Diario de campaña
Dime cuánto ganas y te diré lo que no eres
La quinta jornada de campaña electoral para el 24-M amanece aliñada con el anuncio de acuerdo entre patronal y sindicatos para subir los salarios “hasta un 1%” este año y “el 1,5%” en 2016. Cada cual conecta su propia calculadora de la frustración, dispuesto a averiguar qué significa en la práctica ese acuerdo y cuánto salario real ha perdido tras el Armagedón de 2008 y las sucesivas reformas laborales.
Sabemos que las medias sirven de poco (tú te comes dos pollos, yo ninguno, y la estadística dirá que en promedio nos hemos comido uno cada uno). Dependiendo de la fuente que se consulte, la evolución salarial de estos años ofrecerá distintas conclusiones, pero vamos a quedarnos con algunos enunciados constatables, más que nada para evitar el ruido que en esta campaña pretende ocultar una realidad meridiana: la brecha de desigualdad sigue creciendo cada minuto. (De hecho valdría la pena exigir que hasta las generales no perdiéramos de vista qué propone cada cual para combatir la desigualdad, madre de todos los desastres presentes y futuros).
- Ni el 1% ni el 1,5% de subida salarial compensará en ningún caso la devaluación sufrida en España por los salarios desde 2008, especialmente acentuada tras la reforma laboral de 2012. (Puede comprobarse en los informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la OCDE o de FUNCAS, por ejemplo. Pero seguro que el 99% de los lectores no necesita consultar ningún informe para saberlo).
- El reparto de esa devaluación salarial (cuyos patrocinadores defienden como única vía para ganar competitividad) tampoco ha sido justo ni equitativo. Las rentas medias y bajas han perdido entre un 4 y un 35% de sus ingresos, mientras las rentas más altas incluso los han visto incrementados.
- La moderación salarial que vienen predicando el Gobierno y las principales instituciones económicas no se aplica en las élites de las empresas. Según los informes sobre retribuciones de los miembros de consejos de administración presentados por las propias compañías del IBEX-35 ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en 2014 ganaron un 27,2% más que el año anterior. Entre quienes forman el establishment de las grandes empresas cotizadas se repartieron 900.000 euros ¡al día!
- Las brechas salariales son diversas, y no consisten sólo en la disparatada desproporción entre los ingresos de los altos directivos y los de los trabajadores básicos de una misma empresa (el salario medio de esos altos ejecutivos del Ibex en 2014 fue 104 veces superior al salario medio de los empleados de esas mismas compañías). Hay más brechas, son antiguas, y en lugar de reducirse continúan ensanchándose. Las mujeres ganan en España un 17% menos que los hombres (OIT) pese a estar más preparadas. Como crece también la diferencia salarial entre quienes tienen trabajo indefinido y los temporales (Instituto Nacional de Estadística). (Recuérdese que el principal objetivo o justificación de las reformas laborales de Rajoy era “acabar con la dualidad del mercado de trabajo”).
- Cualquier funcionario de las administraciones públicas sabrá que la devaluación salarial sufrida (vía reducción directa, vía pagas extra, vía eliminación de complementos, vía congelación, etc) exigirá mucho más que un 1% durante bastantes años para acercarse a su anterior capacidad adquisitiva.
- Quienes están mejor formados, con mayor nivel de estudios, siguen teniendo más posibilidades de encontrar trabajo o de no perderlo, o de lograr un contrato indefinido, pero ni dos carreras ni tres másteres garantizan ya tampoco quedar fuera de la pérdida de salario.
- Se desconoce (al menos lo desconoce este servidor) bajo qué misterioso argumento se explica que quienes no se han visto en absoluto perjudicados por la crisis en sus salarios han sido precisamente los altos ejecutivos del sector que originó el Armagedón de 2008: el sector financiero. (Por cierto, para garantizar su salud hemos escotado entre todos los contribuyentes al rescate de las cajas arruinadas).
- Por último, en este país con una tasa de paro del 23% hay ya más de dos millones y medio de parados que no reciben ninguna prestación. Para ellos (y sus familias) hablar de subidas salariales del 1% es como hablar de refrescos en el desierto.
Dime cuánto ganas y te diré que no eres parado de larga duración o consejero del Ibex o mujer o joven sobradamente preparado pero obligado a emigrar. Las estadísticas engañan. Los promedios falsean la realidad. Pero es imposible ocultar la enorme brecha de desigualdad provocada desde antes de iniciarse la crisis. Las recetas para reducirla deberían ser el eje de esta y de todas las campañas electorales.