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Muy fan de...

Muy fan de... Camps

El expresident de la Generalitat, Francisco Camps, conversa con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, durante el debate de política general en Les Corts Valencianes.

¡Paco, dónde estabas, Paco! Criatura de Dios, media España en vilo porque no aparecías para declarar como testigo por el caso Noos, y tú más perdido que los del vuelo 815 de Oceanic Airlines. Me vas a matar a disgustos, Paco, ¡que soy muy fan tuya!

Yo entiendo que quizás, cuando aprovechaste la condición de expresidente autonómico para solicitar que tu declaración fuera por escrito —desde cualquier lugar del planeta, sin personarte ante el juez—, no mediste la pereza que da ponerse a teclear en festivo. Te comprendo perfectamente, como tecleadora dominguera que soy, donde esté irse de cañas que se quite lo de escribir.

Aunque los malpensados dicen que renunciaste a la comparecencia oral porque no te apetecía lucir palmito por ese paseíllo de las estrellas en que se ha convertido el caminito para ver a Pepe el magistrado. Y allí, frente al Tribunal de Justicia de Valencia, dejaste sola a la imponente mujer de rojo, la alcaldesa que te crió a sus pechos. Seguro que tu compañera de fatigas sintió el arrebato de canturrear, con su voz profunda, el mítico tango: “Caminito que el tiempo ha borrado que juntos un día nos viste pasar…”

Claro, que también ya le vale a Pepe Castro ¡cómo se le ocurre citar a declarar un domingo a un hombre de bien! El séptimo día de la semana lo diseñó Dios para atender las obligaciones propias de la jornada y hacer lo que él manda: misa de doce, paella en familia y siesta de sofá y manta. Me imagino lo que pensarías al recibir la citación: “¿Declarar en fin de semana? Conmigo que no cuenten, que vaya Rita la cantaora.”

El domingo, Paco, está pensado para realizar otras tareas, yo, por ejemplo, me puse a cambiar la ropa de verano por la de invierno y me llevó toda la tarde, ya sabes el lío que supone organizar el vestuario, dice mi madre que tenemos demasiados trajes. Qué te voy a contar a ti, la de quebraderos de cabeza que te ha provocado ser un esclavo de la moda. Hasta que te absolviera el Tribunal de Justicia de la Comunidad Valenciana, me temo que las corbatas aparecerían en tus peores pesadillas: “En ocasiones veo trajes” soñarías en alto…

Resulta que pasaste el fin de semana en casa porque nadie te había citado para declarar –según comentaste a infoLibre y a Abc el domingo, bien entrada la tarde– aunque no creo que te entregaras a la tarea irritante del cambio de armario, la verdad. Yo te imagino, más bien, delante de la tele —no de Canal Nou, que no estarás para disgustos— viendo Qué tiempo tan feliz, sumido en la nostalgia, recordando aquellos maravillosos días con amigos del alma como El Bigotes —que hoy triunfa en esa tele que no paga a sus despedidos, genio y figura— .Cómo olvidar esos momentos en los que Álvaro Pérez te decía: “Te quiero mucho” y tú le respondías: “Yo más”. Qué derroche de ternura, si es que dan ganas de que los extriunfitos se pongan a cantar a vuestro alrededor, meneando un mantón: “Tú eres mi hermano del alma, realmente mi amigo”.

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Aunque también tuvisteis vuestras cosillas, claro, como cuando te llamó “gilipollas” por no acudir a una reunión con el embajador estadounidense. Pero, entre coleguitas, esas cosas pasan, cuando yo tenía ocho años estuve dos semanas sin ajuntar a mi mejor amiga porque me había hecho trampa en el Monopoly y, mira, hoy soy la madrina de su hija. Nada, nada, estoy segura de que tú no le guardas rencor al Bigotes Pérez, tú tienes mucha Correa para aguantar el tirón.

Bueno, que me voy del asunto que me ha movido a escribirte, porque cuando comencé a teclear estas palabras, Paco, Paco, Paco, que mi Paco, nadie sabía dónde estabas. No te encontraban en casa, no respondías al teléfono —te habrías quedado sin cobertura, sin batería o sin las dos cosas, maldita tecnología—. Yo llegué a pensar que te había dado por ir al aeropuerto de Castellón a coger el primer vuelo para huir de este frío repentino, pero, claro, ahí te hubieran dado las uvas esperando el embarque, cari.

Por ser prácticos, antes de llamar a Lobatón, yo habría preguntado a Mariano, recordemos que un día te dijo: “Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”. Y si él tampoco te hubiera ubicado, habríamos tenido que pasar el caso a Cuarto Milenio, para que nos explicaran la misteriosa desaparición de un expresidente, o para que alguno de esos expertos en contactar con cadáveres políticos hubiera susurrado aquello de: “Paco, si estás aquí, manifiéstate”. Ay, Paco, la que has liado, por cosas como ésta, no puedo ser más fan.

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