que alguno de los valedores de aquella ignominia atente contra los principios elementales de la convivencia, comparándola con un régimen democrático legítimamente constituido y que fue abolido a tiros por militares traidores a su juramento de fidelidad a la Republica para imponer, implantar, sí, por la fuerza, señora, a ver si se entera de una vez, una dictadura asesina y ladrona. ¿Cuál de las dos características le molesta menos?.

Esa es la cuestión, lo demás, para mí, está fuera de toda consideración. Debatir ahora si fue mejor la democracia con todos sus defectos que la dictadura sólo cabe en mentes perversas a las que todavía quedan fuerzas para apelar al pacto entre todos los demócratas y llamarse tales porque viven cómodos en ambos sistemas. En fin, no hagamos ejercicios de buenismo, como ellos dicen: viven mejor en uno que en el otro, por eso quieren reescribir la historia desde el olvido. Por eso son enemigos de la memoria. Sólo aspiran a que el futuro olvide lo que realmente son y les juzgue como políticos honrados, demócratas.

Y les votan.

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